- La debilidad estructural del fisco mexicano
- El elevado costo de las decisiones
Dados los grandes logros acumulados a lo largo de casi tres décadas continuas, los gobiernos neoliberales de este heroico país han hecho posible que México se mantenga en los primeros lugares latinoamericanos, aunque lamentablemente tales posiciones no correspondan con las mejores de la región, sino, por el contrario, con los peores. Se sabe del exitoso comportamiento económico nacional, que ubica al navío de gran calado (ya saben quién, dixit) en el primer lugar de tal área geográfica, siempre y cuando la estadística se lea de abajo hacia arriba. Lo mismo en lo que a fabricación de pobres se refiere, con la diferencia que en este renglón tristemente hay que leerla de arriba hacia abajo. Y si de resultados gubernamentales se trata, entonces la estadística sólo tiene un renglón: nulidad absoluta, aunque, eso sí, entre las más onerosas de América Latina y buena parte del planeta.
Ahora que el siempre adelantado inquilino de Los Pinos tuvo una revelación y, por ende, descubrió que las grandes empresas rara vez pagan impuestos (aunque una vez enterado tampoco va a dar golpe para corregir la situación), vale hacer un recorrido por un tema recurrentemente abordado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo que por enésima ocasión pone el dedo en la llaga y enciende las alarmas sobre la debilidad estructural del fisco mexicano y el elevadísimo costo de las decisiones políticas en la materia, que han llevado al país a convertirse no sólo en uno de los que menor recaudación reporta, sino en el más dependiente de un solo producto, el petróleo, y en uno de los más gratos paraísos fiscales regionales para el gran capital, sea éste nacional o foráneo.
La Cepal realizó una aproximación a la vulnerabilidad de los ingresos fiscales ante la crisis internacional, en la cual México ocupa honrosamente la primera posición –compartida con dos naciones más– y sobresale por la alta exposición de sus finanzas públicas ante el terremoto económico interno y externo. Va, pues, la aproximación cepalina, contenida en el Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2008-2009:
De acuerdo con los resultados de este ejercicio, precisa el organismo especializado de la ONU, México, Ecuador, Guatemala (en primera posición) y Panamá (en la segunda) serían los países con mayor exposición de sus ingresos fiscales (la más alta); estas naciones reúnen al menos dos de las tres características que se consideraron de mayor relevancia dentro del análisis: dependencia de los ingresos por explotación de recursos naturales (excepto Guatemala y Panamá), rigidez político-institucional a la hora de aplicar reformas tributarias (lo que se traduce en una muy baja carga tributaria) y un significativo peso del impuesto a las importaciones en los recursos tributarios (con excepción de México).
En un segundo grupo de naciones (exposición media) se encuentran, en orden descendente, Bolivia, El Salvador, Paraguay, Venezuela, Colombia, República Dominicana, Nicaragua, Perú y Chile. Y en un tercer bloque (exposición baja, la menor de la región) aparecen Costa Rica, Uruguay, Brasil y Argentina (los últimos tres citados con los mejores resultados latinoamericanos, aunque no por ello exentos de impacto). Así, apunta la Cepal, se observa que los países con alto porcentaje de ingresos no tributarios o provenientes de los recursos naturales, con baja carga tributaria y gran apertura comercial, tienen un mayor coeficiente de exposición a la crisis en materia de ingresos fiscales que aquellos con carga tributaria elevada, mayor participación del impuesto a la renta y mayor productividad del IVA.
La incertidumbre que generan las crisis y las limitaciones a la hora de predecir sus efectos exigen una revisión detallada de la forma en que se transmiten y afectan a la economía, anota el organismo. Los efectos de la crisis internacional sobre los ingresos fiscales de la región difieren de un país a otro y dependen no sólo de las características propias de la crisis, sino también del nivel y la estructura de la carga tributaria, así como de las diversas fuentes de financiamiento utilizadas. Más allá de eso, se estima que el impacto medio de la crisis en los ingresos fiscales es de gran magnitud, proyectándose para 2009 una caída equivalente a 1.8 por ciento del PIB en relación con lo recaudado en 2008.
En la aproximación se intenta identificar a los países propensos a mayores pérdidas de recursos fiscales considerando los canales mediante los cuales la actual crisis internacional repercute en la recaudación fiscal de la región. En consecuencia, se realiza una cuantificación del grado de exposición de los ingresos fiscales respecto de diversas variables ordenando a los países en tres grupos de exposición: alta, media o baja. Para la elaboración de este indicador se ponderan las diferentes características de la estructura de los ingresos fiscales, la rigidez político-institucional y la capacidad de las administraciones tributarias en cada caso.
Sobre México, la Cepal advierte: la acotada disponibilidad de recursos fiscales, las dificultades para ejecutar el gasto público en el corto plazo y la restricción de la disponibilidad de crédito para proyectos de inversión imponen límites a la efectividad de las diferentes iniciativas que el gobierno ha puesto en marcha para contrarrestar los efectos de la turbulencia externa. La reactivación de la economía mexicana depende en gran medida del impulso que tome la estadunidense y, en consecuencia, el inicio de una nueva etapa de crecimiento puede llevar todavía más tiempo.
La economía mexicana enfrenta en 2009 un escenario muy diverso, más difícil que el de la recesión de 1995, cuando el producto cayó 6.2 por ciento, pero en ese entonces pudo recuperarse con fuerza en menos de 12 meses debido al marcado repunte de las exportaciones. Esta opción hoy no existe, porque la economía mundial sufre su peor crisis desde los años 30 del siglo pasado. El entorno se vuelve más adverso por la disminución de la inversión extranjera directa, las remesas, los precios del petróleo, el turismo y el acceso al financiamiento. Además, la sucesión de programas que el gobierno federal ha puesto en marcha para enfrentar la crisis hasta ahora no ha logrado impedir la aguda reducción del ritmo de actividad y de la ocupación.
Ahora que el siempre adelantado inquilino de Los Pinos tuvo una revelación y, por ende, descubrió que las grandes empresas rara vez pagan impuestos (aunque una vez enterado tampoco va a dar golpe para corregir la situación), vale hacer un recorrido por un tema recurrentemente abordado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo que por enésima ocasión pone el dedo en la llaga y enciende las alarmas sobre la debilidad estructural del fisco mexicano y el elevadísimo costo de las decisiones políticas en la materia, que han llevado al país a convertirse no sólo en uno de los que menor recaudación reporta, sino en el más dependiente de un solo producto, el petróleo, y en uno de los más gratos paraísos fiscales regionales para el gran capital, sea éste nacional o foráneo.
La Cepal realizó una aproximación a la vulnerabilidad de los ingresos fiscales ante la crisis internacional, en la cual México ocupa honrosamente la primera posición –compartida con dos naciones más– y sobresale por la alta exposición de sus finanzas públicas ante el terremoto económico interno y externo. Va, pues, la aproximación cepalina, contenida en el Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2008-2009:
De acuerdo con los resultados de este ejercicio, precisa el organismo especializado de la ONU, México, Ecuador, Guatemala (en primera posición) y Panamá (en la segunda) serían los países con mayor exposición de sus ingresos fiscales (la más alta); estas naciones reúnen al menos dos de las tres características que se consideraron de mayor relevancia dentro del análisis: dependencia de los ingresos por explotación de recursos naturales (excepto Guatemala y Panamá), rigidez político-institucional a la hora de aplicar reformas tributarias (lo que se traduce en una muy baja carga tributaria) y un significativo peso del impuesto a las importaciones en los recursos tributarios (con excepción de México).
En un segundo grupo de naciones (exposición media) se encuentran, en orden descendente, Bolivia, El Salvador, Paraguay, Venezuela, Colombia, República Dominicana, Nicaragua, Perú y Chile. Y en un tercer bloque (exposición baja, la menor de la región) aparecen Costa Rica, Uruguay, Brasil y Argentina (los últimos tres citados con los mejores resultados latinoamericanos, aunque no por ello exentos de impacto). Así, apunta la Cepal, se observa que los países con alto porcentaje de ingresos no tributarios o provenientes de los recursos naturales, con baja carga tributaria y gran apertura comercial, tienen un mayor coeficiente de exposición a la crisis en materia de ingresos fiscales que aquellos con carga tributaria elevada, mayor participación del impuesto a la renta y mayor productividad del IVA.
La incertidumbre que generan las crisis y las limitaciones a la hora de predecir sus efectos exigen una revisión detallada de la forma en que se transmiten y afectan a la economía, anota el organismo. Los efectos de la crisis internacional sobre los ingresos fiscales de la región difieren de un país a otro y dependen no sólo de las características propias de la crisis, sino también del nivel y la estructura de la carga tributaria, así como de las diversas fuentes de financiamiento utilizadas. Más allá de eso, se estima que el impacto medio de la crisis en los ingresos fiscales es de gran magnitud, proyectándose para 2009 una caída equivalente a 1.8 por ciento del PIB en relación con lo recaudado en 2008.
En la aproximación se intenta identificar a los países propensos a mayores pérdidas de recursos fiscales considerando los canales mediante los cuales la actual crisis internacional repercute en la recaudación fiscal de la región. En consecuencia, se realiza una cuantificación del grado de exposición de los ingresos fiscales respecto de diversas variables ordenando a los países en tres grupos de exposición: alta, media o baja. Para la elaboración de este indicador se ponderan las diferentes características de la estructura de los ingresos fiscales, la rigidez político-institucional y la capacidad de las administraciones tributarias en cada caso.
Sobre México, la Cepal advierte: la acotada disponibilidad de recursos fiscales, las dificultades para ejecutar el gasto público en el corto plazo y la restricción de la disponibilidad de crédito para proyectos de inversión imponen límites a la efectividad de las diferentes iniciativas que el gobierno ha puesto en marcha para contrarrestar los efectos de la turbulencia externa. La reactivación de la economía mexicana depende en gran medida del impulso que tome la estadunidense y, en consecuencia, el inicio de una nueva etapa de crecimiento puede llevar todavía más tiempo.
La economía mexicana enfrenta en 2009 un escenario muy diverso, más difícil que el de la recesión de 1995, cuando el producto cayó 6.2 por ciento, pero en ese entonces pudo recuperarse con fuerza en menos de 12 meses debido al marcado repunte de las exportaciones. Esta opción hoy no existe, porque la economía mundial sufre su peor crisis desde los años 30 del siglo pasado. El entorno se vuelve más adverso por la disminución de la inversión extranjera directa, las remesas, los precios del petróleo, el turismo y el acceso al financiamiento. Además, la sucesión de programas que el gobierno federal ha puesto en marcha para enfrentar la crisis hasta ahora no ha logrado impedir la aguda reducción del ritmo de actividad y de la ocupación.
Las rebanadas del pastel
Qué lástima, la revelación (empresas que rara vez pagan impuestos) llegó tarde para el de Los Pinos.
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