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domingo, 13 de enero de 2008

Procacidad como virtud : Cabezalcubo

Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
Procacidad como virtud

En una televisión como la mexicana, plagada de absurdas correcciones políticas, dobles discursos y mojigaterías que mantienen paternal sonrisa en las Buenas Conciencias, la procacidad supone contradictoria, dialéctica virtud. Hubo y habrá variopintas producciones que intenten romper los viejos cuñetes que preservan lo que se puede decir en tele y lo que no. La mayoría seguirán estrellándose con muros de fracaso, mediocridad y servilismo. Algunos programas, sin embargo, logran saltar la valla hacia el movedizo territorio que separa lo simplemente vulgar (allí casi todas esas revistas y programas de humor alburero o los que pretenden humor familiar en cualquier serie de comedia, ya en la misma Televisa o en TV Azteca que suele agregar al caldo, además, cucharadas de insufrible catecismo), y aquí entra en juego el muy personal criterio de cada quien: qué es vulgar y qué es chistoso, o qué tanto puede definirse como auténtica picaresca una atrocidad en las muy mexicanas formas (otra vez, llenecitas de dobleces y esquinazos) de percibir e interpretar el mundo. Algunos programas del pasado lograron pulsar ese interruptor que no solamente será colegido por el individuo como teleaudiencia, sino por el entorno social e histórico en que le tocó salir a cuadro: Los Polivoces , Sábado de medianoche (sobre todo en su primer par de temporadas), ¿Qué nos pasa? (sobre todo en la primera), Ensalada de locos o las primeras emisiones de La carabina de Ambrosio tuvieron éxito más allá del gag de sus chistes porque lograron hacerse eco de un humor corrosivo y sanamente pesimista que es el que realmente forma parte de la idiosincrasia mexicana, el mismo espíritu que alimenta nuestra fascinación por la máscara y el monstruo, por la muerte y la fatalidad; oscuros rincones y fetiches de nuestra demosofía que parecen resistir, quién sabe si todavía por mucho tiempo, las avanzadas del mercachifle y sus puntas de lanza del mercantilismo global (allí, por ejemplo, modernas ridiculeces como que niños mexicanos canten “jalogüín” o personifiquen escolares montajes escénicos del gringuísimo día de acción de gracias).

Hoy, ejemplos similares a los mencionados son rareza. Parece que en la televisión abierta (a riesgo de estar cometiendo una injusticia con esta pésima memoria mía) no hay ni uno. Lo poco que se puede poner en la mesa estará entonces indefectiblemente en la programación de los sistemas cerrados, sea por cable o por recepción satelital. Allí se cocinan, por ejemplo, las todavía frescas Pellizcadas de Márgara que se orean en Telehit, canal de música y programas de variedad para un nicho de mercado específico, de adolescentes y jóvenes menores a los cuarenta, que realiza esa que al parecer es la filial más progresista e insolentona de Televisa.

Las pellizcadas de Márgara es un programa de entrevistas que en principio sabe a pan con lo mismo: artistas de la empresa y bajo presupuesto, pero con altos niveles de una heterodoxia formal que se agradece ante las acartonadas fórmulas de conducción que parecen ser materia única en las escuelitas de actuación de Televisa. Conducción, por cierto, que está a cargo de una “quesadillera” salida del heroico lumpenaje nacional, tal vez oriunda de la Portales, la Bondojo o cualquier colonia de la periferia, de ésas que suelen llamarse Luis Donaldo Colosio, Yecapixtla o Porvenir: Márgara Francisca (interpretada por el humorista Eduardo España, quien parece que ha encontrado un espacio propio, más libre, menos censurado) es una luchona y malhablada madre mexicana, lépera que ha engendrado media docena de léperos, a su vez arquetipos postmodernos que sectorizan la “raza de bronce”: el mecánico, el maricón de la estética, el raterillo. Luchona, obcecada y sobre todo insolente dueña de su espacio, Márgara lleva las entrevistas por donde le da la gana con comentarios procaces y todo el léxico de la calle, y donde algunos ven exceso otros vemos catarsis, porque si bien es cierto que a ratos Márgara-España hacen del lenguaje un cliché abusivo, es más cierto que el contexto empresarial del que proviene el histrión es de suyo morigerante y bobamente homogéneo. Siendo de reciente aparición, habrá de verse cuánto dura el fresco a las quedadillas; por lo pronto España ha sabido darle a su personaje un talante de insolencia, de enojo permanente con el que la señora , muy dueña de su quesadillería, es perfectamente capaz de mandarnos a todos, público, invitados, censores y ejecutivos de televisora a la puritita chingada. Provechito.

Kikka Roja

Federico Arreola : La Victoria de Carmen Aristegui

EN EL SENDERO DEL PEJE
FEDERICO ARREOLA EN EL CHAMUCO : LA VICTORIA DE CARMEN ARISTEGUI

Federico Arreola nos manda el siguiente texto que aparecerá en la edición de esta quincena de la revista El Chamuco:
  • La victoria de Carmen Aristegui
Por Federico Arreola

En la campaña electoral de 2006 me buscó uno de los representantes del Grupo Prisa en México, Antonio Navalón, para decirme que visitarían México dos de sus jefes españoles, Juan Luis Cebrián y Jaime Polanco. Querían reunirse con Andrés Manuel López Obrador, a la sazón candidato a la presidencia de la república postulado por la coalición Por el Bien de Todos.

No me resultó sencillo convencer a Andrés Manuel de reunirse con los empresarios ibéricos. “No confío en esa gente”, me dijo López Obrador cuando le comenté lo que me había pedido Navalón. Repitió esas palabras cada vez que insistí en la necesidad de atender a personas tan importantes. Al final el argumento que lo convenció, en mi opinión, no fue el del gran prestigio de El País ni el de su fundador, Cebrián, sino mi deseo, casi capricho de no quedar mal con Antonio Navalón, que me llamaba varias veces al día para concretar la cita con el político que encabezaba todas las encuestas de preferencias electorales.

Cenamos en un hotel de la capital de Tabasco y como además de los mencionados asistió también José María Pérez Gay, durante buena parte de la reunión este escritor y su colega Cebrián charlaron acerca de libros y de filósofos famosos. Pero aun en las veladas más intelectuales hay tiempo para las vulgaridades. Así que hablamos también de Televisa y de los principales directivos de esta empresa: Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez Martínez.

En esa cena Cebrián dijo que Televisa (que posee el 50 por ciento de W Radio; el otro 50 por ciento lo controla Grupo Prisa) estaba insistiendo en despedir a Carmen Aristegui, pero que eso jamás lo iban a permitir los socios españoles de la radiodifusora, no sólo porque Carmen conducía el noticiario de mayor audiencia sino sobre todo porque ellos eran absolutamente respetuosos de la libertad de expresión.

Admito que me impresionaron las palabras del señor Cebrián, que no es el único que las utiliza en el Grupo Prisa. En los documentos que la empresa entrega a sus inversionistas, se lee que “la primera responsabilidad de un grupo de medios de comunicación es defender y ejercer con honestidad y vigor el derecho a la información y a la libertad de expresión”. Ignoro si estos hombres de negocios cumplen en su país de origen con tan elevada obligación. Lo que me consta, ahora, es que en México no lo hacen.

En México, el viernes 4 de enero de 2008 la dirección del Grupo Prisa despidió a la periodista Carmen Aristegui simple y sencillamente porque esta mujer, conductora hasta ese día del noticiario más exitoso de W Radio, ha seguido siempre una línea editorial plural, objetiva, libre y honesta, es decir, una línea editorial que inevitablemente incomoda a quienes controlan los poderes político y económico. La explicación oficial que sus patrones dieron del despido de Aristegui fue, por decir lo menos, cínica. Es que, de plano, representa un acto de cinismo decir que esa decisión “se enmarca dentro de un proceso de renovación, actualización y expansión en el que está inmersa la W”.

Ese proceso de “renovación, actualización y expansión” comenzó hace meses con la sorpresiva llegada de un nuevo director editorial. Aquí conviene precisar un dato. En España, el Grupo Prisa jamás sorprendería a sus periodistas con la llegada de un nuevo director a la dirección de su diario insignia, El País. En los estatutos de este medio se establece que en el nombramiento del director intervienen todos los periodistas. En México, Prisa actúa de otra manera. Así, Carmen Aristegui y los otros informadores un buen día se encontraron con la sorpresa de que tenían un nuevo jefe en W Radio: Daniel Moreno, que entre sus activos cuenta no sólo con experiencia en diversas redacciones, sino también con excelentes relaciones con personas muy cercanas a Felipe Calderón.

Lo más triste para Daniel es que él llegó al Grupo Prisa después de haber sido injustamente despedido (¡por diferencias editoriales!) del diario Excelsior. Según me contó el propio Daniel, alguno de sus jefes en Excelsior se molestó por un titular más o menos crítico respecto de no sé qué funcionario. El día en que despidieron a Carmen Aristegui de W Radio hablé con Daniel y me juró que se había tratado de una decisión estrictamente empresarial, “nada que ver con lo editorial”. Cuando le conté que eso me dijeron sus jefes de Excelsior cuando lo corrieron a él (“Daniel se fue por motivos de empresa, no editoriales”), se quedó callado y cambió de tema. Hay veces en que los hechos son tan aplastantes que al afectado no le queda más remedio que cerrar la boca o ponerse a hablar de otra cosa.

En el diario El País, que dio origen al Grupo Prisa, a los periodistas los ampara en sus contratos laborales una “cláusula de conciencia”, que simplemente obliga a la empresa a indemnizar con generosidad a cualquier informador que se vea obligado a dejar su trabajo por diferencias editoriales con el patrón. En W Radio, la empresa de comunicación mexicana que maneja Prisa, se actúa con base en otros principios.

Aunque el asunto se ha tratado de manejar como la culminación de un contrato civil de prestación de servicios entre una profesional independiente y una empresa mercantil, lo cierto es que Carmen Aristegui realizaba un trabajo subordinado a un patrón, que al despedirla no fue capaz de entregarle ni un solo peso de indemnización. Sabía que los españoles pueden ser miserables a la hora de negociar, pero no pensé que llegaran a ese extremo.

Todos los abogados a los que he consultado me dicen que si Carmen demanda al Grupo Prisa y a Televisa en los tribunales laborales, los vencerá fácilmente y obtendrá de esas compañías una importante cantidad de dinero. Ojalá lo haga, ya que no es justo que ella, mientras encuentra otro empleo, deba tomar recursos de sus ahorros para mantener su nivel de vida y, sobre todo, el de su hijo, el pequeño Emilio. Pero también tendría que acudir a la Junta de Conciliación a demandar a sus patrones para que, al menos, a los propietarios de W Radio una cosa les duela. Porque a estos tipos inmensamente ricos pero enfermos de ambición lo único que les afecta es desprenderse de dinero. Las críticas que han recibido en todas partes por lo que le hicieron a la señora Aristegui les tienen sin cuidado, de plano. Son tan cínicos que hasta presumen su fama de malvados. Pero si Carmen les quita, con la ley en la mano, unos cuantos cientos de miles o algunos millones de pesos, van a quedar seriamente adoloridos. Y si bien no se tratará de un gran desquite, ya que a ellos les sobra capital, pues algo es algo.

Carmen tendría que demandarlos, además, para proteger a muchos de sus compañeros de trabajo que permanecen en W Radio y a los que no se les reconoce, en esa empresa, derechos laborales. Con el cuento legaloide de que firman contratos de prestación de servicios y de que se les paga mediante recibos de honorarios, se les dice que no son trabajadores de la empresa, aunque se trate de personas que pasan todo el día en esa compañía invariablemente haciendo lo que les ordenan sus patrones.

En la campaña electoral de 2006, Carmen Aristegui me invitó a participar en un debate en su programa de radio. Los otros invitados eran Juan Ignacio Zavala, cuñado de Felipe Calderón, y el priista César Augusto Santiago. Dos tercios de este debate se fueron a las planas del diario español El País unos días antes de las elecciones: Juan Ignacio publicó un artículo sosteniendo su punto de vista y yo otro exactamente con el punto de vista opuesto. A César Augusto no lo invitaron los pragmáticos editores ibéricos porque su candidato, Roberto Madrazo, iba muy abajo en las encuestas.

A pesar de esa exclusión de los priistas, El País se mantuvo más o menos imparcial hasta el día de las votaciones. Después, sus editores decidieron que debían defender a Felipe Calderón y atacar a Andrés Manuel López Obrador. Desde luego, los periodistas españoles tienen derecho a defender y a atacar a quienes se les pegue la gana. Y tienen, también, el derecho de contratar para trabajar en sus empresas a la persona que se les antoje. En esas fechas contrataron, como alto funcionario del grupo, a Juan Ignacio Zavala, el cuñado hasta entonces cómodo (el incómodo era Hildebrando). Estoy seguro de que Juan Ignacio está preparado para desempeñar el cargo, muy bien pagado por cierto, que le ofrecieron en el Grupo Prisa. También estoy seguro de que jamás se lo hubieran ofrecido si el resultado electoral hubiera sido otro. Tal vez si Andrés Manuel hubiera llegado a la presidencia, el puesto que hoy ocupa el señor Zavala le hubiera sido entregado por el Grupo Prisa a cualquier amigo o pariente de El Peje, y si ninguno lo hubiera aceptado, habrían colocado ahí al perro de la casa del vecino del edificio de departamentos donde vive López Obrador. Todo sirve cuando se trata de proteger la venta de millones de libros de texto anuales en México.

Se ha dicho mucho que Juan Ignacio Zavala intervino en el despido de Carmen Aristegui. No lo creo, o no quiero creerlo. Me atrevo a pensar que Carmen tampoco lo cree. Ellos se han llevado muy bien durante años. Nadie puede ser tan hipócrita o tan perverso. Fue cosa de Prisa y Televisa, dos empresas dispuestas a hacer lo que sea con tal de agradar al gobierno. Y vaya que le debe haber caído bien a Felipe Calderón la noticia de la salida de la periodista de W Radio. Es del dominio público que Calderón detesta a Aristegui.

Después de la toma de posesión de Felipe Calderón, no recuerdo ahora la fecha, Carmen Aristegui entrevistó a Andrés Manuel López Obrador. Este político, no Carmen, criticó a las empresas dueñas de los micrófonos a través de los que estaba hablando. Andrés fue duro con el Grupo Prisa y con Televisa, y tal vez hasta fue injusto en lo que dijo; lo que estoy tratando de decir es que, para los propósitos de esta discusión, no importa si las críticas de López Obrador eran correctas o no. Carmen no refutó a El Peje (a los entrevistadores no les toca debatir con sus entrevistados), pero tampoco estuvo de acuerdo con el hombre que en mi opinión es el único presidente legítimo de México. Como los cuestionamientos de Andrés tenían que ver con la libertad de expresión ejercida en Prisa y Televisa, Carmen consideró que era suficiente defensa para las empresas en las que trabajaba recordarle a su invitado que él estaba en esa radiodifusora hablando de lo que se le pegaba la gana.

Como yo ya no tenía contacto con la gente de Televisa, no supe qué pensaron ahí de esa gran oportunidad que López Obrador les había dado de presumir su respeto por la libertad de expresión. Con el que sí hablé (entonces todavía me llamaba con cierta frecuencia) fue con Antonio Navalón, de Prisa. Este hombre, en vez de estar agradecido con Andrés Manuel por haber hecho quedar bien a su empresa expresándose con total libertad incluso contra los mismos dueños de la radiodifusora, estaba realmente molesto: “Andrés no le ayuda a Carmen. Si cada vez que vaya a ser entrevistado por ella nos va a criticar, seguro que será muy difícil sostenerla. Lo peor es que Carmen no fue capaz de ponerlo en su lugar, de decirle que nadie viene a nuestra casa a decirnos nada”.

El hecho es que Carmen Aristegui salió de W Radio. Qué derrota para el Grupo Prisa, para el diario El País, para gente con prestigio como Juan Luis Cebrián. Para Carmen ha sido una victoria. No es exagerado decir que en todo México hay gente aplaudiéndola y solidarizándose con ella. La señora Aristegui es hoy por hoy la más influyente persona en los medios de comunicación mexicanos. Se lo merece.

  • EDITORIAL CHAMUCO

Kikka Roja

Las derechas en el poder

Arnaldo Córdova
Si muchos no lo ven es sólo porque no quieren verlo, pero los hechos están a la vista: las derechas en el poder son desastrosas. Su espíritu oligárquico no les permite gobernar más que de un modo: favorecer los intereses de los dueños de la riqueza sacrificando los intereses populares y del conjunto de la nación. Las derechas tampoco saben gobernar sino abusando del poder. Entre más poder tienen, mejor se desempeñan. Las derechas priístas tenían un poder indisputado y daban la impresión de que sabían gobernar, pero nos llevaron durante treinta años de una tragedia a otra sin solución de continuidad. La derecha panista (o, ¿las derechas?) ha resultado todavía más incompetente para gobernar, sobre todo, porque ya no cuenta con ese poder omnímodo de que gozaban las priístas.

Alguien ha dicho recientemente que los panistas son más cínicos en el ejercicio del poder que nuestros antiguos gobernantes priístas. Siendo cierto eso, yo agregaría que son, con toda evidencia, más irresponsables. Han olvidado por completo las enseñanzas de su fundador, don Manuel Gómez Morín, quien, influido por las enseñanzas de la doctrina social de la Iglesia, creía de verdad en la justicia social. Todo el que lea sus escritos tiene que admitir que muchos de sus argumentos e incluso muchas de sus propuestas podrían compartirse. Los panistas de hoy crecen ideológicamente con un odio visceral hacia lo que consideran de izquierda y, como la izquierda quiere siempre hablar a nombre del pueblo, en el fondo odian al pueblo, que para ellos es siempre el pueblo naco.

Cuando llegan al poder, actúan en consecuencia. Ellos están convencidos, como lo estuvieron los priístas derechistas que nos gobernaron durante decenios, que los únicos que pueden desarrollar la economía y construir el nuevo país en el que ellos piensan (tan confuso como todo lo que se alberga en sus mentes) son los que tienen el poder de la riqueza y de lo que ellos consideran es la cultura. Hay que gobernar para ellos cuando se tiene el poder. El pueblo es una noción que muy pocas veces aparece en el ideario panista y, para ellos, es el pueblo que trabaja con éxito empresarial y prospera y logra un buen nivel de vida. Los jodidos que viven de su trabajo, como asalariados o de la tierra, tan sólo con sus manos, o los comerciantes informales, ésos no son el pueblo en el que ellos piensan. Su pueblo es esencialmente clasemediero y tan proyanqui como lo son ellos mismos.

Gobernar para el pueblo y realizar la justicia social no está en el ideario de la derecha. El pueblo de los jodidos es, simplemente, un estorbo que prefieren dejar a las izquierdas para se entretengan con sus discursos demagógicos y vacíos. Si ese pueblo se alebresta queda siempre la fuerza represora del Estado y contra ella no tiene con qué responder. Están convencidos de ello. Para los panistas ultramontanos y yunquistas, la verdadera sociedad es la sociedad bonita a la que ellos piensan que pertenecen. La que nos dio el gran espectáculo en las bodas del panista Jorge Zermeño y del priísta Humberto Moreira, en las que el poder económico y el poder político se dieron la mano en el típico modo de ser de la derecha (panista y priísta).

Las derechas no tienen ideología, tienen intereses y a ellos responden siempre. Las ideas descerebradas con las que gobiernan siempre están referidas a sus intereses. El hacer promesas en las campañas electorales les parece que es sólo un recurso para ganar votos y no se ruborizan cuando, ya llegados al poder, se olvidan tranquilamente de las mismas. Sienten y piensan que los votantes les dieron el poder para que hicieran con él lo que les dé la gana. Saquear un erario público que hoy, a pesar de los pésimos sistemas de recaudación, es más rico que nunca, y dar a manos llenas el dinero de la nación a los empresarios, sus verdaderos héroes o apropiárselo ellos mismos, les parece la cosa más natural del mundo.

No hace muchos años, echábamos la culpa a los tecnócratas dogmáticos y obsesivos por el mal gobierno. Es algo que requiere ser revisado. No era, en el fondo, por ser tecnócratas que cometían tantos y tan flagrantes errores; era porque eran unos derechistas consumados. Sus errores no eran sólo técnicos o instrumentales; eran propósitos abiertamente derechistas y reaccionarios. Todavía no entiendo por qué muchos les llamaban “neo liberales” cuando debieron haberlos llamado por su verdadero nombre: derechistas. Nadie sabe a ciencia cierta lo que es un “neo liberal”, pero todos podemos entender lo que es un derechista.

Ciertamente, la derecha, como la izquierda o el centro mismo, cambian continuamente de signo. Yo, de Gómez Morín e incluso del ultramontano González Luna, no veo nada en los actuales panistas. Por sus intereses podemos conocerlos y nos han dado sobradas muestras de lo que son. Es en sus intereses que se diferencian, pero coincidiendo todos. Yo ya no veo mucha diferencia (excepto de siglas) entre la derecha priísta y la derecha panista (y hasta la derecha perredista). Todos buscan lo mismo: congraciarse con los dueños del capital y abrirles todos los caminos para que se enriquezcan sin medida. ¿Qué diferencia hay entre el presidente de México que a un hombre que no tenía más que inversiones sin ser todavía un empresario le entregó la varita mágica del enriquecimiento sin medida que se llamó Telmex y los que luego nos han gobernado haciendo de Televisa y de Tv Azteca un poder decisorio en la política nacional?

En política internacional, los gobiernos panistas han sido un fracaso total. Los priístas, que luego se volvieron derechistas, sabían hacer mucho mejor las cosas. Los panistas no tienen ni idea del mundo en que viven. La peor experiencia con ellos ha sido la tragedia de nuestros compatriotas que se han visto forzados a abandonar el país para buscar un mejor futuro en Estados Unidos. No les importa un bledo. No es su asunto. Es asunto de los jodidos de siempre que no saben hacer negocios ni ganarse la vida. Nos han dicho siempre que quieren un nuevo trato con la potencia receptora. Pero todo lo que hacen favorece el modo en el que las autoridades norteamericanas tratan a nuestros connacionales. Los yanquis saben que los panistas en el gobierno no tienen ningún interés en ello.

Que Felipe Calderón quiere privatizar Pemex, es un hecho. Nuestra compañía petrolera no necesita de inversión privada como lo sugirió varias veces el mismo Cuauhtémoc Cárdenas. Bastaría con que se le tratara como una verdadera compañía y no se le quitara el noventa por ciento de sus colosales ingresos para financiar a políticos y empresarios. Con ello le bastaría para ser una empresa modelo, como Petrobras de Brasil, que no cuenta con los cuantiosos recursos naturales de la nuestra. La inversión privada debería ser estrictamente complementaria y bien controlada. Que no le interesa el negocio, bueno, pues que no entre en él. Y es sólo un ejemplo de lo que la derecha hace en el poder.

Con la derecha en el poder, nuestro país va directo al destazadero y, si los demás no reaccionamos, un día no muy lejano nos encontraremos con que ya no tenemos país o, como dice Carlos Fernández-Vega, es un “México SA”, sin otra identidad que la de los buenos negocios para los ricos y los extranjeros.

TEXTO DEDICADO A JESUS ORTEGA Y SUS CHUCHOS, QUE SE DICEN "DEMÓCRATAS".
A nadie engaña CHUCHO ORTEGA, perdió las elecciones para jefe de gobierno del DF, hizo mega berrinche y siempre ha buscado la manera de desquitarse, lo que quiere es MÁS DINERO, y piensa que se lo va a dar el pelele Calderon FECAL.
Tiene que seguir en la contienda porque Ortega, representa a los intereses de los caciques de Michoacán, los Lazaritos, que su vez están amarrados de "las criadillas" por los panistas. Así que todo lo que diga Ortega, no es otra cosa que mentira.
Y mucho cuidado, los chuchos son una banda de mapaches, delincuentes electorales, hay que fotografiarlos y videograbarlos para denunciarlos.
  • El apoyo de AMLO a Encinas es un error político: Ortega
Notimex / La Jornada On Line

El perredista pidió que no se sobrepongan figuras de partido a la organización colectiva. México. El candidato a la dirigencia nacional del PRD, Jesús Ortega, calificó como un error político la decisión de Andrés Manuel López Obrador de apoyar a Alajandro Encinas, su principal oponente en el proceso interno de ese partido. Sin embargo, sostuvo en entrevista que no es algo que le inquiete, pues el tabasqueño tiene sus derechos a salvo y para la contienda sólo es un voto.

A su parecer, siempre son útiles las figuras dentro del partido, pero "ello no puede sobreponerse a la institucionalidad y a la organización colectiva", ya que los cambios en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) son resultado de la acción social. De cara a su registro como candidato el 21 de enero próximo, el aspirante de las corrientes Nueva Izquierda y Alternativa Democrática Nacional rechazó también las visiones fatalistas de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, que vislumbran un debilitamiento perredista después de la contienda.

Es el gran desafío del partido, especialmente de dirigentes y candidatos, de que no se cumpla el diagnóstico de nuestros enemigos de que el PRD se dividirá, por lo que el objetivo es llevar a cabo un proceso interno con normalidad democrática, expuso. El perredista estimó que el 16 de marzo próximo "sabremos si hemos alcanzado la madurez o no en el PRD, si somos capaces de enfrentar ese desafío y que surja una dirección con autoridad, un PRD unido y cohesionado; entonces pasaremos la prueba a la que nos sujeta el tiempo, el momento". SIGUE LA NOTA

Kikka Roja

DVD pelicula Fraude : a la venta el 24 de enero

DVD de la película Fraude México 2006 de Luis Mandoki:
De venta en:

Gandhi, Mixup, Cinemanía, El Sótano, El Péndulo, Palacio de hierro, Sears,
o en tu puesto de periódicos y revistas
a partir del 24 de enero 2008



Kikka Roja

El Chamuco : No. 140 : 2008 Este año nos va a ir bomba

A la venta el lunes 14 de Enero, 20 pesos, en todos los puestos de revistas,
y esperamos el que sigue, el lunes 28 de Enero.



Kikka Roja

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