Un ejecutivo de Goldman Sachs renunció hace unos días a la institución financiera al tiempo que hizo una denuncia pública sobre el deterioro en la fibra moral de la empresa. La imagen, en el piso de remates de la Bolsa de Valores de Nueva YorkFoto Ap
No es que no se haya sabido, pero aparentemente lo inaceptable es que alguien de adentro lo diga. Esta semana, a juzgar por las reacciones, hubo alta traición en Wall Street y las consecuencias son lo bastante serias para armar un movimiento de solidaridad entre la cúpula financiera del país y enfrentar el grave problema provocado cuando un ejecutivo se atrevió a revelar que las cosas son tan tóxicas como todos saben.
¿Cuál fue el gran secreto revelado por un joven ejecutivo de Goldman Sachs, tal vez el banco inversionista más poderoso del mundo? Resulta que la avaricia es el motor del capitalismo financiero, según Greg Smith, un vicepresidente de esa empresa (hay 12 mil vicepresidentes en la empresa de unos 30 mil empleados, o sea no es de los más altos niveles) que escribió una especie de carta de renuncia pública en el New York Times.
Smith denunció que dentro del monstruo se practica, esperen, esperen, ahí les va la revelación: ganar dinero y más dinero a como dé lugar. Pero lo más devastador es que la práctica común de esa prestigiada e histórica empresa para lograr sus enormes ganancias incluye estafar y engañar a sus clientes y a todos los que se dejen. Ah, y una sorpresa más: ahí adentro hay una cultura que se ha deteriorado hasta el punto de que el ambiente ahora es el más tóxico y destructivo que jamás he visto y creo que este deterioro en la fibra moral de la empresa representa la amenaza más seria a su sobrevivencia a largo plazo.
El impacto de estas palabras fue de tales dimensiones que las acciones bursátiles de la empresa sufrieron un desplome en la bolsa de Nueva York; los directivos de Goldman Sachs rechazaron de inmediato las acusaciones e insistieron en que son gente decente, ejecutivos en otras casas de inversión se vieron obligados a defender su cultura, hubo un intenso intercambio de análisis, reacciones, comentarios en los principales medios, así como en todo el universo cibernético, y hasta el multimillonario alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien hizo su fortuna en Wall Street, visitó las oficinas del banco para expresar su solidaridad.
Los máximos jefes de Goldman Sachs respondieron en un memorando a todos sus empleados que las afirmaciones de Smith no reflejaban los valores o cultura de la empresa. Estamos en desacuerdo, afirmaron voceros de ésta a los medios, ya que sólo seremos exitosos si nuestros clientes también lo son. Esta verdad fundamental está en el corazón de cómo nos conducimos.
Ahora hay debates abiertos y explícitos sobre qué tipo de avaricia es mejor, que si el problema es la diferencia entre avaricia de corto y de largo plazo. Como argumentó Ezra Klein en el Washington Post, la avaricia de largo plazo implicaba que uno trataba a sus clientes de manera correcta, mientras ahora la mayoría de las ganancias de Goldman Sachs proviene del lado que enfatiza avaricia de corto plazo, donde la prioridad es el volumen de ventas e intercambios de acciones y otros instrumentos financieros, y no la relación con los clientes.
Defensores de Wall Street argumentan que eso es sólo la opinión de un tipo aislado y no representativo del sector, y trataron de restar importancia a sus críticas. Un editorial de Bloomberg View afirmó: tendría que haber sido una sorpresa terrible para Smith cuando concluyó que Goldman se dedicaba principalmente a ganar dinero. El Wall Street Journal empezó a desacreditar a Smith, afirmando que, según fuentes, era un empleado de bajo nivel.
Algunos críticos de Wall Street señalaron que lo curioso es que este joven apenas descubrió lo que millones ya sabían: que los bancos de Wall Street habían llevado al país a su peor crisis económica desde la gran depresión precisamente por las prácticas que ahora denunció. Lo que está ausente en este artículo (el de Smith) es cualquier sentido de mea culpa, cualquier sentido de que él era de alguna manera parte del problema, comentó Felix Salmon, reconocido comentarista de asuntos financieros de la agencia Reuters.
Otros –incluso comentaristas de Forbes y BBC– alertaron que el simple hecho de que un ejecutivo se atreviera a renunciar con tal mensaje público no podía más que dañar a la empresa, sobre todo su credibilidad con sus clientes, y peor si esto incita un éxodo de talento de la empresa.
Liberales y progresistas, por su parte, festejaron que uno de adentro por fin denunciara lo que los de afuera habían criticado. Matt Taibbi, columnista de Rolling Stone, autor de una famosa descripción de Goldman Sachs como un calamar vampiro gigante que constriñe la cara de la humanidad en sus feroces críticas, consideró que la renuncia de Smith fue histórica por el hecho de que alguien de adentro denunciara que la práctica de la empresa era estafar y joder a sus propios clientes. Señaló que así tenía que ser el fin del juego para reformar Wall Street, algo que no podía provenir por presión del gobierno ni de Ocupa Wall Street, sino que el cambio real siempre tenía que llegar desde adentro del propio Wall Street. El efecto de esto, afirmó, es que los clientes de esa empresa perderán confianza en que sea el mejor lugar para administrar sus fondos.
Goldman Sachs –fundado en 1869– fue escuela de varios de los amos del universo, incluidos los ex secretarios del Tesoro Henry Paulson y Robert Rubin, varios ejecutivos en jefe de otras empresas de Wall Street, así como de jefes del Banco Mundial, de la Reserva Federal y de bancos nacionales de países como Italia y Canadá.
Taibbi escribió hace un par de años que Goldman Sachs, con su influencia y alcance sin precedente entre las cúpulas mundiales, es un enorme motor altamente sofisticado para convertir la riqueza útil y desplegada de la sociedad en la sustancia menos útil, de mayor desperdicio y más insoluble en la Tierra: pura ganancia para individuos ricos.
O sea, parece que es traición confesar de qué se trata tan sagrado negocio. ¿Será algo así como la omertá de la Cosa Nostra?
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kikka-roja.blogspot.com/
No es que no se haya sabido, pero aparentemente lo inaceptable es que alguien de adentro lo diga. Esta semana, a juzgar por las reacciones, hubo alta traición en Wall Street y las consecuencias son lo bastante serias para armar un movimiento de solidaridad entre la cúpula financiera del país y enfrentar el grave problema provocado cuando un ejecutivo se atrevió a revelar que las cosas son tan tóxicas como todos saben.
¿Cuál fue el gran secreto revelado por un joven ejecutivo de Goldman Sachs, tal vez el banco inversionista más poderoso del mundo? Resulta que la avaricia es el motor del capitalismo financiero, según Greg Smith, un vicepresidente de esa empresa (hay 12 mil vicepresidentes en la empresa de unos 30 mil empleados, o sea no es de los más altos niveles) que escribió una especie de carta de renuncia pública en el New York Times.
Smith denunció que dentro del monstruo se practica, esperen, esperen, ahí les va la revelación: ganar dinero y más dinero a como dé lugar. Pero lo más devastador es que la práctica común de esa prestigiada e histórica empresa para lograr sus enormes ganancias incluye estafar y engañar a sus clientes y a todos los que se dejen. Ah, y una sorpresa más: ahí adentro hay una cultura que se ha deteriorado hasta el punto de que el ambiente ahora es el más tóxico y destructivo que jamás he visto y creo que este deterioro en la fibra moral de la empresa representa la amenaza más seria a su sobrevivencia a largo plazo.
El impacto de estas palabras fue de tales dimensiones que las acciones bursátiles de la empresa sufrieron un desplome en la bolsa de Nueva York; los directivos de Goldman Sachs rechazaron de inmediato las acusaciones e insistieron en que son gente decente, ejecutivos en otras casas de inversión se vieron obligados a defender su cultura, hubo un intenso intercambio de análisis, reacciones, comentarios en los principales medios, así como en todo el universo cibernético, y hasta el multimillonario alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien hizo su fortuna en Wall Street, visitó las oficinas del banco para expresar su solidaridad.
Los máximos jefes de Goldman Sachs respondieron en un memorando a todos sus empleados que las afirmaciones de Smith no reflejaban los valores o cultura de la empresa. Estamos en desacuerdo, afirmaron voceros de ésta a los medios, ya que sólo seremos exitosos si nuestros clientes también lo son. Esta verdad fundamental está en el corazón de cómo nos conducimos.
Ahora hay debates abiertos y explícitos sobre qué tipo de avaricia es mejor, que si el problema es la diferencia entre avaricia de corto y de largo plazo. Como argumentó Ezra Klein en el Washington Post, la avaricia de largo plazo implicaba que uno trataba a sus clientes de manera correcta, mientras ahora la mayoría de las ganancias de Goldman Sachs proviene del lado que enfatiza avaricia de corto plazo, donde la prioridad es el volumen de ventas e intercambios de acciones y otros instrumentos financieros, y no la relación con los clientes.
Defensores de Wall Street argumentan que eso es sólo la opinión de un tipo aislado y no representativo del sector, y trataron de restar importancia a sus críticas. Un editorial de Bloomberg View afirmó: tendría que haber sido una sorpresa terrible para Smith cuando concluyó que Goldman se dedicaba principalmente a ganar dinero. El Wall Street Journal empezó a desacreditar a Smith, afirmando que, según fuentes, era un empleado de bajo nivel.
Algunos críticos de Wall Street señalaron que lo curioso es que este joven apenas descubrió lo que millones ya sabían: que los bancos de Wall Street habían llevado al país a su peor crisis económica desde la gran depresión precisamente por las prácticas que ahora denunció. Lo que está ausente en este artículo (el de Smith) es cualquier sentido de mea culpa, cualquier sentido de que él era de alguna manera parte del problema, comentó Felix Salmon, reconocido comentarista de asuntos financieros de la agencia Reuters.
Otros –incluso comentaristas de Forbes y BBC– alertaron que el simple hecho de que un ejecutivo se atreviera a renunciar con tal mensaje público no podía más que dañar a la empresa, sobre todo su credibilidad con sus clientes, y peor si esto incita un éxodo de talento de la empresa.
Liberales y progresistas, por su parte, festejaron que uno de adentro por fin denunciara lo que los de afuera habían criticado. Matt Taibbi, columnista de Rolling Stone, autor de una famosa descripción de Goldman Sachs como un calamar vampiro gigante que constriñe la cara de la humanidad en sus feroces críticas, consideró que la renuncia de Smith fue histórica por el hecho de que alguien de adentro denunciara que la práctica de la empresa era estafar y joder a sus propios clientes. Señaló que así tenía que ser el fin del juego para reformar Wall Street, algo que no podía provenir por presión del gobierno ni de Ocupa Wall Street, sino que el cambio real siempre tenía que llegar desde adentro del propio Wall Street. El efecto de esto, afirmó, es que los clientes de esa empresa perderán confianza en que sea el mejor lugar para administrar sus fondos.
Goldman Sachs –fundado en 1869– fue escuela de varios de los amos del universo, incluidos los ex secretarios del Tesoro Henry Paulson y Robert Rubin, varios ejecutivos en jefe de otras empresas de Wall Street, así como de jefes del Banco Mundial, de la Reserva Federal y de bancos nacionales de países como Italia y Canadá.
Taibbi escribió hace un par de años que Goldman Sachs, con su influencia y alcance sin precedente entre las cúpulas mundiales, es un enorme motor altamente sofisticado para convertir la riqueza útil y desplegada de la sociedad en la sustancia menos útil, de mayor desperdicio y más insoluble en la Tierra: pura ganancia para individuos ricos.
O sea, parece que es traición confesar de qué se trata tan sagrado negocio. ¿Será algo así como la omertá de la Cosa Nostra?
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