Juan Villoro: Encuéstame otra vez
22 de junio de 2012
JUAN VILLORO
¿Alguien recuerda la época primitiva en que la realidad dependía de los sucesos? Gracias a la tecnología y a numéricos métodos de conocimiento, ahora conocemos los hechos antes de que ocurran. Al fin nuestra vida se parece al periodo clásico maya, donde el acontecer estaba previsto en la rueda del cosmos.
Las estadísticas y los sondeos de opinión han logrado que dispongamos de una cosmogonía confiable, que no depende del tránsito de Venus ni del carácter de los dioses, sino de números, tendencias y porcentajes. Considerados de uno en uno, los individuos no dejan de ser caprichosos e insondables; sin embargo, su comportamiento colectivo responde a patrones fáciles de medir y de prever.
En tiempos anteriores a las encuestas, Descartes pudo celebrar la duda. Hoy en día esta molestia ya no es necesaria, al menos en lo que toca a las preferencias sociales. El principio de incertidumbre se ha convertido en una superstición, y la experiencia, en un fenómeno preventivo que adelanta certezas. Los resultados se conocen de antemano. Cuando un chicle de sabor inédito sale al mercado, los especialistas ya saben cuántas bocas lo habrán de masticar.
22 de junio de 2012
JUAN VILLORO
¿Alguien recuerda la época primitiva en que la realidad dependía de los sucesos? Gracias a la tecnología y a numéricos métodos de conocimiento, ahora conocemos los hechos antes de que ocurran. Al fin nuestra vida se parece al periodo clásico maya, donde el acontecer estaba previsto en la rueda del cosmos.
Las estadísticas y los sondeos de opinión han logrado que dispongamos de una cosmogonía confiable, que no depende del tránsito de Venus ni del carácter de los dioses, sino de números, tendencias y porcentajes. Considerados de uno en uno, los individuos no dejan de ser caprichosos e insondables; sin embargo, su comportamiento colectivo responde a patrones fáciles de medir y de prever.
En tiempos anteriores a las encuestas, Descartes pudo celebrar la duda. Hoy en día esta molestia ya no es necesaria, al menos en lo que toca a las preferencias sociales. El principio de incertidumbre se ha convertido en una superstición, y la experiencia, en un fenómeno preventivo que adelanta certezas. Los resultados se conocen de antemano. Cuando un chicle de sabor inédito sale al mercado, los especialistas ya saben cuántas bocas lo habrán de masticar.