Democracia e igualdad no son pareja
El Problema
El avance en la igualdad política que trae consigo la democracia debería desembocar en un avance notorio e histórico de la igualdad social. Parecería lógico que así fuera, sin embargo hasta ahora no necesariamente ha sido el caso. Y es que las altas concentraciones de dinero privado han logrado influir sobre los procesos políticos para preservar o reconstruir la desigualdad heredada. Se requiere voluntad política, y mucha, para romper y mantener roto ese círculo vicioso entre dinero e influencia política. Los mexicanos vivimos en un sistema que es ejemplo vivo de la primacía de los intereses monopólicos sobre el interés general.
La democracia ateniense fue el primer gran intento de igualdad política dentro de una sociedad occidental compleja pero ese notable experimento no duró mucho ni tuvo efecto notorio por lo que a igualdad material se refiere. Cuando milenios más tarde ese proyecto democrático volvió a repetirse aunque ahora a una escala mundial, los resultados no muestran una disminución apreciable en la desigualdad. Si se examinan las cifras que proporciona la OCDE sobre sus miembros, se verá que los países con la distribución del ingreso más igualitaria como Suecia, Noruega o Dinamarca son también sistemas políticos democráticos. Sin embargo, otro país también reputado como ejemplo de democracia política por más de dos siglos, Estados Unidos, es crecientemente desigual, al punto que la OCDE lo coloca en este rubro al lado de México, el país más desigual del conjunto, ( www.oecd.org/els/social/inequality).
El Problema
El avance en la igualdad política que trae consigo la democracia debería desembocar en un avance notorio e histórico de la igualdad social. Parecería lógico que así fuera, sin embargo hasta ahora no necesariamente ha sido el caso. Y es que las altas concentraciones de dinero privado han logrado influir sobre los procesos políticos para preservar o reconstruir la desigualdad heredada. Se requiere voluntad política, y mucha, para romper y mantener roto ese círculo vicioso entre dinero e influencia política. Los mexicanos vivimos en un sistema que es ejemplo vivo de la primacía de los intereses monopólicos sobre el interés general.
La democracia ateniense fue el primer gran intento de igualdad política dentro de una sociedad occidental compleja pero ese notable experimento no duró mucho ni tuvo efecto notorio por lo que a igualdad material se refiere. Cuando milenios más tarde ese proyecto democrático volvió a repetirse aunque ahora a una escala mundial, los resultados no muestran una disminución apreciable en la desigualdad. Si se examinan las cifras que proporciona la OCDE sobre sus miembros, se verá que los países con la distribución del ingreso más igualitaria como Suecia, Noruega o Dinamarca son también sistemas políticos democráticos. Sin embargo, otro país también reputado como ejemplo de democracia política por más de dos siglos, Estados Unidos, es crecientemente desigual, al punto que la OCDE lo coloca en este rubro al lado de México, el país más desigual del conjunto, ( www.oecd.org/els/social/inequality).