La perezagruzka (reactivación) de Hillary con Rusia
Alfredo Jalife-Rahme
Existen palabras que marcan los procesos políticos, como sucedió con los términos rusos Perestroika (restrucuración) y Glasnost (transparencia) en el periodo del cándido Gorbachev, que fueron semánticamente rimbombantes (hasta los amanuenses del grupo cordobista-salinista lo asimilaron grotescamente), pero que luego desembocaron en una tragedia: el desmantelamiento de la URSS.
En esta fase de la decadencia de EU, en el contexto de la delicada crisis multidimensional global –en particular, el fin del paradigma neoliberal y su grave crisis financiera–, es Hillary Clinton, la poderosa secretaria de Estado, quien sacó a relucir el término ruso perezagruzka, de 12 letras, que significa reactivación. Sus traductores rusos del Departamento de Estado, también en franca decadencia lingüística, se equivocaron por el término más corto de peregruzka, de 10 letras, que significa recargado, lo cual provocó la protesta simpática del canciller ruso Sergei Lavrov (Breitbart, 8/3/09).
Muy hábil, Hillary, supo sortear el vendaval semántico cuando en realidad su intención se centra, primero, en descongelar las deterioradas relaciones entre EU y Rusia, y luego, reactivarlas mediante la cooperación, lejos de la confrontación del bushismo texano y su séquito de neoconservadores straussianos (muy cercanos a Israel).
Desde Asia, pasando por Medio Oriente, hasta Europa, Hillary está demostrando sus dotes diplomáticas, de mejor desempeño que la rigidez académica de la rusófoba Condi Rice: uno de los múltiples símbolos vivientes del deterioro de la imagen de EU en el mundo.
En el foro muy concurrido de Casa Lamm expusimos nuestra visión geoestratégica del mundo, que dividimos en tres planos: 1. La geopolítica global, que se encuentra empatada a partir del exquisito posicionamiento de Rusia en Osetia del Sur frente a la contraproducente agresión de Georgia (azuzada por el bushismo y los halcones infanticidas de Israel); 2. La geoeconomía global, en la que el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), además de las potencias petroleras del Golfo Pérsico (al unísono del fenomenal ascenso de Irán como potencia regional emergente), está a punto de alcanzar a corto plazo, para luego rebasar, al G-7; y 3. Las geofinanzas, que exhiben la alta vulnerabilidad del BRIC y del euro frente al dólar, paradójicamente de poco valor intrínseco, pero todavía muy funcional por la ausencia de divisas alternas –aquí yace, a nuestro juicio, el mayor riesgo del mundo, lo cual tendrá que ser negociado entre las grandes potencias o, por desgracia, resuelto mediante una tercera guerra mundial (como ha advertido Ambrose Evans-Pritchard, portavoz de la City).
En este contexto multidimensional se gesta el deshielo y la perezagruzka (reactivación) de Hillary en referencia a su notable reconversión frente a Rusia.
De hecho, el vicepresidente de EU, Joe Biden, había adelantado, en la relevante conferencia número 45 de seguridad en Munich, que se oprimiría el botón de rencendido (“reset button”) en las relaciones entre Washington y Moscú, de cuya metáfora se ha valido Hillary para iniciar el deshielo bilateral. Llamó poderosamente la atención la crítica de Hillary a la anterior administración (la bushiana), que había optado por la confrontación en lugar de la tan anhelada cooperación entre las dos superpotencias nucleares.
La seducción de Hillary arrancó en Bruselas con la reanudación de las relaciones entre la OTAN y Rusia, congeladas desde la confrontación en el Cáucaso, para proseguir su curso en la reunión bilateral con el canciller Lavrov en Ginebra, en una atmósfera muy relajada.
De Defensa (7/3/09), centro de pensamiento estratégico europeo, afirma que Clinton espera un nuevo acuerdo sobre la limitación de armas estratégicas (START, por sus siglas en inglés) para fin de año. Stratfor (10/3/09), centro de pensamiento texano muy cercano al Pentágono, se muestra muy optimista al respecto.
No existieron temas tabú entre Hillary y Lavrov, en especial el tema candente del provocador proyecto del despliegue misilístico antibalístico (ABM, por sus siglas en inglés) del bushismo en las puertas de Moscú y cuyo desmontaje Obama pretende vincular al desmantelamiento nuclear de Irán, según la filtración de una carta, publicada por The New York Times, del nuevo presidente de EU a su homólogo ruso. La propuesta de la vinculación (linkage) fue rechazada enfáticamente por el presidente Medvedev durante su importante visita a España, quien se ha acercado en materia energética a Rusia (¿a consecuencia del desaire bushiano que no deseaba la presencia de Madrid a la reunión del G-20 en Washington?)
Hasta ahora la administración de Obama es a la de su predecesor Bush lo que la materia es a la antimateria. De Defensa evoca que todo es nuevo y desecha las críticas que en cuanto se trata de Rusia varía la forma pero nunca el fondo.
Dígase lo que se diga mediante eufemismos edulcorados para el consumo mercadológico, la revisión estratégica de Obama pasa por la reorientación de la diplomacia con Hillary.
De Defensa fustiga que el bushismo se extravió en las intrigas y las conspiraciones de los neoconservadores straussianos y del cabildeo influyente de la empresa vendedora de armas Lockheed Martin. Con Obama existe una reversión: queda atrás el camuflaje del activismo extremista por doquier –en particular, en Europa, que el bushismo pretendió usar como caballo de Troya contra Rusia– y emerge la pacificación de las relaciones de Rusia y Europa. No lo dice De Defensa, pero tal pacificación se debe a la sapiencia geopolítica de la alemana Merkel, el francés Sarkozy, el italiano Berlusconi y reciente y sorprendentemente del español Rodríguez Zapatero, quien se deslindó higiénicamente del suicidio fundamentalista aznarista (que infectó a los políticos de Latinoamérica y sus palafreneros neoliberales, hoy totalmente desacreditados, aunque sigan controlando los multimedia).
De Defensa formula su hipótesis sobre la reversión y reconversión multiculturalista de EU en el periodo Obama: la crisis financiera global y la alta probabilidad del desplome del dólar, por lo que urge quitar las minas del terreno, que fueron colocadas con China, Rusia y Europa.
Los pacifistas del planeta festejamos la reconversión de Obama, como Philip Giraldi (Antiwar, 3/3/09), quien coloca en relieve que el presidente Barack Obama está revisando la defensa doméstica, así como el involucramiento de EU en varios conflictos en el mundo.
Es cierto: en esta coyuntura del fin del paradigma neoliberal global, EU ganaría más con el pacifismo que con el desgarrador belicismo bushiano que resultó estérilmente contraproducente en términos geoestratégicos y geoenergéticos.
kikka-roja.blogspot.com/
En esta fase de la decadencia de EU, en el contexto de la delicada crisis multidimensional global –en particular, el fin del paradigma neoliberal y su grave crisis financiera–, es Hillary Clinton, la poderosa secretaria de Estado, quien sacó a relucir el término ruso perezagruzka, de 12 letras, que significa reactivación. Sus traductores rusos del Departamento de Estado, también en franca decadencia lingüística, se equivocaron por el término más corto de peregruzka, de 10 letras, que significa recargado, lo cual provocó la protesta simpática del canciller ruso Sergei Lavrov (Breitbart, 8/3/09).
Muy hábil, Hillary, supo sortear el vendaval semántico cuando en realidad su intención se centra, primero, en descongelar las deterioradas relaciones entre EU y Rusia, y luego, reactivarlas mediante la cooperación, lejos de la confrontación del bushismo texano y su séquito de neoconservadores straussianos (muy cercanos a Israel).
Desde Asia, pasando por Medio Oriente, hasta Europa, Hillary está demostrando sus dotes diplomáticas, de mejor desempeño que la rigidez académica de la rusófoba Condi Rice: uno de los múltiples símbolos vivientes del deterioro de la imagen de EU en el mundo.
En el foro muy concurrido de Casa Lamm expusimos nuestra visión geoestratégica del mundo, que dividimos en tres planos: 1. La geopolítica global, que se encuentra empatada a partir del exquisito posicionamiento de Rusia en Osetia del Sur frente a la contraproducente agresión de Georgia (azuzada por el bushismo y los halcones infanticidas de Israel); 2. La geoeconomía global, en la que el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), además de las potencias petroleras del Golfo Pérsico (al unísono del fenomenal ascenso de Irán como potencia regional emergente), está a punto de alcanzar a corto plazo, para luego rebasar, al G-7; y 3. Las geofinanzas, que exhiben la alta vulnerabilidad del BRIC y del euro frente al dólar, paradójicamente de poco valor intrínseco, pero todavía muy funcional por la ausencia de divisas alternas –aquí yace, a nuestro juicio, el mayor riesgo del mundo, lo cual tendrá que ser negociado entre las grandes potencias o, por desgracia, resuelto mediante una tercera guerra mundial (como ha advertido Ambrose Evans-Pritchard, portavoz de la City).
En este contexto multidimensional se gesta el deshielo y la perezagruzka (reactivación) de Hillary en referencia a su notable reconversión frente a Rusia.
De hecho, el vicepresidente de EU, Joe Biden, había adelantado, en la relevante conferencia número 45 de seguridad en Munich, que se oprimiría el botón de rencendido (“reset button”) en las relaciones entre Washington y Moscú, de cuya metáfora se ha valido Hillary para iniciar el deshielo bilateral. Llamó poderosamente la atención la crítica de Hillary a la anterior administración (la bushiana), que había optado por la confrontación en lugar de la tan anhelada cooperación entre las dos superpotencias nucleares.
La seducción de Hillary arrancó en Bruselas con la reanudación de las relaciones entre la OTAN y Rusia, congeladas desde la confrontación en el Cáucaso, para proseguir su curso en la reunión bilateral con el canciller Lavrov en Ginebra, en una atmósfera muy relajada.
De Defensa (7/3/09), centro de pensamiento estratégico europeo, afirma que Clinton espera un nuevo acuerdo sobre la limitación de armas estratégicas (START, por sus siglas en inglés) para fin de año. Stratfor (10/3/09), centro de pensamiento texano muy cercano al Pentágono, se muestra muy optimista al respecto.
No existieron temas tabú entre Hillary y Lavrov, en especial el tema candente del provocador proyecto del despliegue misilístico antibalístico (ABM, por sus siglas en inglés) del bushismo en las puertas de Moscú y cuyo desmontaje Obama pretende vincular al desmantelamiento nuclear de Irán, según la filtración de una carta, publicada por The New York Times, del nuevo presidente de EU a su homólogo ruso. La propuesta de la vinculación (linkage) fue rechazada enfáticamente por el presidente Medvedev durante su importante visita a España, quien se ha acercado en materia energética a Rusia (¿a consecuencia del desaire bushiano que no deseaba la presencia de Madrid a la reunión del G-20 en Washington?)
Hasta ahora la administración de Obama es a la de su predecesor Bush lo que la materia es a la antimateria. De Defensa evoca que todo es nuevo y desecha las críticas que en cuanto se trata de Rusia varía la forma pero nunca el fondo.
Dígase lo que se diga mediante eufemismos edulcorados para el consumo mercadológico, la revisión estratégica de Obama pasa por la reorientación de la diplomacia con Hillary.
De Defensa fustiga que el bushismo se extravió en las intrigas y las conspiraciones de los neoconservadores straussianos y del cabildeo influyente de la empresa vendedora de armas Lockheed Martin. Con Obama existe una reversión: queda atrás el camuflaje del activismo extremista por doquier –en particular, en Europa, que el bushismo pretendió usar como caballo de Troya contra Rusia– y emerge la pacificación de las relaciones de Rusia y Europa. No lo dice De Defensa, pero tal pacificación se debe a la sapiencia geopolítica de la alemana Merkel, el francés Sarkozy, el italiano Berlusconi y reciente y sorprendentemente del español Rodríguez Zapatero, quien se deslindó higiénicamente del suicidio fundamentalista aznarista (que infectó a los políticos de Latinoamérica y sus palafreneros neoliberales, hoy totalmente desacreditados, aunque sigan controlando los multimedia).
De Defensa formula su hipótesis sobre la reversión y reconversión multiculturalista de EU en el periodo Obama: la crisis financiera global y la alta probabilidad del desplome del dólar, por lo que urge quitar las minas del terreno, que fueron colocadas con China, Rusia y Europa.
Los pacifistas del planeta festejamos la reconversión de Obama, como Philip Giraldi (Antiwar, 3/3/09), quien coloca en relieve que el presidente Barack Obama está revisando la defensa doméstica, así como el involucramiento de EU en varios conflictos en el mundo.
Es cierto: en esta coyuntura del fin del paradigma neoliberal global, EU ganaría más con el pacifismo que con el desgarrador belicismo bushiano que resultó estérilmente contraproducente en términos geoestratégicos y geoenergéticos.