EditorialCartagena, cumbre infructuosa
La Cumbre Regional sobre el Problema Mundial de las Drogas, celebrada en Cartagena de Indias, Colombia, y en la que participaron naciones de Centroamérica y el Caribe con el objetivo de fortalecer la cooperación y la coordinación regional para combatir el narcotráfico y el crimen organizado, concluyó ayer con perspectivas que ensombrecen el futuro de los habitantes de la región en materia de seguridad. La declaración final del encuentro se limita a plantear un combate frontal “a todos los eslabones de la cadena: demanda, producción, tráfico, distribución, desvío de precursores químicos, lavado de activos y delitos conexos”, y lanza “un llamado urgente a los gobiernos donantes, así como a los organismos multilaterales”, a que “incrementen la asistencia financiera, técnica y de cooperación otorgada a nuestros países”.
Es innegable la necesidad de combatir el avance de las organizaciones criminales y la violencia que ellas generan. La delincuencia organizada causa un grave daño a la institucionalidad de los países de la región, y genera gran inseguridad y zozobra en las poblaciones. En ese sentido, lo deseable sería que encuentros como el celebrado esta semana en Cartagena concluyeran con la integración de políticas que efectivamente contrarrestaran las causas originarias del narcotráfico.
En este caso, desafortunadamente, lo que se plantea son rutas de acción que, se sabe por experiencia, se orientan más al impacto mediático que al beneficio de las sociedades. En el caso de México, el “combate frontal” al narcotráfico ha implicado espectaculares despliegues de las “fuerzas del Estado” por todo el país, que no han derivado en una disminución en la violencia, en un mejoramiento de las condiciones de seguridad, ni mucho menos en una reducción de la fuerza del narco; por el contrario, las ejecuciones y los levantones no paran y las organizaciones criminales dan cada vez mayores muestras de capacidad de fuego, infiltración y organización. Por añadidura, los operativos militares del gobierno mexicano se traducen en un peligro adicional para la sociedad, al generar entornos propicios para la violación de los derechos humanos y la supresión de las libertades ciudadanas. Resulta significativo, al respecto, que hoy el gobierno mexicano no descarte aplicar “fuertes medidas de control ciudadano”, así como más “medidas de revisión y mayor patrullaje militar” en entidades como Baja California, Sinaloa y Chihuahua, ante la creciente ola de violencia y los pobres resultados en la lucha contra el narcotráfico.
Por lo demás, es pertinente señalar que una mayor asistencia “financiera, técnica y de cooperación”, como la solicitada por la Declaración de Cartagena, no necesariamente se traduce en un mejoramiento de las capacidades del Estado en el combate a la criminalidad. Debe recordarse, por ejemplo, lo ocurrido en Colombia, un país al que Washington ha destinado, en los últimos nueve años, al menos 4 mil 300 millones de dólares en el contexto del llamado Plan Colombia. Tal asistencia, sin embargo, se ha visto acompañada de un incremento en las violaciones a las garantías individuales en aquel país. Para colmo de males, la eficacia de ese programa para reducir la producción de estupefacientes en la nación andina ha quedado en entredicho tras un informe reciente de la Organización de Naciones Unidas, en el que se señala que el año pasado el cultivo de coca en ese país aumentó 27 por ciento.
En la circunstancia actual, lo deseable son acciones que frenen la violencia, no que la multipliquen. Si lo que se quiere es erradicar el flagelo del narcotráfico, es pertinente y necesario atacar las causas sociales, institucionales y económicas que lo generan: las autoridades de la región debieran, en ese espíritu, implementar políticas orientadas a resarcir el tejido social, generar empleos, establecer mecanismos de protección económica para los sectores más depauperados, mejorar la educación, reducir las desigualdades sociales y restructurar aparatos de bienestar social. En la medida en que esto no ocurra, encuentros como el realizado en Cartagena carecerán de sentido, y no pasarán de ser meros actos de imagen pública y de propaganda para los gobiernos.
Debe haber intercambio de información, porque el problema del narco es global, señalaCalderón pone a disposición de CA y el Caribe datos de México sobre criminalidad Acepta “con gusto” que el país sea sede de la próxima cumbre sobre drogas, seguridad y cooperación Claudia Herrera Beltrán (Enviada)
Cartagena de Indias, 1º de agosto. El presidente Felipe Calderón puso a disposición de sus homólogos de Centroamérica y el Caribe, Colombia y Venezuela, la Plataforma México para elaborar una base de datos regional sobre la criminalidad.Con la premisa de ampliar los “frutos” conseguidos por Colombia en su lucha contra la delincuencia, dijo que el objetivo de su propuesta es que haya intercambio regional de información sobre delincuencia, armas, tráfico de vehículos y de humanos, antecedentes criminales de personas e incluso sobre registros policiacos fundamentales.Como en la segunda Cumbre sobre el Problema Mundial de las Drogas, Seguridad y Cooperación se acordó que México será sede de su próxima sesión –a celebrarse en 2009–, Calderón también propuso la integración de un comité técnico al más alto nivel que dé seguimiento a las acciones del plan acordado en la cumbre.Dicho plan está dividido en cuatro puntos: reducción de la demanda y de la oferta, que las acciones que se están realizando no sólo incluyan la intercepción, sino el combate a la delincuencia, así como acciones contra el lavado de dinero y opciones para que las personas abandonen o no caigan en actividades de narcotráfico.
Durante los trabajos de la cumbre, en los que el mandatario mexicano estuvo acompañado por los titulares de Seguridad Pública, Genaro García Luna; el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, y la secretaria técnica del Consejo de Seguridad Nacional, Sigrid Arzt, planteó que “el problema del tráfico de drogas tiene carácter trasnacional, global, y la acción que hasta ahora se ha seguido ha sido más bien nacional, individual y aislada”, dijo.Por eso, consideró que se debe organizar una estrategia internacional y de cooperación continua entre los países, por lo que elogió el plan de acción definido en esta cumbre como un primer paso a seguir para combatir la criminalidad.Luego de asumir “con gusto” la tarea de organizar la próxima reunión, propuso avanzar de manera conjunta en la creación de un instrumento multinacional que permita combatir eficazmente el narcotráfico e intercambiar información entre las autoridades tributarias y hacendarias de cada país para ser eficaces en este tema.Asimismo, estableció que es necesario impulsar un monitoreo de rutas que sobre la región están siguiendo los delincuentes, de acuerdo con la información técnica disponible por cada uno de los países.En el monitoreo –propuesto por su homólogo Álvaro Uribe–, dijo que se puede hacer un recuento de la droga decomisada entre todas las naciones de la región, las personas detenidas y las rutas de trasiego de enervantes para hacer un diagnóstico mucho más acabado del problema.
- Atienden mandatarios posturas de Cuba y Venezuela de no aprobar operaciones conjuntas
- Insuficiente apoyo de EU en la lucha contra el narco, reproche en cumbre antidrogas
- Acuerdan fortalecer la cooperación y crear un fondo regional para hacer frente al problema Claudia
Herrera Beltrán (Enviada)
Cartagena de Indias, 1º de agosto. Con el reclamo de algunos países por los insuficientes recursos que les otorgó Estados Unidos por medio de la Iniciativa Mérida y la aprobación de un plan de mayor cooperación para prevenir la oferta de sustancias ilícitas a través de Internet y de los servicios postales, concluyó la Cumbre Regional de las Drogas, Seguridad y Cooperación.Los presidentes de Colombia, México, El Salvador, Guatemala, Panamá y República Dominicana, así como los cancilleres de otras 11 naciones, alcanzaron acuerdos para reforzar la cooperación en materia de combate al narcotráfico, además de que se atendieron las posturas de Cuba y Venezuela para que en la declaración y en el plan de acción no se incluyeran operaciones conjuntas. Por eso se agregó un párrafo en el que, “de acuerdo con las legislaciones internas de los estados y con pleno respeto a sus jurisdicciones, se fortalece la cooperación entre las autoridades judiciales, particularmente en lo referente a asistencia mutua en materia penal, así como entre autoridades policiacas y demás entidades competentes de los países de la región”.La segunda cumbre, mecanismo que se encuentra en su etapa inicial, quedó deslucida debido a la ausencia de una decena de jefes de Estado, como el venezolano Hugo Chávez, quien generó amplias expectativas con la confirmación de su presencia el día anterior, sobre todo con el anuncio de la nacionalización del banco Santander. Sin embargo, de última hora canceló su participación y en su lugar fue el canciller Nicolás Maduro, quien encabezó la delegación de ese país, rigurosamente vestida con guayaberas rojas. De manera que el anfitrión, el presidente Álvaro Uribe, y su homólogo Felipe Calderón llevaron la batuta de la reunión, al grado de que el primero ocupó amplio espacio en la defensa de su política de combate al crimen organizado y el terrorismo.
El cónclave se llevó a cabo bajo estrictas medidas de seguridad. El centro de convenciones Julio César Turbay Ayala de esta ciudad fue vigilado por tres helicópteros artillados y la Policía Nacional, de la que se desplegaron 2 mil elementos, además de que se restringió el acceso de vehículos al centro histórico y había embarcaciones vigilando la zona.Aunque coincidentes con Uribe, las posturas de los presidentes de República Dominicana, Leonel Fernández, y de El Salvador, Elías Antonio Saca, fueron las únicas voces discordantes cuando se refirieron a los recursos que destinó Estados Unidos a Centroamérica para el combate a la delincuencia; sin embargo, sus planteamientos ya no fueron recogidos en la declaración y sólo quedarán reflejados en la relatoría de la cumbre.Leonel Fernández aplaudió la Iniciativa Mérida, pero lamentó que su país obtuvo apenas 2.5 millones de dólares, y propuso la creación de un fondo multinacional, con contribuciones de Estados Unidos. Antonio Elías Saca, mandatario de El Salvador, se quejó de que dicha iniciativa es insuficiente y de que su país recibió sólo 7 millones de dólares; “eso es un chiste para los dineros que maneja el narcotráfico”.
Por su parte, Calderón se sumó al planteamiento de Fernández respecto a la insuficiencia de recursos para el Caribe y Centroamérica contemplados en la iniciativa, aunque aclaró que el programa fue diseñado sólo entre México y Estados Unidos, y dijo compartir la propuesta de crear un fondo regional que permita hacer frente a estos problemas.En esta mancuerna que hicieron Calderón y Uribe, el segundo propuso la integración de un comité ejecutivo, una troika integrada por República Dominicana, Colombia y México –que será la sede de la próxima reunión, a efectuarse el próximo año– para que se encargue de hacer el seguimiento de los trabajos.Producto de la breve cumbre, que duró tres horas, los presidentes mencionados, así como los de Panamá, Martín Torrijos, y de Guatemala, Álvaro Colom, prometieron establecer esquemas de colaboración en esta lucha contra las drogas.Su plan está dividido en cuatro ámbitos de acción: reducción de la oferta y la demanda de drogas, delitos conexos y fomento de la cooperación para el desarrollo alternativo.Para disminuir la oferta de droga, acordaron reforzar los controles a importaciones, comercialización y producción interna de químicos, precursores y otras sustancias, así como fármacos y estupefacientes.
También se comprometieron a compartir sus mejores prácticas, revisar los canales de comunicación para facilitar el intercambio mutuo de información y poner en práctica investigaciones coordinadas en la región relacionadas con el tráfico de drogas y delitos conexos.Destaca la apuesta a promover capacitación altamente especializada para las fuerzas del orden y los agentes de las instituciones competentes de los estados que luchan contra el tráfico de drogas, así como adoptar las medidas necesarias para el control de enervantes de síntesis y precursores.