josé gil olmos
México, D.F., 30 de abril (apro).- Juan Camilo Mouriño sigue demostrando una enorme incapacidad e ignorancia para ejercer la figura de representante del gobierno. Ante la posibilidad de diálogo con el Ejército Popular Revolucionario (EPR) vuelve a errar tratando de que el grupo armado claudique antes de empezar las conversaciones, con lo que no hace más que cancelar cualquier acercamiento.
Débil como secretario de Gobernación, Mouriño desdeñó ser el representante directo en las conversaciones y designó al subsecretario Abraham González para que dé seguimiento a la propuesta de dialogo del EPR.
Además, de entrada constriñó la propuesta del EPR de que se formara una comisión de intermediación, al exigir que el diálogo sea directo y, además, le quitó valor a la principal petición de este grupo: la aparición de sus dos compañeros: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos desde el 20 de mayo del año pasado.
Lo que Mouriño pretende es que el EPR desista de sus principios de lucha, principios que han mantenido desde hace 40 años, pues los orígenes del grupo guerrillero se encuentran en el Partido de los Pobres y en el Partido Revolucionario Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), los cuales buscan un cambio de forma de gobierno en el país.
El amigo de Felipe Calderón quiere llegar a la mesa y encontrar una carta de rendición más que a un interlocutor con el que tenga que abordar temas nacionales, como la desaparición y asesinato de al menos 30 luchadores sociales en lo que va del presente gobierno y casi 500 desde la administración de Vicente Fox, de acuerdo con los datos de la propia guerrilla.
Mouriño pretende iniciar el dialogo ante un interlocutor postrado, vencido y amenazado de ser llevado a prisión por las bombas a los gaseoductos de Pemex “y otros actos delictivos que han sido denunciados”. Eso no es dialogo.
¿Cómo se le ocurre al joven campechano-gallego iniciar el diálogo con el EPR con la amenaza de que pueden ser detenidos en cualquier momento? ¿Cree que los eperristas acudirán al encuentro en una situación de desventaja? ¿Acaso no conoce cómo se fracasó cuando se dieron las negociaciones con el EZLN en San Andrés Larrainzar cuando se intentó amenazar a los indígenas con órdenes de aprehensión?
Es evidente que la única pretensión de Mouriño es la de rescatar su alicaída figura de secretario de Gobernación y fortalecer su imagen aprovechando el foro que puede proporcionarle una diálogo directo con el EPR, bajo las condiciones que él mismo quiere imponer.
Porque desde que llegó a la Secretaría de Gobernación, el empresario no ha dado una como político. Su capacidad de interlocución es mínima y nadie le da su lugar como responsable de la política interna.
Pero aun cuando sus intenciones sean muy individuales, el hecho de aceptar el diálogo con los eperristas tiene implicaciones que, al parecer, no ha previsto.
El EPR es una guerrilla con cuatro décadas de vida que tiene presencia militar en el sur y el Bajío, y en menor medida hacia el norte del país. Está considerado por la propia Secretaría de la Defensa Nacional como la guerrilla más peligrosa por el manejo que tiene de los explosivos. Tiene bases de apoyo desde hace décadas y principios revolucionarios, como la transformación de la sociedad hacia el socialismo, que difícilmente habrán de ceder en una mesa de diálogo.
Es un grupo que ha demostrado tener capacidad de combate y de resistencia, y con posiciones más duras que las otras agrupaciones guerrilleras, como el EZLN.
Y si Mouriño quiere intimidarlos antes de sentarse a dialogar, lo único que va a provocar es tensar más la cuerda, radicalizar posiciones y las acciones guerrilleras, ocasionando una situación de mayor violencia, que bien pudo prevenir con una actitud menos soberbia y déspota, como lo está mostrando hasta el momento.
Débil como secretario de Gobernación, Mouriño desdeñó ser el representante directo en las conversaciones y designó al subsecretario Abraham González para que dé seguimiento a la propuesta de dialogo del EPR.
Además, de entrada constriñó la propuesta del EPR de que se formara una comisión de intermediación, al exigir que el diálogo sea directo y, además, le quitó valor a la principal petición de este grupo: la aparición de sus dos compañeros: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos desde el 20 de mayo del año pasado.
Lo que Mouriño pretende es que el EPR desista de sus principios de lucha, principios que han mantenido desde hace 40 años, pues los orígenes del grupo guerrillero se encuentran en el Partido de los Pobres y en el Partido Revolucionario Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), los cuales buscan un cambio de forma de gobierno en el país.
El amigo de Felipe Calderón quiere llegar a la mesa y encontrar una carta de rendición más que a un interlocutor con el que tenga que abordar temas nacionales, como la desaparición y asesinato de al menos 30 luchadores sociales en lo que va del presente gobierno y casi 500 desde la administración de Vicente Fox, de acuerdo con los datos de la propia guerrilla.
Mouriño pretende iniciar el dialogo ante un interlocutor postrado, vencido y amenazado de ser llevado a prisión por las bombas a los gaseoductos de Pemex “y otros actos delictivos que han sido denunciados”. Eso no es dialogo.
¿Cómo se le ocurre al joven campechano-gallego iniciar el diálogo con el EPR con la amenaza de que pueden ser detenidos en cualquier momento? ¿Cree que los eperristas acudirán al encuentro en una situación de desventaja? ¿Acaso no conoce cómo se fracasó cuando se dieron las negociaciones con el EZLN en San Andrés Larrainzar cuando se intentó amenazar a los indígenas con órdenes de aprehensión?
Es evidente que la única pretensión de Mouriño es la de rescatar su alicaída figura de secretario de Gobernación y fortalecer su imagen aprovechando el foro que puede proporcionarle una diálogo directo con el EPR, bajo las condiciones que él mismo quiere imponer.
Porque desde que llegó a la Secretaría de Gobernación, el empresario no ha dado una como político. Su capacidad de interlocución es mínima y nadie le da su lugar como responsable de la política interna.
Pero aun cuando sus intenciones sean muy individuales, el hecho de aceptar el diálogo con los eperristas tiene implicaciones que, al parecer, no ha previsto.
El EPR es una guerrilla con cuatro décadas de vida que tiene presencia militar en el sur y el Bajío, y en menor medida hacia el norte del país. Está considerado por la propia Secretaría de la Defensa Nacional como la guerrilla más peligrosa por el manejo que tiene de los explosivos. Tiene bases de apoyo desde hace décadas y principios revolucionarios, como la transformación de la sociedad hacia el socialismo, que difícilmente habrán de ceder en una mesa de diálogo.
Es un grupo que ha demostrado tener capacidad de combate y de resistencia, y con posiciones más duras que las otras agrupaciones guerrilleras, como el EZLN.
Y si Mouriño quiere intimidarlos antes de sentarse a dialogar, lo único que va a provocar es tensar más la cuerda, radicalizar posiciones y las acciones guerrilleras, ocasionando una situación de mayor violencia, que bien pudo prevenir con una actitud menos soberbia y déspota, como lo está mostrando hasta el momento.
Kikka Roja
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