ALTERMARXISMO LUCIANO CONCHEIRO BÓRQUEZ UAM-Xochimilco: concheir@correo.xoc.uam.mx El escenario estaba dispuesto para el comienzo, el pasado 3 de octubre, de una confrontación entre los marxismos del mundo y entre éstos y la realidad. Un anfiteatro de la Sorbona de París, que en vez de llamarse Robespierre se llama Richelieu, recibió a cientos de personas para conocer de otro marxismo, el que llaman “altermarxismo”, por definición anticapitalista y por vocación internacionalista, en eso que también llaman “cosmopolítica alternativa”. Simbólicamente, los tres oradores de la primer plenaria representan tres continentes o rumbos del mundo, pero sintetizan procesos y movimientos que se han venido dando a lo largo y ancho de este planeta que por momentos aparece tan próximo. Por nuestro continente, un brasileño, Chico Whitaker, miembro de la coordinación del Foro Social Mundial, oenegenero (miembro de una Organización No Gubernamental). De la India, Gayatri Chakravorty Spivak, importante feminista. De Egipto, Samir Amin, teórico marxista de la fase actual del capitalismo, estudioso de los movimientos campesinos y obreros, militante internacionalista. La izquierda que puede llamarse “altermundista” dio comienzo en un discurso que muestra sus límites ante los acontecimientos y desarrollo de las luchas sociales y políticas. Habla de resistencia, de democracia horizontal, de la diversidad, del rechazo al poder, de los “nuevos” actores y de su expresión mundial. Todo parecía transcurrir como en los viejos congresos, a pesar del lenguaje y los gestos “nuevos” atrapados en lo que Platón llamaba el “afán de novedad”, cuando tocó el turno a Samir Amin quien, sin pedir permiso, polemizó con los dos ponentes anteriores, confrontó a los europeos en temas que para ellos son una especie de tabú, como el de la relación entre la lucha por la independencia, el nacionalismo popular (que no populista o estatista) y su relación con el socialismo. Sí, habló de la necesidad de un proyecto socialista y de la centralidad de las clases revolucionarias y de la imposible renuncia a la revolución. Para un egipcio, empezó diciendo, la historia, tanto de la transición al capitalismo como el capitalismo mismo, son períodos más bien “breves” y su fin no parece imposible. Recordó que el libro negro del capitalismo es el libro más grueso de la historia de la humanidad, y que las revoluciones que han enfrentado al capitalismo son una escuela de transformación a la que tampoco debe renunciarse; que esas revoluciones han venido de la periferia y que eso no es casual. Definió que asistimos a un cambio de época que tiene similitudes con la transición al capitalismo, pero que es un proceso con rasgos mucho más anticapitalistas; que la “Bella Época” que nos vende la propaganda del capital, ese ministerio de propaganda tipo Goebbels que es la banca mundial, que plantea un capitalismo “para siempre”, acabará en la catástrofe más pronto que tarde. En términos económicos, Samir Amin plantea que la globalización tiene su mayor debilidad en la que parece su mayor fortaleza, el sistema financiero globalizado. La “Bella Época” actual del capital debe interpelar a las fuerzas de izquierda. En este momento, en que los defensores del neoliberalismo hablan del fin de la historia, se dan muestras claras de que las clases dirigentes están inquietas: no tienen claro hasta qué punto este capitalismo realmente existente puede seguir pagando esta crisis. Pero no basta hablar de la crisis sin definir las fuerzas transformadoras. Para Amin, a pesar de las contradicciones, las sociedades de cada país y el nacionalismo realmente existente, tienen un papel central en la construcción de los socialismos nacionales, de las revoluciones en torno a la independencia nacional y en la recuperación de la memoria de las revoluciones del siglo anterior que han creado fuerzas revolucionarias socialmente construidas. Para este intelectual universal, hay que pensar en este siglo como un siglo revolucionario, y que el capitalismo sólo podrá sostenerse con la militarización del mundo; por ello, son las luchas sociales y políticas, ya sean religiosas, étnicas o de clase, las que nos darán las preguntas y respuestas, desde allí podremos pensar con confianza en el futuro, fortalecer el trabajo político común, desarrollar una estrategia y una táctica para la transformación social. Finalmente, Samir Amin subrayó la necesidad de construir una convergencia en la diferencia, aunque eso es insuficiente, porque hay que generar objetivos comunes; hay que construir puentes, reinventar formas de definición democrática sobre la práctica, construir un mundo multipolar, no aceptar ser negociados por el imperialismo, luchar por el respeto a las independencias nacionales entendidas como nacionalidades populares; hay que controlar el poder militar, enfrentarlo con los foros sociales, pero también con los foros de naciones diversas. En ese tenor, el de una discusión abierta, se presentan a continuación la síntesis de algunas ponencias del v Congreso Marx Internacional, en el ánimo de que sólo en el debate y en la confrontación de las ideas con la propia realidad, pero más aún, desde la propia realidad construida en las luchas sociales y políticas, es desde donde se está construyendo un mundo otro, posible, pero, por eso mismo, utópicamente real. En la selección se recorren, con Massimo Modonesi, los debates entre los marxismos, para adentrarnos después, con Emir Sader, en la revolución desde América Latina, y con Guillermo Almeyra se recoge la experiencia más importante de nuestro país en los últimos años, la de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. HACIA UNA “COSMOPOLÍTICA” ALTERNATIVA: MARXISMOS A DEBATE EN PARÍS MASSIMO MODONESI UACM: modonesi@hotmail.com La primera semana de octubre, en la Universidad de París X, se realizó el v Congreso Marx Internacional que, en esta ocasión, centró la mirada sobre el altermundismo y su relación con el anticapitalismo y un cosmopolitismo alternativo. A lo largo de varios días y de múltiples y simultáneas mesas de trabajo, casi 150 académicos e intelectuales de todos los continentes dieron vida a una gran variedad de debates relacionados con la comprensión del mundo actual. Destacó la presencia latinoamericana por cantidad de participantes, pero, sobre todo, por el interés que despierta el momento histórico que vive la región y los movimientos contrahegemónicos que lo protagonizan. En este sentido, los marxistas europeos miran y admiran las experiencias latinoamericanas como un escenario de apertura de posibilidades alternativas a partir de la emergencia de las luchas sociales y sus cristalizaciones políticas. Por otra parte, la notable presencia latinoamericana demostró cómo una parte significativa de la intelectualidad de la región usa el marxismo como instrumento de crítica social como herramienta teórica para entender a los conflictos que atraviesan a sus países y como referente para proyectarlos a partir de la acción militante, tanto intelectual como propiamente política. Justamente es en esta triple dimensión del marxismo donde radica su vigencia. El Congreso mostró la vitalidad de un pensamiento que combina crítica, conocimiento y acción de cara a la realidad del neoliberalismo capitalista mundializado. Es evidente que, conforme se fue agotando la capacidad hegemónica de este modelo, fue creciendo y cobrando relevancia la recuperación y renovación de un pensamiento antisistémico como el marxismo. Al mismo tiempo, como se hizo patente en el Congreso, el marxismo contemporáneo se enriquece y alimenta no sólo de la polémica contra el pensamiento dominante, sino también a través del debate en su propio seno. La proliferación de enfoques marxistas parte de una matriz común que, más allá de las referencias a la obra de Carlos Marx, se alimenta del consenso en torno a una forma de pensar la estructura y la dinámica social, una apuesta por la articulación de las dimensiones que las componen y el ensanchamiento de la mirada más allá de las concreciones nacionales. Como se pudo observar en las numerosas mesas y presentaciones del congreso de París, de esta matriz se desprenden tanto aproximaciones disciplinarias como líneas de debate a partir de un tronco teórico que se ramifica y florece en distintas direcciones. Los debates en el marxismo, o entre los marxismos, fueron y son la fuente que aporta un sorprendente flujo en el tiempo a una corriente de pensamiento que tanta veces en la historia fue dada por muerta y enterrada. En la Babel que fue la Sorbona y la Universidad de París X, se escucharon los análisis sobre la mundialización y el imperialismo de un economista egipcio que vive en Senegal (Samir Amin), la valorización de la resistencia de la mujeres campesinas por una socióloga de India que estudió en Inglaterra (Gayatri Spivak), las reflexiones sobre el internacionalismo por un filosofo francés que nació en Argelia (Daniel Bensaïd), la evocación de la memoria del Che y sus lecciones para el presente por un intelectual brasileño que vive desde hace décadas en Francia (Michael Löwy), el balance y las perspectivas de las luchas latinoamericanas por un sociólogo brasileño que dirige una institución latinoamericana (CLACSO) con sede en Buenos Aires (Emir Sader), el análisis de las luchas anticapitalistas en el mundo por un alemán itinerante (Wolfgang Fritz Haug), el análisis de las nuevas formas de explotación del trabajo por parte de otro brasileño (Ricardo Antunes), la valorización creativa del corazón teórico del pensamiento marxista por un filósofo y un economista franceses que encabezaron la organización del congreso (Jacques Bidet y Gérard Duménil) y muchas más intervenciones críticas y propositivas sobre el tiempo que nos tocó vivir. En particular, además de los típicos tópicos marxistas, fue notable la calidad y cantidad de estudios sobre el campo y la ecología, nuevas y fecundas vetas de comprensión de la realidad actual. Internacional no fue sólo la forma que asumió el Congreso, sino que internacionalistas tuvieron que ser sus conclusiones. Afloró el internacionalismo de una forma de pensar el mundo, acompañado del internacionalismo de la búsqueda de respuestas políticas a la opresión, la alienación, la explotación y la mercantilización. Sintonizado con las luchas emancipatorias que recorren el globo, el Congreso de París cumplió con su propósito de avanzar hacia un cosmopolitismo alternativo tanto a la mundialización capitalista como a los nacionalismos egoístas y racistas que la atraviesan. Como escribía Antonio Gramsci: “Se puede preveer ‘cientificamente' sólo la lucha, pero no los momentos concretos de ella.” A pesar de la incertidumbre del proceso histórico, los marxistas reunidos en París parecen no titubear frente al compromiso político e intelectual que les corresponde. EL OTRO MUNDO POSIBLE EN AMÉRICA LATINA EMIR SADER América Latina ha empezado a construir el “otro mundo posible”. Se trata del Alba –Iniciativa Bolivariana para las Américas. Un espacio inicial de comercio solidario, complementario, fuera de las reglas del supuesto “libre comercio”, donde cada país ofrece lo que tiene y recibe lo que necesita. Es en ese espacio que el analfabetismo ha sido erradicado en Venezuela y está en vías de serlo en Bolivia y en Nicaragua, lo cual demuestra que esto es posible solamente fuera de las relaciones mercantiles. Al igual que la “Operación Milagro”, para devolverle en una acción solidaria la vista a miles de latinoamericanos. El juego Class Struggle (Lucha de clases). Creado en la década del 70, “fue pensado como una alternativa socialista al Monopoly”. “Los jugadores son asignados al azar a distintas clases sociales y se mueven en el tablero entre alianzas de clase y conflictos sociales, mientras se encaminan hacia uno de los dos objetivos excluyentes: el socialismo o la barbarie.” La caja muestra unas “vencidas” entre Nelson Rockefeller y Karl Marx. Class Struggle fue diseñado y construido por Bertell Ollman, un profesor de política en la Universidad de Nueva York. Lo que sucede en América Latina es que, justamente por haber sido el laboratorio de las experiencias políticas neoliberales donde estas políticas se han extendido, además de la derecha, a las supuestas posiciones de izquierda, es también el continente donde se han desarrollado los más fuertes movimientos de resistencia al neoliberalismo, y ahora aparecen varios gobiernos que, coordinadamente, crean procesos de integración regional como alternativas al mundo unipolar bajo la hegemonía de EU. El modelo neoliberal se ha agotado a partir de las crisis en las tres economías más fuertes del continente: Mexico, en 1994; Brasil, en 1999, y Argentina, en 2001. A partir de esta última se ha abierto un nuevo período histórico en América Latina: salimos del período de resistencia al neoliberalismo para entrar al período de disputa por la hegemonía. Es así que surgieron los primeros gobiernos como expresión del rechazo al neoliberalismo: el de Hugo Chávez, en 1998; el de Lula, en 2002; el de Kirchner, en 2003; el de Tabaré Vázquez, en 2004; el de Evo Morales, en 2006; el de Rafael Correa, en 2007. Todos privilegian la integración regional en contra de los tratados de libre comercio, que es la línea divisoria en América Latina, y no aquélla entre supuestas izquierdas “buenas y malas”, planteada por la derecha, para intentar dividir a la propia izquierda. Algunos han roto con el modelo neoliberal –Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba– y construyen el Alba, el único espacio mundial de alternativa al libre comercio, lo que el Foro Social Mundial (FSM) llama “comercio justo”. Los otros privilegian la integración continental, pero mantiene el modelo económico, aunque con adecuaciones significativas en algunos casos, como Brasil, Argentina y Uruguay. Los otros, entre ellos Chile, México –mientras Colombia y Perú todavía discuten si lo hacen–, han firmado tratados de libre comercio, alejándose de América Latina e hipotecando su futuro. En el período actual de lucha por una hegemonía alternativa, los principales protagonistas ya no son los movimientos sociales solos. Éstos fueron fundamentales en la época de la resistencia, pero no están adaptados para la lucha contra la hegemonía. No por casualidad los movimientos sociales bolivianos se han reunido y han fundado un partido –el mas . No por casualidad los venezolanos están en proceso de fundar un partido por el socialismo y bolivariano. No por casualidad los ecuatorianos han organizado una fuerza política para la construcción de su proceso postneoliberal. Uno de los aspectos nuevos de esta nueva izquierda latinoamericana es una nueva articulación entre las esferas social y política, superando categorías como las de “sociedad civil”, de “autonomización de los movimientos sociales”, de las ong (Organizaciones No Gubernamentales). Los que permanecen a nivel social, permanecerán siempre a la defensiva, en la resistencia y, de cierta manera, en una actitud que tiende a ser perdedora. Porque las movilizaciones sociales que no logran traducirse políticamente, tienden a replegarse, a desmovilizarse, a no ser capaces de superar la crisis hegemónica que vive América Latina con soluciones políticas a nivel de una nueva forma de poder en nuestras sociedades. Otro aspecto importante actualmente en nuestro continente es que está inmerso en un proceso práctico de elaboración de una nueva estrategia, una especie de tercera estrategia de la izquierda latinoamericana. La primera fue la de las reformas que, en general, permanecieron en los límites del reformismo, porque se han agotado al interior de los marcos del sistema dominante. La segunda es la estrategia de la lucha armada, de las guerrillas que, en la correlación de fuerzas actual, podría desembocar en una militarización de los conflictos que llevaría a masacres de las fuerzas populares. La tercera, que corresponde a la lucha antineoliberal y por el postneoliberalismo, combina distintas formas de lucha de las sublevaciones populares –como las de Bolivia y Ecuador, pero también la sublevación militar de Venezuela–, que desembocan en alternativas político-electorales, pero que no se detienen en ellas, planteándose la cuestión de la refundación del Estado. DE OAXACA AL MUNDO. APPO: PODER, REVOLUCIÓN GUILLERMO ALMEYRA La característica esencial de la larga lucha de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) fue que el poder de decisión era horizontal, democrático, y que el funcionamiento de esa organización de organizaciones (136) era plural. La APPO surgió como un movimiento sindical urbano, aunque en México, culturalmente y por el origen sociológico de la población urbana, en lo urbano está fuertemente presente lo rural. La represión convirtió un conflicto gremial magisterial en una lucha por los derechos humanos, los derechos democráticos, la justicia, contra el fraude y la opresión, y unió detrás de los maestros al resto de la población oprimida y explotada. Recién entonces los indígenas entraron en acción, en el territorio y por sus propios objetivos, cortando carreteras, tomando municipios, cobrándose las afrentas y la represión priístas. No sólo un movimiento sindical puede dar origen a un fuerte movimiento unitario, político, democrático, antioligárquico y antiimperialista, sino que también la lucha transforma un movimiento gremial y una organización vertical en un germen de poder dual. El gobernador y los poderes institucionales tuvieron que dejar sus sedes y la APPO ocupó todos los medios de información, además de formar una policía magisterial y otra de topiles, y de dictar bandos de gobierno, de controlar la ciudad con sus barricadas. El proceso de decisión y organización venía desde abajo hacia arriba y no había lideres. Por eso la represión fue contra todos, indiscriminadamente. La APPO, además, no estableció una muralla china entre la utilización de la legalidad y de las instituciones y la construcción de otra legalidad, basada en la legitimidad del movimiento. Utilizó las elecciones, votando por el PRD para castigar al PRI y al PAN, pero no dependió del PRD y aprovechó el proceso electoral presidencial para ocupar todas las posiciones que pudo, ya que el gobierno temía la repercusión de una represión feroz, como la que vino después. En las elecciones municipales sucesivas, sin embargo, con la abstención castigó la actitud oportunista y conciliadora con el tirano Ruiz que había asumido el PRD de Oaxaca, y siguió utilizando el arma de las movilizaciones autónomas para crear conciencia política y mantener la organización, a pesar de los golpes recibidos. Le faltó, sin embargo, proponer una alternativa política nacional para romper el aislamiento en el estado de Oaxaca, favorecido por la actitud oportunista y sectaria tanto de Marcos y la Otra campaña como de López Obrador y el PRD. Ambas organizaciones dieron un tardío apoyo verbal a la lucha de los oaxaqueños y ni Marcos ni AMLO se hicieron presentes en el momento más importante de la lucha, ni crearon condiciones para darle un apoyo real. De todos modos, el apoyo en palabras a la lucha por la liberación de los presos y el castigo a los verdugos crea las condiciones para la incorporación de la Convención Nacional Democrática y del mismo AMLO, así como de la Otra campaña y de Marcos , al Frente por la Defensa contra la Represión y por la liberación de los presos políticos y sociales y la discusión unitaria sobre la construcción de una alternativa a la política del gobierno capitalista. Así como el EZLN se apoyó en los movimientos indígenas y sociales anteriores en toda América Latina para su levantamiento en 1994 y, con éste, dio un nuevo impulso a las luchas subsiguientes, la experiencia de la APPO no ha muerto; ha construido subjetividad, ha dado experiencias, y será un jalón en la lucha por próximas victorias. |
Kikka Roja
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