RODRIGO VERA
Al Vaticano, lo que pida
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Al Vaticano, lo que pida
Atan sólo dos días de haber concluido la visita del Papa Benedicto XVI a Guanajuato, la reforma al artículo 24 constitucional se concretó finalmente el 28 de marzo en la Cámara de Senadores gracias a la aprobación de los legisladores del PAN y del PRI. Con esta reforma, la jerarquía eclesiástica podrá realizar ceremonias de culto "público" afuera de los templos, ya sin necesidad de pedir permiso a la Secretaría de Gobernación, como lo estipula la legislación actual.
La reforma aprobada en el Senado señala textualmente:
"Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho a participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley."
Al momento de la votación, en el recinto había 107 senadores, y la reforma se aprobó con 72 votos a favor y 35 en contra, por lo que se concretó con apenas la mayoría necesaria calificada, que es de dos terceras partes de los senadores.
Al día siguiente, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Carlos Aguiar Retes, ofreció una rueda de prensa para señalar que la reforma es "un paso más" para alcanzar la "libertad religiosa" plena que busca la Iglesia.
Y agregó que las reformas de 1992 concretadas durante el gobierno de Salinas de Gortari, mediante las cuales se dio reconocimiento jurídico a la Iglesia, son "valiosas e históricas" pero no garantizan una verdadera libertad religiosa.
La reforma al artículo 24 fue previamente aprobada por la Cámara de Diputados, en diciembre pasado. Luego se turnó al Senado. Los sectores católicos esperaban que los senadores la aprobaran antes de la visita del Papa a Guanajuato, realizada del 23 al 26 de marzo, para que fuera una especie de "regalo" de bienvenida del pueblo mexicano a Benedicto XVI.
Aunque no se dio en el tiempo calculado por estos sectores, la reforma finalmente se dio a sólo dos días de concluida la visita papal.
Desde diciembre de 2006, tan pronto asumió la presidencia de la CEM, Aguiar Retes declaró a este semanario que se necesitaban cambios constitucionales a favor de la libertad religiosa en México:
"Hace falta que las leyes mexicanas garanticen la libertad religiosa. Actualmente la Constitución sólo garantiza la libertad de creencia y de culto; esto es, que cada quien pueda creer en lo que mejor le plazca y realizar el culto convenido, para que nadie lo obligue a creer en algo distinto. Pero esto es apenas una pequeña parte de la verdadera libertad religiosa" (Proceso 1574).
Y a principios de marzo, pocos días antes del viaje de Benedicto XVI, su nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, confirmó a Proceso que uno de los temas prioritarios de la agenda papal era precisamente conseguir "libertad religiosa" plena en el país; es decir, que abarque la instrucción religiosa en las escuelas públicas y la posesión de medios de comunicación masiva por la jerarquía eclesiástica, entre otros puntos.
El nuncio aclaró que con estos cambios legislativos el clero no pretende "obtener privilegios", por lo que recomendó: "No debería partirse del miedo de que el clero o la Iglesia 'tomen el poder' o ejerzan poder político. En la actualidad esto, en mi opinión, nace más del prejuicio que de una amenaza real" (Proceso 1845).
Reformas al gusto
El sábado 24 de marzo, justo al terminar la reunión que el Papa sostuvo en Guanajuato con el presidente Felipe Calderón, Federico Lombardi, vocero del Vaticano, confirmó que ambos jefes de Estado trataron el tema de la libertad religiosa. Y reveló que hubo además una reunión paralela entre el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la santa sede, y algunos miembros de la comitiva presidencial para tratar el mismo asunto.
Al día siguiente, el cardenal Bertone, durante una cena con el presidente Calderón y algunos miembros de la jerarquía católica efectuada en el patio de la catedral de León, pronunció un discurso en el que abiertamente pidió libertad religiosa en México:
"Tanto la Iglesia como el Estado tienen la común tarea, cada uno desde su misión específica, de salvaguardar y tutelar los derechos fundamentales de las personas. Entre ellos, destaca la libertad del hombre para buscar la verdad y profesar las propias convicciones religiosas, tanto en privado como en público, lo cual ha de ser reconocido y garantizado por el ordenamiento jurídico."
Mientras Calderón lo escuchaba atento, Bertone, el hombre más poderoso del Vaticano después del Papa, prosiguió:
"Y es de desear que en México este derecho fundamental se afiance cada vez más, conscientes de que este derecho va mucho más allá de la mera libertad de culto. En efecto, impregna todas las dimensiones de la persona humana, llamada a dar razón de su propia fe, y anunciarla y compartirla con otros."
Así, la respuesta a estas exigencias eclesiásticas fue, por lo pronto, la reforma al artículo 24 constitucional que acaba de aprobar el Senado.
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