Gerardo Galindo, de 37 años de edad, no sufrió fracturas en el accidente
Luis Cruz REFORMA.COM
Ciudad de México (25 de enero de 2009).- Cuando Gerardo recobró el conocimiento, no sólo había sobrevivido a un ataque más de epilepsia: también a la embestida de un convoy del Metro. Aunque era domingo, Gerardo Galindo acudió a una cita médica al Hospital Siglo XXI para tratar su padecimiento, una enfermedad neurológica que se caracteriza por crisis convulsivas con pérdida brusca del conocimiento. Del hospital enfiló a la estación Centro Médico, donde, según paramédicos que lo asistieron después, esperaba el tren con dirección a Indios Verdes cuando cayó a las vías, víctima de un ataque.
El operador del tren 235 alcanzó a verlo al entrar al andén, pero no puedo evitar engancharlo y, aunque lo arrastró a lo largo de casi 10 metros, la víctima no sufrió fracturas. "El señor estaba prensado entre la base de las guías y las llantas de los vagones. Su cabeza quedó ahí, entre la llanta y la guía; todos lo daban por muerto", narró Óscar Ordóñez, uno de los paramédicos que participó en el rescate. Prensado bajo el vagón, el hombre de 37 años recobró el conocimiento tras 20 minutos de maniobras, una vez liberado por elementos del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas.
"Él (Gerardo) padece de ataques epilépticos, sufrió muchas contusiones y quemaduras de primer grado en todo el cuerpo, está raspado por todas partes, pero no tiene ninguna fractura", dijo Ordóñez. "Las quemaduras las trae en la espalda, cara, piernas y brazos, y fueron causadas por lo caliente de la suspensión del Metro". Fuentes del Sistema de Transporte Colectivo señalaron que, como el accidente se registró entre la mitad y el fondo del andén, el operador, que llega a una velocidad de entre 60 y 80 kilómetros por hora, logró frenar el convoy, que pesa unas 30 toneladas.
El operador del tren 235 alcanzó a verlo al entrar al andén, pero no puedo evitar engancharlo y, aunque lo arrastró a lo largo de casi 10 metros, la víctima no sufrió fracturas. "El señor estaba prensado entre la base de las guías y las llantas de los vagones. Su cabeza quedó ahí, entre la llanta y la guía; todos lo daban por muerto", narró Óscar Ordóñez, uno de los paramédicos que participó en el rescate. Prensado bajo el vagón, el hombre de 37 años recobró el conocimiento tras 20 minutos de maniobras, una vez liberado por elementos del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas.
"Él (Gerardo) padece de ataques epilépticos, sufrió muchas contusiones y quemaduras de primer grado en todo el cuerpo, está raspado por todas partes, pero no tiene ninguna fractura", dijo Ordóñez. "Las quemaduras las trae en la espalda, cara, piernas y brazos, y fueron causadas por lo caliente de la suspensión del Metro". Fuentes del Sistema de Transporte Colectivo señalaron que, como el accidente se registró entre la mitad y el fondo del andén, el operador, que llega a una velocidad de entre 60 y 80 kilómetros por hora, logró frenar el convoy, que pesa unas 30 toneladas.
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