MONREAL En medio de la turbulencia que vive el país, es inevitable aludir a un personaje que en su actuación pública siempre se propuso atemperar tormentas, conciliar posturas, entender a los contrarios más que contender contra ellos y tender puentes. Hoy libra una lucha contra el cáncer y en su vida privada parece seguir la misma “ética de la responsabilidad”: “es un padecimiento que se tiene que enfrentar con alegría” (MILENIO, 12 de noviembre 2008). ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mxLo conocí en 2001. Él era secretario del trabajo de Vicente Fox, yo gobernador de Zacatecas. En calidad de tales, sostuvimos varios encuentros. Siempre atento, diligente y conciliador. El funcionario que alguna vez fue considerado el representante de la “extrema derecha” en el gobierno foxista, en realidad tiene una muy buena mano izquierda. Nos recibía en la puerta de su despacho y al final de la audiencia solía acompañarnos hasta el estacionamiento. En una ocasión le dije, “no te molestes secretario, ya conozco la salida y no creas que voy a regresarme”. La buena mano izquierda del secretario del Trabajo sirvió para encauzar gran parte de los conflictos laborales durante el sexenio pasado. De hecho, la mayoría de los emplazamientos a huelga fueron resueltos por el funcionario con formación empresarial, y ello le ayudó a su jefe a presumir que en el país existía paz laboral y estabilidad social. ¿Quién podría imaginar que un ex dirigente de la Coparmex promoviera una iniciativa de reforma laboral aceptada y pactada con la mayoría de las centrales sindicales del país? Otra vez, la buena mano izquierda de Abascal promovió la reforma de la Ley Federal de Trabajo, donde se reconoce el contrato de primer empleo, el de temporada y cambiaba el sustantivo "patrón" por el de "empleador", entre otras medidas, por lo cual fue duramente criticado en su momento. La ley Abascal está a la espera de mejores condiciones políticas para su aprobación y seguramente será modificada cuando ello suceda, pero los trazos esenciales ya quedaron delineados. Al ser designado secretario de Gobernación, en junio de 2005, Carlos Abascal volvió a mostrar un gesto de civilidad política al renunciar públicamente a su filiación panista mientras estuviera en el cargo. Con ello hacía patente que llegaba a Bucareli con ánimo de ser un imparcial jefe de gabinete, apto para dialogar con un Congreso pluripartidista, y no como la cabeza visible de un gabinete de partido, donde el cargo es utilizado para impulsar la permanencia de una facción o grupo de poder. Durante el conflicto poselectoral de 2006, tal vez haya sido el único funcionario que mostró una preocupación real por encontrar una salida. Con su buena mano izquierda sondeó las opciones posibles. A unos días del sexto Informe de Vicente Fox coincidimos de manera informal en el sur de la ciudad. La demanda “voto por voto, casilla por casilla” estaba en el corazón del Zócalo. Me comentó que ya la habían considerado, pero no existían condiciones institucionales (IFE), jurídicas (la ley no contemplaba el recurso) ni políticas (PAN). Sin embargo, reconocía claramente que, sin una salida política, habría condiciones difíciles para la siguiente administración. La buena mano izquierda de Carlos Abascal tal vez sea fruto de su identificación con la doctrina social cristiana, donde la tolerancia a las diferencias ideológicas y la reducción de las desigualdades sociales son elementos centrales. Sin embargo, no se puede afirmar lo mismo en los llamados “temas de conciencia”, donde sus posturas firmemente conservadoras son manifiestas y defendidas con vehemencia y honestidad intelectual. Es conocida la controversia suscitada por la lectura de Aura —de Carlos Fuentes— y unos cuentos de Gabriel García Márquez en la secundaria donde asistía su hija, y en la cual Abascal defendió su derecho a manifestar su desacuerdo como ciudadano y padre de familia. Recientemente, reinstalado como militante y funcionario del PAN, Abascal se pronunció activamente contra la despenalización del aborto en el DF y en defensa de la vida desde el momento de la concepción. Hoy enfrenta el trance más difícil de su vida; un momento al que todos, tarde o temprano, llegaremos. Lo hace con entereza, dignidad y “alegría”, según lo manifiesta en entrevistas recientes; es decir, lo enfrenta con su buena mano izquierda y con la solidaridad de su familia. En el evangelio que el pasado domingo se leyó en los templos católicos del país hay un pasaje de San Marcos, que seguramente tuvo oportunidad de escuchar: “velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento”. Así debemos estar todos, velando y preparados para cuando ese momento llegue. Con respeto y aprecio. |
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