CALDERÓN INTERPLANETARIO
Ha trascendido, primero en diversos medios estadounidenses, que Felipe Calderón busca un refugio fuera de México para cuando llegue, por fin, el fin de su sexenio, alabados sean Jehová, Alá, Buda, Tláloc, Manitú y todos los dioses habidos y por haber. Incluso se sabe ya que el mismísimo Lula da Silva, de indiscutible gran corazón, le ofreció refugio allá en Brasil, el cada vez más inmenso país de la zamba y el balón.
No solo los mexicanos, sino todo el género humano, deberíamos preocuparnos por la seguridad de quien, a propósito de la epidemia de influenza A H1N1, se declaró salvador de la humanidad. En estas notas se expondrá una propuesta que permitiría ofrecer a Felipe Calderón el refugio más seguro posible; al mismo tiempo, ese gran prócer continuaría ofreciéndole valiosísimos servicios a la humanidad entera.
El refugio que se propone para Felipe Calderón es un módulo aislado de la Estación Espacial Internacional. Pensando en la seguridad de quien le dio un garrotazo al avispero de los narcos (como el Borras, dijo un dirigente de la COPARMEX). Tomando en cuenta que el largo brazo de los narcos es mucho más largo que el de la manca justicia, que en México deja al 98% de los delitos sin castigo; tomando en cuenta que, sin contar al del Chapo ni al de García Luna, los cárteles de la droga tienen muchas razones para perseguir a Calderón hasta el último confín del planeta Tierra. No habrá, bajo la atmósfera, refugio seguro para el chaparrito de horca y botella. La única solución es, pues, la Estación Espacial Internacional (EEI). Se propone que sea un módulo aislado considerando que en México lleva la cuenta en 60 mil muertos; tampoco es cosa de dejarle los delicados controles de la nave al alcance, pues como quiera se despacha a los tres o cuatro astronautas de la EEI.
Pero no piense usted, tan amable como imaginario lector, que la estancia de Calderón en su refugio sería ociosa. No. Por el contrario, allá tan lejos, Felipe seguiría aportando invaluables servicios a la humanidad. Veamos:
Hasta ahora no han sido estudiados los efectos de la ingesta de alcohol en condiciones de ingravidez. La estancia de Calderón en la EEI sería muy provechosa, conocida su afición compulsiva por las bebidas etílicas. El cuerpo de Felipe será el laboratorio perfecto para estudiar los efectos en la salud humana de las guarapetas espaciales (abro un largo paréntesis para una digresión lógica: dicen los abogados que la causa de la causa es la causa de lo causado; entonces también se puede decir que lo que gobierna al gobernante gobierna lo gobernado; entonces si Felipe gobierna a México, pero a su vez es gobernado por la botella, luego entonces, es la botella quien gobierna a México. Como pueden ver, en última instancia, no es Felipe el responsable del desmadre).
El estudio de los efectos del consumo de alcohol en el espacio pudiera tener una importancia tremenda, hasta ahora insospechada, en los futuros viajes interplanetarios. Se sabe que, una de las limitaciones más fuertes para que la humanidad emprenda esa hazaña, es la larga duración de tales viajes (La nave Phoenix de los gringos tardó 9 meses en llegar a Marte, de Agosto de 2007 a mayo de 2008). Existe una fundada preocupación por la larga ociosidad de los viajeros interplanetarios. Pero ¿Y si se van pisteando? El viaje desde luego que sería más placentero, haciéndose mucho, pero mucho, más corto. Como puedes ver, Felipe, tus servicios a la humanidad están lejos de haber concluido.
El experimento puede llegar aún más lejos: Antes de que los rusos mandaran a Yuri Gagarin al espacio enviaron a una perra de nombre Laika, que fue el primer ser vivo en viajar por la estratósfera. Los gringos, antes de mandar a sus astronautas, llevaron al espacio a una changa que se llamaba Señorita Sam. Bueno ¿Qué tal si Felipe Calderón fuera el primero en viajar a Marte? Total, es cosa de subirlo a una nave con un montón de botellas llenas; y él va y viene sin darse cuenta, igual que Laika o que la Señorita Sam.
En lo que regresa de Marte se pudiera preparar el primer viaje intergaláctico. Lograremos así que, durante mucho tiempo, por lo menos un mexicano disfrute un lugar seguro; no importa que esté tan lejos.
José Martín Vélez de la Rocha
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