Editorial Jornada
Con el telón de fondo de la conmemoración por el 15 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano, el secretario para las Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti, instó al gobierno mexicano a modificar el marco jurídico vigente en el país, a fin de “superar las limitaciones y equívocos” de la ley en materia religiosa. El enviado papal afirmó que el Estado debe velar por los derechos fundamentales de los individuos, entre los cuales, dijo, la libertad de creencia ocupa un lugar central. A tono con las declaraciones de Mamberti, el ex presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, José Guadalupe Martín Rábago, afirmó que dicha revisión legal podría darse dentro del marco de la celebración por el bicentenario de la Independencia, “un momento privilegiado para crecer en una fructuosa reconciliación”.
No es casual que la petición vaticana de modificar el marco legal, de acuerdo con sus intereses y ambiciones, se dé en la actualidad. Parece ser que Roma ha decidido apostar al hecho de que el gobierno federal mexicano haya emanado de las filas de un instituto de derecha, el Partido Acción Nacional (PAN). En efecto, desde su llegada a la Presidencia, en 2000, el panismo no ha mostrado recato en manifestar abiertamente sus inclinaciones profundamente religiosas, y ha encontrado en la Iglesia un aliado en el panorama político nacional, como quedó de manifiesto con la intervención de la jerarquía católica en el conflictivo proceso electoral de 2006.
Frente a este panorama, vale la pena resaltar la pertinencia de la respuesta de Carlos Monsiváis, quien advirtió sobre “la trampa” de los señalamientos de la Santa Sede y la Iglesia católica mexicana: es evidente, como el escritor lo afirma, que las pretensiones de reformar el marco constitucional vigente –supuestamente para “ampliar” las libertades religiosas— son necias e improcedentes. La vigencia del Estado laico, como lo apuntó Monsiváis, radica en la inclusión de las “exigencias y demandas” de las sociedades, sobre todo en lo que respecta a los derechos de las minorías sexuales, étnicas y religiosas, muchas de las cuales son y han sido históricamente perseguidas, marginadas y vilipendiadas por la Iglesia católica. También son dignas de mención las críticas a la incongruencia del partido gobernante, institución que ha mostrado tendencias autoritarias, características de la ultraderecha y que ahora, sin embargo, pretende definirse como un “partido de centro”, según ha expresado el aspirante a la dirigencia blanquiazul, Germán Martínez. De manera significativa, las declaraciones de Monsiváis se dan a la par de la reunión del Consejo Nacional del PAN, donde se han puesto en evidencia los serios problemas que aquejan a esa institución política, los cuales pasan por la corrupción, la falta de rumbo para gobernar, la división y desacatos internos.
A guisa de conclusión, bien cabría esperar que el grupo gobernante ponga atención a las declaraciones de Carlos Monsiváis, y de otros sectores de la población, y que, de manera efectiva, rechace las pretensiones eclesiales de vulnerar el Estado laico: la experiencia histórica de nuestro país da cuenta de las consecuencias catastróficas en que puede derivar la concentración del poder político en la Iglesia. La libertad de creencias debe estar garantizada para los feligreses de todos los credos y no de uno solo, por predominante que sea en el territorio nacional. Esto significa, en suma, gobernar para todos los sectores de una sociedad a la cual, como puntualizó Monsiváis, en materia de libertades políticas y religiosas “no van a hacer retroceder”.
El escritor Carlos Monsiváis durante su participación en el cuarto Seminario latinoamericano de laicismo Foto: Víctor Camacho
El escritor Carlos Monsiváis consideró “necias, torpes y repetitivas” las exigencias del representante del Vaticano y de la jerarquía católica al gobierno de México de otorgarles mayor libertad religiosa, extender su credo a la educación pública básica y modificar la Carta Magna para que se les garanticen sus derechos de expresión. Apuntó que ante el señalamiento del gobierno federal de que no es momento de modificar la Constitución, como pretenden los jerarcas católicos, en lo sucesivo este culto deberá resignarse a que en México permanecerá el Estado laico. Al dictar una conferencia en el cuarto Seminario latinoamericano de laicismo, el ensayista mexicano advirtió que la representación católica en el país “debe apostar a que el Estado laico va a seguir y que para ellos la libertad religiosa ya existe”. Agregó que los jerarcas deben tomar en cuenta que la libertad que demandan, ellos “la han negado a todas las denominaciones protestantes”, además de que “han emprendido una campaña contra el new age”.
“Jamás aluden a la persecución contra otros credos. Para ellos el único existente es el católico. Cuando se les niega la enseñanza religiosa en las escuelas públicas insisten en que no hay libertad. A veces no la hay, sobre todo en el sureste, pero por la persecución (de ellos) a las otras creencias”, reiteró. Puntualizó que el Estado laico mexicano ha ido modificándose “conforme a las exigencias y la comprensión de la naturaleza social”; como que en las últimas décadas han estado presentes “la exigencia de inclusión”, la ampliación de los derechos de las minorías sexuales, así como los reproductivos de las mujeres. “Mientras no se acepte esta ampliación se tendrá una comprensión bastante menor de lo que significa el Estado laico”, detalló. Asimismo, el escritor afirmó que el integrismo de la derecha y de la Iglesia católica está fracasando rotundamente en el país, porque nadie los ha tomado en cuenta; sin embargo, alertó que la sociedad debe “tomar en serio” sus deseos de poder a través de un partido político, “pero de ningún modo la posibilidad que tienen de echar atrás libertades”. Dijo que a pesar de que México es una “plataforma fastuosa para las políticas vaticanas”, en los momentos de la ofensiva del autoritarismo lo anticlerical ha sido más fuerte. Muestra de ello, ejemplificó, es que grupos intelectuales del país “están absolutamente en contra del regreso del clericalismo”.
Con sus pretensiones de participar en política, los jerarcas asumen una posición “amnésica”, porque el derecho canónico les prohíbe expresamente ocupar cargos de elección popular o postularse como candidatos. Al hacer sus peticiones se les olvida la influencia que todavía tienen los sacerdotes en gran parte de sus centros de culto, sobre todo en el sector femenino, y “el poder de movilización con que aún cuentan en sus parroquias, como se demostró en las elecciones (federales) del año pasado”. Subrayó que el país está profundamente secularizado, y no va a dejar de estarlo, porque “la secularización es la atmósfera propicia de desarrollo del Estado laico”; incluso recomendó el uso de Internet, porque se trata de un instrumento que fortalece el Estado laico por la gran cantidad de información que ahí se maneja. Y preguntó: “¿qué han podido las misas de 7 contra las telenovelas de la tarde? Nada. ¿Qué puede contra el futbol el llamado al arrepentimiento? Tan no pueden que ahora el clero pretende comprar equipos de futbol”, destacó. Ante representantes de la comunidad masona del país, Monsiváis consideró que el encargado del Vaticano de la relación con los estados, Dominique Mamberti, puede decir lo que quiera sobre las instituciones, porque “la crítica se vale; pueden decirlo, lo han dicho y seguirán diciéndolo, y no tienen la menor posibilidad de pasar en cosas fundamentales. No van a pasar en educación religiosa en las escuelas públicas. No hay manera, ni el SNTE se atrevería.
“No van a pasar en todo lo que tiene que ver con las prerrogativas políticas del clero. No me imagino a diputados y senadores regalándoles escaños. No van a hacer retroceder a la sociedad”, puntualizó. Por otra parte, consideró grotesco y un caso perdido que Germán Martínez, candidato a la presidencia del PAN, promueva que de ganar las elecciones internas llevará a su partido a ser de centro. Sí, acepto, “pero al centro de la ultraderecha. Quieren ser de centro con la ideología, el lenguaje y las actitudes de la derecha, y con las acciones represivas de la ultraderecha, es grotesco”, abundó. Dijo que vivimos un régimen de gobierno que denigra y calumnia a la educación pública, al grado de que Felipe Calderón “llegó a decir que la UNAM es un semillero de delincuentes”, señalamiento que “nunca rectificó”.
Kikka Roja
No es casual que la petición vaticana de modificar el marco legal, de acuerdo con sus intereses y ambiciones, se dé en la actualidad. Parece ser que Roma ha decidido apostar al hecho de que el gobierno federal mexicano haya emanado de las filas de un instituto de derecha, el Partido Acción Nacional (PAN). En efecto, desde su llegada a la Presidencia, en 2000, el panismo no ha mostrado recato en manifestar abiertamente sus inclinaciones profundamente religiosas, y ha encontrado en la Iglesia un aliado en el panorama político nacional, como quedó de manifiesto con la intervención de la jerarquía católica en el conflictivo proceso electoral de 2006.
Frente a este panorama, vale la pena resaltar la pertinencia de la respuesta de Carlos Monsiváis, quien advirtió sobre “la trampa” de los señalamientos de la Santa Sede y la Iglesia católica mexicana: es evidente, como el escritor lo afirma, que las pretensiones de reformar el marco constitucional vigente –supuestamente para “ampliar” las libertades religiosas— son necias e improcedentes. La vigencia del Estado laico, como lo apuntó Monsiváis, radica en la inclusión de las “exigencias y demandas” de las sociedades, sobre todo en lo que respecta a los derechos de las minorías sexuales, étnicas y religiosas, muchas de las cuales son y han sido históricamente perseguidas, marginadas y vilipendiadas por la Iglesia católica. También son dignas de mención las críticas a la incongruencia del partido gobernante, institución que ha mostrado tendencias autoritarias, características de la ultraderecha y que ahora, sin embargo, pretende definirse como un “partido de centro”, según ha expresado el aspirante a la dirigencia blanquiazul, Germán Martínez. De manera significativa, las declaraciones de Monsiváis se dan a la par de la reunión del Consejo Nacional del PAN, donde se han puesto en evidencia los serios problemas que aquejan a esa institución política, los cuales pasan por la corrupción, la falta de rumbo para gobernar, la división y desacatos internos.
A guisa de conclusión, bien cabría esperar que el grupo gobernante ponga atención a las declaraciones de Carlos Monsiváis, y de otros sectores de la población, y que, de manera efectiva, rechace las pretensiones eclesiales de vulnerar el Estado laico: la experiencia histórica de nuestro país da cuenta de las consecuencias catastróficas en que puede derivar la concentración del poder político en la Iglesia. La libertad de creencias debe estar garantizada para los feligreses de todos los credos y no de uno solo, por predominante que sea en el territorio nacional. Esto significa, en suma, gobernar para todos los sectores de una sociedad a la cual, como puntualizó Monsiváis, en materia de libertades políticas y religiosas “no van a hacer retroceder”.
- Deben el Vaticano y jerarcas resignarse a que en México el Estado seguirá siendo laico
- Torpeza, que la Iglesia católica pida mayor libertad: Monsiváis
- Olvidan que el derecho canónico les prohíbe ocupar cargos de elección popular o ser candidatos
El escritor Carlos Monsiváis durante su participación en el cuarto Seminario latinoamericano de laicismo Foto: Víctor Camacho
El escritor Carlos Monsiváis consideró “necias, torpes y repetitivas” las exigencias del representante del Vaticano y de la jerarquía católica al gobierno de México de otorgarles mayor libertad religiosa, extender su credo a la educación pública básica y modificar la Carta Magna para que se les garanticen sus derechos de expresión. Apuntó que ante el señalamiento del gobierno federal de que no es momento de modificar la Constitución, como pretenden los jerarcas católicos, en lo sucesivo este culto deberá resignarse a que en México permanecerá el Estado laico. Al dictar una conferencia en el cuarto Seminario latinoamericano de laicismo, el ensayista mexicano advirtió que la representación católica en el país “debe apostar a que el Estado laico va a seguir y que para ellos la libertad religiosa ya existe”. Agregó que los jerarcas deben tomar en cuenta que la libertad que demandan, ellos “la han negado a todas las denominaciones protestantes”, además de que “han emprendido una campaña contra el new age”.
“Jamás aluden a la persecución contra otros credos. Para ellos el único existente es el católico. Cuando se les niega la enseñanza religiosa en las escuelas públicas insisten en que no hay libertad. A veces no la hay, sobre todo en el sureste, pero por la persecución (de ellos) a las otras creencias”, reiteró. Puntualizó que el Estado laico mexicano ha ido modificándose “conforme a las exigencias y la comprensión de la naturaleza social”; como que en las últimas décadas han estado presentes “la exigencia de inclusión”, la ampliación de los derechos de las minorías sexuales, así como los reproductivos de las mujeres. “Mientras no se acepte esta ampliación se tendrá una comprensión bastante menor de lo que significa el Estado laico”, detalló. Asimismo, el escritor afirmó que el integrismo de la derecha y de la Iglesia católica está fracasando rotundamente en el país, porque nadie los ha tomado en cuenta; sin embargo, alertó que la sociedad debe “tomar en serio” sus deseos de poder a través de un partido político, “pero de ningún modo la posibilidad que tienen de echar atrás libertades”. Dijo que a pesar de que México es una “plataforma fastuosa para las políticas vaticanas”, en los momentos de la ofensiva del autoritarismo lo anticlerical ha sido más fuerte. Muestra de ello, ejemplificó, es que grupos intelectuales del país “están absolutamente en contra del regreso del clericalismo”.
Con sus pretensiones de participar en política, los jerarcas asumen una posición “amnésica”, porque el derecho canónico les prohíbe expresamente ocupar cargos de elección popular o postularse como candidatos. Al hacer sus peticiones se les olvida la influencia que todavía tienen los sacerdotes en gran parte de sus centros de culto, sobre todo en el sector femenino, y “el poder de movilización con que aún cuentan en sus parroquias, como se demostró en las elecciones (federales) del año pasado”. Subrayó que el país está profundamente secularizado, y no va a dejar de estarlo, porque “la secularización es la atmósfera propicia de desarrollo del Estado laico”; incluso recomendó el uso de Internet, porque se trata de un instrumento que fortalece el Estado laico por la gran cantidad de información que ahí se maneja. Y preguntó: “¿qué han podido las misas de 7 contra las telenovelas de la tarde? Nada. ¿Qué puede contra el futbol el llamado al arrepentimiento? Tan no pueden que ahora el clero pretende comprar equipos de futbol”, destacó. Ante representantes de la comunidad masona del país, Monsiváis consideró que el encargado del Vaticano de la relación con los estados, Dominique Mamberti, puede decir lo que quiera sobre las instituciones, porque “la crítica se vale; pueden decirlo, lo han dicho y seguirán diciéndolo, y no tienen la menor posibilidad de pasar en cosas fundamentales. No van a pasar en educación religiosa en las escuelas públicas. No hay manera, ni el SNTE se atrevería.
“No van a pasar en todo lo que tiene que ver con las prerrogativas políticas del clero. No me imagino a diputados y senadores regalándoles escaños. No van a hacer retroceder a la sociedad”, puntualizó. Por otra parte, consideró grotesco y un caso perdido que Germán Martínez, candidato a la presidencia del PAN, promueva que de ganar las elecciones internas llevará a su partido a ser de centro. Sí, acepto, “pero al centro de la ultraderecha. Quieren ser de centro con la ideología, el lenguaje y las actitudes de la derecha, y con las acciones represivas de la ultraderecha, es grotesco”, abundó. Dijo que vivimos un régimen de gobierno que denigra y calumnia a la educación pública, al grado de que Felipe Calderón “llegó a decir que la UNAM es un semillero de delincuentes”, señalamiento que “nunca rectificó”.
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