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lunes, 28 de agosto de 2006

Opinion columnas

México SA Carlos Fernández-Vega
La familia feliz del Grupo Posadas
Recuperaron Mexicana rescatada y saneada a precio de ganga, y ahora quieren ajuste de precio Flotilla de aviones de Mexicana en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Foto Francisco Olvera
Han pasado ocho meses desde que el gobierno foxista le regaló (él insiste que fue venta) Mexicana de Aviación al Grupo Posadas, encabezado por Gastón Azcárraga Andrade, también presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, y como la ex paraestatal no sale del hoyo financiero, el corporativo hotelero pretende darle otra dentellada al erario, vía el "ajuste del precio de compra" de las acciones por él adquiridas el pasado diciembre. Grupo Posadas compró, oficialmente, 94.5 por ciento de las acciones de Mexicana de Aviación, pero más tardó en firmar el contrato de compra-venta que en reacomodar tales papeles, con lo que minutos después de cerrar la transacción, el mismo Grupo Posadas apareció como poseedor de sólo 29.5 por ciento de dicho paquete accionario. ¿Por qué? Es una larga historia, en la que abundaremos en la entrega de mañana. En vía de mientras, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, dejó claro el por qué del obsequio gubernamental a Gastón Azcárraga Andrade: compró Mexicana de Aviación a precio de remate gracias al generoso apoyo financiero dado a la campaña del Felipillo y al Partido Acción Nacional, sin olvidar sus contribuciones a la campaña del propio Vicente Fox. "Eso de que se la vendieron es un decir, porque acciones que valían, por ejemplo, un peso, se las rebajaron a cinco centavos". Y como recordar es vivir, algunos pasajes de lo aquí señalado cuando se conoció que Grupo Posadas era el flamante propietario de la citada línea aérea, digna representante del circuito privatización-estatización-reprivatización que tanto daño ha provocado al erario: En aquellos días señalábamos que, por fin, el gobierno logró vender Mexicana de Aviación. Parece increíble, aunque lo verdaderamente sorprendente no es el hecho en sí, ni que la operación se concretara una década después del "rescate" de inversionistas privados con dineros públicos en el marco del Fobaproa, ni el consumo de miles de millones de pesos provenientes del erario para que la aerolínea regresara a manos privadas. Lo sorprendente es el precio de venta que el IPAB y el consejo de administración de Cintra aceptaron, y que Mexicana de Aviación regrese a manos de un grupo de empresarios que una década atrás -es decir, cuando la aerolínea y sus bancos acreedores fueron generosamente "rescatados" por el Fobaproa- ocupaban cargos de primer nivel en la empresa que, finalmente, ahora el gobierno "desincorpora". No es una historia nueva en los negocios entre el poder público y el poder privado, aunque sí ilustrativa en estos tiempos del "cambio". El IPAB y el consejo de administración de Cintra decidieron vender Mexicana de Aviación al Grupo Posadas, encabezado por Gastón Azcárraga Andrade, al mismo tiempo presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, la elite de elites del empresariado nacional. De acuerdo con su propia información, los integrantes de la familia Azcárraga Andrade que participan en Grupo Posadas son propietarios de aproximadamente 51 por ciento de las acciones serie A. Gastón es el presidente del consejo de administración, en el que también participan sus hermanos Enrique y Pablo, amén de otros parientes. En 1994 la composición de dicho consejo no era, en esencia, distinta a la que hoy se observa. Pues bien, en ese año -uno antes de que el gobierno zedillista "rescatara" a las líneas aéreas nacionales, y junto a ellas a los bancos y banqueros involucrados- los hermanos Enrique y Pablo Azcárraga Andrade no sólo participaban en el Grupo Posadas, como lo hacen ahora, sino que formaban parte del consejo de administración (de hecho, Enrique lo presidía, y en la tienda de enfrente su hermano Gastón presidía el de Aerovías de México, o lo que es lo mismo Aeroméxico) de la Corporación Mexicana de Aviación, órgano colegiado que no pudo, no supo o de plano no quiso evitar el colapso financiero de la aerolínea -reprivatizada en tiempos de Carlos Salinas de Gortari- que la llevó (no sin la generosidad del gobierno del "bienestar para la familia") a la panza del Fobaproa-IPAB. Diez años después la familia está feliz, porque Mexicana de Aviación, íntegra, regresa a sus manos: rescatada, saneada, lavada y planchada, y todo el paquete por un precio de ganga: 165.5 millones de dólares. La factura por el costo de operación, a lo largo de esa década, ha sido, es y seguirá siendo cubierta por los demás mexicanos, la mayoría de ellos sin posibilidad alguna de viajar en avión, ni hospedarse en los siempre serviciales hoteles del Grupo Posadas. Ocho meses después , van por más.
Las rebanadas del pastel:
No todos los comerciantes del Centro Histórico de la ciudad de México se quejan por el efecto negativo que en sus ventas provoca el plantón. Al grito de "primero muerto que perder un peso", Carlos Slim le saca raja -una más- a la circunstancia política; desde el principio de la protesta dispuso que el Sanborns de los Azulejos se subiera al ambulantaje, así fuera de manera parcial. Charola en mano, algunas de sus trabajadoras ofrecen diversas viandas a quienes transitan por Madero y 5 de Mayo, aunque los precios son los mismos. cfvmx@yahoo.com.mx / cfv@prodigy.net.mx

José del Val
La derecha está desnuda
No hay que darle muchas vueltas: lo que estamos viviendo es el desenmascaramiento impúdico del entramado cultural de usos y costumbres políticas, económicas y sociales que impuso a la sociedad mexicana el largo régimen de partido único como la personalidad nacional de los mexicanos. Estamos viendo la obscena desnudez del modelo económico social, político y cultural, impuesto por la elite gobernante desde mediados del siglo XX, tras su decisión de abandonar los principios, los ideales y los objetivos de la Revolución Mexicana, cuya orientación explícita y general era la erradicación de la desigualdad. Nada extraño resulta que el silabario de la identidad nacional preferido por la elite nacional durante décadas haya sido El laberinto de la soledad, de Octavio Paz -publicado en 1950-; eso han intentado nuestros oligarcas mixtos: educar a las mayorías, en función de su proyecto depredador. Qué mejor para sus fines que el contar con un gran segmento de la ciudadanía fisurada, enmascarada, simuladora, corrupta, acomodaticia y resignada a las derrotas. Esta perversa ideología, mantenida durante décadas como política educativa de Estado, ha tenido funciones muy precisas; la principal: la legitimación de la desigualdad: si somos así, ¿a qué le tiramos...? Pero la perversidad de esta política cultural de Estado, que vemos desmoronarse día a día, tiene anclajes muy profundos y numerosas ramificaciones que iremos desmontando paulatinamente, voto a voto. Por ejemplo: tópicos tan socorridos como que el mexicano es corrupto por naturaleza no sólo son una falsedad, sino una ofensa reiterada. Para que suceda un acto de corrupción, se requiere de dos partes, por un lado el ciudadano que demanda, necesita o requiere de un servicio o un trámite de o en una oficina gubernamental, y por el otro el burócrata encargado. La acción de corrupción se verifica en el momento que el burócrata solicita o acepta una dádiva por el trámite involucrado. Este es el hecho de la corrupción y que suceda ocasional o generalizadamente es responsabilidad absoluta del funcionario en cuestión; cualquier justificación con que habitualmente tratamos de minimizar, frivolizar o justificar estos actos reprobables, es irrelevante. Menos aceptable todavía es el intentar arroparlo con coartadas seudo ontológicas. Otro tópico, el cual además nos hemos encargado nosotros mismos de internacionalizar, es el de dar por sentada la proclividad a la simulación como característica de la "personalidad de los mexicanos". ¿Que la simulación es una de las enfermedades endémicas de nuestra cultura es un hecho? Ha sido una realidad incontestable; sin embargo, al igual que la corrupción, ha sido un modelo conductual impuesto intencionadamente y estimulado de diversas maneras como norma de relación entre los políticos y los ciudadanos. Al igual que la naturalización de la corrupción en nuestra sociedad como tradición social legitimada por irremediable; la simulación, como uso y costumbre aceptada, fue una conducta difundida y naturalizada en nuestra sociedad como eficaz complemento encubridor y legitimador, de la implantación del Estado corrupto, sin duda alguna la más precisa caracterización posible del Estado mexicano, hoy agónico. ¿Qué es lo que estamos presenciando los mexicanos? Un patético carnaval de política retro, que con enorme desesperación venía escenificando la derecha mixta mexicana y que al verse encuerada por la voluntad de la nueva mayoría ciudadana, que no acepta ya, ni transige, con la simulación y la corrupción, se resiste a dejar la escena política, y con gran desesperación rebusca en los viejos baúles ideológicos del partido único un atuendo presentable. Da pena, me cae que da pena, el bochornoso espectáculo del joven Ugalde simulando broncínea reciedad priísta y peor todavía las apariciones del candidato Calderón posando tras un telón de utilería presidencial.

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