Jaime Cárdenas
25/05/2009
Los chuchos votaron a favor de la reforma electoral vigente y propusieron reducir a la nada las coaliciones electorales para perjudicar a partidos afines a López Obrador como el PT y Convergencia.
Dentro de las izquierdas mexicanas, la opción de los “chuchos” representa la traición al movimiento social en defensa del petróleo, la economía popular y la soberanía. No existe nada más antitético con nuestro movimiento social que la complicidad, entreguismo y subordinación de ese grupo con el gobierno federal de Calderón. Los chuchos se han distinguido por sus transacciones con Calderón, con el PAN y con el PRI, no en beneficio de México y sus mayorías, sino en beneficio de la clase política y económica que de manera mafiosa e impune controla y gobierna a este país. Muchos hechos corroboran lo que aquí se señala. Enumeremos algunos: Los chuchos votaron a favor de la reforma electoral vigente y propusieron reducir a la nada las coaliciones electorales para perjudicar a partidos afines a López Obrador como el PT y Convergencia, además imposibilitaron jurídicamente que Andrés Manuel López Obrador forme un partido político diferente a los existentes antes de 2012.
En la reforma petrolera, aprobada en octubre de 2008, aceptaron la parte sustancial de las modificaciones legales propuestas por Calderón y por el PRI, las que violan la Constitución y los derechos de los mexicanos sobre los recursos del subsuelo, en particular permitieron que las empresas petroleras extranjeras participen y hagan negocios con los hidrocarburos de México en toda la cadena de la industria petrolera.
En el Poder Legislativo, en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, no han impulsado con firmeza la agenda de los derechos sociales que ahora en su propaganda dicen defenderán. Esta agenda es fundamental para la izquierda, pues posibilitaría más igualdad entre los mexicanos. Recientemente votaron en el Poder Legislativo, con el PAN y con el PRI, una reforma que no permite a los grupos sociales presentar demandas colectivas en contra de los poderes fácticos. Sistemáticamente, directa e indirectamente, de palabra y de obra, han rechazado el liderazgo de AMLO, a cambio de los apoyos políticos y electorales de Calderón, del PRI y del PAN, para mantenerse ilegal e indebidamente con el control de la burocracia del PRD. Son, en síntesis, el grupo de la izquierda mexicana que no quiere transformar a México y que prefiere pactar con el poder establecido para conservar sus exiguos privilegios y presencia.
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
En la reforma petrolera, aprobada en octubre de 2008, aceptaron la parte sustancial de las modificaciones legales propuestas por Calderón y por el PRI, las que violan la Constitución y los derechos de los mexicanos sobre los recursos del subsuelo, en particular permitieron que las empresas petroleras extranjeras participen y hagan negocios con los hidrocarburos de México en toda la cadena de la industria petrolera.
En el Poder Legislativo, en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, no han impulsado con firmeza la agenda de los derechos sociales que ahora en su propaganda dicen defenderán. Esta agenda es fundamental para la izquierda, pues posibilitaría más igualdad entre los mexicanos. Recientemente votaron en el Poder Legislativo, con el PAN y con el PRI, una reforma que no permite a los grupos sociales presentar demandas colectivas en contra de los poderes fácticos. Sistemáticamente, directa e indirectamente, de palabra y de obra, han rechazado el liderazgo de AMLO, a cambio de los apoyos políticos y electorales de Calderón, del PRI y del PAN, para mantenerse ilegal e indebidamente con el control de la burocracia del PRD. Son, en síntesis, el grupo de la izquierda mexicana que no quiere transformar a México y que prefiere pactar con el poder establecido para conservar sus exiguos privilegios y presencia.
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
25/05/2009
Jesús González Schmal
Iglesia democrática
En un valioso documento que apenas empezó a circular esta semana, la Conferencia del Episcopado Mexicano se dirige a los fieles católicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, con motivo de las próximas elecciones. Sorprende la claridad, concisión e imparcialidad con la que se llama a los mexicanos a ejercer sus derechos electorales y a la aceptación de sus responsabilidades de participación política permanente. Bajo el título “No hay democracia verdadera y estable sin participación ciudadana y justicia social”, aborda el tema desde una posición definitoria muy clara: “respetando el principio de laicidad. La Iglesia católica no es sujeto político, pero sí un sujeto social, cuya misión le exige no perder su independencia ni autoridad moral para abogar a favor de los pobres”. Más adelante consigna: “Es urgente que la democracia alcance un sistema económico más justo. Están a la vista los excesos de las políticas neoliberales del sistema financiero que entrega a los pobres a la voracidad de los dueños del dinero”. En otro espléndido párrafo se dice: “Señalamos ciertos dinamismos culturales que dificultan la participación ciudadana en la vida democrática de nuestro país: a) poner el interés propio o de grupo encima de las necesidades de la nación, b) hacer prevalecer los intereses individuales sobre los comunitarios, c) considerar el quehacer político como algo sucio, d) incapacidad de escucha y diálogo con quienes piensan diferente”.
Ni duda cabe que este es un posicionamiento de avanzada ante una crisis que debe afrontarse precisamente con esa actitud democrática integral de la que habla el documento. Ahora debe esperarse que tanto fieles como todo hombre de buena voluntad y sacerdotes y ministros de todas las confesiones, honremos con el ejemplo lo que se propone hacia una nueva práctica política con base en la ética y los valores humanos de justicia y libertad. Oportunamente la Iglesia se desmarca de equívocos que la han situado por algunos de sus voceros en posiciones retardatarias que no corresponden al verdadero sentido de su doctrina humanista en defensa de la justicia y la libertad.
Ni duda cabe que este es un posicionamiento de avanzada ante una crisis que debe afrontarse precisamente con esa actitud democrática integral de la que habla el documento. Ahora debe esperarse que tanto fieles como todo hombre de buena voluntad y sacerdotes y ministros de todas las confesiones, honremos con el ejemplo lo que se propone hacia una nueva práctica política con base en la ética y los valores humanos de justicia y libertad. Oportunamente la Iglesia se desmarca de equívocos que la han situado por algunos de sus voceros en posiciones retardatarias que no corresponden al verdadero sentido de su doctrina humanista en defensa de la justicia y la libertad.
Secretario Técnico del Frente Amplio Progresista (FAP)
kikka-roja.blogspot.com/
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