SOBREAVISO Dejar morir al Estado RENE DELGADO
La decisión de la Comisión Federal de Telecomunicaciones de postergar la licitación de una tercera cadena de televisión no es una más. Era y es una decisión central para ese órgano y para el Estado mexicano. En ella, la Comisión se jugaba su consolidación y, además, le daba o le negaba al Estado una herramienta para, por la vía de la competencia, reequilibrar el peso y la fuerza del poder fáctico del duopolio de la televisión sobre él. Postergarla era debilitar aún más al Estado de derecho.
No causa mayor sorpresa la actitud de los cuatro comisionados de ese órgano que votaron a favor del congelamiento de esa decisión, asombra el abandono de esa Comisión por parte de otras comisiones e institutos especializados en otras materias que ignoraron la dimensión de lo que estaba enjuego y, por lo mismo, no se solidarizaron con el presidente de la Cofetel, Mony de Swaan, como tampoco con el presidente de la Comisión Federal de Competencia, Eduardo Pérez Motta, quien también traía una decisión importante relacionada con las telecomunicaciones. No causa asombro, es una pena decirlo, la actitud de los secretarios de Gobernación y de Comunicaciones y Transportes, Alejandro Poiré y Dionisio Pérez-Jácome, ante los comisionados De Swaan y Pérez Motta: los abandonaron cuando había que respaldarlos ante las presiones que sobre ellos ejercía el duopolio de la televisióa Si su jefe, Felipe Calderón, consideró oportuno visitar un set de Televisa San Ángel para presenciar la grabación de la telenovela Abismo de pasión justo cuando el duopolio presionaba a De Swaan y Pérez Motta, cómo va a sorprender que dos secretarios de Estado se comporten como burócratas desinteresados en proteger y fortalecer al Estad» que dicen servir.
Lo ocurrido esta semana en el ámbito de las telecomunicaciones debilita al Estado, deja un cúmulo de lecciones y, en el plano inmediato, vulnera aún más al ya de por sí frágil proceso electoral.
Varios de los órganos creados recientemente para regular desde la autonomía y la independencia procesos, derechos y tareas centrales del Estado han sido objeto de presión por parte de las instancias sujetas a su regulación y, a pesar de las reuniones que supuestamente realizan los presidentes de esos órganos, institutos y comisiones, tal parece que no han resuelto cuidarse y protegerse entre sí para hacer valer el peso de su autoridad y defender al Estado. Cada uno de esos órganos sufre por separado las presiones de las que son objeto pero, por lo visto, no han decidido solidarizarse entre sí para proteger y fortalecer los intereses del Estado que se les han encomendado. La misma designación de los integrantes de esos órganos revela frecuentemente el influjo determinante de los intereses sujetos a su regulación y, a veces, esos comisionados o consejeros parecieran ocupar un asiento no para velar por los intereses del Estado, sino para cuidar los intereses del padrino que los designó. Esa historia es conocida, se ha visto en la Cofetel, la Cofeco, el IFE, el IFAI, la CNDH, la Auditoría Superior de la Federacióa.. Sin embargo, y a pesar de ese interés de las instancias sujetas a regulación por nombrar a sus supuestos reguladores, dentro de esos órganos hay quienes han entendido y asumido su rol de hombres o mujeres de Estado. Por eso asombra sobremanera que, pese a la evidencia de la importancia de la decisión que traían en manos la Cofetel y la Cofeco, esos otros órganos no hayan cerrado filas para respaldarlas y, de ese modo, fortalecerse a sí mismas y por consecuencia al Estado. Lo ocurrido en la Cofetel y en la Cofeco es una derrota no sólo para ellas, sino también para el conjunto de esos órganos y del Estado mismo.
La primera lección que deja ese hecho es la urgente necesidad de abrir las sesiones de esos órganos, cuando de tomar decisiones se trate La delicada circunstancia por la que atraviesa el país obliga a tener bien claro qué funcionarios de Estado asumen su función y cuáles la traicionan a partir de la venta o el canje de su voto en razón del interés personal y no del nacional. ¿Qué ocurrió en la Cofetel, qué ocurrió en la Cofeco? ¿Qué argumentos, si los hubo, se emplearon para justificar la postura de los comisionados? Son interrogantes sin respuesta, por la opacidad reinante en sus sesiones. Lo que sí se sabía eran las presiones a las que fueron sujetos Mony de Swaan y Eduardo Pérez Motta. Esas presiones sí eran públicas y respondían a la cultura de la extorsión que, supuestamente, quiere erradicar el presidente Felipe Calderóa.. pero sólo donde los extorsionadores no tienen credencial del club o elgangque controla y subyuga al Estado. Mucfios de esos órganos reguladores no se han logrado consolidar tanto porque la designación de sus integrantes carece de transparencia como también porque muchas de sus decisiones se toman de espaldas a la nación y de cara a la instancia que deben regular. Si no se fortalece la cultura de sesiones abiertas, acceso a la información y rendición de cuentas se podrán seguir creando más y más comisiones sin obtener el.resultado deseado, que es el! de fortalecer al Estado frente a las corporaciones gremiales, empresariales, políticas... que ven al país como el botín a disputar.
Es preciso conocer las minutas de las sesiones de la Cofetel y la Cofeco.
Igualmente es importante conocer la postura del presidente Felipe Calderón y de los secretarios Alejandro Poiré y Dionisio Pérez-Jácome. En la medida en que el presidente Calderón expresaba, en corto desde luego, su decisión de abrir la televisión a la competencia, no acaba de entenderse la razón de su visita a Televisa San Ángel justo cuando estaban en ciernes las decisiones en relación con la alianza Iusacell-Televisa y la licitación de la tercera cadena de televisióa ¿A qué fiie el mandatario? Quizá se veía reflejado en la telenovela Abismo de pasiones, pero el asunto exige una explicación. Es curiosa la contradicción del discurso presidencial que, por un lado, se dice decidido a acabar con la extorsión y la venta de protección y, por otro lado, la fomenta. La práctica de esos delitos por parte del crimen organizado en poco difiere de la conducta de algunas corporaciones, gremiales o empresariales, así como de políticos del tipo Femando Larrazabal.
¿No que el gobierno no negocia con extorsionadores?
Grave en sí para el Estado lo ocurrido esta semana^ falta por ver su efecto sobre el proceso electoral. Es increíble ver a quienes deberían fortalecer al Estado, empeñados en dejarlo morir.
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Sobreaciso / Dejar morir al Estado
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