Reburujar las cosas no tiene más objetivo que desviar la atención. No, la falta de confianza del Congreso al director del Cisen no tiene que ver con los supuestos o reales actos de espionaje sobre uno u otro legislador. El Cisen puede obtener información sobre aspectos de seguridad nacional que considere pertinentes. Lo que el Cisen no puede hacer es convertirse en un asesor político del gobierno. Y eso fue lo que hizo cuando contrató a una consultoría en análisis legislativo, membrete, por cierto, propiedad unos amigos de Calderón que antes le hicieron a éste unos trabajitos.
No puede el Cisen actuar como analista político de los funcionarios del Ejecutivo, pues tal cosa no tiene conexión con la seguridad nacional. Dice Mouriño, en carta a la presidenta de la Cámara, que el Cisen debe velar por la seguridad de los poderes del Estado, cierto, pero nada tiene que ver con eso el análisis de las tendencias políticas de los legisladores. Dice el PAN que el gobierno está obligado a saber qué piensan los diputados y senadores antes de enviar proyectos al Congreso, cierto, pero no puede usar al Cisen porque éste sólo puede atender tareas relacionadas con la seguridad del Estado y la seguridad nacional. Dice el coordinador del PAN en el Senado que el Cisen debe generar información para la búsqueda de acuerdos entre las fuerzas políticas del país, falso de toda falsedad. ¡Qué peligroso es esto!
No, tampoco puede el Cisen contratar a una empresa privada para hacer informes de seguridad nacional, puesto que no lo autoriza la ley y porque la información de seguridad nacional es reservada y al producirla un particular ya no existe reserva efectiva alguna.
El gobierno ha confesado todo: que usó al Cisen para hacer evaluaciones con propósitos políticos en relación con el Congreso y que usó a una empresa privada para tareas de “seguridad nacional”. En tal situación, el Congreso no le puede tener confianza a ese Cisen bajo la dirección de una persona que quizá no es el único responsable de tales actos indebidos pero, como no se puede probar que Mouriño o Calderón le dieron las órdenes, no hay más remedio que pedir que renuncie el subordinado. En cualquier caso no se puede aceptar la obediencia debida.
Sí, que el Cisen siga espiando a quien considere pertinente pero que lo haga según la ley y sin desviar sus funciones ante peticiones ilegítimas e ilegales de funcionarios que ni siquiera se toman el trabajo de pedir a sus muchos asesores que cataloguen por preferencias políticas e ideológicas a los legisladores para buscar la manera de tratar con ellos. El Cisen no está para procesar informaciones tendientes a dar cobertura o ser materia prima de decisiones de operadores de la lucha política de ningún gobierno.
Nada tiene que ver con esto que Beltrones sienta pasos en la azotea o golondrinas en el alambre. Que el Cisen intercepte con autorización judicial las conversaciones de quien sea y mantenga tal información reservada sin usarla con propósitos ilegales es algo que nos debe tener sin cuidado. Que el Cisen sea un instrumento partidista del gobierno, cuando se supone que es legalmente un órgano del Estado para tareas muy delicadas y demasiado precisas, es algo muy grave. Mejor alzar la voz ahora y no esperar cosas peores aunque éstas tal vez ya ocurrieron.
pgomez@milenio.comNo puede el Cisen actuar como analista político de los funcionarios del Ejecutivo, pues tal cosa no tiene conexión con la seguridad nacional. Dice Mouriño, en carta a la presidenta de la Cámara, que el Cisen debe velar por la seguridad de los poderes del Estado, cierto, pero nada tiene que ver con eso el análisis de las tendencias políticas de los legisladores. Dice el PAN que el gobierno está obligado a saber qué piensan los diputados y senadores antes de enviar proyectos al Congreso, cierto, pero no puede usar al Cisen porque éste sólo puede atender tareas relacionadas con la seguridad del Estado y la seguridad nacional. Dice el coordinador del PAN en el Senado que el Cisen debe generar información para la búsqueda de acuerdos entre las fuerzas políticas del país, falso de toda falsedad. ¡Qué peligroso es esto!
No, tampoco puede el Cisen contratar a una empresa privada para hacer informes de seguridad nacional, puesto que no lo autoriza la ley y porque la información de seguridad nacional es reservada y al producirla un particular ya no existe reserva efectiva alguna.
El gobierno ha confesado todo: que usó al Cisen para hacer evaluaciones con propósitos políticos en relación con el Congreso y que usó a una empresa privada para tareas de “seguridad nacional”. En tal situación, el Congreso no le puede tener confianza a ese Cisen bajo la dirección de una persona que quizá no es el único responsable de tales actos indebidos pero, como no se puede probar que Mouriño o Calderón le dieron las órdenes, no hay más remedio que pedir que renuncie el subordinado. En cualquier caso no se puede aceptar la obediencia debida.
Sí, que el Cisen siga espiando a quien considere pertinente pero que lo haga según la ley y sin desviar sus funciones ante peticiones ilegítimas e ilegales de funcionarios que ni siquiera se toman el trabajo de pedir a sus muchos asesores que cataloguen por preferencias políticas e ideológicas a los legisladores para buscar la manera de tratar con ellos. El Cisen no está para procesar informaciones tendientes a dar cobertura o ser materia prima de decisiones de operadores de la lucha política de ningún gobierno.
Nada tiene que ver con esto que Beltrones sienta pasos en la azotea o golondrinas en el alambre. Que el Cisen intercepte con autorización judicial las conversaciones de quien sea y mantenga tal información reservada sin usarla con propósitos ilegales es algo que nos debe tener sin cuidado. Que el Cisen sea un instrumento partidista del gobierno, cuando se supone que es legalmente un órgano del Estado para tareas muy delicadas y demasiado precisas, es algo muy grave. Mejor alzar la voz ahora y no esperar cosas peores aunque éstas tal vez ya ocurrieron.
Kikka Roja
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