SI, ASI COMO REPRIMEN AL PUEBLO, REPRIMIERAN A LA DELINCUENCIA ORGANIZADA... HAY COLONIAS DONDE LA POLICIA NO PUEDE ENTRAR, OBLIGARAN A OAXACA A CONVERTIRSE EN TIERRA PELIGROSA, NO LOGRARAN APAGAR EL MOVIMIENTO, SUS DEMANDAS SON LEGALES Y LEGITIMAS.
Oaxaqueños prisioneros en Nayarit denuncian amenazas de castración
Un inculpado sólo acudió al centro histórico de la entidad sureña a buscar medicina, dice
Parientes de presos y desaparecidos reiteran exigencia de que el gobernador sea removido
JAIME AVILES
Más golpizas y ahora torturas sicológicas, en la modalidad de amenazas de castración, fueron denunciadas ayer por ciudadanos oaxaqueños desde el penal de mediana seguridad de Tepic, mientras familiares de presos y desaparecidos exigieron, desde la ciudad de Oaxaca, la renuncia inmediata de Ulises Ruiz Ortiz. "El gobernador es un mentiroso; nosotros nunca le pedimos que solicite el regreso de los que están allá en Nayarit", aseguró Julieta Sánchez Estrada, integrante de la Comisión de Familiares Desaparecidos y Presos Políticos de Oaxaca. "El no los mandó a Tepic, eso fue decisión del gobierno federal y sólo el gobierno federal puede ordenar que regresen a Oaxaca. Nosotros simplemente decimos que Ulises renuncie y que liberen a todos los detenidos", insistió.
Por su parte, Yésica Sánchez Maya, presidenta de la sección Oaxaca de la Liga Mexicana de Defensa de Derechos Humanos (Limeddh), entregó a este diario los testimonios de dos oaxaqueños que desde el 26 de noviembre se encuentran en el Centro Federal de Rehabilitación Social (Cefereso) número 4, de San José del Rincón, Tepic, Nayarit. En uno de ellos, un muchacho de nombre con iniciales SR, que prefiere no identificarse plenamente por temor a peores represalias, contó que tras haber informado a las autoridades de El Rincón que el 25 de noviembre la policía lo tuvo en una cárcel femenil de Oaxaca, ahora, en el Cefereso de Nayarit, "corren rumores de que me van a castrar, incluso a cambiarme de sexo". Esta persona refiere que el fatídico sábado 25 del mes pasado, alrededor de las siete y media de la noche, mientras los agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP) estaban deteniendo a todas las personas que encontraban en el centro histórico de Oaxaca, salió con su padre y su hermano a comprar una medicina cuando los uniformes grises los rodearon y de inmediato empezaron a golpearlos a patadas y garrotazos después de acostarlos en el suelo de la calle, muy cerca del hotel Fortín Plaza. Iban por la calle de Tinoco y Palacios, recuerda, "cuando fuimos interceptados por tres camionetas de la PFP; de cada una bajaron aproximadamente seis policías y sin decirnos que estábamos detenidos nos indicaron que nos tiráramos al suelo con las manos en la cabeza y boca abajo. Fui golpeado con una macana (y) pateado en la espalda (y las) piernas".
Luego lo acostaron en la "batea" (parte de atrás) de la camioneta, "con la cara viendo al piso, junto a otras siete personas; ahí estaba mi papá, pero él tenía dos lesiones sangrando, en la nariz y el cachete izquierdo". Entonces, añade, lo "llevaron a rendir declaración preparatoria a la cárcel de Miahuatlán"; después lo despojaron de todos sus efectos personales, lo presentaron ante el Ministerio Público, lo condujeron a un patio donde le dieron de comer y, más tarde, junto "con 51 personas más, aproximadamente", lo subieron a un helicóptero, que a su vez lo trasladó al aeropuerto de Oaxaca, donde un avión lo transportó a Tepic. Ya en el Cefereso 4, además de sufrir tortura sicológica, permaneció incomunicado, pues "del 26 de noviembre al 6 de diciembre no me permitieron ver a ningún abogado, sólo al defensor de oficio". La otra víctima, también del género masculino, y que al igual que el anterior se opone a proporcionar su nombre, según explicó la presidenta de la sección Oaxaca de la Limeddh, relata que eran también alrededor de las 19:30 del 25 de noviembre cuando el testigo y otra persona transitaban dentro de un automóvil cerca del hotel Fortín Plaza, buscando la salida de la ciudad porque se dirigían a la región de la Mixteca. "En ese instante venía mucha gente por las calles que van hacia el centro, algunos venían corriendo. De repente salieron muchas patrullas por todas las calles y bajaron muchos policías de la PFP, gritando: 'hijos de su pinche madre, tírense al piso'. Yo me tiré bocabajo. Escuché cómo se quejaba la gente de dolor porque los policías los golpeaban. A mí me dieron tres patadas en la cabeza, dos en el brazo, dos en la pierna. Después siguieron gritando, ofendiendo", recuerda el testigo.
Más tarde, añade, "nos levantaron, nos subieron a las camionetas, nos pidieron que nos agacháramos; de ahí nos llevaron a un lugar para bajarnos y subirnos a otra camioneta sin tener el mínimo cuidado, como si fuéramos cualquier bulto. Algunos iban esposados, gritaban: 'piedad, quítamelas, ya se me entumió el brazo', pero los policías hacían caso omiso. Después de varias horas llegamos a Miahuatlán, al reclusorio, todos sangrados, con chipotes y golpes. Habían llevado a muchas señoras; había mucha sangre regada en las camionetas. Al día siguiente los de la PFP nos llevaron al aeropuerto. Ahí nos esperaba un avión". En ambos casos, los testigos afirman que una vez en el Cefereso de Tepic fueron rapados, incomunicados y notificados de los delitos que se les imputan, como "sedición, asociación delictuosa, incendio y otros", de todos los cuales se declaran "absolutamente inocentes" y reclaman su inmediata e incondicional liberación.
Por su parte, Yésica Sánchez Maya, presidenta de la sección Oaxaca de la Liga Mexicana de Defensa de Derechos Humanos (Limeddh), entregó a este diario los testimonios de dos oaxaqueños que desde el 26 de noviembre se encuentran en el Centro Federal de Rehabilitación Social (Cefereso) número 4, de San José del Rincón, Tepic, Nayarit. En uno de ellos, un muchacho de nombre con iniciales SR, que prefiere no identificarse plenamente por temor a peores represalias, contó que tras haber informado a las autoridades de El Rincón que el 25 de noviembre la policía lo tuvo en una cárcel femenil de Oaxaca, ahora, en el Cefereso de Nayarit, "corren rumores de que me van a castrar, incluso a cambiarme de sexo". Esta persona refiere que el fatídico sábado 25 del mes pasado, alrededor de las siete y media de la noche, mientras los agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP) estaban deteniendo a todas las personas que encontraban en el centro histórico de Oaxaca, salió con su padre y su hermano a comprar una medicina cuando los uniformes grises los rodearon y de inmediato empezaron a golpearlos a patadas y garrotazos después de acostarlos en el suelo de la calle, muy cerca del hotel Fortín Plaza. Iban por la calle de Tinoco y Palacios, recuerda, "cuando fuimos interceptados por tres camionetas de la PFP; de cada una bajaron aproximadamente seis policías y sin decirnos que estábamos detenidos nos indicaron que nos tiráramos al suelo con las manos en la cabeza y boca abajo. Fui golpeado con una macana (y) pateado en la espalda (y las) piernas".
Luego lo acostaron en la "batea" (parte de atrás) de la camioneta, "con la cara viendo al piso, junto a otras siete personas; ahí estaba mi papá, pero él tenía dos lesiones sangrando, en la nariz y el cachete izquierdo". Entonces, añade, lo "llevaron a rendir declaración preparatoria a la cárcel de Miahuatlán"; después lo despojaron de todos sus efectos personales, lo presentaron ante el Ministerio Público, lo condujeron a un patio donde le dieron de comer y, más tarde, junto "con 51 personas más, aproximadamente", lo subieron a un helicóptero, que a su vez lo trasladó al aeropuerto de Oaxaca, donde un avión lo transportó a Tepic. Ya en el Cefereso 4, además de sufrir tortura sicológica, permaneció incomunicado, pues "del 26 de noviembre al 6 de diciembre no me permitieron ver a ningún abogado, sólo al defensor de oficio". La otra víctima, también del género masculino, y que al igual que el anterior se opone a proporcionar su nombre, según explicó la presidenta de la sección Oaxaca de la Limeddh, relata que eran también alrededor de las 19:30 del 25 de noviembre cuando el testigo y otra persona transitaban dentro de un automóvil cerca del hotel Fortín Plaza, buscando la salida de la ciudad porque se dirigían a la región de la Mixteca. "En ese instante venía mucha gente por las calles que van hacia el centro, algunos venían corriendo. De repente salieron muchas patrullas por todas las calles y bajaron muchos policías de la PFP, gritando: 'hijos de su pinche madre, tírense al piso'. Yo me tiré bocabajo. Escuché cómo se quejaba la gente de dolor porque los policías los golpeaban. A mí me dieron tres patadas en la cabeza, dos en el brazo, dos en la pierna. Después siguieron gritando, ofendiendo", recuerda el testigo.
Más tarde, añade, "nos levantaron, nos subieron a las camionetas, nos pidieron que nos agacháramos; de ahí nos llevaron a un lugar para bajarnos y subirnos a otra camioneta sin tener el mínimo cuidado, como si fuéramos cualquier bulto. Algunos iban esposados, gritaban: 'piedad, quítamelas, ya se me entumió el brazo', pero los policías hacían caso omiso. Después de varias horas llegamos a Miahuatlán, al reclusorio, todos sangrados, con chipotes y golpes. Habían llevado a muchas señoras; había mucha sangre regada en las camionetas. Al día siguiente los de la PFP nos llevaron al aeropuerto. Ahí nos esperaba un avión". En ambos casos, los testigos afirman que una vez en el Cefereso de Tepic fueron rapados, incomunicados y notificados de los delitos que se les imputan, como "sedición, asociación delictuosa, incendio y otros", de todos los cuales se declaran "absolutamente inocentes" y reclaman su inmediata e incondicional liberación.
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