Ricardo Monreal Ávila
2009-09-29•Acentos
¿Ha visto usted el catálogo de impuestos federales, estatales y municipales de México? Dependiendo del lugar donde viva, de sus hábitos de consumo y de su capacidad de gasto, usted podría estar sujeto a 130 contribuciones directas e indirectas, que lo convierten en un contribuyente de primera dentro de una sociedad con servicios públicos de tercera.
No hay proporción alguna entre las obligaciones fiscales por un lado, y los derechos ciudadanos por el otro. La “carta” de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los mexicanos contenida en la Constitución (entre los que se incluyen el derecho al trabajo y a mejores servicios públicos como seguridad, justicia, educación y salud), no llega a 30 incisos. Esta desproporción entre la condición de “contribuyente” y la de “ciudadano” es el origen de la tragedia fiscal mexicana, cimentada en la desconfianza, la evasión y la elusión mutua entre autoridades y contribuyentes.
Pues bien, al kafkeano catálogo de siglas impositivas se pretende agregar ahora la CCP (Contribución Contra la Pobreza). Una forma ingenua, más que ingeniosa; candorosa, más que pudorosa; alevosa, más que ambiciosa; de aumentar el IVA de 15 a 17 por ciento y aplicar ¡al fin! un impuesto del 2 por ciento a alimentos y medicinas. Vaya tomadura de pelo. Al tema “tabú” de no tasar con IVA alimentos y medicinas, se pretende imponer ahora un nuevo mito: que con una contribución fiscal saldremos de la pobreza.
De entrada, la CCP es producto de un plagio artero. Hace poco más de tres años, el candidato de la izquierda a la presidencia de la República proponía una reforma fiscal que empezara por cambiar el nombre a los impuestos (se llamarían “contribuciones”) y se enfocaran por su objeto de gasto y no por su origen recaudatorio: en lugar de un “impuesto al consumo o a la producción”, se promovería una “contribución contra la pobreza”, “contra la inseguridad”, “contra el analfabetismo”, etcétera. La descalificación no tardó en llegar por parte de quienes hoy la retoman: es puro “populismo fiscal”, fruto de la ignorancia económica y de la demagogia electorera. Una propuesta de nombre similar (no así de contenido) es presentada hoy como la panacea fiscal. ¿En qué momento el populismo infiltró al Estado? ¿Estamos frente a una Caprichosa Contribución Populista?
La CCP no sólo presenta problemas de derechos de autor o piratería intelectual. También tiene errores graves de diseño y operación.
¿Un impuesto contra la pobreza, con cargo a los pobres? Existen estudios fiscales que muestran como los impuestos directos al consumo afectan proporcionalmente en mayor medida a la población de menores ingresos, a la población que “vive al día”, cuyo gasto principal son alimentos, transporte, vestido y párenle de contar, porque no alcanza para más. Esta población fiscalmente cautiva, junto con la clase media, constituyen el 85 por ciento de los deciles más bajos y medios de la pirámide fiscal. De un día para otro habrán de pagar 4 por ciento más en su gasto diario (2 por ciento del IVA y 2 por ciento en alimentos), que es el equivalente al último incremento de los salarios mínimos y un aumento inmediato en el costo de la canasta básica, la cual ha acumulado en este año 32 por ciento aproximadamente.
¿Un impuesto contra la pobreza, cuyo primero efecto será fomentar el desempleo? El Consejo Nacional Agropecuario, representante de las empresas y de los productores de alimentos del país, dimensionó el impacto del CCP en alimentos: “En México existe evidencia empírica de que modificar la tasa del IVA en las circunstancias actuales, podría disminuir el consumo nacional de alimentos entre 7 y 20 por ciento…, como consecuencia habría una caída directa del empleo hasta de 250 mil puestos a escala nacional y una menor actividad económica del sector agroalimentario” (MILENIO, 1 septiembre 2009).
Por otra parte, no existe forma técnica de desglosar su recaudación, de vigilar su aplicación transparente en los programas sociales contra la pobreza ni, lo más importante, de garantizar que una contribución de este tipo evite el avance de la pobreza en sus diferentes grados. La recaudación del nuevo impuesto alcanzaría a lo más para integrar a cinco millones de nuevos pobres al programa Oportunidades, dejando fuera al doble de la población en pobreza extrema.
Antes de imponer la CCP, el gobierno tiene que diseñar otras salidas. Por ejemplo, un recorte adicional del 10 por ciento al gasto corriente programado para 2010 permitiría al gobierno obtener recursos frescos hasta por 150 mil millones de pesos: la mitad del “boquete fiscal” de este año y una cifra superior a lo que se espera recaudar con el candoroso nuevo impuesto.
En suma, por su perfil confiscatorio más que distributivo, por su impacto recesivo más que reactivo de la economía y porque habrá de disparar el desempleo en lugar de generar nuevas fuentes de trabajo, la Caprichosa Contribución Populista no debe aprobarse.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mxNo hay proporción alguna entre las obligaciones fiscales por un lado, y los derechos ciudadanos por el otro. La “carta” de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los mexicanos contenida en la Constitución (entre los que se incluyen el derecho al trabajo y a mejores servicios públicos como seguridad, justicia, educación y salud), no llega a 30 incisos. Esta desproporción entre la condición de “contribuyente” y la de “ciudadano” es el origen de la tragedia fiscal mexicana, cimentada en la desconfianza, la evasión y la elusión mutua entre autoridades y contribuyentes.
Pues bien, al kafkeano catálogo de siglas impositivas se pretende agregar ahora la CCP (Contribución Contra la Pobreza). Una forma ingenua, más que ingeniosa; candorosa, más que pudorosa; alevosa, más que ambiciosa; de aumentar el IVA de 15 a 17 por ciento y aplicar ¡al fin! un impuesto del 2 por ciento a alimentos y medicinas. Vaya tomadura de pelo. Al tema “tabú” de no tasar con IVA alimentos y medicinas, se pretende imponer ahora un nuevo mito: que con una contribución fiscal saldremos de la pobreza.
De entrada, la CCP es producto de un plagio artero. Hace poco más de tres años, el candidato de la izquierda a la presidencia de la República proponía una reforma fiscal que empezara por cambiar el nombre a los impuestos (se llamarían “contribuciones”) y se enfocaran por su objeto de gasto y no por su origen recaudatorio: en lugar de un “impuesto al consumo o a la producción”, se promovería una “contribución contra la pobreza”, “contra la inseguridad”, “contra el analfabetismo”, etcétera. La descalificación no tardó en llegar por parte de quienes hoy la retoman: es puro “populismo fiscal”, fruto de la ignorancia económica y de la demagogia electorera. Una propuesta de nombre similar (no así de contenido) es presentada hoy como la panacea fiscal. ¿En qué momento el populismo infiltró al Estado? ¿Estamos frente a una Caprichosa Contribución Populista?
La CCP no sólo presenta problemas de derechos de autor o piratería intelectual. También tiene errores graves de diseño y operación.
¿Un impuesto contra la pobreza, con cargo a los pobres? Existen estudios fiscales que muestran como los impuestos directos al consumo afectan proporcionalmente en mayor medida a la población de menores ingresos, a la población que “vive al día”, cuyo gasto principal son alimentos, transporte, vestido y párenle de contar, porque no alcanza para más. Esta población fiscalmente cautiva, junto con la clase media, constituyen el 85 por ciento de los deciles más bajos y medios de la pirámide fiscal. De un día para otro habrán de pagar 4 por ciento más en su gasto diario (2 por ciento del IVA y 2 por ciento en alimentos), que es el equivalente al último incremento de los salarios mínimos y un aumento inmediato en el costo de la canasta básica, la cual ha acumulado en este año 32 por ciento aproximadamente.
¿Un impuesto contra la pobreza, cuyo primero efecto será fomentar el desempleo? El Consejo Nacional Agropecuario, representante de las empresas y de los productores de alimentos del país, dimensionó el impacto del CCP en alimentos: “En México existe evidencia empírica de que modificar la tasa del IVA en las circunstancias actuales, podría disminuir el consumo nacional de alimentos entre 7 y 20 por ciento…, como consecuencia habría una caída directa del empleo hasta de 250 mil puestos a escala nacional y una menor actividad económica del sector agroalimentario” (MILENIO, 1 septiembre 2009).
Por otra parte, no existe forma técnica de desglosar su recaudación, de vigilar su aplicación transparente en los programas sociales contra la pobreza ni, lo más importante, de garantizar que una contribución de este tipo evite el avance de la pobreza en sus diferentes grados. La recaudación del nuevo impuesto alcanzaría a lo más para integrar a cinco millones de nuevos pobres al programa Oportunidades, dejando fuera al doble de la población en pobreza extrema.
Antes de imponer la CCP, el gobierno tiene que diseñar otras salidas. Por ejemplo, un recorte adicional del 10 por ciento al gasto corriente programado para 2010 permitiría al gobierno obtener recursos frescos hasta por 150 mil millones de pesos: la mitad del “boquete fiscal” de este año y una cifra superior a lo que se espera recaudar con el candoroso nuevo impuesto.
En suma, por su perfil confiscatorio más que distributivo, por su impacto recesivo más que reactivo de la economía y porque habrá de disparar el desempleo en lugar de generar nuevas fuentes de trabajo, la Caprichosa Contribución Populista no debe aprobarse.
kikka-roja.blogspot.com/
Entradas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentarios. HOLA! deja tu mensaje ...