Más Ideas: Si FeCal quería ver a Yo Yo Ma, le sale más barato comprarse una Tele, que usar a mil pefepos granosos para poder entrar al Palacio de Bellas Artes...
Para Carlos Prieto
Guadalupe Loaeza
Dice Carlos Prieto, en su libro “Las Aventuras de un Violonchelo” (Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 2003), que el caso del violonchelista sino-americano Yo-Yo Ma, sin duda es, ¡extraordinario! Si partimos de la base que Pablo Casals fue la gran figura del violonchelo de la primera parte del siglo XX; Mstislav Rostropovich, la de la segunda mitad; hoy por hoy la figura más importante en el universo del violonchelo es Yo-Yo Ma, por su musicalidad, su técnica, su extraordinario carisma y su polifacética actividad tan enriquecedora no solo del violonchelo sino de la música en general. Prieto cuando en su libro cómo conoció al chelista: “Conocí a Yo-Yo Ma en 1983, en un homenaje que se organizó en Nueva York a la memoria de nuestro común maestro, Leonard Rose. Lo he visto luego en múltiples ocasiones y siempre me ha impresionado, además de su extraordinario y multifacético talento musical, su excepcional simpatía y calidad humana. A diferencia de numerosos colegas músicos, que saben mucho de música y muy poco fuera de ese campo, Yo-Yo se interesa por las más variadas disciplinas. En adición a sus estudios musicales, hizo la carrera de historia en la Universidad de Harvard. Nacido en Francia, habla francés. Habla chino mandarín y ha estudiado con profundidad diversos aspectos de la cultura china. Vive con su esposa e hijos en Cambridge, a unos pasos de la Universidad de Harvard. Es ciudadano americano pero es, en realidad, ciudadano del mundo”.
Yo-Yo Ma nació, en el seno de una familia musical en París en 1955 De padre y su madre son chinos. Cuando Yo-Yo tenía apenas 4 años empezó a estudiar violonchelo. Su padre era su maestro. Andando el tiempo, la familia, se mudó a Nueva York y, tras un período de estudios con Janos Scholz, Yo-Yo empezó en 1962, a los 7 años de edad, a estudiar con Leonard Rose en la Escuela Juilliard. Todavía no cumplía 20 años y ya era comparado con Casals y Rostropovich. Pero hoy, Yo-yo no se compara con nadie. “Es un artista de personalidad única, que atrae hacia su arte y su violonchelo una atención sin precedente”. Yo-Yo tiene el arte de abrir completamente sus sentimientos, hasta los más recónditos sin poner ninguna barrera. Tal vez se deba a esa enorme generosidad que tiene tanto para su público como para sus colegas, que lo hace no nada más un intérprete talentosísimo, sino único. “No se trata de demostrar nada, sino de compartir algo. Lo importante en el escenario es ser uno mismo. Tratar de hacer magia y hacer todo para que ese momento resulte especial”, dice Yo-Yo Ma. Y cuando lo logra (siempre lo logra), es tal su placer que se diría que al tocar se eleva con todo y su cello. Dice Emmanuel Ax, su compañero en los dúos de piano y cello, que él ya ha encontrado una razón para la clonación; “diez Yo-Yo Mas harían al mundo más feliz”.
Por su parte, Héctor Vasconcelos, (que tiene la fortuna de conocer al chelista desde que los dos estudiaban en Harvard), escribe en su libro “Perfiles del Sonido” (Edit. Fondo de Cultura) “Ya sea que toque una suite de Bach o un tango, Yo-Yo Ma lo hace con una honda comprensión de su contenido. Su educación en Harvard le dio –como a Bernstein- el hábito de plantearse las obras analíticamente, en un contexto intelectual histórico. Y le dio también la costumbre de cuestionarse a sí mismo” ¿Cómo logrará Yo-yo Ma esa simbiosis que logra entre el él y su instrumento? ¿Cómo hará para dar la impresión cuando se le ve tocar que su cello forma parte de su propio cuerpo? Y Vasconcelos nos responde: “Porque no hay separación alguna entre mente, cuerpo, emociones e instrumento. Se da una unidad avasalladora que se hace patente, con magnífica intensidad, desde la primera nota que ejecuta Yo-Yo Ma. Pareciera entonces que tanto él como su instrumento forman parte de una corriente creativa metapersonal que encuentra en ellos sólo un medio para expresarse. Lograr esto no es otra cosa que haber hallado el Santo Grial de la interpretación musical”.
A Yo-Yo Ma le encanta tocar para los niños. Le gusta entrar en su mundo, porque sabe que al hacerlo, será para siempre. Por eso aceptó, hace muchos años, ir a un programa de Plaza Sésamo. “Allí conocí a Elmo, antes de que fuera famoso”, dice el chelista con su característico sentido del humor. En 1990 asistió con su hijo de cuatro años al famosísimo programa infantil de Mr. Roger, allí padre e hijo interpretaron un vals. Ambos se veían tan felices y orgullosos. “La curiosidad de los niños es infinita y si aprenden a tocar y a apreciar la música desde pequeños, no hay duda que en su vida serán mucho más felices”. Yo- Yo Ma también disfruta mucho tocar para los jóvenes: “Deben de respirar al mismo tiempo con quienes están ustedes tocando. No deben de tener los hombros tensos, deben soltarse y olvidarse del juicio de los demás. Y por último deben de creer en ustedes”, les dice el maestro con una llaneza conmovedora. Yo-yo Ma cree que tocando con jóvenes de todas partes del mundo, especialmente con aquellas que se encuentran perenemente en conflicto, de alguna manera contribuye con su música a distender las tensiones políticas. Con ese mismo objetivo ha tocado con la orquesta Este-Oeste, con músicos palestinos, isralíes, sirios y jordanos. Todos compartiendo un mismo lenguaje: ¡la música! También ha tocado con la Orquesta Barroca de Ámsterdam, con ella interpretó los conciertos de Brandemburgo a la usanza antigua, con instrumentos originales. Ah, cómo disfrutó ese concierto, mientras tocaba su cello antiguo, se hubiera dicho que se transportaba a los siglos 16 y 17. Pero así como se entrega a la música barroca, lo hace con el jazz ¿Cómo olvidar sus grabaciones con Claude Bolling y sus discos “Hush”, con Bobby Mc Ferrin, “Appalachia Waltz”, con Marc O´Connor y Edgar Meyer y su disco dedicado al tango?
Hoy, el chelista mexicano Carlos Prieto y Yo-Yo Ma tocarán en Bellas Artes una obra del músico mexicano, Samuel Zyman. Hemos de decir que que el encuentro de los dos cellos, ya se había dado anteriormente el 13 de octubre de 2006 en Monterrey, en el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO). El programa también incluyó la suite de Samuel Zyman, interpretada por primera vez en público por los dos violonchelistas a quien había sido dedicada. La volvieron a tocar en la Ciudad de México en varias ocasiones: el 26 de marzo de 2007, en un concierto a beneficio del Conservatorio de las Rosas, en el Colegio de San Ildefonso.
Si no tenemos boletos para asistir a Bellas Artes, por lo menos comprémonos un CD de Yo-Yo Ma, como por ejemplo las suites de Bach y escuchémoslo como él suele interpretar, es decir, con el corazón abierto.
Kikka Roja
Yo-Yo Ma nació, en el seno de una familia musical en París en 1955 De padre y su madre son chinos. Cuando Yo-Yo tenía apenas 4 años empezó a estudiar violonchelo. Su padre era su maestro. Andando el tiempo, la familia, se mudó a Nueva York y, tras un período de estudios con Janos Scholz, Yo-Yo empezó en 1962, a los 7 años de edad, a estudiar con Leonard Rose en la Escuela Juilliard. Todavía no cumplía 20 años y ya era comparado con Casals y Rostropovich. Pero hoy, Yo-yo no se compara con nadie. “Es un artista de personalidad única, que atrae hacia su arte y su violonchelo una atención sin precedente”. Yo-Yo tiene el arte de abrir completamente sus sentimientos, hasta los más recónditos sin poner ninguna barrera. Tal vez se deba a esa enorme generosidad que tiene tanto para su público como para sus colegas, que lo hace no nada más un intérprete talentosísimo, sino único. “No se trata de demostrar nada, sino de compartir algo. Lo importante en el escenario es ser uno mismo. Tratar de hacer magia y hacer todo para que ese momento resulte especial”, dice Yo-Yo Ma. Y cuando lo logra (siempre lo logra), es tal su placer que se diría que al tocar se eleva con todo y su cello. Dice Emmanuel Ax, su compañero en los dúos de piano y cello, que él ya ha encontrado una razón para la clonación; “diez Yo-Yo Mas harían al mundo más feliz”.
Por su parte, Héctor Vasconcelos, (que tiene la fortuna de conocer al chelista desde que los dos estudiaban en Harvard), escribe en su libro “Perfiles del Sonido” (Edit. Fondo de Cultura) “Ya sea que toque una suite de Bach o un tango, Yo-Yo Ma lo hace con una honda comprensión de su contenido. Su educación en Harvard le dio –como a Bernstein- el hábito de plantearse las obras analíticamente, en un contexto intelectual histórico. Y le dio también la costumbre de cuestionarse a sí mismo” ¿Cómo logrará Yo-yo Ma esa simbiosis que logra entre el él y su instrumento? ¿Cómo hará para dar la impresión cuando se le ve tocar que su cello forma parte de su propio cuerpo? Y Vasconcelos nos responde: “Porque no hay separación alguna entre mente, cuerpo, emociones e instrumento. Se da una unidad avasalladora que se hace patente, con magnífica intensidad, desde la primera nota que ejecuta Yo-Yo Ma. Pareciera entonces que tanto él como su instrumento forman parte de una corriente creativa metapersonal que encuentra en ellos sólo un medio para expresarse. Lograr esto no es otra cosa que haber hallado el Santo Grial de la interpretación musical”.
A Yo-Yo Ma le encanta tocar para los niños. Le gusta entrar en su mundo, porque sabe que al hacerlo, será para siempre. Por eso aceptó, hace muchos años, ir a un programa de Plaza Sésamo. “Allí conocí a Elmo, antes de que fuera famoso”, dice el chelista con su característico sentido del humor. En 1990 asistió con su hijo de cuatro años al famosísimo programa infantil de Mr. Roger, allí padre e hijo interpretaron un vals. Ambos se veían tan felices y orgullosos. “La curiosidad de los niños es infinita y si aprenden a tocar y a apreciar la música desde pequeños, no hay duda que en su vida serán mucho más felices”. Yo- Yo Ma también disfruta mucho tocar para los jóvenes: “Deben de respirar al mismo tiempo con quienes están ustedes tocando. No deben de tener los hombros tensos, deben soltarse y olvidarse del juicio de los demás. Y por último deben de creer en ustedes”, les dice el maestro con una llaneza conmovedora. Yo-yo Ma cree que tocando con jóvenes de todas partes del mundo, especialmente con aquellas que se encuentran perenemente en conflicto, de alguna manera contribuye con su música a distender las tensiones políticas. Con ese mismo objetivo ha tocado con la orquesta Este-Oeste, con músicos palestinos, isralíes, sirios y jordanos. Todos compartiendo un mismo lenguaje: ¡la música! También ha tocado con la Orquesta Barroca de Ámsterdam, con ella interpretó los conciertos de Brandemburgo a la usanza antigua, con instrumentos originales. Ah, cómo disfrutó ese concierto, mientras tocaba su cello antiguo, se hubiera dicho que se transportaba a los siglos 16 y 17. Pero así como se entrega a la música barroca, lo hace con el jazz ¿Cómo olvidar sus grabaciones con Claude Bolling y sus discos “Hush”, con Bobby Mc Ferrin, “Appalachia Waltz”, con Marc O´Connor y Edgar Meyer y su disco dedicado al tango?
Hoy, el chelista mexicano Carlos Prieto y Yo-Yo Ma tocarán en Bellas Artes una obra del músico mexicano, Samuel Zyman. Hemos de decir que que el encuentro de los dos cellos, ya se había dado anteriormente el 13 de octubre de 2006 en Monterrey, en el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO). El programa también incluyó la suite de Samuel Zyman, interpretada por primera vez en público por los dos violonchelistas a quien había sido dedicada. La volvieron a tocar en la Ciudad de México en varias ocasiones: el 26 de marzo de 2007, en un concierto a beneficio del Conservatorio de las Rosas, en el Colegio de San Ildefonso.
Si no tenemos boletos para asistir a Bellas Artes, por lo menos comprémonos un CD de Yo-Yo Ma, como por ejemplo las suites de Bach y escuchémoslo como él suele interpretar, es decir, con el corazón abierto.
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