El jefe de gobierno fue cuidadoso: llegó tarde a Palacio Nacional y se fue temprano para evitar el encuentro directo con el presidente Calderón, pero no pudo sustraerse a palmotear algunas frases del mandatario
2009-09-03•Política milenio.com
Casi tres años después de haberse sumado a la guerra poselectoral de Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard comete lo que para algunos puede ser una afrenta contra el lopezobradorismo: aplaudir a Felipe Calderón.
“Desde aquí rendimos un sincero homenaje a todos los policías, soldados y marinos que han caído en el cumplimiento de su deber. Son héroes que merecen nuestro respeto, nuestra admiración, nuestra gratitud”, dice el Presidente en su mensaje sobre el tercer Informe de gobierno.
Como es protocolo en los eventos presidenciales, aplauden lo mismo gobernadores y secretarios que legisladores. Pero entre ellos palmotea Ebrard, ubicado a la extrema derecha del estrado.
Es inédito: nunca en las cuatro ocasiones en que ha estado reunido en público con el Presidente, el jefe de Gobierno capitalino había celebrado frase alguna, una coma siquiera, de sus discursos.
Hoy lo hace. Aplaude con desgano. Pero aplaude. Con las manos a medio levantar.
A lo largo del día, el carnal Marcelo, el que fue el aliado más cercano de López Obrador, el que tomó Paseo de la Reforma después del 2 de julio y fue referente de la resistencia al calderonismo, aplaudirá tres veces más:
Primero, con la mención a los caídos en la guerra contra el narcotráfico; después, cuando Calderón advierte que no habrá fuero político para quien traicione al país y se sume a la delincuencia organizada, y al final, cuando propone una reforma política de fondo.
Por supuesto que a ojos de algunos puristas, el aplauso olerá a pecado.
•••
A mitad del sexenio, el PRD reacciona de forma diferenciada a la convocatoria al tercer mensaje presidencial de labores del sexenio, la ceremonia heredera del fenecido informe presidencial:
Carlos Navarrete —presidente del Senado—opta por no presentarse, pese a que un día antes prometió entablar una relación institucional con el Ejecutivo.
Golpeado por una ofensiva federal que llevó a que algunos de sus colaboradores más cercanos (incluido su medio hermano) sean procesados por vínculos con el narcotráfico, Leonel Godoy, gobernador michoacano, está ausente.
Juan Sabines, mandatario de Chiapas, falta. Lo mismo el gobernador de Baja California Sur, Narciso Agúndez, ocupado con la llegada del huracán Jimena.
Es decir, pretextos no faltan.
Jesús Ortega, el presidente del PRD, tampoco asiste. En cambio, sí acuden Amalia García, de Zacatecas, y Zeferino Torreblanca, de Guerrero. Están entre los invitados que confirmaron su asistencia al festejo calderonista (la primera se lleva un beso en la mejilla del Presidente; el segundo, un estrechón de manos).
También, por supuesto, está Ebrard, quien sólo en cuatro ocasiones ha acudido a Palacio Nacional y Los Pinos para encuentros públicos.
Es el último en llegar y el primero en irse. A leguas queda claro que es una estrategia para no estrechar la mano de Felipe Calderón y dar la foto que todos han estado cazando en el sexenio.
•••
No hay foto, pero Marcelo está en Palacio Nacional, en la que es la fiesta personal del Presidente.
Lo cierto es que no hay obligación para que acuda y termine sentado entre Héctor Ortiz, gobernador de Tlaxcala, y Andrés Granier, de Tabasco.
Nada le obliga a estar aquí porque éste no es, en sentido estricto, un evento de Estado.
Tampoco es una crisis como la del primer brote de influenza, que le llevó acudir a Los Pinos sin retirarse del rostro, jamás, una mascarilla. O una sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública a la que el que no iba se quemaba. El que va, va porque quiere.
Fue por interés común
••• En mi calidad de jefe de gobierno seguiré estando en las reuniones en las que haya definiciones en “temas de interés común”, como la seguridad o la influenza, afirmó Marcelo Ebrard, al justificar su asistencia al mensaje de Felipe Calderón sobre su tercer Informe de Gobierno.
“He dicho que en todas las ocasiones o eventos que sean de importancia para la ciudad y de definiciones sobre temas de interés común, como puede ser la seguridad o la influenza, en mi calidad de jefe de Gobierno he estado y seguiré estando en esas reuniones o en esas convocatorias y me parece que así vamos a seguir actuando”, aseveró.
En conferencia de prensa, dijo que quiso estar presente y escuchar a Felipe Calderón “de manera personal... porque se dio a conocer la postura y propuesta que se tiene frente a la crisis más grande que México ha vivido en los últimos 20 años”.
Sin embargo, aclaró que “eso no quiere decir que porque uno esté en un informe, esté uno de acuerdo con lo que se diga. Es otra cosa muy distinta”. (México • Silvia Arellano)
“Desde aquí rendimos un sincero homenaje a todos los policías, soldados y marinos que han caído en el cumplimiento de su deber. Son héroes que merecen nuestro respeto, nuestra admiración, nuestra gratitud”, dice el Presidente en su mensaje sobre el tercer Informe de gobierno.
Como es protocolo en los eventos presidenciales, aplauden lo mismo gobernadores y secretarios que legisladores. Pero entre ellos palmotea Ebrard, ubicado a la extrema derecha del estrado.
Es inédito: nunca en las cuatro ocasiones en que ha estado reunido en público con el Presidente, el jefe de Gobierno capitalino había celebrado frase alguna, una coma siquiera, de sus discursos.
Hoy lo hace. Aplaude con desgano. Pero aplaude. Con las manos a medio levantar.
A lo largo del día, el carnal Marcelo, el que fue el aliado más cercano de López Obrador, el que tomó Paseo de la Reforma después del 2 de julio y fue referente de la resistencia al calderonismo, aplaudirá tres veces más:
Primero, con la mención a los caídos en la guerra contra el narcotráfico; después, cuando Calderón advierte que no habrá fuero político para quien traicione al país y se sume a la delincuencia organizada, y al final, cuando propone una reforma política de fondo.
Por supuesto que a ojos de algunos puristas, el aplauso olerá a pecado.
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A mitad del sexenio, el PRD reacciona de forma diferenciada a la convocatoria al tercer mensaje presidencial de labores del sexenio, la ceremonia heredera del fenecido informe presidencial:
Carlos Navarrete —presidente del Senado—opta por no presentarse, pese a que un día antes prometió entablar una relación institucional con el Ejecutivo.
Golpeado por una ofensiva federal que llevó a que algunos de sus colaboradores más cercanos (incluido su medio hermano) sean procesados por vínculos con el narcotráfico, Leonel Godoy, gobernador michoacano, está ausente.
Juan Sabines, mandatario de Chiapas, falta. Lo mismo el gobernador de Baja California Sur, Narciso Agúndez, ocupado con la llegada del huracán Jimena.
Es decir, pretextos no faltan.
Jesús Ortega, el presidente del PRD, tampoco asiste. En cambio, sí acuden Amalia García, de Zacatecas, y Zeferino Torreblanca, de Guerrero. Están entre los invitados que confirmaron su asistencia al festejo calderonista (la primera se lleva un beso en la mejilla del Presidente; el segundo, un estrechón de manos).
También, por supuesto, está Ebrard, quien sólo en cuatro ocasiones ha acudido a Palacio Nacional y Los Pinos para encuentros públicos.
Es el último en llegar y el primero en irse. A leguas queda claro que es una estrategia para no estrechar la mano de Felipe Calderón y dar la foto que todos han estado cazando en el sexenio.
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No hay foto, pero Marcelo está en Palacio Nacional, en la que es la fiesta personal del Presidente.
Lo cierto es que no hay obligación para que acuda y termine sentado entre Héctor Ortiz, gobernador de Tlaxcala, y Andrés Granier, de Tabasco.
Nada le obliga a estar aquí porque éste no es, en sentido estricto, un evento de Estado.
Tampoco es una crisis como la del primer brote de influenza, que le llevó acudir a Los Pinos sin retirarse del rostro, jamás, una mascarilla. O una sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública a la que el que no iba se quemaba. El que va, va porque quiere.
Fue por interés común
••• En mi calidad de jefe de gobierno seguiré estando en las reuniones en las que haya definiciones en “temas de interés común”, como la seguridad o la influenza, afirmó Marcelo Ebrard, al justificar su asistencia al mensaje de Felipe Calderón sobre su tercer Informe de Gobierno.
“He dicho que en todas las ocasiones o eventos que sean de importancia para la ciudad y de definiciones sobre temas de interés común, como puede ser la seguridad o la influenza, en mi calidad de jefe de Gobierno he estado y seguiré estando en esas reuniones o en esas convocatorias y me parece que así vamos a seguir actuando”, aseveró.
En conferencia de prensa, dijo que quiso estar presente y escuchar a Felipe Calderón “de manera personal... porque se dio a conocer la postura y propuesta que se tiene frente a la crisis más grande que México ha vivido en los últimos 20 años”.
Sin embargo, aclaró que “eso no quiere decir que porque uno esté en un informe, esté uno de acuerdo con lo que se diga. Es otra cosa muy distinta”. (México • Silvia Arellano)
Víctor Hugo Michel
kikka-roja.blogspot.com/