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martes, 27 de diciembre de 2011

Noam Chomsky : 10 formas de manipulación mediática

Diez formas distintas de manipulación mediática

Yohandry
Yohandry's weblog

Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios. En su libro “Armas Silenciosas para Guerras Tranquilas” Chomsky hace referencia a ese escrito en su decálogo de las “Estrategias de Manipulación”.

1- LA ESTRATEGIA DE LA DISTRACCIÓN.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología o la cibernética.

“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto 'Armas silenciosas para guerras tranquilas')”.

Noam Chomsky* : En Israel, una advertencia de tsunami

En Israel, una advertencia de tsunami
Noam Chomsky*
lajornada
En mayo, durante una reunión a puerta cerrada de muchos de los líderes empresariales israelíes, Idan Ofer, magnate de empresas tenedoras, advirtió: Nos estamos convirtiendo rápidamente en Sudáfrica. El impacto económico de las sanciones será sentido por todas las familias de Israel. La preocupación principal de los magnates de negocios era la sesión de la Asamblea General de la ONU este septiembre, en la que la Autoridad Palestina planea hacer un llamado para el reconocimiento de un Estado palestino. Dan Gilleman, ex embajador de Israel ante Naciones Unidas, advirtió a los participantes que la mañana posterior al anuncio anticipado del reconocimiento del Estado palestino, un proceso doloroso y dramático de sudafricanización se iniciará, con lo que quiso decir que Israel se tornaría en un Estado paria, sujeto a sanciones internacionales.

Noam Chomsky* : Ocupemos el futuro

Ocupemos el futuro
Noam Chomsky*
lajornada
Pronunciar una conferencia Howard Zinn es una experiencia agridulce para mí. Lamento que él no esté aquí para tomar parte y revigorizar a un movimiento que hubiera sido el sueño de su vida. En efecto, él puso buena parte de sus fundamentos. Si los lazos y las asociaciones que se están estableciendo en estos notables eventos pueden sostenerse durante el largo y difícil periodo que les espera –la victoria nunca llega pronto–, las protestas de Ocupemos podrían representar un momento significativo en la historia estadunidense. Nunca había visto nada como el movimiento Ocupemos, ni en tamaño ni en carácter; ni aquí ni en ninguna otra parte del mundo. Las avanzadas de Ocupemos están tratando de crear comunidades cooperativas que bien podrían ser la base para las organizaciones permanentes que se necesitarán para superar las barreras por venir y la reacción en contra que ya se está produciendo.

Noam Chomsky* : La batalla global por la paz que se libra en la isla Jeju

La batalla global por la paz que se libra en la isla Jeju
Noam Chomsky*
LAJORNADA
La isla Jeju, 60 kilómetros al sudeste de las costas de Corea del Sur, ha sido llamada el lugar más idílico del planeta. Esta isla volcánica de 706 millas cuadradas alberga tres sitios designados como Patrimonio Natural del Mundo por la Unesco. La historia de Jeju, sin embargo, dista de ser idílica. En 1948, dos años antes del estallido de la guerra coreana, los isleños se unieron en un levantamiento para protestar, entre otras cosas, por la división de la península de Corea en norte y sur. El gobierno de Sudcorea, en ese entonces bajo la ocupación de fuerzas militares estadunidenses, reprimió a los insurgentes de Jeju. La policía y fuerzas militares de Corea del Sur masacraron a los isleños y destruyeron aldeas. John Merrill, historiador coreano, calcula que el saldo fatal quizá haya superado las 30 mil muertes, aproximadamente 15 por ciento de la población de la isla.

Noam Chomsky* : Marchando hacia el precipicio

Marchando hacia el precipicio
Noam Chomsky*
LAJORNADA
Personal de seguridad de Naciones Unidas forma un cordón humano para contener a ambientalistas que se manifestaban en la Conferencia del Cambio Climático en DurbanFoto Reuters
Una tarea de la Convención Marco sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, que en la actualidad está teniendo lugar en Durban, Sudáfrica, es extender las decisiones políticas previas, limitadas en alcance y solamente parcialmente aplicadas.Estas decisiones se remontan a la Convención de 1992 de la ONU y al Protocolo de Kyoto de 1997, al que Estados Unidos rehusó unirse. El primer periodo de compromiso del Protocolo de Kyoto termina en 2012. El ambiente más o menos general anterior a la conferencia fue capturado por The New York Times en un titular: Asuntos urgentes, pero bajas expectativas

Noam Chomsky* : Estados Unidos en decadencia

Estados Unidos en decadencia
El Ejército de Salvación estadunidense reparte agua entre personas sin hogar en Kansas City, MisuriFoto Reuters
Es un tema común que Estados Unidos, que apenas hace unos años era visto como un coloso que recorrería el mundo con un poder sin paralelo y un atractivo sin igual (...) está en decadencia, enfrentado fatalmente a la perspectiva de su deterioro definitivo, señala Giacomo Chiozza en el número actual de Political Science Quarterly. La creencia en este tema, efectivamente, está muy difundida. Y con cierta razón, si bien habría que hacer cierto número de precisiones. Para empezar, la decadencia ha sido constante desde el punto culminante del poderío de Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, y el notable triunfalismo de los años 90, después de la guerra del Golfo, fue básicamente un autoengaño.

Noam Chomsky* : La raíz del problema está en Estados Unidos, no en México


  • Prevención y tratamiento de adicciones son más efectivos que la acción policiaca, señala
  • Contraespionaje y limpieza social, metas de la guerra antidroga, afirma Chomsky
  • La raíz del problema está en Estados Unidos, no en México, sostiene el investigador

De la Redacción
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de agosto de 2011, p. 13

La raíz del problema de las drogas está en Estados Unidos, no en México, y las estrategias de ambos países no pueden resolver el problema, afirmó Noam Chomsky. En entrevista con la revista cibernética estadunidense Guernica, afirmó: El problema de las drogas está en Estados Unidos, no en México. Es un problema de demanda y tiene que ser abordado aquí, pero no se hace así. Se ha demostrado una y otra vez que la prevención y el tratamiento son mucho más efectivos en costos que la acción policiaca, operaciones fuera del país, control fronterizo y más. Pero el dinero va en otra dirección y nunca tiene impacto. Cuando los líderes aplican durante décadas políticas que no tienen consecuencias para el objetivo declarado y son muy costosas, uno debe preguntarse si están diciendo la verdad y si esas políticas son para otro objetivo, porque no reducen el uso de drogas.

Noam Chomsky* : El ataque internacional contra la fuerza laboral

El ataque internacional contra la fuerza laboral
Noam Chomsky
LAJORNADA
Imagen de archivo de latinos que se manifiestan en Nueva York el pasado primero de mayo por trabajo y respeto a sus derechosFoto Ap
En la mayor parte del mundo, el primero de mayo es una fecha feriada de los trabajadores internacionales, ligada a la amarga lucha de los trabajadores estadunidenses en el siglo XIX en demanda de una jornada laboral de ocho horas. El primero de mayo pasado lleva a una reflexión sombría. Hace una década, una palabra útil fue acuñada en honor del Día del Trabajo por los activistas laborales italianos: precariedad. Se refería, al principio, a la cada vez más precaria existencia de la gente trabajadora en los márgenes –mujeres, jóvenes, inmigrantes. Luego se extendió para aplicarse al creciente precariado en el núcleo de la fuerza laboral, el proletariado precario que padecía los programas de desindicalización, flexibilización y desregulación que son parte del ataque contra la fuerza laboral en todo el mundo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

AUDIO: NOAM CHOMSKY EN MEXICO : LA JORNADA

AUDIO
"ROMPER LAS REGLAS ES MI PASATIEMPO FAVORITO, VIVIR FUERA DE LA RESISTENCIA ES VIVIR EN EL ERROR" kikka roja

"EL QUE DIGA QUE HAY MUJERES INACTIVAS QUE NO TRABAJAN, NO VE LO QUE HAY DENTRO DE SUS CALZONCILLOS" kikka roja

PENSAR EN LOS NIÑ@S, PENSAR COMO NIÑ@S Y PROTEGER A L@S NIÑ@S. ...Y que chingue su madre el capitalismo deshumanizador.




Mujeres inactivas buscaron trabajo, dice
STPS: jóvenes de vacaciones elevaron cifras de desempleo
Patricia Muñoz Ríos
EL TRABAJO EN LA CASA Y EL CUIDADO DE LOS HIJOS REPRESENTA UN SALARIO DE 30 MIL PESOS MENSUALES, NO SE HAGAN BOLAS, NI PENDEJOS.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), encabezada por Javier Lozano Alarcón (hijo de puta), sostuvo que el nivel histórico que alcanzó el desempleo en México a agosto se debió a que un mayor número de jóvenes en el periodo vacacional presionaron el mercado de trabajo en busca de un empleo temporal.

Al responder al último reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que destaca un crecimiento sin precedente del número de desocupados en el país, esta dependencia refirió que fueron los jóvenes estudiantes los que hicieron crecer el indicador, ya que demandaron trabajos durante el periodo de agosto, cuando no tienen clases.

Indicó también que hubo una significativa cantidad de mujeres que estaban inactivas y se incorporaron en el mes pasado al mercado laboral en busca de empleo.

Destacó que el número de mujeres desempleadas se ha incrementado muy por encima de la cifra de hombres en esa condición, y comentó que la cantidad de mujeres sin trabajo se elevó hasta 7.20 por ciento, mientras la desocupación entre la población masculina se ubicó en 5.70 por ciento.

La STPS indicó que durante el octavo mes del año la proporción de la población que estuvo ocupada o en búsqueda de una ocupación, en relación con la población en edad de trabajar creció casi un punto porcentual, al pasar de 59 en julio a 59.8 por ciento. Lo anterior se explica porque se registró un incremento de personas que dejaron de estar inactivas para buscar una ocupación, señaló.

Esta secretaría reconoció las cifras del Inegi, que señalan que sólo 65.6 por ciento de los que tienen un trabajo son asalariados; 23.7 trabajan por cuenta propia y 6.5 por ciento laboran sin remuneración.

También defendió que no obstante las cifras oficiales, la tasa de desempleo de México para agosto se mantiene como una de las más bajas comparada con países de desarrollo económico similar, como Brasil, Chile y Argentina, cuyas últimas tasas publicadas superan el 8 por ciento, al igual que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Recordó que agosto es el tercer mes consecutivo con generación de empleo ante el IMSS, y que en lo que va de este año se acumulan 64 mil 412 nuevos trabajos formales, en tanto el Inegi señala que hay más de 2 millones 800 mil trabajadores desocupados.

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Noam Chomsky : Archivo Gregorio y Marta Selser de la UACM

  • ¡Este es un monumento maravilloso para una persona maravillosa!, señala el lingüista
  • Despierta interés de Chomsky el Archivo Gregorio y Marta Selser de la UACM
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Chomsky y su hija Aviva durante su visita a la Universidad Autónoma de la Ciudad de MéxicoFoto Carlos Ramos

Blanche Petrich

Al maestro Noam Chomsky le temblaron ligeramente las manos cuando abrió con sumo cuidado la carpeta llena de recortes de prensa amarillentos, pero impecables. Cientos de artículos de prensa bajo su firma, noticias que lo mencionan, referencias a sus obras, recolectadas con la paciencia y celo profesional durante décadas por Gregorio Selser. En la esquina superior derecha de cada recorte, de puño y letra de Gregorio o de su esposa Marta Ventura, la fecha de la publicación y alguna nota de referencia.

En un campus modesto, el de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), muy distinto a su propio centro de trabajo en Boston, el MIT, que es una de las principales universidades del mundo, se aloja el Archivo Gregorio y Marta Selser. Fue el único sitio que el erudito lingüista solicitó conocer durante su visita a esta metrópoli con motivo del 25 aniversario de La Jornada.

De este modo, la directora del proyecto, Beatriz Torres, y su equipo se prepararon a conciencia. Desde temprano, Chomsky pudo recorrer el contenedor especialmente diseñado para guardar el que quizá sea el fondo documental más completo sobre la historia de los procesos latinoamericanos del siglo XX: golpes de Estado, rebeliones, redes del poder y el narcotráfico, todas las modalidades del intervencionismo estadunidense, el registro puntual de los movimientos populares y sus luchas, sus protagonistas y los constructores de las ideas de avanzada de nuestro continente.

En archiveros deslizantes, dispuestos y ordenados por temas y regiones en cajas y carpetas libres de ácido, se conservan los originales del acervo que además ya fue digitalizado en su totalidad y que próximamente será lanzado al espacio cibernético.

Chomsky mostró especial interés en conocer los documentos reunidos sobre Estados Unidos, en particular la política de James Carter en materia de derechos humanos en El Salvador y Nicaragua. La contra nicaragüense de Ronald Reagan fue su otro foco de interés. Durante largo rato permaneció examinando el contenido de las carpetas. Al concluir, ofreció donar al archivo sus propios acervos sobre estos temas.

Una vieja foto

Selser y Chomsky realmente no fueron muy cercanos. Personalmente se conocieron y vieron en una ocasión, durante un encuentro de internacionalistas en Estados Unidos, en los años ochenta. Ahí está la vieja foto: en un extremo, monseñor Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, Selser y Chomsky al centro, con cara de tener una conversación interrumpida.

Los dos intelectuales, sin embargo, mantuvieron una correspondencia frecuente, erudita e interesante, hasta poco antes de la muerte de Gregorio en 1991, en esta ciudad. Sobre todo, se leían mutuamente. La admiración era recíproca.

Por eso el visitante exclamó: ¡Este es un monumento maravilloso para una persona maravillosa! cuando conoció los pormenores del proyecto Selser de la UACM, que incluye la publicación de material inédito y redición de algunas obras, planes docentes y de investigación. Otra etapa del proyecto es la creación del Corredor Selser, que le expuso Beatriz Torres, quien fue exiliada chilena. Consiste en desarrollar una unidad entre los tres polos donde está dispersa la rica biblioteca de Gregorio, quien se describía a sí mismo como papirófago.

Y vaya que lo era. Cuando llegó de Argentina trajo consigo cerca de 300 kilos de papel. Además, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) se propuso rescatar su colección de libros que había dejado en Buenos Aires, reunida desde 1945: 15 mil volúmenes, bajo custodia de Flacso México. El segundo acervo de libros fue adquirido por la Secretaría de Relaciones Exteriores y un tercero son donaciones específicas y especiales que los Selser hicieron al Instituto Mora.

Pastel azteca, memoria y pensamiento crítico

El equipo del archivo había dispuesto un desayuno de trabajo en una de las bibliotecas de la UACM del Valle. Una chef se lució con un pastel azteca que encantó al académico y a Aviva y Diana, sus hijas e intérpretes. Ahí continuó el intercambio entre Chomsky, Pérez Correa y el equipo del Proyecto Selser.

Ana María Sacristán explicó que está próxima a ser publicada la serie Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina, que originalmente ocupaba cuatro tomos (el cuarto quedó inconcluso) pero que con el cotejo histórico exhaustivo que llevan a cabo varios investigadores serán finalmente cinco. Se espera tenerlo publicado en papel y en un disco digital interactivo el primer trimestre de 2010.

Detalle extraño. En la cronología, Selser dejó fuera todo lo relacionado con su experiencia personal en el golpe de Estado en Argentina, cuando fue sentenciado a muerte por la Triple A y tuvo que exiliarse en México en 1976.

Respondiendo a las interrogantes de Chomsky, Tania Rodríguez expuso la forma como se pretende que la Cronología no sea solamente una obra de consulta sino que pueda lograr la conexión de los hechos con la teoría. Lograr el vértice entre el archivo y la crítica; entrar a la disputa entre la memoria y la interpretación.

El visitante explicó la importancia que tiene este objetivo, ilustrando cómo en la academia estadunidense el sistema ha logrado aislar los hechos. Refirió, como ejemplo, que los investigadores que estudian las intervenciones de Estados Unidos en el sudeste asiático y en América Latina no conectan ambos hechos como parte de un mismo plan, aunque ocurrieron casi simultáneamente. Selser sí lo hacía, añadió.

Habló de cómo le llama la atención la formación de los jóvenes latinoamericanos que asisten al MIT; obviamente jóvenes muy educados, de las elites. Los colombianos, por ejemplo, nada saben de los horrores que ocurren en su país. Se sorprenden cuando hablo de ello. Algunos lo rechazan, niegan la verdad sobre las atrocidades y los crímenes del poder. Sólo algunos aceptan abrir los libros que les recomiendo.

Por último, Beatriz Torres describió cómo el trabajo del proyecto se inspira en el concepto de José Martí, Nuestra América, que incluye la visión del poder del imperio. De ahí tanta dedicación a las intervenciones, el imperialismo, la situación colonial o poscolonial de nuestros pueblos.

Ya en las despedidas, Chomsky cayó en cuenta de otro detalle sorprendente. Así como nadie es profeta en su tierra, los archivos y acervos de grandes pensadores no siempre son conservados en su lugar de origen. Así, el archivo de Bertrand Russell no está en Inglaterra sino en Canadá. Y el de Linus Paulin, dos veces premio Nobel, uno de Química y otro de la Paz, tiene su hogar en una pequeña universidad, casi marginal, de Oklahoma y no en alguno de los grandes centros del saber de su país. Así, el archivo del gran porteño Gregorio Selser está en esta ciudad. En la UACM.

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martes, 22 de septiembre de 2009

CRÓNICA: Noam Chomsky Sala Nezahualcóyotl

  • Es el más importante intelectual gabacho que va contra todas las reglas, señala un estudiante
  • La sencillez, principal divisa que Chomsky ofreció a un público rendido ante su obra
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A decenas de jóvenes no les importó hacer fila durante dos horas para escuchar al pensador estadunidenseFoto María Meléndrez Parada
Arturo Cano

Noam Chomsky entra puntualmente a la repleta Sala Nezahualcóyotl. Se cuela por ahí un ¡Zapata vive, la lucha sigue! Pero lo que domina es la lluvia de aplausos a ese hombre que, de lejos y de cerca, más parece un viejo profesor de preparatoria provinciana que un prestigiado académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). La sencillez es su divisa, vaya. Eso, y su resistencia a trabajar de faro luminoso, de oráculo de los progres. Al finalizar su conferencia magistral, por ejemplo, una entusiasta muchacha le pregunta cómo construir un discurso mexicano útil en las confrontaciones propias de la globalización. No soy la persona indicada para responder a eso, suelta Chomsky, acostumbrado a que le reprochen que sus implacables análisis no se acompañen de la receta para la acción, de la línea.

La presentación institucional corre a cargo del secretario general de la Universidad Nacional Autónoma de México, Sergio Alcocer, con una pieza breve, obligada cortesía del anfitrión que, sin embargo, recuerda que La Jornada, con ocasión de sus primeros 25 años, decidió compartir la visita del pensador con la máxima casa de estudios.

Carmen Lira, directora general de La Jornada, reconoce a Chomsky como una referencia moral de este diario, al lado de otro gran maestro, el polaco Ryszard Kapuscinski, de quien aprendimos la manera ardua de ir a buscar la verdad. Chomsky, de su lado, nos ha enseñado, dice Lira, a evitar las trampas de los medios para neutralizar la verdad.

Los análisis del profesor del MIT han ayudado a los jornaleros, expone Lira, a develar las miserias de un periodismo que se describe a sí mismo como objetivo y profesional, a no olvidar las filiaciones inconfesables de medios que en lugar de informar se dedican a ocultar y a recordar, por ejemplo, el papel que los llamados grandes medios jugaron en sucesos como la guerra de Irak, conflicto en el cual pusieron su parte para que el gobierno de George Bush obtuviera un remedo de popularidad y un respaldo inventado.

Cierra Carmen Lira su breve presentación del profesor que no necesita presentación: de Chomsky... hemos aprendido a evitar las trampas tendidas por el sistema político y económico para cooptar a los medios, neutralizar el sentido profesional de nuestros formadores y, en última instancia, imponerle al público nociones distorsionadas. No siempre lo conseguimos, pero día tras día mantenemos la fidelidad a estos principios, inspirados en buena medida por el análisis de nuestro oficio que Noam Chomsky ha venido desarrollando.

Muchos de los asistentes han hecho fila un par de horas, pese a contar con un registro previo, pero sólo hay calma en el público que escucha: El ejercicio de esos principios éticos nos ha dado credibilidad, nos ha permitido vincularnos con el mejor lectorado del mundo, un lectorado lúcido, solidario, activo y crítico, incluso ante nuestros errores.

Del ansia de militancia a la gramática generativa

Chomsky toma la palabra. En la primera fila lo miran y escuchan sus hijas Diane y Aviva, una de ellas residente en México, donde trabaja en una fundación internacional. Funcionarios y trabajadores de La Jornada, invitados especiales del diario, están desperdigados por toda la sala. El grueso de los asistentes es, claro, de estudiantes y profesores universitarios.

En las primeras filas están, por ejemplo, varias jovencitas enviadas por su maestra de Introducción al estudio del lenguaje. Más allá anda Karla Morales, quien por estos días llena su tesis de citas de Chomsky: “Se llama La noticia como acto espectacular y es sobre cómo los medios abordaron los disturbios juveniles de 2005 en París”. A Carmen, la tía de Karla, le interesa más el Chomsky de la gramática generativa que el intelectual que denuncia las injusticias, que es el imán que trajo a José Alavez, un joven barbado que quiere estudiar antropología y admira a Enrique Dussel.

Silvia Torres, técnica académica, se coloca una palomita más en su asistencia a conferencias importantes. Es mujer mayor y hace fila con una sonrisota: Me da gusto que haya muchos jóvenes; los viejitos somos pocos.

Entre ese público juvenil está un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico Autónomo de México: Nos volamos clases para venir, dicen sin empacho.

Les gusta la transgresión a los muchachos itamitas. Vengo para entender lo que estoy estudiando (ciencia política), dice Mariana Acevedo. Y completa: Tiene ideas a veces un poco conspiradoras que se podrían aplicar. Uno de sus compañeros les echa sal a las ideas conspiradoras: Es medio socialista ¡y es gringo!

Lo que a unos parece raro para otros es motivo de empatía. Es el intelectual emblemático de mi generación, dice Armando Casas, director del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos.

Marcos Cuevas y Manuel Olguín, comerciante y estudiante de actuaría, se llevan 20 años de edad pero comparten su idea de Chomsky: Es el más importante intelectual gabacho que va contra todas las reglas; nos interesa como intelectual de izquierda porque conoce al monstruo desde dentro.

Al lado de Marcos y Manuel, quienes están a punto de entrar a la sala, tres solitarios reparten un periódico en inglés, vocean su reproche al lingüista no por su reciente visita a Hugo Chávez sino por un asunto más denso: Noam Chomsky apoya a los imperialistas en Irak, lea una crítica troskista a su literatura.

Nadie los confronta, nadie les agarra el panfleto.

De todo hay, pues, en este público de asistencia multicasual que comparte los cinco lustros de La Jornada: lo ha traído desde la obligación escolar hasta el ansia de militancia, pasando por el interés meramente académico.

Apenas suficiente para un hombre universal, como define Carmen Morales, la seguidora de la gramática generativa.

Del puesto de periódicos al MIT

Chomsky es didáctico, no un orador que inflame auditorios, ni un activista en busca de la frase de efecto. Menos el típico “orador americano”, que llena su discurso de chistes o analogías supuestamente ingeniosas para mantener la atención de su público.

Chomsky ofrece un retrato de los resortes del poder, su anatomía del imperio, pero se resiste a la respuesta fácil, y más a brindar una receta a sus oyentes. Los que han ido a foros internacionales han oído propuestas muy buenas.

El hilo conductor de su conferencia es el mundo del dominio unipolar. Desfilan de Kennedy a Obama, de Nixon a Bush, de la guerra fría a la guerra contra las drogas, para aterrizar en la más reciente fórmula de la intervención por razones humanitarias. Y al concepto de Estado fallido según del color del cristal con que se mire. ¿Estado fallido para quién? (En México) hay multimillonarios, hay gente que está muy bien. Todo mundo debe de pensar en Carlos Slim, porque hay risas y aplausos.

En las preguntas y respuestas, Chomsky habla de los casos de Posada Carriles y de los cinco cubanos presos acusados de espionaje. Juicio ridículo, farsa, suelta.

Los aplausos mayores son, sin embargo, cuando se refiere a los costos del Tratado de Libre Comercio para México y a los esfuerzos exitosos por rechazar las políticas neoliberales: No han sido regalos de Dios, sino resultado de la resistencia.

Lo dice un hombre que hizo sus primeros análisis en un puesto de periódicos de la neoyorquina calle 72, a la entrada del metro. El puesto era de su tío y ahí recibió el niño Noam los rudimentos de una educación política que hoy comparte el profesor Chomsky.

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Noam Chomsky: en la Jornada INFORMACION CONTRA DESINFORMACION

  • Fue referencia moral y línea de conducta para el grupo fundador del diario: Carmen Lira
  • Chomsky, un icono para La Jornada en la lucha por contrarrestar la desinformación
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La Sala Nezahualcóyotl, abarrotada para escuchar al prestigiado académico del MITFoto María Meléndrez Parada
Blanche Petrich

La directora general de La Jornada, Carmen Lira Saade, presentó ayer a Noam Chomsky ante un público ávido y expectante en la Sala Nezahualcóyotl, en Ciudad Universitaria. Y reconoció que el análisis chomskiano en torno a la industria mediática, que a lo largo de los años dejó al descubierto las miserias del periodismo estadunidense, que se describe a sí mismo como independiente, objetivo y profesional, fue una referencia moral y una línea de conducta para el grupo fundador de La Jornada hace 25 años.

Al organizar este proyecto periodístico, aspirábamos a romper la cáscara de uniformidad, autocensura y hegemonismo informativo de un conjunto de medios que constituían, en la práctica, un verdadero aparato propagandístico de Estado, señaló.

Queríamos romper los falsos consensos, contrastar las verdades oficiales con la verdad a secas, dar visibilidad a individuos y procesos sociales que no aparecían por ningún lado en el gran retrato del país que elaboraba la masa mediática, enredada en las redes de complicidad del régimen político.

Para conseguirlo, los fundadores del diario que nacía hace un cuarto de siglo encontraron en las tesis del académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) conceptos esclarecedores. “Desde entonces, la función principal de La Jornada ha consistido en contrarrestar la desinformación imperante, en restituir el orden ético de las prioridades nacionales, trastocado por la corrupción inveterada y por un modelo neoliberal que no conoce otro dictado que el de maximizar las ganancias a costa de lo que sea”.

Por lo anterior, expresó la directora general mientras los reflectores ya iluminaban la serena figura de Chomsky –quien, pese a ser el autor más citado en la academia estadunidense, es también uno de los escritores más censurados, tanto en los medios de su país como en Corea–, su presencia en México ha sido para nosotros el mejor regalo que podrían habernos hecho en nuestro 25 aniversario.

En otro momento de su presentación, Carmen Lira –que antes de ocupar cargos directivos fue, sobre todo y por largo tiempo, reportera– aludió a otro de los grandes del periodismo mundial, que también ha sido referente para quienes hacen este diario:

Así como aprendimos de Ryszard Kapuscinski las maneras arduas para salir a buscar la verdad entre los verdaderos protagonistas de la historia, que son las sociedades y sus integrantes, del hombre que ahora va a platicar con ustedes hemos aprendido a evitar las trampas tendidas por el sistema político-económico para cooptar a los medios, neutralizar el sentido profesional de los informadores y, en última instancia, imponer en el público nociones distorsionadas.

Después de enfatizar que una de las claves de la persistencia de nuestro periódico ha sido la fidelidad a unos principios inspirados, en buena medida, por el análisis de nuestro oficio que Noam Chomsky ha venido desarrollando, concluyó: “la lucidez y la honestidad intelectual de Chomsky están, pues, en el centro de la relación entre La Jornada y un conjunto de lectores que él llamaría ciudadanos informados, y los jornaleros se lo agradecemos siempre, jornada tras jornada”.

Entonces sí, el hombre quedó solo en el escenario de la Neza. Y empezaron dos horas de disertación y comunión con el auditorio.

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Noam Chomsky: en la Sala Nezahualcóyotl

  • Ofrece Chomsky conferencia magistral en la Sala Nezahualcóyotl
  • Guerra, drogas y política, elementos del mundo bipolar
  • Todo Estado poderoso descansa en especialistas en apologética, llamados intelectuales
Las elecciones en EU, montajes espectaculares
Asistentes a la conferencia de Noam Chomsky, realizada en la Sala Nezahualcóyotl

Blanche Petrich


¿Qué lecciones nos han dejado dos décadas de una realidad mundial unipolar?

Noam Chomsky disertó ayer por la tarde largamente sobre esta pregunta y dejó en oídos del auditorio ideas sorprendentes, en una conferencia magistral en la Sala Nezahualcóyotl, transmitida en vivo por TV Unam y 12 televisoras públicas y universitarias que se enlazaron para enviar la señal a Aguascalientes, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tlaxcala, Yucatán, Durango y Nuevo León, además de por La Jornada on line.

Ideas sorprendentes como la de Barack Obama, presidente de Estados Unidos, descrito como una mercancía con una mercadotecnia tan exitosa, que el año pasado mereció el primer lugar en campañas promocionales por parte de la industria de la publicidad. Más famoso que las computadoras Apple. Tan vendible como una pasta de dientes o un fármaco.

O la idea de que la invasión estadunidense a Panamá, en 1989, hoy apenas una nota a pie de página para muchos, fue en realidad la señal de que Wa-shington iniciaba, a través de la ficción de la guerra contra las drogas, una nueva etapa de dominación, cuando apenas habían pasado algunas semanas de la caída del Muro de Berlín.

O bien, un dato puntual, asombroso: la preocupación manifestada en 1990, en un taller de desarrollo de estrategias para América Latina en el Pentágono, de que una eventual apertura democrática en México osara desafiar a Estados Unidos. La solución propuesta fue imponer a nuestro país un tratado que lo atara de manos con las reformas neoliberales. La propuesta se materializó en el Tratado de Libre Comercio (TLC), que entró en vigor en 1994.

Así, la reseña de Chomsky de las dos últimas dos décadas llegó al momento actual, al proceso de remilitarización de América Latina con siete nuevas bases en Colombia y la reactivación de la Cuarta Flota de su armada.

Todo, para aterrizar en la visión de un continente, el nuestro, que pese a todo comienza a liberarse por sí solo de este yugo, con gobiernos que desafían las directrices de Washington, pero sobre todo con movimientos populares de masas de gran significación.

Congruente con esta importancia que Chomsky da a los procesos sociales y a su constante llamado a visibilizar a sus protagonistas, al concluir su conferencia magistral y una entrevista con TV Unam, el académico todavía tuvo fuerzas para encontrarse brevemente con Trinidad Ramírez, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, de San Salvador Atenco, esposa del preso político Ignacio del Valle, la cual agradeció al conferencista que fuera firmante de la segunda campaña por la libertad de 11 presos, le regaló su paliacate rojo y, por supuesto, también su machete.

Enseguida se reproducen las palabras de Noam Chomsky en la sala Nezahualcóyotl:

Al pensar en cuestiones internacionales, es útil tener presentes varios principios de generalidad e importancia considerables. El primero es la máxima de Tucídides: Los fuertes hacen lo que quieren, y los débiles sufren como es menester. Esto tiene un importante corolario: todo Estado poderoso descansa en especialistas en apologética, cuya tarea es mostrar que lo que hacen los fuertes es noble y justo y lo que sufren los débiles es su culpa. En el Occidente contemporáneo a estos especialistas se les llama intelectuales y, con excepciones marginales, cumplen su tarea asignada con habilidad y sentimientos de superioridad moral, pese a lo disparatado de sus alegatos. Su práctica se remonta a los orígenes de la historia de la que tenemos registro.

Los principales arquitectos

Un segundo punto, que no hay que olvidar, lo expresó Adam Smith. Él se refería a Inglaterra, la potencia más grande de su tiempo, pero sus observaciones son generalizables. Smith observaba que los principales arquitectos de políticas públicas en Inglaterra eran los comerciantes y los fabricantes, quienes se aseguraban de que sus intereses fueran bien servidos por tales políticas, por gravoso que fuera el efecto en otros –incluido el pueblo de Inglaterra– y pese a la severidad que tuvieran para quienes sufren la salvaje injusticia de los europeos en otras partes.

Smith fue una de esas raras figuras que se apartaron de la práctica normal de retratar a Inglaterra como una potencia angelical, única en la historia del mundo, dedicada sin egoísmo al bienestar de los bárbaros. Un ejemplo revelador, en estos términos exactos, es un ensayo clásico de John Stuart Mill, uno de los más decentes e inteligentes intelectuales occidentales, en el que explicaba por qué Inglaterra tenía que culminar su conquista de la India en aras de los más puros fines humanitarios. Lo escribió justo en el momento de mayores atrocidades de Inglaterra en la India, cuando el verdadero fin de una mayor conquista era permitir a Inglaterra apoderarse del monopolio del opio y establecer la más extraordinaria empresa de narcotráfico en la historia mundial, y así obligar a China, con lanchas cañoneras y venenos, a aceptar las mercancías de fabricación británicas, que China no quería.

La plegaria de Mill es la norma cultural. La máxima de Smith es la norma histórica.

Hoy, los principales arquitectos de las políticas públicas no son los comerciantes y los fabricantes, sino las instituciones financieras y las corporaciones trasnacionales.

Una refinada versión actual de la máxima de Smith es la teoría de la inversión en política, desarrollada por el economista político Thomas Ferguson, la cual considera que las elecciones son la ocasión para que grupos de inversionistas se unan con el fin de controlar el Estado, en esencia comprando las elecciones.

Como muestra Ferguson, esta teoría es un mecanismo muy bueno para predecir políticas públicas durante un periodo largo.

Entonces, para lo ocurrido en 2008 debimos haber anticipado que los intereses de las industrias financieras tendrían prioridad para el gobierno de Obama. Fueron sus principales provedoras de fondos y se inclinaron mucho más por Obama que por McCain. Y así resultó ser. El semanario de negocios Business Week se ufana ahora de que la industria de las aseguradoras ganó la batalla por la atención a la salud, y de que las instituciones financieras que crearon la crisis actual emergen incólumes y aun fortalecidas, tras un enorme rescate público –lo que acomoda el escenario para la siguiente crisis–, apuntan los editores. Y añaden que otras corporaciones aprendieron valiosas lecciones de estos triunfos y ahora organizan grandes campañas para frenar la aprobación de cualquier medida relacionada con energía y conservación (por suave que sea), con pleno conocimiento de que frenar esas medidas negará a sus nietos cualquier posibilidad de supervivencia decente. Por supuesto, no es que sean malas personas, ni son ignorantes. Ocurre que las decisiones son imperativos institucionales. Quienes deciden no seguir las reglas son excluidos, a veces en formas muy notables.

Las elecciones en Estados Unidos son montajes espectaculares (extravaganzas), conducidos por la enorme industria de las relaciones públicas que floreció hace un siglo en los países más libres del mundo, Inglaterra y Estados Unidos, donde las luchas populares habían ganado la suficiente libertad para que el público ya no tan fácilmente fuera controlado por la fuerza. Entonces, los arquitectos de las políticas públicas se dieron cuenta de que iba a ser necesario controlar las actitudes y las opiniones. Uno de los elementos de la tarea era controlar las elecciones.

Estados Unidos no es una democracia guiada como Irán, donde los candidatos requieren la aprobación de los clérigos imperantes. En sociedades libres, como Estados Unidos, son las concentraciones de capital las que aprueban candidatos y, entre quienes pasan por el filtro, los resultados terminan casi siempre determinados por los gastos de campaña.

Los operadores políticos están siempre muy conscientes de que con frecuencia el público disiente profundamente, en algunos puntos, de los arquitectos de las políticas públicas. Entonces, las campañas electorales evitan ahondar en cualquier punto y favorecen las consignas, las florituras de oratoria, las personalidades y el chismorreo. Cada año la industria de la publicidad otorga un premio a la mejor campaña promocional del año. En 2008 el premio se lo llevó la campaña de Obama, derrotando incluso a las computadoras Apple. Los ejecutivos estaban eufóricos. Se ufanaban abiertamente de que éste era su éxito más grande desde que comenzaron a promocionar candidatos cual si fueran pasta de dientes o fármacos que asocian con estilos de vida, técnicas que cobraron fuerza durante el periodo neoliberal, primero que nada con Reagan.

En los cursos de economía, uno aprende que los mercados se basan en consumidores informados que eligen racionalmente sus opciones. Pero quien mire un anuncio de televisión sabe que las empresas destinan enormes recursos a crear consumidores uniformados que eligen irracionalmente sus opciones. Los mismos dispositivos utilizados para derruir mercados se adaptan al objetivo de socavar la democracia, creando votantes desinformados que tomarán decisiones irracionales a partir de una limitada serie de opciones compatibles con los intereses de los dos partidos, que a lo sumo son facciones competidoras de un solo partido empresarial.

Tanto en el mundo de los negocios como en el político, los arquitectos de las políticas públicas son constantemente hostiles con los mercados y con la democracia, excepto cuando buscan ventajas temporales. Por supuesto, la retórica puede decir otra cosa, pero los hechos son bastante claros.

La máxima de Adam Smith tiene algunas excepciones, que son muy instructivas. Un ejemplo contemporáneo importante son las políticas de Washington hacia Cuba desde que ésta obtuvo su independencia, hace 50 años. Estados Unidos es una sociedad que goza de una libertad poco común, así que contamos con buen acceso a los registros internos que revelan el pensamiento y los planes de los arquitectos de las políticas públicas. A los pocos meses de la independencia de Cuba, el gobierno de Eisenhower formuló planes secretos para derrocar al régimen e inició programas de guerra económica y de terrorismo, cuya escala fue aumentada bruscamente por Kennedy, y que continúan en varias formas hasta nuestros días. Desde el inicio, la intención explícita fue castigar lo suficiente al pueblo cubano para que derrocara al régimen criminal. Su crimen era haber logrado desafiar políticas estadunidenses que databan de la década de 1820, cuando la doctrina Monroe declaró la intención estadunidense de dominar el hemisferio occidental sin tolerar interferencia alguna de fuera ni de dentro.

Aunque las políticas bipartidistas hacia Cuba concuerdan con la máxima de Tucídides, entran en conflicto con el principio de Adam Smith, y como tales nos brindan una mirada especial sobre cómo se configuran las políticas. Durante décadas, el pueblo estadunidense ha favorecido la normalización de relaciones con Cuba. Desatender la voluntad de la población es normal, pero en este caso es más interesante que sectores poderosos del mundo de los negocios favorezcan también la normalización: las agroempresas, las corporaciones farmacéuticas y de energía, y otros que comúnmente fijan los marcos de trabajo básicos para la construcción de políticas. En este caso sus intereses son atropellados por un principio de los asuntos internacionales que no recibe el reconocimiento apropiado en los tratados académicos en la materia: podríamos llamarlo el principio de la Mafia. El Padrino no tolera que nadie lo desafíe y se salga con la suya, ni siquiera el pequeño tendero que no puede pagarle protección. Es muy peligroso. Debe, por tanto, erradicarse brutalmente, de tal modo que otros entiendan que desobedecer no es opción. Que alguien logre desafiar al Amo puede volverse un virus que disemine el contagio, por tomar prestado el término usado por Kissinger cuando se preparaba a derrocar el gobierno de Allende.

Ésa ha sido una doctrina principal en la política exterior estadunidense durante el periodo de su dominio global y, por supuesto, tiene muchos precedentes. Otro ejemplo, que no tengo tiempo de revisar aquí, es la política estadunidense hacia Irán a partir de 1979.

Tomó su tiempo cumplir los objetivos plasmados en la doctrina Monroe, y algunos de éstos siguen topándose con muchos impedimentos. El fin último perdura y es incuestionable. Adquirió mucho mayor significación cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en una potencia global dominante y desplazó a su rival británico. La justificación se ha analizado con lucidez.

Por ejemplo, cuando Wa-shington se preparaba para derrocar al gobierno de Allende, el Consejo de Seguridad Nacional puntualizó que si Estados Unidos no lograba controlar América Latina, no podría esperar consolidar un orden en ninguna parte del mundo, es decir, imponer con eficacia su dominio sobre el planeta. La credibilidad de la Casa Blanca se vería socavada, como lo expresó Henry Kissinger. Otros también podrían intentar salirse con la suya en el desafío si el virus chileno no era destruido antes de que diseminara el contagio. Por tanto, la democracia parlamentaria en Chile tuvo que irse, y así ocurrió el primer 11 de septiembre, en 1973, que está borrado de la historia en Occidente, aunque en términos de consecuencias para Chile y más allá sobrepase, por mucho, los terribles crímenes del 11 de septiembre de 2001.

Aunque las máximas de Tucídides y Smith, y el principio de la Mafia, no dan cuenta de todas las decisiones de política exterior, cubren una gama bastante amplia, como también lo hace el corolario referente al papel de los intelectuales. No son el final de la sabiduría, pero se encaminan a él.

Con el contexto proporcionado hasta el momento, miremos el momento unipolar, que es el tópico de gran cantidad de discusiones académicas y populares desde que se colapsó la Unión Soviética, hace 20 años, dejando a Estados Unidos como la única superpotencia global en vez de ser sólo la primera superpotencia, como antes. Aprendemos mucho acerca de la naturaleza de la guerra fría, y del desarrollo de los acontecimientos desde entonces, mirando cómo reacciona Washington a la desaparición de su enemigo global, esa conspiración monolítica y despiadada para apoderarse del mundo, como la describía Kennedy.

Unas semanas después de la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos invadió Panamá. El propósito era secuestrar a un delincuente menor, que fue llevado a Florida y sentenciado por crímenes que había cometido, en gran medida, mientras cobraba en la CIA. De valioso amigo se convirtió en demonio malvado por intentar adoptar una actitud desafiante y salirse con la suya, al andarse con pies de plomo en el apoyo a las guerras terroristas de Reagan en Nicaragua.

La invasión mató a varios miles de personas pobres en Panamá, según fuentes panameñas, y reinstauró el dominio de los banqueros y narcotraficantes ligados a Estados Unidos. Fue apenas algo más que una nota de pie de página en la historia, pero en algunos aspectos rompió la tendencia. Uno de ellos fue que se hizo necesario contar con un nuevo pretexto, y éste llegó rápido: la amenaza de narcotraficantes de origen latino que buscan destruir a Estados Unidos. Richard Nixon ya había declarado la guerra contra las drogas, pero ésta asumió un nuevo y significativo papel durante el momento unipolar.

Sofisticación tecnológica en el tercer mundo

La necesidad de un nuevo pretexto guió también la reacción oficial en Washington ante el colapso de la superpotencia enemiga. El gobierno de Bush padre trazó el nuevo rumbo a los pocos meses: en resumidas cuentas, todo se mantendrá bastante igual, pero tendremos nuevos pretextos. Todavía requerimos de un enorme sistema militar, pero ahora hay un nuevo justificante: la sofisticación tecnológica de las potencias del tercer mundo. Tenemos que mantener la base industrial de defensa, eufemismo para describir la industria de alta tecnología apoyada por el Estado. Debemos mantener fuerzas de intervención dirigidas a las regiones ricas en energéticos de Medio Oriente, donde no haríamos responsable al Kremlin de las amenazas significativas a nuestros intereses, a diferencia de las décadas de engaño cuando eso ocurría.

Todo lo anterior pasó muy en silencio, apenas si se notó. Pero para quienes confían en entender el mundo, es bastante ilustrativo.

Como pretexto para una intervención, fue útil invocar una guerra a las drogas, pero como pretexto es muy estrecho. Se necesitaba uno de más arrastre. Rápidamente las elites se volcaron a la tarea y cumplieron su misión. Declararon una revolución normativa que confería a Estados Unidos el derecho a una intervención por razones humanitarias escogida por definición, por la más noble de las razones.

Para expresarlo con sutileza, ni las víctimas tradicionales se inmutaron. Las conferencias de alto nivel en el Sur global condenaron con amargura “el así llamado ‘derecho’ a una intervención humanitaria”. Era necesario un refinamiento adicional, por lo que se diseñó el concepto de responsabilidad de proteger. Quienes prestan atención a la historia no se sorprenderán al descubrir que las potencias occidentales ejercen su responsabilidad de proteger de modo muy selectivo, en adherencia estricta a las tres máximas descritas. Los hechos perturban de tan obvios, y requieren considerable agilidad de las clases intelectuales: otra reveladora historia que debo dejar de lado.

Conforme el momento unipolar se iluminó, otra cuestión que se puso al frente fue el destino de la OTAN. La justificación tradicional para la organización era la defensa contra las agresiones soviéticas. Al desaparecer la Unión Soviética se evaporó el pretexto. Las almas ingenuas, que tienen fe en las doctrinas del momento, habrían esperado que la OTAN desapareciera también; por el contrario, se expandió con rapidez. Los detalles revelan mucho acerca de la guerra fría y de lo que siguió. A nivel más general revelan cómo se forman y ejecutan las políticas de los estados.

A medida que se colapsó la Unión Soviética, Mijail Gorbachov hizo una pasmosa concesión: permitió que una Alemania unificada se uniera a una alianza militar hostil encabezada por la superpotencia global, pese a que Alemania por sí sola casi había destruido Rusia en dos ocasiones durante el siglo XX. Sin embargo, fue un quid pro quo, un esto por aquello, una reciprocidad. El gobierno de Bush prometió a Gorbachov que la OTAN no se extendería a Alemania oriental, y que desde luego no llegaría más al oriente. También le aseguró al mandatario soviético que la organización se transformaría en un ente más político. Gorbachov propuso también una zona libre de armas nucleares desde el Ártico al Mar Negro, un paso hacia una zona de paz que eliminara cualquier amenaza a Europa occidental u oriental. Tal propuesta se pasó por alto sin consideración alguna.

Poco después llegó Bill Clinton al cargo. Muy pronto se desvanecieron los compromisos de Washington. No es necesario abundar sobre la promesa de que la OTAN se convertiría en un ente más político. Clinton expandió la organización hacia el este, y Bush fue más allá. En apariencia Barack Obama intenta continuar la expansión.

Un día antes del primer viaje de Barack Obama a Rusia, su asistente especial en Seguridad Nacional y Asuntos Eurasiáticos informó a la prensa: No vamos a dar seguridades a los rusos, ni a darles ni intercambiar nada con ellos respecto de la expansión de la OTAN o la defensa con misiles.

Se refería a los programas de defensa con misiles estadunidenses en Europa oriental y a la posibilidad de convertir en miembros de la OTAN a dos vecinos de Rusia, Ucrania y Georgia. Ambos pasos eran vistos por los analistas occidentales como serias amenazas a la seguridad rusa, por lo que, de igual modo, podían inflamar las tensiones internacionales.

Ahora, la jurisdicción de la OTAN es todavía más amplia. El asesor de Seguridad Nacional de Obama, el comandante de Marina James Jones, hace llamados a que la organización se amplíe al sur y también al este, de modo que se refuerce el control estadunidense sobre las reservas energéticas de Medio Oriente. El general Jones también aboga por una fuerza de respuesta de OTAN, que confiera a la alianza militar encabezada por Estados Unidos mucho mayor capacidad y flexibilidad para efectuar acciones con rapidez y en distancias muy largas, objetivo que ahora Washington se empeña en lograr en Afganistán.

El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, informó a la conferencia de la organización que las tropas de la alianza tienen que custodiar los ductos de crudo y gas que van directamente a Occidente y, de modo más general, proteger las rutas marinas utilizadas por los buques cisternas y otras cruciales infraestructuras del sistema energético. Dicha decisión expresa de forma más explícita las políticas posteriores a la guerra fría: remodelar la OTAN para volverla una fuerza de intervención global encabezada por Estados Unidos, cuya preocupación especial sea el control de los energéticos. Supuestamente, la tarea incluye la protección de un ducto de 7 mil 600 millones de dólares que conduciría gas natural de Turkmenistán a Pakistán e India, pasando por la provincia de Kandahar, en Afganistán, donde están desplegadas las tropas canadienses. La meta es bloquear la posibilidad de que un ducto alterno brinde a Pakistán e India gas procedente de Irán, y disminuir la dominación rusa de las exportaciones energéticas de Asia central, según informó la prensa canadiense, bosquejando con realismo algunos de los contornos del nuevo gran juego en el que la fuerza de intervención internacional encabezada por Estados Unidos va a ser un jugador principal.
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El lingüista Noam Chomsky, crítico del imperialismo, disertó ayer en Ciudad UniversitariaFoto Marco Peláez
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Largas filas en torno a la Sala Nezahualcóyotl, en el Centro Cultural UniversitarioFoto María Meléndrez Parada

Desde los primeros días posteriores a la guerra fría, se entendía que Europa occidental podría optar por un curso independiente, tal vez con una visión gaullista de Europa, del Atlántico a los Urales. En este caso el problema no es un virus que pueda diseminar el contagio, sino una pandemia que podría desmantelar todo el sistema de control global. Se supone que, al menos en parte, la OTAN intenta contrarrestar esa seria amenaza. La expansión actual de la alianza, y los ambiciosos objetivos de la nueva organización, dan nuevo empuje a esos fines.

Los acontecimientos continúan atravesando el momento unipolar, adhiriéndose bien a los principios que rigen los asuntos internacionales. Más en específico, las políticas se conforman muy cerca de las doctrinas del orden mundial formuladas por los planificadores estadunidenses de alto nivel durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1939, reconocieron que, fuera cual fuese el resultado de la guerra, Estados Unidos se convertiría en una potencia global y desplazaría a Gran Bretaña. En concordancia, desarrollaron planes para que Estados Unidos ejerciera control sobre una porción sustancial del planeta. Esta gran área, como le llaman, habría de comprender por lo menos el hemisferio occidental, el antiguo imperio británico, el Lejano Oriente y los recursos energéticos de Asia occidental. En esta gran área, Estados Unidos habría de mantener un poder incuestionable, una supremacía militar y económica, y actuaría para garantizar los límites de cualquier ejercicio de soberanía por parte de estados que pudieran interferir con sus designios globales. Al principio los planificadores pensaron que Alemania predominaría en Europa, pero conforme Rusia comenzó a demoler la Wermacht (las fuerzas armadas nazis), la visión se hizo más y más expansiva, y se buscó que la gran área incorporara la mayor extensión de Eurasia que fuera posible, por lo menos Europa occidental, el corazón económico de Eurasia.

Se desarrollaron planes detallados y racionales para la organización global, y a cada región se le asignó lo que se le llamó su función. Al Sur en general se le asignó un papel de servicio: proporcionar recursos, mano de obra barata, mercados, oportunidades de inversión y más tarde otros servicios, tales como recibir la exportación de desperdicios y contaminación. En ese entonces, Estados Unidos no estaba tan interesado en África, así que la pasó a Europa para que explotara su reconstrucción a partir de la destrucción de la guerra. Uno podría imaginar relaciones diferentes entre África y Europa a la luz de la historia, pero no se tuvieron en cuenta. En contraste, se reconoció que las reservas de petróleo de Medio Oriente eran una estupenda fuente de poder estratégico y uno de los premios materiales más grandes en la historia del mundo: la más importante de las áreas estratégicas del mundo, para ponerlo en palabras de Eisenhower. Y los planificadores se daban cuenta de que el control del crudo de Medio Oriente proporcionaría a Estados Unidos el control sustancial del mundo.

Quienes consideran significativas las continuidades de la historia tal vez recuerden que los planificadores de Truman hacían eco de las doctrinas de los demócratas jacksonianos al momento de la anexión de Texas y de la conquista de medio México, un siglo antes. Tales predecesores anticiparon que las conquistas proporcionarían a Estados Unidos un virtual monopolio del algodón, el combustible de la primera revolución industrial: Ese monopolio, ahora asegurado, pone a todas las naciones a nuestros pies, declaró el presidente Tyler. En esa forma, Estados Unidos podría esquivar el disuasivo británico, el mayor problema de esa época, y ganar influencia internacional sin precedente.

Concepciones semejantes guiaron a Washington en su política petrolera. De acuerdo con ella –explicaba el Consejo de Seguridad Nacional de Eisenhower–, Estados Unidos debe respaldar regímenes rudos y brutales y bloquear la democracia y el desarrollo, aunque eso provoque una campaña de odio contra nosotros, como observó el presidente Eisenhower 50 años antes de que George W. Bush preguntara en tono plañidero por qué nos odian y concluyera que debía ser porque odiaban nuestra libertad.

Con respecto a América Latina, los planificadores posteriores a la Segunda Guerra Mundial concluyeron que la primera amenaza a los intereses estadunidenses la representan los regímenes radicales y nacionalistas que apelan a las masas de población y buscan satisfacer la demanda popular de mejoramiento inmediato de los bajos estándares de vida de las masas y el desarrollo a favor de las necesidades internas del país. Estas tendencias entran en conflicto con las demanda de un clima económico y político que propicie la inversión privada, con la adecuada repatriación de las ganancias y la protección de nuestras materias primas. Gran parte de la historia subsiguiente fluye de estas concepciones que nadie cuestiona.

TLC, cura recomendada

En el caso especial de México, el taller de desarrollo de estrategias para América Latina, celebrado en el Pentágono en 1990, halló que las relaciones Estados Unidos-México eran extraordinariamente positivas, y que no las perturbaba ni el robo de elecciones, ni la violencia de Estado, ni la tortura o el escandaloso trato dado o obreros y campesinos, ni otros detalles menores. Los participantes en el taller sí vieron una nube en el horizonte: la amenaza de “una ‘apertura a la democracia’ en México”, la cual, temían, podría poner en el cargo a un gobierno más interesado en desafiar a Estados Unidos sobre bases económicas y nacionalistas. La cura recomendada fue un tratado Estados Unidos-México que encerrara al vecino en su interior y proponerle las reformas neoliberales de la década de 1980, que ataran de manos a los actuales y futuros gobiernos mexicanos en materia de políticas económicas.

En resumen, el TLCAN, impuesto puntualmente por el Poder Ejecutivo en oposición a la voluntad popular.

Y al momento en que el TLCAN entraba en vigor, en 1994, el presidente Clinton instituía también la Operación Guardián, que militarizó la frontera mexicana. Él la explicó así: no entregaremos nuestras fronteras a quienes desean explotar nuestra historia de compasión y justicia. No mencionó nada acerca de la compasión y la justicia que inspiraron la imposición de tales fronteras, ni explicó cómo el gran sacerdote de la globalización neoliberal entendía la observación de Adam Smith de que la libre circulación de mano de obra es la piedra fundacional del libre comercio.

La elección del tiempo para implantar la Operación Guardián no fue para nada accidental. Los analistas racionales anticiparon que abrir México a una avalancha de exportaciones agroindustriales altamente subsidiadas tarde o temprano socavaría la agricultura mexicana, y que las empresas mexicanas no aguantarían la competencia con las enormes corporaciones apoyadas por el Estado que, conforme al tratado, deberían operar libremente en México. Una consecuencia probable sería la huída de muchas personas a Estados Unidos junto con quienes huyen de los países de Centroamérica, arrasados por el terrorismo reaganita. La militarización de la frontera fue un remedio natural.

Las actitudes populares hacia quienes huyen de sus países –conocidos como extranjeros ilegales– son complejas. Prestan servicios valiosos en su calidad de mano de obra superbarata y fácilmente explotable. En Estados Unidos las agroempresas, la construcción y otras industrias descansan sustancialmente en ellos, y ellos contribuyen a la riqueza de las comunidades en que residen. Por otra parte, despiertan tradicionales sentimientos antimigrantes, persistente y extraño rasgo en esta sociedad de migrantes que arrastra una historia de vergonzoso trato hacia ellos. Hace pocas semanas, los hermanos Kennedy fueron vitoreados como héroes estadunidenses. Pero a fines del siglo XIX los letreros de ni perros ni irlandeses no los habrían dejado entrar a los restaurantes de Boston. Hoy los emprendedores asiáticos son una fulgurante innovación en el sector de alta tecnología. Hace un siglo, acciones racistas de exclusión impedían el acceso de asiáticos, porque se les consideraba amenazas a la pureza de la sociedad estadunidense.

Sean cuales fueren la historia y las realidades económicas, los inmigrantes han sido siempre percibidos por los pobres y los trabajadores como una amenaza a sus empleos, sus modos de vida y su subsistencia. Es importante tener en cuenta que la gente que hoy protesta con furia ha recibido agravios reales. Es víctima de los programas de manejo financiero de la economía y de globalización neoliberal, diseñados para transferir la producción hacia fuera y poner a los trabajadores a competir unos con otros a escala mundial, bajando los salarios y las prestaciones, mientras se protege de las fuerzas del mercado a los profesionales con estudios. Los efectos han sido severos desde los años de Reagan, y con frecuencia se manifiestan de modos feos y extremos, como muestran las primeras planas de los diarios en los días que corren. Los dos partidos políticos compiten por ver cuál de ellos puede proclamar en forma más ferviente su dedicación a la sádica doctrina de que se debe negar la atención a la salud a los extranjeros ilegales. Su postura es consistente con el principio, establecido por la Suprema Corte, de que, de acuerdo con la ley, esas criaturas no son personas, y por tanto no son sujetos de los derechos concedidos a las personas. En este mismo momento la Suprema Corte considera la cuestión de si las corporaciones deben poder comprar elecciones abiertamente en lugar de hacerlo de modos más indirectos: asunto constitucional complejo, porque las cortes han determinado que, a diferencia de los inmigrantes indocumentados, las corporaciones son personas reales, de acuerdo con la ley, y así, de hecho, tienen derechos que rebasan los de las personas de carne y hueso, incluidos los derechos consagrados por los tan mal nombrados acuerdos de libre comercio. Estas reveladoras coincidencias no me provocan comentario alguno. La ley es en verdad un asunto solemne y majestuoso.

El espectro de la planificación es estrecho, pero permite alguna variación. El gobierno de Bush II fue tan lejos, que llegó al extremo del militarismo agresivo y ejerció un arrogante desprecio, inclusive hacia sus aliados. Fue condenado duramente por estas prácticas, aun dentro de las corrientes principales de opinión. El segundo periodo de Bush fue más moderado. Algunas de sus figuras más extremistas fueron expulsadas: Rumsfeld, Wolfowitz, Douglas Feith y otros. A Cheney no lo pudieron quitar porque él era la administración. Las políticas comenzaron a retornar más hacia la norma. Al llegar Obama al cargo, Condoleeza Rice predecía que seguiría las políticas del segundo periodo de Bush, y eso es en gran medida lo que ha ocurrido, más allá del estilo retórico diferente, que parece haber encantado a buena parte del mundo… tal vez por el descanso que significa que Bush se haya ido.

En el punto más candente de la crisis de los misiles cubanos, un asesor de alto rango del gobierno de Kennedy expresó muy bien algo que hoy es una diferencia básica entre George Bush y Barack Obama. Los planificadores de Kennedy tomaban decisiones que literalmente amenazaban a Gran Bretaña con la aniquilación, pero sin informar a los británicos.

En ese punto, el asesor definió la relación especial con el Reino Unido. “Gran Bretaña –dijo– es nuestro teniente”; el término más de moda hoy sería socio. Gran Bretaña, por supuesto, prefiere el término en boga. Bush y sus cohortes se dirigían al mundo tratando a todos como nuestros tenientes. Así, al anunciar la invasión de Irak, informaron a Naciones Unidas que podía obedecer las órdenes estadunidenses, o volverse irrelevante. Es natural que una desvergonzada arrogancia así levante hostilidades.

Obama adopta un curso de acción diferente. Con afabilidad saluda a los líderes y pueblos del mundo como socios y únicamente en privado continúa tratándolos como tenientes, como subordinados. Los líderes extranjeros prefieren con mucho esta postura, y el público en ocasiones queda hipnotizado por ella. Pero es sabio atender a los hechos, y no a la retórica o a las conductas agradables. Porque es común que los hechos cuenten una historia diferente. En este caso también.

Tecnología de la destrucción

El actual sistema mundial permanece unipolar en una sola dimensión: el ámbito de la fuerza. Estados Unidos gasta casi lo mismo que el resto del mundo junto en fuerza militar, y está mucho más avanzado en la tecnología de la destrucción. Está solo también en la posesión de cientos de bases militares por todo el mundo, y en la ocupación de dos países situados en cruciales regiones productoras de energéticos. En estas regiones está estableciendo, además, enormes megaembajadas; cada una de ellas es en realidad es una ciudad dentro de otra: clara indicación de futuras intenciones. En Bagdad se calcula que los costos de la megaembajada asciendan de mil 500 millones de dólares este año a mil 800 millones en los años venideros. Se desconocen los costos de sus contrapartes en Pakistán y Afganistán, como también se desconoce el destino de las enormes bases militares que Estados Unidos instaló en Irak.

El sistema global de bases se comienza a extender ahora por América Latina. Estados Unidos ha sido expulsado de sus bases en Sudamérica; el caso más reciente es el de la base de Manta, en Ecuador, pero recientemente logró arreglos para utilizar siete nuevas bases militares en Colombia, y se supone que intenta mantener la base de Palmerola, en Honduras, que jugó un papel central en las guerras terroristas de Reagan. La Cuarta Flota estadunidense, desbandada en los años 50 del siglo XX, fue reactivada en 2008, poco después de la invasión colombiana a Ecuador. Su responsabilidad cubre el Caribe, Centro y Sudamérica, y las aguas circundantes. La Marina incluye, entre sus variadas operaciones, acciones contra el tráfico ilícito, maniobras simuladas de cooperación en seguridad, interacciones ejército-ejército y entrenamiento bilateral y multilateral. Es entendible que la reactivación de la flota provoque protestas y preocupación de gobiernos como el de Brasil, el de Venezuela y otros.

La preocupación de los sudamericanos se ha incrementado por un documento de abril de 2009, producido por el comando de movilidad aérea estadunidense (US Air Mobility Command), que propone que la base de Palanquero, en Colombia, pueda convertirse en el sitio de seguridad cooperativa desde el cual puedan ejecutarse operaciones de movilidad. El informe anota que, desde Palanquero, casi medio continente puede ser cubierto con un C-17 (un aerotransporte militar) sin recargar combustible. Esto podría formar parte de una estrategia global en ruta, que ayude a lograr una estrategia regional de combate y con la movilidad de los trayectos hacia África. Por ahora, la estrategia para situar la base en Palanquero debe ser suficiente para fijar el alcance de la movilidad aérea en el continente sudamericano, concluye el documento, pero prosigue explorando opciones para extender el sistema a África con bases adicionales, todo como parte de un sistema global de vigilancia, control e intervención.

Estos planes forman parte de una política más general de militarización de América Latina. El entrenamiento de oficiales latinoamericanos se ha incrementado abruptamente en los últimos 10 años, mucho más allá de los niveles de la guerra fría.

La policía es entrenada en tácticas de infantería ligera. Su misión es combatir pandillas de jóvenes y populismo radical, término este último que debe de entenderse muy bien en América Latina.

El pretexto es la guerra contra las drogas, pero es difícil tomar eso muy en serio, aun si aceptáramos la extraordinaria suposición de que Estados Unidos tiene derecho a encabezar una guerra en tierras extranjeras. Las razones son bien conocidas, y fueron expresadas una vez más a fines de febrero por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, encabezada por los ex presidentes Cardoso, Zedillo y Gaviria. Su informe concluye que la guerra al narcotráfico ha sido un fracaso total y demanda un drástico cambio de política, que se aleje de las medidas de fuerza en los ámbitos interno y externo e intente medidas menos costosas y más efectivas.

Los estudios llevados a cabo por el gobierno estadunidense, y otras investigaciones, han mostrado que la forma más efectiva y menos costosa de controlar el uso de drogas es la prevención, el tratamiento y la educación. Han mostrado además que los métodos más costosos y menos eficaces son las operaciones fuera del propio país, tales como las fumigaciones y la persecución violenta. El hecho de que se privilegien consistentemente los métodos menos eficaces y más costosos sobre los mejores es suficiente para mostrarnos que los objetivos de la guerra contra las drogas no son los que se anuncian. Para determinar los objetivos reales, podemos adoptar el principio jurídico de que las consecuencias previsibles constituyen prueba de la intención. Y las consecuencias no son oscuras: subyace en los programas una contrainsurgencia en el extranjero y una forma de limpieza social en lo interno, enviando enormes números de personas superfluas, casi todas hombres negros, a las penitenciarías, fenómeno que condujo ya a la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, por mucho, desde que se iniciaron los programas, hace 30 años.

Aunque el mundo es unipolar en la dimensión militar, no siempre ha sido así en la dimensión económica. A principios de la década de 1970, el mundo se había vuelto económicamente tripolar, con centros comparables en Norteamérica, Europa y el noreste asiático. Ahora la economía global se ha vuelto aún más diversa, en particular tras el rápido crecimiento de las economías asiáticas que desafiaron las reglas del neoliberal Consenso de Washington.

También América Latina comienza a liberarse por sí sola de este yugo. Los esfuerzos estadunidenses por militarizarla son una respuesta a estos procesos, particularmente en Sudamérica, la cual por vez primera desde las conquistas europeas comienza a enfrentar los problemas fundamentales que han plagado el continente. He ahí el inicio de movimientos encaminados a la integración de países que tradicionalmente se orientaban hacia Occidente, no uno hacia el otro, y también un impulso por diversificar las relaciones económicas y otras relaciones internacionales. Están también, por último, algunos esfuerzos serios por dar respuesta a la patología latinoamericana de que son los estrechos sectores acaudalados los que gobiernan en medio de un mar de miseria, quedando los ricos libres de responsabilidades, excepto la de enriquecerse a sí mismos. Esto último es muy diferente de Asia oriental, como se puede medir observando la fuga de capitales. En Asia oriental tales fugas se han controlado con mucha fuerza. En Corea del Sur, por ejemplo, durante su periodo de rápido crecimiento, la exportación de capitales podía acarrear la pena de muerte.

Estos procesos en América Latina, en ocasiones encabezados por impresionantes movimientos populares de masas, son de gran significación. No es sorpresivo que provoquen amargas reacciones entre las elites tradicionales, respaldadas por la superpotencia hemisférica. Las barreras son formidables, pero, si logran remontarse, los resultados van a cambiar en forma significativa el curso de la historia latinoamericana, y sus impactos más allá de ella no serán pequeños.

Traducción: Ramón Vera Herrera

kikka-roja.blogspot.com/

lunes, 21 de septiembre de 2009

Noam Chomsky: América Latina es el lugar más estimulante del mundo: Hay una resistencia real al imperio

  • Hay una resistencia real al imperio; no existen muchos sitios de los que pueda decirse lo mismo
  • América Latina es el lugar más estimulante del mundo: Chomsky
  • La esperanza del cambio anunciada por Barack Obama es sólo una ilusión, considera el escritor
David Brooks, Hermann Bellinghausen y Luis Hernández

América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo, dice Noam Chomsky. Hay aquí una resistencia real al imperio; no existen muchas regiones de las que pueda afirmarse lo mismo.

Entrevistado por La Jornada, uno de los intelectuales disidentes más relevantes de nuestros tiempos señala que la esperanza en el cambio anunciada por Barack Obama es una ilusión, ya que son las instituciones y no los individuos los que determinan el rumbo de la política. A lo sumo, lo que el mandatario representa es un giro desde la extrema derecha al centro de la política tradicional estadunidense.

Presente en México para celebrar los 25 años de La Jornada, el autor de más cien libros, el lingüista, crítico antimperialista, analista del papel que desempeñan los medios de comunicación en la manufactura del consenso, explica cómo la guerra a las drogas se inició en Estados Unidos como parte de una ofensiva conservadora contra la revolución cultural y la oposición a la invasión de Vietnam.

A continuación, presentamos la transcripción completa de sus declaraciones.

América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo. Por primera vez en 500 años hay movimientos hacia una verdadera independencia y separación del mundo imperial; se están integrando países que históricamente han estado separados. Esta integración es un prerrequisito para la independencia. Históricamente, Estados Unidos ha derrocado un gobierno tras otro; ahora ya no puede hacerlo.

Brasil es un ejemplo interesante. Hacia principios de los 60, los programas de (Joao) Goulart no eran tan diferentes de los de (Luiz Inacio) Lula. En aquel caso, el gobierno de (John F.) Kennedy organizó un golpe de Estado militar. Así, el Estado de seguridad nacional se propagó por toda la región como una plaga. Hoy día Lula es el muchacho bueno, al que están tratando de cultivar, en reacción a los gobiernos más militantes en la región. En Estados Unidos no publican los comentarios de Lula favorables a (Hugo) Chávez o a Evo Morales. Los silencian porque no son el modelo.

Hay un movimiento hacia la unificación regional: se empiezan a formar instituciones que, aunque no funcionan del todo, comienzan a existir. Es el caso de Mercosur y Unasur.

Otro caso notable en la región es el de Bolivia. Después del referendo hubo una gran victoria, y también una sublevación bastante violenta en las provincias de la Media Luna, donde están los gobernadores tradicionales, blancos. Un par de docenas de personas murieron. Hubo una reunión regional en Santiago de Chile donde se expresó un gran apoyo a Morales y una firme condena a la violencia, y Morales respondió con una declaración importante. Dijo que era la primera vez en la historia de América Latina, desde la conquista europea, en que los pueblos habían tomado el destino de sus países en sus propias manos sin el control de un poder extranjero, o sea Washington. Esa declaración no fue publicada en Estados Unidos.

Centroamérica está traumatizada por el terror reaganiano. No es mucho lo que sucede allí. Estados Unidos sigue tolerando el golpe militar en Honduras, aunque es significativo que no lo pueda apoyar abiertamente.

Otro cambio, aunque atropellado, es la superación de la patología real en América Latina, probablemente la región más desigual del mundo. Es una región muy rica, siempre gobernada por una pequeña elite europeizada, que no asume ninguna responsabilidad con el resto de sus respectivos países. Se puede ver en cosas muy simples, como el flujo internacional de capital y bienes. En América Latina la fuga de capitales es casi igual a la de la deuda. El contraste con Asia oriental es muy impactante. Aquella región, mucho más pobre, ha tenido mucho más desarrollo económico sustantivo, y los ricos están bajo control. No hay fuga de capitales; en Corea del Sur, por ejemplo, se castiga con la pena de muerte. El desarrollo económico allá es relativamente igualitario.

Control debilitado

Había dos formas tradicionales con las que Estados Unidos controlaba América Latina. Una era el uso de la violencia; la otra, el estrangulamiento económico. Ambas han sido debilitadas.

Los controles económicos son ahora más débiles. Varios países se han liberado del Fondo Monetario Internacional a través de la colaboración. También se han diversificado acciones entre el sur, en lo que la relación de Brasil con Sudáfrica y China ha entrado como factor. Han podido enfrentar algunos problemas internos sin la poderosa intervención de Estados Unidos.

La violencia no ha terminado. Ha habido tres golpes de estado en lo que va de este siglo. El venezolano, abiertamente apoyado por Estados Unidos, fue revertido, y ahora Washington tiene que recurrir a otros medios para subvertir al gobierno, entre ellos ataques mediáticos y apoyo a grupos disidentes. El segundo fue en Haití, donde Francia y Estados Unidos tiraron al gobierno y enviaron al presidente a Sudáfrica. El tercero es el de Honduras, que es un asunto mixto. La Organización de Estados Americanos asumió una postura firme y la Casa Blanca tuvo que seguirla, y proceder muy lentamente. El FMI acaba de otorgar un enorme préstamo a Honduras, que sustituye la reducción de asistencia estadunidense. En el pasado éstos eran asuntos rutinarios. Ahora esas medidas (la violencia y el estrangulamiento económico) se han debilitado.

Estados Unidos está reaccionando y ha dado pasos para remilitarizar la región. La Cuarta Flota, dedicada a América Latina, había sido desmantelada en los 50, pero se está reahabilitando, y las bases militares en Colombia son un tema importante.

La ilusión de Obama

La elección de Barack Obama generó grandes expectativas de cambio hacia América Latina. Pero son sólo ilusiones

Sí hay un cambio, pero el giro es porque el gobierno de Bush se fue tan al extremo del espectro político estadunidense que casi cualquiera se hubiera movido hacia el centro. De hecho el propio Bush en su segundo periodo fue menos extremista. Se deshizo de algunos de sus colaboradores más arrogantes y sus políticas fueron más moderadamente centristas. Y Obama, de manera previsible, continúa con esta tendencia.

Giró hacia la posición tradicional. Pero ¿cuál es esa tradición? Kennedy, por ejemplo, fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra. Woodrow Wilson fue el mayor intervencionista del siglo XX. El centro no es pacifista ni tolerante. De hecho Wilson fue quien se apoderó de Venezuela, sacando a los ingleses, porque se había descubierto petróleo. Apoyó a un dictador brutal. Y de allí continuó con Haití y República Dominicana. Mandó a los marines y prácticamente destruyó Haití. En esos países dejó guardias nacionales y dictadores brutales. Kennedy hizo lo mismo. Obama es un regreso al centro.

Es igual con el tema de Cuba, donde durante más de medio siglo Estados Unidos se ha involucrado en una guerra, desde que la isla ganó su independencia. Al principio esta guerra fue bastante violenta, especialmente con Kennedy, cuando hubo terrorismo y estrangulamiento económico, a lo que se opone la mayoría de la población estadunidense. Durante décadas, casi dos tercios de la población han estado en favor de la normalización de las relaciones, pero eso no está en la agenda política.

Las maniobras de Obama se fueron hacia el centro; suspendió algunas de las medidas más extremas del modelo de Bush, y hasta fue apoyado por buena parte de la comunidad cubano-estadunidense. Se movió un poco hacia el centro, pero ha dejado muy claro que no habrá cambios.

Las reformas de Obama

Lo mismo sucede en la política interna. Los asesores de Obama durante la campaña fueron muy cuidadosos en no dejarlo comprometerse con nada. Las consignas fueron la esperanza y el cambio, un cambio en el que creer. Cualquier agencia de publicidad sensata habría hecho que ésas fueran las consignas, pues 80 por ciento del país pensaba que éste marchaba por el carril equivocado. McCain decía cosas parecidas, pero Obama era más agradable, más fácil de vender como producto. Las campañas son sólo asuntos de mercadotecnia, así se entienden a sí mismas. Estaban vendiendo la marca Obama en oposición a la marca McCain. Es dramático ver esas ilusiones, tanto fuera como dentro de Estados Unidos.

En Estados Unidos casi todas las promesas hechas en el ámbito de reforma laboral, de salud, de energéticos, han quedado casi anuladas. Por ejemplo, el sistema de salud es una catástrofe. Es probablemente el único país en el mundo en el que no hay una garantía básica de atención médica. Los costos son astronómicos, casi el doble de cualquier otro país industrializado. Cualquier persona que tiene bien puesta la cabeza sabe que es la consecuencia de que se trate de un sistema de salud privado. Las empresas no procuran salud, están para obtener ganancias.

Es un sistema altamente burocratizado, con mucha supervisión, altísimos costos administrativos, donde las compañías de seguros tienen formas sofisticadas de evadir el pago de las pólizas, pero no hay nada en la agenda de Obama para hacer algo al respecto. Hubo algunas propuestas light, como por ejemplo la opción pública, pero quedó anulada. Si uno lee la prensa de negocios, encuentra que la portada de Business Week reportaba que las aseguradoras celebraban su victoria.
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Noam Chomsky en La JornadaFoto Carlos Ramos Mamahua
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Kennedy fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra, considera Noam ChomskyFoto Carlos Ramos Mamahua

Se realizaron campañas muy exitosas en contra de esta reforma, organizadas por los medios y la industria para movilizar segmentos extremistas de la población. Es un país en el que es fácil movilizar a la gente con el miedo, e inculcarle todo tipo de ideas locas, como que Obama va a matar a la abuela de uno. Así lograron revertir propuestas legislativas ya de por si débiles. Si en verdad hubiera habido un compromiso real en el Congreso y la Casa Blanca, esto no hubiera prosperado, pero los políticos estaban más o menos de acuerdo.

Obama acaba de hacer un acuerdo secreto con las compañías farmacéuticas para asegurarles que no habrá esfuerzos gubernamentales por regular el precio de las medicinas. Estados Unidos es el único país en el mundo occidental que no permite que el gobierno use su poder de compra para negociar el precio de los medicamentos. Un 85 por ciento de la población se opone, pero eso no significa diferencia alguna, hasta que todos vean que no son los únicos que se oponen a estas medidas.

La industria petrolera anunció que va a utilizar las mismas tácticas para derrotar cualquier proyecto legislativo de reforma energética. Si Estados Unidos no implanta controles firmes sobre las emisiones de dióxido de carbono, el calentamiento global destruirá la civilización moderna.

El diario Financial Times señaló con razón que si había una esperanza de que Obama pudiera haber cambiado las cosas, ahora sería sorprendente que sí cumpliera con lo mínimo de sus promesas. La razón es que no quería cambiar tanto las cosas. Es una criatura de quienes financiaron su campaña: las instituciones financieras, las energéticas, las empresas. Tiene la apariencia de buen tipo, sería un buen acompañante de cena, pero eso no permite cambiar la política; la afecta un poco. Sí hay cambio, pero es un poco más suave. La política proviene de las instituciones, no está hecha por individuos. Las instituciones son muy estables y muy poderosas. Por supuesto, encuentran la manera de confrontar lo que sucede.

Más de lo mismo

Los medios están un poco sorprendidos de que se esté regresando adonde siempre se estuvo. Lo reportan, es difícil no hacerlo, pero el hecho es que las instituciones financieras se pavonean de que todo está quedando igual que antes. Ganaron. Goldman Sachs ni siquiera intenta ocultar que después de haber hundido la economía está entregando jugosos bonos a sus ejecutivos. Creo que en el pasado trimestre acaba de reportar las ganancias más altas de su historia. Si fueran un poquito más inteligentes lo intentarían ocultar.

Esto se debe a que Obama está respondiendo a quienes apoyaron su campaña: el sector financiero. Miren nada más a quién escogió para su equipo económico. Su primer asesor fue Robert Rubin, el responsable de la derogación de una ley que regulaba al sector financiero, lo cual benefició mucho a Goldman Sachs; asimismo, se convirtió en directivo de Citigroup, hizo una fortuna y se salió justo a tiempo. Larry Summers, quien fue la principal figura responsable de detener toda regulación de los instrumentos financieros exóticos, ahora es el principal asesor económico de la Casa Blanca. Y Timothy Geithner, quien como presidente de la Reserva Federal de Nueva York supervisaba lo que sucedía, es secretario del Tesoro.

En un reportaje reciente se examinó a algunos de los principales asesores económicos de Obama. Se concluyó que gran parte de ellos no deberían estar en el equipo de asesoría, sino enfrentando demandas legales, porque estuvieron involucrados en malos manejos en la contabilidad y otros asuntos que detonaron la crisis.

¿Por cuánto tiempo se pueden mantener las ilusiones? Los bancos están ahora mejor que antes. Primero recibieron un enorme rescate del gobierno y los contribuyentes, y lo utilizaron para fortalecerse. Son más grandes que nunca; absorbieron a los débiles. O sea, se está sentando la base para la próxima crisis. Los grandes bancos se están beneficiando con una póliza de seguros del gobierno, que se llama demasiado grande para fallar. Si se es un banco enorme o una casa de inversión importante, es demasiado importante para fracasar. Si se es Goldman Sachs o Citigroup, no puede fracasar porque eso derrumbaría toda la economía. Por eso pueden hacer préstamos riesgosos, para ganar mucho dinero, y si algo falla, el gobierno los rescata.

La guerra contra el narco

La guerra contra la droga, que desgarra a varios países de América Latina entre los que se encuentra México, tiene viejos antecedentes. Revitalizada por Nixon, fue un esfuerzo por superar los efectos de la guerra de Vietnam en Estados Unidos.

La guerra fue un factor que llevó a una importante revolución cultural en los 60, la cual civilizó al país: derechos de la mujer, derechos civiles. O sea, democratizó el territorio, aterrorizando a las elites. La última cosa que deseaban era la democracia, los derechos de la población, etcétera, así que lanzaron una enorme contraofensiva. Parte de ella fue la guerra contra las drogas.

Ésta fue diseñada para trasladar la concepción de la guerra de Vietnam, de lo que nosotros les estábamos haciendo a los vietnamitas, a lo que ellos nos estaban haciendo a nosotros. El gran tema a fines de los 60 en los medios, incluso los liberales, fue que la guerra de Vietnam fue una guerra contra Estados Unidos. Los vietnamitas estaban destruyendo a nuestro país con drogas. Fue un mito fabricado por los medios en las películas y la prensa. Se inventó la historia de un ejército lleno de soldados adictos a las drogas que al regresar se convertirían en delincuentes y aterrorizarían a nuestras ciudades. Sí, había uso de drogas entre los militares, pero no era muy diferente al que existía en otros sectores de la sociedad. Fue un mito fabricado. De eso se trataba la guerra contra las drogas. Así se cambió la concepción de la guerra de Vietnam a una en la que nosotros eramos las víctimas.

Eso encajó muy bien con las campañas en favor de la ley y el orden. Se decía que nuestras ciudades se desgarraban por el movimiento antibélico y los rebeldes culturales, y que por eso teníamos que imponer la ley y el orden. Allí cabía la guerra contra la droga.

Reagan la amplió de manera significativa. En los primeros años de su administración se intensificó la campaña, acusando a los comunistas de promover el consumo de drogas.

A principios de los 80 los funcionarios que tomaban en serio la guerra contra las drogas descubrieron un incremento significativo e inexplicable de fondos en bancos del sur de Florida. Lanzaron una campaña para detenerlo. La Casa Blanca intervino y suspendió la campaña. Quien lo hizo fue George Bush padre, en ese tiempo encargado de la guerra contra las drogas. Fue cuando la tasa de encarcelamiento se incrementó de manera significativa, en gran parte con presos negros. Ahora el número de prisioneros per cápita es el más alto en el mundo. Sin embargo, la tasa de criminalidad es casi igual que en otros países. Es un control sobre parte de la población. Es un asunto de clase.

La guerra contra las drogas, como otras políticas, promovidas tanto por liberales como por conservadores, es un intento por controlar la democratización de fuerzas sociales.

Hace unos días, el Departamento de Estado de Obama emitió su certificación de cooperación en la lucha contra las drogas. Los tres países que fueron descertificados son Myamar, una dictadura militar –no importa, está apoyada por empresas petroleras occidentales–, Venezuela y Bolivia, que son enemigos de Estados Unidos. Ni México, ni Colombia, ni Estados Unidos, en todos los cuales hay narcotráfico.

Un lugar interesante

El elemento central del neoliberalismo es la liberalización de los mercados financieros, lo cual hace vulnerables a los países que tienen inversionistas extranjeros. Si uno no puede controlar su moneda y la fuga de capitales, está bajo control de los inversionistas extranjeros. Pueden destruir una economía si no les gusta lo que este país hace. Ésa es otra forma de controlar pueblos y fuerzas sociales, como los movimientos obreros. Son reacciones naturales de un empresariado muy concentrado, con gran conciencia de clase. Claro que hay resistencia, pero fragmentada y poco organizada, y por ello pueden seguir promoviendo políticas a las que se opone la mayoría de la población. A veces esto llega al extremo.

El sector financiero está igual que antes; las aseguradoras de salud han ganado con la reforma sanitaria, las empresas energéticas ganarán con la reforma energética, los sindicatos han perdido con la reforma laboral y, por supuesto, la población de Estados Unidos y la del mundo pierden porque ya de por sí la destrucción de la economía es grave. Si se destruye el medio ambiente, los que de veras sufrirán son los pobres. Los ricos sobrevivirán a los efectos del calentamiento global.

Por esto América Latina es uno de los lugares verdaderamente interesantes. Es uno de los sitios en los que hay verdadera resistencia a todo esto. ¿Hasta dónde llegará? No se sabe. No me sorprendería que haya un giro a la derecha en las próximas elecciones en América del Sur. Aun así, se ha logrado un avance que sienta las bases para algo más. No hay muchos lugares en el mundo de los que pueda decirse lo mismo.

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viernes, 18 de septiembre de 2009

Noam Chomsky en México: Luis Javier Garrido

Noam Chomsky en México
Luis Javier Garrido

La presencia de Noam Chomsky en un México en crisis y en resistencia tiene una especial significación en la vida intelectual y política del país.

1. El México que va a encontrar Noam Chomsky, quien en este 2009 hace la más importante visita que haya hecho a nuestro país, es un pueblo devastado por las políticas del capitalismo neoliberal impulsado por Washington, que él ha analizado, y que han encontrado en una clase política corrupta que representa a unos cuantos grupos a su dócil instrumento. Chomsky vino a México por vez primera en 1992 a una reunión del Foro por la Emancipación e Identidad de América Latina, y retornó en 2001 a la Universidad de Guadalajara, pero hoy va a encontrar un México muy distinto, que en todos los ámbitos está resistiendo a esas políticas.

2. La visita del que ha sido en los últimos 50 años ilustre profesor de lingüística del Instituto Tecnológico de Massachusetts, se hace en el contexto de la celebración de los 25 años de La Jornada, un diario sin el cual no se podría entender al México en este cuarto de siglo, que constituye un caso excepcional en América Latina y del cual él es colaborador, y lo hace precisamente en un momento en que las políticas del nuevo gobierno de Barack Obama han cambiado en las apariencias, pero siguen siendo tan imperiales como siempre y requieren por sus dobleces de un mejor análisis.

3. Noam Chomsky, nacido en 1928 en Filadelfia, cuna de la Constitución estadunidense de 1787, es un caso insólito en el mundo intelectual de Estados Unidos como reconoce su biógrafo Robert F. Barsky en A life of dissident (The MIT Press, 1997), pues la inmensa mayoría de los académicos, artistas e intelectuales estadunidenses se han doblegado a las premisas de la ideología imperial de su país, y él preserva el espíritu renovado de muchos de los fundadores de su país en el siglo XVIII o de aquellos intelectuales del grupo de Concord de Nueva Inglaterra en el XIX, como Emerson, Thoreau o Hawthorne, que hoy parece perdido.

4. El crítico de la política de Estados Unidos, que en Estados fallidos (Ediciones B, 2007) los ve ya en proceso de convertirse en un Estado fallido, incapaz de garantizar la seguridad y el bienestar a sus ciudadanos, ha sido leído en México con avidez por su rigor e integridad, pero ninguneado en su propio país. El desdén a Chomsky es tan grande allá que su amigo Alexander Cockburn solía decir que los dos mayores desastres para el poder en Estados Unidos han sido el ataque japonés a Pearl Harbor y el nacimiento de Chomsky, ambos un 7 de diciembre.

5. En el curso de los últimos 35 años años Chomsky ha reflexionado de manera sistemática no sólo en torno a los problemas de la lingüística, sino sobre las políticas imperiales de su país exacerbadas a la llegada a la Casa Blanca de Ronald Reagan (1911-2004), pero a pesar de que ha prestado especial atención a los grandes conflictos, desde la guerra de Vietnam hasta las invasiones de Afganistán e Irán, o a Medio Oriente, América Latina ha estado presente en su análisis luego que una hija suya trabajó como voluntaria en Nicaragua y México no es la excepción. Chomsky ha hecho reflexión de una u otra manera sobre los efectos perversos que la integración con Estados Unidos ha tenido en el descenso de los salarios, el empobrecimiento general del pueblo mexicano, y la dependencia y la sumisión acentuadas con el TLC o NAFTA, que según sostiene en La (des)educación (Crítica, 2001, p. 183) sólo parece obligar a nuestro país. México, dice Chomsky, “ha sido ‘atrapado’ en el TLC. Los EEUU tienen libertad para hacer caso omiso de sus obligaciones; México, no”.

6. La mejor evidencia de lo que son las libertades públicas en Estados Unidos la muestra el hecho de que un artículo suyo que le encargó The Washington Post en 1994 sobre la insurrección zapatista no fuera publicado, de que sus textos no aparezcan en los más importantes periódicos de Estados Unidos y que él no tenga acceso más que a emisoras marginales de la televisión. Ello no ha impedido, sin embargo, que en los últimos años The New York Times lo haya calificado como el más importante intelectual vivo; The Boston Globe lo considera el más útil ciudadano de Estados Unidos y el Chicago Tribune lo reconoce como el autor más citado de nuestro tiempo.

7. El poder de los medios, que buscan hoy controlar a la sociedad para hacerla aceptar las decisiones de los grupos oligárquicos y acallar el pensamiento crítico, de la manera que lo describe Chomsky en Ambiciones imperiales. El mundo después del 11-S (Península, 2005), no ha podido impedir la difusión de sus ideas. La voz de Chomsky está no nada más en sus 33 libros sobre lingüística y sus más de 50 obras de temas políticos que son referencia fundamental, en sus artículos y conferencias que circulan en Internet, o en el video –desde el histórico debate con Michel Foucault en la televisión holandesa en 1971 (Manufacturing Consent, Zeitgeist Video) hasta las entrevistas que le hace su esposa Carol (Rebel without a pause, Docurama)–, sino de manera fundamental en su incansable labor como conferencista e intelectual comprometido.

8. El papel de Chomsky es insustituible y se asemeja al que cumplieran Jean-Paul Sartre en los años 70 y Michel Foucault en los 80, pues acude adonde puede contribuir a edificar un mundo libre y democrático o a impedir una injusticia, como lo hizo hace unos días al viajar a sus 81 años a Caracas para entrevistarse con el presidente venezolano Hugo Chávez y de-satar el encono de los medios en todo el mundo.

9. Chomsky hablará el lunes 21, a invitación de La Jornada, en la UNAM, la institución de educación superior más importante de América Latina, que hace 10 años era el espacio de una lucha intensa de los estudiantes mexicanos –incomprendidos por los medios y los partidos–, contra el proyecto del Banco Mundial, del gobierno mexicano, y sobre todo de las propias autoridades universitarias, de privatizar la educación superior, y que logró frenar ese intento del gran capital, que ahora parece resurgir porque, como dice Chomsky en Sobre democracia y educación (Paidós, 2005), las universidades públicas pueden ser la base para un cambio social.

10. La primera vez que escuché a Noam Chomsky fue en la Universidad de París-VIII en Vincennes, a fines de los 70, durante un debate con Nicos Poulantzas, y desde entonces me pregunté por qué uno de los lingüistas más importantes del siglo, que años atrás discutía con teóricos como Jean Piaget sobre las teorías del aprendizaje, ahora daba prioridad a la reflexión crítica sobre el poder y las políticas de su gobierno. La respuesta la dan sus lectores de todo el mundo que han visto en él más que a una conciencia lúcida de Estados Unidos a un símbolo de que la inteligencia humana va a prevalecer en el futuro sobre las fuerzas del capital.
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