Pozol, bebida sagrada
Cristina Barros y Marco Buenrostro
El pozol ha acompañado a indígenas y campesinos del sureste de México por siglos, y es a tal grado un alimento fundamental, que se ofrenda a los dioses.
Cuando mediante numerosos testimonios que desgrana Miguel Vasallo en su investigación Mats’: la fuerza que corre por nuestras venas, hacemos conciencia de que en esa región ha tenido mayor importancia que cualquier otra preparación de maíz, cobran sentido los versos del poeta mazateco Juan Gregorio Regino: Cuando brota el embrión del maíz,/ Siento que se prolongan nuestros días,/ Es nuestro corazón que germina y crece,/ Es el pozol, es la tortilla,/ Es el mundo, es la vida.
Y quizá el pozol fue antes que la tortilla, hipótesis que aventura Vasallo, al recordarnos que son pocos los restos tempranos de comales que se han encontrado. Algunos arqueólogos consideran que es posible que primero se hicieran tamales; otros plantean que las tortillas pudieron cocerse en lajas calientes de piedra o en ollas a la manera de los comiscales que se utilizan en Oaxaca para elaborarlas. La realidad es que en muchas comunidades se toma pozol tibio o caliente como el primer alimento del día y, luego frío, se consume en el campo a manera de itacate.
Arthur Morelet, quien recorrió el sur de México y parte de Centroamérica a mediados del siglo XIX, afirma que los indios nunca salen de viaje sin pozol, y añade: Ninguna provisión de boca es más económica ni más cómoda para viajar. Y añadimos, que pocas tan alimenticias, pues el valor nutritivo del maíz aumenta con la fermentación y la nixtamalización.
Testimonios del siglo XX, como el de Georgette Soustelle, permiten adentrarnos en la importancia ceremonial de esta bebida. Para elaborarla es indispensable la presencia de algunas mujeres mayores que tienen las cualidades necesarias para hacer el pozol que se ofrecerá a los dioses. Si bien ellas no entran al templo en el que se realizan las ceremonias, al decir de un lacandón de la población de San Quintín: Sin mujer no hay pozol, si no hay pozol, no hay dioses, si no hay pozol no hay sol.
Uno de los propósitos de la investigación de Vasallo es demostrar que el pozol tiene su origen en los pueblos mayas y es patrimonio ancestral. Son argumentos contundentes ante presuntos biopiratas como Larry L. McKay, quien ayudado por Gabriela Sánchez Fernández, sustrajo indebidamente pozol de México, aisló las bacterias que permiten que esta preparación no se descomponga en varios días, ¡y las patentó!
Es indispensable conocer los logros culturales y científicos de nuestros ancestros para saber defenderlos.
Cuando mediante numerosos testimonios que desgrana Miguel Vasallo en su investigación Mats’: la fuerza que corre por nuestras venas, hacemos conciencia de que en esa región ha tenido mayor importancia que cualquier otra preparación de maíz, cobran sentido los versos del poeta mazateco Juan Gregorio Regino: Cuando brota el embrión del maíz,/ Siento que se prolongan nuestros días,/ Es nuestro corazón que germina y crece,/ Es el pozol, es la tortilla,/ Es el mundo, es la vida.
Y quizá el pozol fue antes que la tortilla, hipótesis que aventura Vasallo, al recordarnos que son pocos los restos tempranos de comales que se han encontrado. Algunos arqueólogos consideran que es posible que primero se hicieran tamales; otros plantean que las tortillas pudieron cocerse en lajas calientes de piedra o en ollas a la manera de los comiscales que se utilizan en Oaxaca para elaborarlas. La realidad es que en muchas comunidades se toma pozol tibio o caliente como el primer alimento del día y, luego frío, se consume en el campo a manera de itacate.
Arthur Morelet, quien recorrió el sur de México y parte de Centroamérica a mediados del siglo XIX, afirma que los indios nunca salen de viaje sin pozol, y añade: Ninguna provisión de boca es más económica ni más cómoda para viajar. Y añadimos, que pocas tan alimenticias, pues el valor nutritivo del maíz aumenta con la fermentación y la nixtamalización.
Testimonios del siglo XX, como el de Georgette Soustelle, permiten adentrarnos en la importancia ceremonial de esta bebida. Para elaborarla es indispensable la presencia de algunas mujeres mayores que tienen las cualidades necesarias para hacer el pozol que se ofrecerá a los dioses. Si bien ellas no entran al templo en el que se realizan las ceremonias, al decir de un lacandón de la población de San Quintín: Sin mujer no hay pozol, si no hay pozol, no hay dioses, si no hay pozol no hay sol.
Uno de los propósitos de la investigación de Vasallo es demostrar que el pozol tiene su origen en los pueblos mayas y es patrimonio ancestral. Son argumentos contundentes ante presuntos biopiratas como Larry L. McKay, quien ayudado por Gabriela Sánchez Fernández, sustrajo indebidamente pozol de México, aisló las bacterias que permiten que esta preparación no se descomponga en varios días, ¡y las patentó!
Es indispensable conocer los logros culturales y científicos de nuestros ancestros para saber defenderlos.
marcri44@yahoo.com.mx
kikka-roja.blogspot.com/
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