Carlos Elizondo Mayer-Serra
6 Mar. 09
OBAMA ES DE DERECHA MODERADA, PERO INTENTA CREAR EL PRIMER SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL (ATENCION MEDICA) EN LA HISTORIA DE ESTADOS UNIDOS, ALLÁ TODO ES PRIVADO, POR ESO LO TACHAN DE SOCIALISTA.
EL CAPITALISMO SOCIALIZA LAS PERDIDAS, PERO NUNCA LAS GANANCIAS, EL PUEBLO PIERDE, LOS RICOS GANAN,
SEA PUES OBAMA DE IZQUIERDA, SI BUSCA EL BIENESTAR DEL PUEBLO.
La pretensión de hacer política bipartidista le duró a Obama unas cuantas semanas. Hizo el esfuerzo de sumar republicanos a su proyecto de estímulo económico por 787 mil millones de dólares aprobado hace tres semanas, logrando el apoyo de sólo tres republicanos en el Senado y de cero en la Cámara de Representantes. Invitó al senador Judd Gregg para ser secretario de Comercio, pero le renunció antes de ser confirmado por el Senado por sus desacuerdos con el programa de gobierno de Obama.
Rápidamente Obama olvidó el bipartidismo y mostró que sí es de izquierda; y no porque ande interviniendo bancos. No le quedaba de otra. Está incluso siguiendo una estrategia que no nacionaliza realmente, al evitar tener la mayoría de acciones y no buscar cambiar la administración de los bancos. Es una medida de emergencia. Se venderán nuevamente las acciones al sector privado en cuanto se pueda.
Es en el proyecto de presupuesto para la siguiente década, presentado la semana pasada, donde Obama dio un giro radical. Ahora sí le queda claro a quienes lo eligieron el significado de su proyecto alternativo. El presupuesto es la vía ideal para demostrarlo. Éste define quién paga impuestos y quién recibe el gasto y para qué. Al hacerlo como lo propone Obama está rompiendo con el legado de Reagan de un gobierno pequeño y una sociedad que se vale, en buena medida, por sí misma.
No se trata de mera ideología, sino de ganadores y perdedores concretos. El cambio más radical es una reforma al sistema de salud, que costará en los siguientes 10 años por los menos un billón de dólares. Con esta reforma, Obama pretende terminar con una de las mayores inequidades en Estados Unidos, el ser el único país desarrollado sin seguro médico universal, lo cual hunde muchas veces de por vida a familias enteras en la pobreza. Hoy son casi 50 millones sin seguro médico y el número subirá en la medida que suba el desempleo.
La mayor parte de este nuevo gasto se va a financiar, a partir del año 2011, con impuestos al 5 por ciento más rico, es decir, aquellos individuos con ingresos anuales superiores a 200 mil dólares o en el caso de las familias con ingresos de más de 250 mil. La tasa de impuesto sobre la renta para este grupo pasará de 35 por ciento a 39.6 por ciento, como antes de las reformas de Bush, además de otros cambios en materia de deducción e ingresos por inversiones financieras.
Adicionalmente, se ponen por primera vez límites a la emisión de carbono y un mecanismo de venta de compra de derechos de emisión que se calcula recaude 65 mil millones por año. Es la primera vez que Estados Unidos adopta como país (algunos estados, como California, ya lo habían hecho) medidas de fondo para tratar de mitigar el cambio climático, parte importante de la agenda de izquierda hoy.
Obama presenta un presupuesto de gasto ambicioso en un año donde la recaudación total será sólo de 15 por ciento del PIB, mientras que el gasto total será cerca de 26 por ciento. Es decir, casi la mitad del gasto del año actual es deuda nueva. Obama está aprovechando la oportunidad de que se puede financiar este déficit por la cruel paradoja de que una crisis generada desde Estados Unidos ha llevado a un pánico mundial que fortalece el dólar y baja las tasas de interés en Estados Unidos a niveles históricamente bajos, lo cual hace muy barato para el gobierno endeudarse.
Al moverse a la izquierda ha despertado la ira de los republicanos más radicales. Uno de los más famosos conductores de radio, Rush Limbaugh, le ha deseado a Obama el fracaso. Esto en Estados Unidos suena casi a revuelta. Los republicanos van a tener que conciliar ese discurso que le restará votos en el votante de centro (como en casi todos los países, México incluido, como ya lo sabe el PRD) con las ganas de sabotear lo más posible una agenda de gobierno claramente opuesta a los intereses de sus votantes más tradicionales.
La batalla por redefinir las principales políticas públicas en Estados Unidos apenas empieza. Su desenlace es de pronóstico reservado, no sólo por la feroz resistencia republicana. El presupuesto está montado en supuestos optimistas. Más pronto que tarde el costo de la deuda va a subir y el causante afectado ya empezó a protestar por la nueva carga tributaria que se le avecina. Incluso al votante más de centro le pueden parecer estas medidas casi como socialistas.
Tendrá también que contener otras presiones desde la izquierda de su partido. La más visible, una agenda proteccionista en materia comercial, parte de su promesa de campaña, aunque pareciera que no desea realmente cumplirla.
Un presupuesto con cambios de fondo en medio de una crisis donde tantos van a perder mucho es una jugada arriesgada en extremo. Sin embargo, si tiene éxito, cuando termine la crisis habrá logrado redefinir el pacto social de su país.
El debate izquierda-derecha siempre tiene algo de ideológico, pero detrás de la retórica el reto es ver quién gana y quién pierde. En este caso es bastante claro. Con esos ojos deberíamos juzgar nuestros debates, con un análisis concreto de quién gana con los agujeros de nuestro sistema fiscal, con los altos costos laborales del sector público, con la debilidad regulatoria del gobierno, con la política de gasto en el campo, con la ineficacia del aparato público, etcétera.
Rápidamente Obama olvidó el bipartidismo y mostró que sí es de izquierda; y no porque ande interviniendo bancos. No le quedaba de otra. Está incluso siguiendo una estrategia que no nacionaliza realmente, al evitar tener la mayoría de acciones y no buscar cambiar la administración de los bancos. Es una medida de emergencia. Se venderán nuevamente las acciones al sector privado en cuanto se pueda.
Es en el proyecto de presupuesto para la siguiente década, presentado la semana pasada, donde Obama dio un giro radical. Ahora sí le queda claro a quienes lo eligieron el significado de su proyecto alternativo. El presupuesto es la vía ideal para demostrarlo. Éste define quién paga impuestos y quién recibe el gasto y para qué. Al hacerlo como lo propone Obama está rompiendo con el legado de Reagan de un gobierno pequeño y una sociedad que se vale, en buena medida, por sí misma.
No se trata de mera ideología, sino de ganadores y perdedores concretos. El cambio más radical es una reforma al sistema de salud, que costará en los siguientes 10 años por los menos un billón de dólares. Con esta reforma, Obama pretende terminar con una de las mayores inequidades en Estados Unidos, el ser el único país desarrollado sin seguro médico universal, lo cual hunde muchas veces de por vida a familias enteras en la pobreza. Hoy son casi 50 millones sin seguro médico y el número subirá en la medida que suba el desempleo.
La mayor parte de este nuevo gasto se va a financiar, a partir del año 2011, con impuestos al 5 por ciento más rico, es decir, aquellos individuos con ingresos anuales superiores a 200 mil dólares o en el caso de las familias con ingresos de más de 250 mil. La tasa de impuesto sobre la renta para este grupo pasará de 35 por ciento a 39.6 por ciento, como antes de las reformas de Bush, además de otros cambios en materia de deducción e ingresos por inversiones financieras.
Adicionalmente, se ponen por primera vez límites a la emisión de carbono y un mecanismo de venta de compra de derechos de emisión que se calcula recaude 65 mil millones por año. Es la primera vez que Estados Unidos adopta como país (algunos estados, como California, ya lo habían hecho) medidas de fondo para tratar de mitigar el cambio climático, parte importante de la agenda de izquierda hoy.
Obama presenta un presupuesto de gasto ambicioso en un año donde la recaudación total será sólo de 15 por ciento del PIB, mientras que el gasto total será cerca de 26 por ciento. Es decir, casi la mitad del gasto del año actual es deuda nueva. Obama está aprovechando la oportunidad de que se puede financiar este déficit por la cruel paradoja de que una crisis generada desde Estados Unidos ha llevado a un pánico mundial que fortalece el dólar y baja las tasas de interés en Estados Unidos a niveles históricamente bajos, lo cual hace muy barato para el gobierno endeudarse.
Al moverse a la izquierda ha despertado la ira de los republicanos más radicales. Uno de los más famosos conductores de radio, Rush Limbaugh, le ha deseado a Obama el fracaso. Esto en Estados Unidos suena casi a revuelta. Los republicanos van a tener que conciliar ese discurso que le restará votos en el votante de centro (como en casi todos los países, México incluido, como ya lo sabe el PRD) con las ganas de sabotear lo más posible una agenda de gobierno claramente opuesta a los intereses de sus votantes más tradicionales.
La batalla por redefinir las principales políticas públicas en Estados Unidos apenas empieza. Su desenlace es de pronóstico reservado, no sólo por la feroz resistencia republicana. El presupuesto está montado en supuestos optimistas. Más pronto que tarde el costo de la deuda va a subir y el causante afectado ya empezó a protestar por la nueva carga tributaria que se le avecina. Incluso al votante más de centro le pueden parecer estas medidas casi como socialistas.
Tendrá también que contener otras presiones desde la izquierda de su partido. La más visible, una agenda proteccionista en materia comercial, parte de su promesa de campaña, aunque pareciera que no desea realmente cumplirla.
Un presupuesto con cambios de fondo en medio de una crisis donde tantos van a perder mucho es una jugada arriesgada en extremo. Sin embargo, si tiene éxito, cuando termine la crisis habrá logrado redefinir el pacto social de su país.
El debate izquierda-derecha siempre tiene algo de ideológico, pero detrás de la retórica el reto es ver quién gana y quién pierde. En este caso es bastante claro. Con esos ojos deberíamos juzgar nuestros debates, con un análisis concreto de quién gana con los agujeros de nuestro sistema fiscal, con los altos costos laborales del sector público, con la debilidad regulatoria del gobierno, con la política de gasto en el campo, con la ineficacia del aparato público, etcétera.
Correo electrónico: elizondoms@yahoo.com.mx
reforma.com
- Carlos Elizondo Mayer-Serra
- Es doctor y maestro en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, Reino Unido. De 1991 a 2004 se desempeñó como profesor-investigador titular del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Desde 1995 y hasta su nombramiento como Representante Permanente de México ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en mayo de 2004, fue Director General del CIDE. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores desde 1991
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