Alguna vez le comenté que él era un doctor Zedillo al revés. De inmediato le tuve que justificar el gracejo, pues de entrada no le fue grata la comparación. Me expliqué: Zedillo y tú son dos desclasados: él, egresado de una institución pública de educación, para fines electorales se presentó como un humilde limpiabotas, después, ya Presidente, se atrevió a contestarle a la humildísima indígena que le ofrecía una muy bella carpetita artesanal: “No tengo cash”. Luego, como ex presidente, se convirtió en un exitoso empleado de las empresas trasnacionales a las que enajenó importantes bienes propiedad de la nación. Ciertamente, el señor Zedillo regresó a la profesión original, aunque ya las marcas del calzado a lustrar no sean made in Guanajuato, sino Hermes, Louis Vuitton o mejores.
Tú, de joven, renunciaste a la oportunidad de incorporarte a la vida regalona de los cachorros alemanistas y asegurar, para el futuro, una membresía en el club de los empresarios/políticos/empresarios
Tú, de joven, renunciaste a la oportunidad de incorporarte a la vida regalona de los cachorros alemanistas y asegurar, para el futuro, una membresía en el club de los empresarios/políticos/empresarios