El agua del molino Raúl Carrancá y Rivas http://www.doctorraulcarrancayrivas.com/ Dictamen senatorial sobre la reforma petrolera Organización Editorial Mexicana 16 de octubre de 2008 Es imposible pedir que todos los senadores sean abogados pero lo que no es imposible es demandar que, habida cuenta de su condición de legisladores, se ilustren o se hagan ilustrar lo suficiente para entender el contenido, la esencia, de un artículo constitucional. Tal es el caso en tratándose del artículo 27 de la Constitución en su párrafo sexto. Un senador de la República tiene la obligación de velar por la vigencia e integridad de la Ley Suprema de la Nación Mexicana. Por eso y cuando la ignorancia, por decir lo menos, acecha y asecha los espacios de decisión de la Cámara Alta es imprescindible encontrar un medio de reflexión, de cordura, de análisis razonable. Y no hay otro medio en la especie más que el Derecho. El Derecho es en este sentido un instrumento de orientación que contiene, que debe contener, el desbordamiento de las pasiones políticas. ¿Qué los senadores, o algunos de ellos, no habrán leído con cuidado y atención el artículo 27 constitucional en su párrafo sexto? "Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales radiactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado y la Nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva". Ya de sobra me he referido en el Senado y en distintos foros académicos al texto anterior. ¿Dando mi versión o mi interpretación del mismo? No, dándole lectura simple y llanamente. Aunque algunos, con burbujas en la cabeza y mala intención en la voluntad, "interpretan" que la ley reglamentaria puede decir lo que no dice la Constitución. Yo no entiendo por qué quebrarse la cabeza tratando de descifrar lo indescifrable, buscándole la cuadratura al círculo o los tres pies a un gato. El texto al que me acabo de referir es categórico: "no se otorgarán concesiones ni contratos". Ah, pero ciertas mentes "lúcidas" desprenden (¿malabarismo, magia, mala fe?) de la prohibición de otorgar contratos la posibilidad de que haya contratos que sí se otorguen. Tuercen la prohibición, la alteran. E incluso lo hacen senadores que son legisladores de la República. He aquí un misterio: que maneje la ley, manoseándola, quien no tiene la menor idea de ella, ni de la técnica legislativa, ni tampoco del Derecho. Misterio que aceptamos tranquilamente en nombre de la democracia y de la representación del pueblo soberano. Viene a cuenta lo anterior por el galimatías de que no se aceptará ninguna forma de privatización de la industria petrolera, tampoco el otorgamiento de concesiones o la celebración de contratos de riesgo pero... pero sí la de contratos incentivados, que son los que estimulan para que algo se acreciente o aumente (en la especie encontrar hidrocarburos). ¿Y en qué queda aquello de que "no se otorgarán contratos"? El subterfugio consiste para los que violan descaradamente la Constitución en inventar que la prohibición sólo se refiere a ciertos contratos. ¡Ah, caramba! Mentes privilegiadas que "ven" lo imposible de ver. Y al respecto alegan, discursan, monologan. ¡Ni en Bizancio se supo de tales prodigios! Y a estos añaden una idea peregrina, a saber, que lo que buscan es motivar al capital privado para que dé un mejor servicio a cambio de más pago. Y muy orondos declaran que la fórmula-aberración constitucional tendrá "candados"; por ejemplo, determinar que siempre se pague en efectivo y no con hidrocarburos. Juego de palabras. Se rechaza la privatización pero se permiten los contratos incentivados. Y se quedan tan tranquilos cual si hubiesen hallado la piedra filosofal o la fuente de la eterna juventud; claro, con petróleo en vez de agua. Y tan malo es, me digo, violar con descaro la Constitución como alterar violentamente la paz en vez de utilizar argumentos y desenmascarar al violador, exhibirlo a la vista de todos explicando algo tan sencillo de entender como la letra de la Constitución: "No se otorgarán contratos". Yo tengo para mí que exhibirlos a la luz pública, pero en serio, contundentemente, utilizando toda clase de tribunas y foros, es más efectivo que cualquier otro medio. Los ciudadanos de México, me parece, se hallan ansiosos de razonar y entender. Por último, el artículo 27 que he citado es un "hecho constitucional". Está allí. Si se deja que se lo viole impunemente, aun suponiendo sin conceder que sea un estorbo para la recuperación financiera de PEMEX, se abriría una puerta para ir en contra del Estado de Derecho. E insisto, si el artículo 27 es un impedimento que se lo quite pero que se no pretenda evitar o rehusar su mandato categórico de prohibir hoy por hoy el otorgamiento de concesiones o contratos. |
Kikka Roja
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