El Observador
Samuel García
2010-01-28•Negocios
Una de las secuelas de la profunda crisis financiera y económica global es la revisión del funcionamiento y el papel de los bancos —especialmente de los más grandes— en las economías. No es para menos. La brutal crisis que sumió a la economía global en 2009 se originó con la incontrolada toma de riesgos de la banca de inversión estadounidense obligando a su gobierno a rescatarla con fondos públicos para evitar un desplome del sistema financiero global. Las recientes ganancias dadas a conocer por un buen número de bancos, junto a los millonarios bonos que se siguen entregando a directivos y operadores bancarios han enfurecido a los ciudadanos estadounidenses quienes tendrán que cargar sobre sus espaldas un déficit público de largo plazo a través de mayores impuestos.
La reciente derrota electoral demócrata en Massachussets es un reclamo de la clase media estadounidense al presidente Barack Obama, entre otros asuntos, por su falta de contundencia frente a los banqueros. Quizá por ello el presidente ha respondido con inusual dureza en los últimos días con una frase que ilustra de cuerpo entero el choque de trenes que se ha producido entre el gobierno estadounidense y sus orgullosos banqueros: “Si estos tipos quieren pelea, la tendrán”. Y acto seguido el presidente lanzó duras propuestas para limitar los riesgos que los banqueros podrán tomar en el futuro, además de plantear un impuesto especial a los pasivos para recuperar en 10 años los daños causados a las finanzas públicas.
¿Populismo o políticas justas y preventivas? Lo cierto es que la guerra se ha desatado. Y como ayer reportó el diario español El País, los banqueros han decidido responder con todo a Obama, antes de que su cruzada contagie a los gobiernos europeos y al resto del mundo. Es Davos la cancha natural para que los altos ejecutivos de Goldman Sachs, Bank of América, Santander, JP Morgan, BBVA, Deustche Bank, Morgan Stanley, entre otros gigantes bancarios, desplieguen con fuerza sus argumentos de apertura, fomento a la creatividad y libre mercado, para contrarrestar la corriente de mayores regulaciones y limitantes al negocio bancario que están seduciendo a los gobiernos.
El apetitoso mercado mexicano —aunque ha estado lejos de la debacle bancaria sufrida en otras naciones— no está exento de esta lucha planteada por el presidente estadunidense. No podría estarlo cuando tres cuartas partes de su mercado bancario está en manos de filiales de éstos mismos gigantes bancarios, pero también cuando las autoridades financieras del país han acusado a los banqueros de un escaso compromiso real con la actividad productiva del país.
La pregunta es ¿se requiere una mayor y más estricta regulación de la operación bancaria en México para, primero, disipar riesgos sistémicos potenciales y, segundo, para arraigar los capitales de la banca en México a favor del crecimiento del mercado interno local? Según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, sí. De hecho un documento de la CNBV que da a conocer “El Semanario” (Banca Extranjera: cómo retener los dólares, 28 de enero 2010) lo plantea de esta manera: “El grueso de la banca en México se constituye como filial, la cual obedece a intereses de grupos económicos del extranjero, lo que pudiera no favorecer el sano desarrollo del sistema financiero mexicano ante entornos de inestabilidad financiera internacional”.
La CNBV busca controlar la salida de capitales por parte de bancos extranjeros con subsidiarias en México. Así que el ‘efecto Obama’ también está en México, aunque aquí se prefiere la lucha entre sombras, en negociaciones privadas.
La reciente derrota electoral demócrata en Massachussets es un reclamo de la clase media estadounidense al presidente Barack Obama, entre otros asuntos, por su falta de contundencia frente a los banqueros. Quizá por ello el presidente ha respondido con inusual dureza en los últimos días con una frase que ilustra de cuerpo entero el choque de trenes que se ha producido entre el gobierno estadounidense y sus orgullosos banqueros: “Si estos tipos quieren pelea, la tendrán”. Y acto seguido el presidente lanzó duras propuestas para limitar los riesgos que los banqueros podrán tomar en el futuro, además de plantear un impuesto especial a los pasivos para recuperar en 10 años los daños causados a las finanzas públicas.
¿Populismo o políticas justas y preventivas? Lo cierto es que la guerra se ha desatado. Y como ayer reportó el diario español El País, los banqueros han decidido responder con todo a Obama, antes de que su cruzada contagie a los gobiernos europeos y al resto del mundo. Es Davos la cancha natural para que los altos ejecutivos de Goldman Sachs, Bank of América, Santander, JP Morgan, BBVA, Deustche Bank, Morgan Stanley, entre otros gigantes bancarios, desplieguen con fuerza sus argumentos de apertura, fomento a la creatividad y libre mercado, para contrarrestar la corriente de mayores regulaciones y limitantes al negocio bancario que están seduciendo a los gobiernos.
El apetitoso mercado mexicano —aunque ha estado lejos de la debacle bancaria sufrida en otras naciones— no está exento de esta lucha planteada por el presidente estadunidense. No podría estarlo cuando tres cuartas partes de su mercado bancario está en manos de filiales de éstos mismos gigantes bancarios, pero también cuando las autoridades financieras del país han acusado a los banqueros de un escaso compromiso real con la actividad productiva del país.
La pregunta es ¿se requiere una mayor y más estricta regulación de la operación bancaria en México para, primero, disipar riesgos sistémicos potenciales y, segundo, para arraigar los capitales de la banca en México a favor del crecimiento del mercado interno local? Según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, sí. De hecho un documento de la CNBV que da a conocer “El Semanario” (Banca Extranjera: cómo retener los dólares, 28 de enero 2010) lo plantea de esta manera: “El grueso de la banca en México se constituye como filial, la cual obedece a intereses de grupos económicos del extranjero, lo que pudiera no favorecer el sano desarrollo del sistema financiero mexicano ante entornos de inestabilidad financiera internacional”.
La CNBV busca controlar la salida de capitales por parte de bancos extranjeros con subsidiarias en México. Así que el ‘efecto Obama’ también está en México, aunque aquí se prefiere la lucha entre sombras, en negociaciones privadas.
Mañana volveremos al asunto.
sgarcia@elsemanario.com.mx
kikka-roja.blogspot.com/
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