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Por Ramón Alberto Garza
26 Jun 2009
Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Colima están en la cuerda floja para el PAN. Conflictos internos y descalabros públicos de sus candidatos podrían modificar las expectativas electorales que tiene el partido en el poder. Sólo un golpe político podría revertir lo que ya amenaza con convertirse en un dolor de cabeza para los blanquiazules…
Germán Martínez está sometido a una severa presión. El presidente nacional del PAN, el partido en el gobierno, tendrá el 5 de julio su prueba de fuego. Y por lo que se ve, no la tiene fácil.
Las gubernaturas de Nuevo León, Querétaro, Colima y San Luis Potosí, que el dirigente panista sentía ya en la bolsa, penden de un hilo.
Los tropiezos de sus candidatos en esas entidades los colocan, en el mejor de los casos, en empates técnicos contra sus rivales priistas. Y algunos enclaves estratégicos para la contienda de 2012, como Nuevo León, están en la cuerda floja.
Y la esperanza de que los blanquiazules logren mantener el mismo número de escaños en la Cámara de Diputados cada vez se diluye más. El PRI está reconquistando territorios perdidos.
La pobre operatividad política hacia adentro del partido y hacia afuera, con los electores, amenaza con debilitar al PAN en el arrancadero de la elección presidencial de 2012.
Cuando Germán Martínez parecía tener todo para hacer de esta elección un exitoso refrendo, no sólo para el gobierno, sino para su liderazgo, su estrategia falló.
Con la popularidad del presidente Felipe Calderón en su mejor momento, casi 67 puntos, el dirigente panista lució incapaz de capitalizar ése, que podría ser su principal activo.
Por el contrario, montado a lomo en la lucha presidencial contra el narcotráfico, que en principio le redituó excelentes dividendos, el presidente del PAN tiene hoy que comerse sus palabras.
Porque las revelaciones de que algunos candidatos albiazules ya se sentaron o están dispuestos a pactar con los cárteles de la droga, lo obligaron a guardar un silencio cómplice. Simplemente no puede desmentirlas, prefiere ignorarlas.
Y el índice de fuego que ayer usó Germán Martínez para señalar las presuntas complicidades de sus rivales con el narcotráfico, hoy amenaza con revertirse. Como el caso de Mauricio Fernández en Nuevo León o el de Virgilio Mendoza en Colima.
Como cereza en el pastel, a sólo una semana de la elección presidencial, el ambiente político está enrarecido con el fantasma de cada día más creciente voto en blanco.
Una silenciosa pero efectiva rebelión electoral que sólo viene a confirmar que el hartazgo político no es monopolio del PRI. Ya contaminó también al PAN y al PRD.
En Colima, el presidente nacional del PAN está pagando caro el pragmatismo de incorporar en 2006 a uno de los operadores oscuros del PRI.
Las grabaciones del ex alcalde de Manzanillo y hoy candidato a diputado federal sólo exhiben a Germán Martínez como un político cándido, incapaz de identificar dónde se esconde el enemigo. Su silencio tras conocer las grabaciones en las que se ofende al presidente Calderón y se imita al presidente nacional del PAN, habla por sí mismo.
En Querétaro, el panismo tradicional está en rebelión. Los blanquiazules están inconformes con el candidato a gobernador y también con un buen número de candidatos a las diputaciones.
Dicen que el pragmatismo convirtió al PAN queretano en una camarilla que está más cercana a los negocios que a la política.
El clímax se dio cuando Ramón Lorence, el presidente estatal del PAN que logró la primera gubernatura albiazul en Querétaro, ya renunció al partido del presidente Calderón y se fue a militar con Convergencia.
En San Luis Potosí, el alcalde panista Jorge Lozano, figura emblemática albiazul, acaba de renunciar al partido y públicamente rompió su credencial en protesta por lo que considera un alejamiento del PAN de sus principios fundacionales.
Y en Nuevo León, la joya de la corona de esta elección, el silencio dice más que mil palabras.
Nada dijo la dirigencia panista sobre los préstamos millonarios que hizo su candidato Fernando Elizondo cuando fue tesorero estatal. Los cheques para pagar esos “préstamos” no aparecen por ningún lado.
Germán Martínez tampoco salió al paso de las grabaciones de Mauricio Fernández que evidencian los acuerdos con los Beltrán Leyva. A contrapelo de la imagen presidencial, el candidato a alcalde de San Pedro es investigado ahora por la PGR para deslindar sus presuntos vínculos con el narcotráfico.
En Sonora, el desenlace de la elección pasará reprobablemente sobre los 47 cadáveres de los inocentes que murieron en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo.
El resultado dependerá de la versión que compre el electorado.
kikka-roja.blogspot.com/
Germán Martínez está sometido a una severa presión. El presidente nacional del PAN, el partido en el gobierno, tendrá el 5 de julio su prueba de fuego. Y por lo que se ve, no la tiene fácil.
Las gubernaturas de Nuevo León, Querétaro, Colima y San Luis Potosí, que el dirigente panista sentía ya en la bolsa, penden de un hilo.
Los tropiezos de sus candidatos en esas entidades los colocan, en el mejor de los casos, en empates técnicos contra sus rivales priistas. Y algunos enclaves estratégicos para la contienda de 2012, como Nuevo León, están en la cuerda floja.
Y la esperanza de que los blanquiazules logren mantener el mismo número de escaños en la Cámara de Diputados cada vez se diluye más. El PRI está reconquistando territorios perdidos.
La pobre operatividad política hacia adentro del partido y hacia afuera, con los electores, amenaza con debilitar al PAN en el arrancadero de la elección presidencial de 2012.
Cuando Germán Martínez parecía tener todo para hacer de esta elección un exitoso refrendo, no sólo para el gobierno, sino para su liderazgo, su estrategia falló.
Con la popularidad del presidente Felipe Calderón en su mejor momento, casi 67 puntos, el dirigente panista lució incapaz de capitalizar ése, que podría ser su principal activo.
Por el contrario, montado a lomo en la lucha presidencial contra el narcotráfico, que en principio le redituó excelentes dividendos, el presidente del PAN tiene hoy que comerse sus palabras.
Porque las revelaciones de que algunos candidatos albiazules ya se sentaron o están dispuestos a pactar con los cárteles de la droga, lo obligaron a guardar un silencio cómplice. Simplemente no puede desmentirlas, prefiere ignorarlas.
Y el índice de fuego que ayer usó Germán Martínez para señalar las presuntas complicidades de sus rivales con el narcotráfico, hoy amenaza con revertirse. Como el caso de Mauricio Fernández en Nuevo León o el de Virgilio Mendoza en Colima.
Como cereza en el pastel, a sólo una semana de la elección presidencial, el ambiente político está enrarecido con el fantasma de cada día más creciente voto en blanco.
Una silenciosa pero efectiva rebelión electoral que sólo viene a confirmar que el hartazgo político no es monopolio del PRI. Ya contaminó también al PAN y al PRD.
En Colima, el presidente nacional del PAN está pagando caro el pragmatismo de incorporar en 2006 a uno de los operadores oscuros del PRI.
Las grabaciones del ex alcalde de Manzanillo y hoy candidato a diputado federal sólo exhiben a Germán Martínez como un político cándido, incapaz de identificar dónde se esconde el enemigo. Su silencio tras conocer las grabaciones en las que se ofende al presidente Calderón y se imita al presidente nacional del PAN, habla por sí mismo.
En Querétaro, el panismo tradicional está en rebelión. Los blanquiazules están inconformes con el candidato a gobernador y también con un buen número de candidatos a las diputaciones.
Dicen que el pragmatismo convirtió al PAN queretano en una camarilla que está más cercana a los negocios que a la política.
El clímax se dio cuando Ramón Lorence, el presidente estatal del PAN que logró la primera gubernatura albiazul en Querétaro, ya renunció al partido del presidente Calderón y se fue a militar con Convergencia.
En San Luis Potosí, el alcalde panista Jorge Lozano, figura emblemática albiazul, acaba de renunciar al partido y públicamente rompió su credencial en protesta por lo que considera un alejamiento del PAN de sus principios fundacionales.
Y en Nuevo León, la joya de la corona de esta elección, el silencio dice más que mil palabras.
Nada dijo la dirigencia panista sobre los préstamos millonarios que hizo su candidato Fernando Elizondo cuando fue tesorero estatal. Los cheques para pagar esos “préstamos” no aparecen por ningún lado.
Germán Martínez tampoco salió al paso de las grabaciones de Mauricio Fernández que evidencian los acuerdos con los Beltrán Leyva. A contrapelo de la imagen presidencial, el candidato a alcalde de San Pedro es investigado ahora por la PGR para deslindar sus presuntos vínculos con el narcotráfico.
En Sonora, el desenlace de la elección pasará reprobablemente sobre los 47 cadáveres de los inocentes que murieron en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo.
El resultado dependerá de la versión que compre el electorado.
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