Temor a la alianza oaxaqueña
Miguel Ángel Granados Chapa
4 Feb. 10
Hay un claro intento por inhibir al PAN de participar en la coalición que apoye a Gabino Cué hacia el gobierno de Oaxaca. Es comprensible que lo encabece Ulises Ruiz. Pero, ¿por qué también Manuel Espino?
Desde dos flancos se han lanzado ataques contra la posible coalición opositora en Oaxaca. Uno provino, en dos momentos, del gobierno mismo de Ulises Ruiz, destinado a vapulear a uno de los probables miembros de la alianza, el PAN. Otro, menos entendible, brotó del interior de ese mismo partido, de boca de su ex dirigente Manuel Espino.
El martes, un ex funcionario de la administración de Ruiz, en un tiempo su vocero formal y ahora diputado federal por segunda vez, Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, lanzó un amago para desalentar la participación panista en la unión que se propone poner fin a 80 años de dominación tricolor en aquella entidad. Acusó a panistas oaxaqueños notorios de haber solicitado y obtenido dinero del PRI y el gobierno para aplicarlo a asuntos internos del partido blanquiazul, incluido el proceso interno por la candidatura presidencial en 2005. Guillermo Zavaleta, que es hoy diputado federal como Ramírez Puga Leyva, habría logrado apoyo priista para Santiago Creel en aquella competencia interna, y para su propia candidatura a una curul en la actual legislatura federal. El denunciante, que se caracteriza por su locuacidad tronante, precisó que los momentos en que esas dádivas fueron solicitadas u obtenidas, constan en grabaciones de video, que puso a disposición de César Nava, pero las hará públicas la próxima semana si el líder nacional del PAN no las solicita.
Zavaleta ofreció el martes mismo una conferencia de prensa en San Lázaro para negar lo denunciado por su colega priista. En vez de que éste acudiera a refrendar sus dichos, dos de sus compañeras de bancada, Sofía Castro y Margarita Liborio, esperaron al panista al concluir su reunión informativa y lo increparon. Con elegante lenguaje parlamentario la diputada Liborio intimó a Zavaleta a que fuera "hombrecito, fájate los pantalones y acepta que has recibido lana y no estés puteando a Ulises, porque contigo nos partimos la madre a la hora que quieras". Esta última parte de su expresión parecía tener un anticipo en los zarandeos de que hacía sujeto al único panista en la diputación oaxaqueña.
Ese doble intento -el mensaje amenazador y la increpación violenta- de asustar al PAN para que se abstenga de coaligarse con Convergencia, el partido del senador Gabino Cué, el candidato de esa alianza, se completó con otra denuncia en el mismo desplegado. Ramírez Puga Leyva retó a Cué "a explicar el sentido de sus palabras cuando, en un video, también en nuestro poder, le ofrece al empresario Carlos Ahumada obra pública en caso de ganar Oaxaca, a cambio de recursos para su campaña". Por ello, la conclusión intimidante, que se propone inhibir el ánimo aliancista del PAN en esa entidad, consiste en preguntar a Nava si quiere "reformar Oaxaca al puro estilo de Carlos Ahumada y Bejarano".
Es de temer que la virulencia con que Ruiz y sus alecuijes intentan desarticular el esfuerzo por unir de nuevo a la oposición en su contra adquiera en los próximos días un tono mayor y más peligroso. Ya durante la campaña electoral del propio Ruiz, y durante su gobierno, quedó claro que no tiene reparo alguno al perseguir sus metas, la más importante de las cuales en esta hora es impedir que sus adversarios se alíen para derrotarlo. Las consecuencias para sí mismo, para su partido de esa eventual derrota serán de tal magnitud que, desde la perspectiva del gobernador saliente, toda acción que la evite ha de ser practicada.
Lejos de ser justificable, es comprensible esa posición. No lo es, en cambio, la de Manuel Espino que, casualmente, el mismo día alertó a sus "compañeros panistas de Oaxaca" y al "pueblo" de ese estado en general, respecto de la "aventura electoral que busca ganar el gobierno con el riesgo de perder los principios que le han dado prestigio y credibilidad". Y hasta anunció que, como miembro del consejo nacional, su voto "será a favor de Oaxaca y en contra de la coalición porque, como nos enseñó Gómez Morín, no podemos consentir el bien mal hecho, porque es peor que el mal y aniquila la esperanza".
Espino alentó a su partido a apoyar en Durango la alianza con las mismas agrupaciones que formarían coalición en Oaxaca. Y hasta donde mis noticias alcanzan, no ha advertido a los panistas poblanos del riesgo de marchar junto con el Partido Nueva Alianza en apoyo de Rafael Moreno Valle. Por eso suena especioso su apoyo a que "el argumento fundamental para unir a los que piensan diferente, sea construir un futuro mejor y no sólo cerrar un largo episodio del pasado", como si ignorara que es condición indispensable para el porvenir promisorio superar los obstáculos del pasado hecho presente.
La coincidencia de pareceres de Espino y Ruiz sería, en realidad, prolongación de un acuerdo, no sé si explícito o establecido sólo en los hechos, que llevó al PAN en Oaxaca a distanciarse de Cué en los años siguientes al proceso de 2004. Es de recordar que en el fragoroso 2006, el gobierno de Vicente Fox salvó a Ruiz de ser derribado por el empuje popular. Y no se requiere gran memoria para tener presente la imbricación de los intereses de Fox con los de Espino.
Gabino Cué dio ya el paso que Acción Nacional le requirió para considerarlo su candidato. Anunció que como gobernador de Oaxaca en su caso, trabajará institucionalmente con el gobierno de la República, a cuya cabeza está el presidente Felipe Calderón. Con esa garantía política el PAN debe abandonar su renuencia a apoyarlo. De lo contrario, hará el juego a Ruiz.
Cajón de Sastre
El último procurador que permaneció en el cargo el sexenio entero en que gobernó el Presidente que lo nombró (1982-1988), fue Sergio García Ramírez. Es oportuno recordarlo en horas de debilitamiento de la procuración federal de justicia. Por eso fue sano que su voz se escuchara, invitado por la Suprema Corte de Justicia, en la celebración de los 15 años de su conversión en tribunal constitucional, que ahora "se yergue y consolida". Sentenció, sin embargo, que hay tareas por delante en la reforma judicial: legitimación de particulares en acciones de inconstitucionalidad, efectos de la sentencia de amparo contra normas generales, enlace entre los órdenes nacional e internacional, unidad de jurisprudencia en cuestiones de legalidad ordinaria, iniciativa de leyes y seguridad presupuestal.
Desde dos flancos se han lanzado ataques contra la posible coalición opositora en Oaxaca. Uno provino, en dos momentos, del gobierno mismo de Ulises Ruiz, destinado a vapulear a uno de los probables miembros de la alianza, el PAN. Otro, menos entendible, brotó del interior de ese mismo partido, de boca de su ex dirigente Manuel Espino.
El martes, un ex funcionario de la administración de Ruiz, en un tiempo su vocero formal y ahora diputado federal por segunda vez, Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, lanzó un amago para desalentar la participación panista en la unión que se propone poner fin a 80 años de dominación tricolor en aquella entidad. Acusó a panistas oaxaqueños notorios de haber solicitado y obtenido dinero del PRI y el gobierno para aplicarlo a asuntos internos del partido blanquiazul, incluido el proceso interno por la candidatura presidencial en 2005. Guillermo Zavaleta, que es hoy diputado federal como Ramírez Puga Leyva, habría logrado apoyo priista para Santiago Creel en aquella competencia interna, y para su propia candidatura a una curul en la actual legislatura federal. El denunciante, que se caracteriza por su locuacidad tronante, precisó que los momentos en que esas dádivas fueron solicitadas u obtenidas, constan en grabaciones de video, que puso a disposición de César Nava, pero las hará públicas la próxima semana si el líder nacional del PAN no las solicita.
Zavaleta ofreció el martes mismo una conferencia de prensa en San Lázaro para negar lo denunciado por su colega priista. En vez de que éste acudiera a refrendar sus dichos, dos de sus compañeras de bancada, Sofía Castro y Margarita Liborio, esperaron al panista al concluir su reunión informativa y lo increparon. Con elegante lenguaje parlamentario la diputada Liborio intimó a Zavaleta a que fuera "hombrecito, fájate los pantalones y acepta que has recibido lana y no estés puteando a Ulises, porque contigo nos partimos la madre a la hora que quieras". Esta última parte de su expresión parecía tener un anticipo en los zarandeos de que hacía sujeto al único panista en la diputación oaxaqueña.
Ese doble intento -el mensaje amenazador y la increpación violenta- de asustar al PAN para que se abstenga de coaligarse con Convergencia, el partido del senador Gabino Cué, el candidato de esa alianza, se completó con otra denuncia en el mismo desplegado. Ramírez Puga Leyva retó a Cué "a explicar el sentido de sus palabras cuando, en un video, también en nuestro poder, le ofrece al empresario Carlos Ahumada obra pública en caso de ganar Oaxaca, a cambio de recursos para su campaña". Por ello, la conclusión intimidante, que se propone inhibir el ánimo aliancista del PAN en esa entidad, consiste en preguntar a Nava si quiere "reformar Oaxaca al puro estilo de Carlos Ahumada y Bejarano".
Es de temer que la virulencia con que Ruiz y sus alecuijes intentan desarticular el esfuerzo por unir de nuevo a la oposición en su contra adquiera en los próximos días un tono mayor y más peligroso. Ya durante la campaña electoral del propio Ruiz, y durante su gobierno, quedó claro que no tiene reparo alguno al perseguir sus metas, la más importante de las cuales en esta hora es impedir que sus adversarios se alíen para derrotarlo. Las consecuencias para sí mismo, para su partido de esa eventual derrota serán de tal magnitud que, desde la perspectiva del gobernador saliente, toda acción que la evite ha de ser practicada.
Lejos de ser justificable, es comprensible esa posición. No lo es, en cambio, la de Manuel Espino que, casualmente, el mismo día alertó a sus "compañeros panistas de Oaxaca" y al "pueblo" de ese estado en general, respecto de la "aventura electoral que busca ganar el gobierno con el riesgo de perder los principios que le han dado prestigio y credibilidad". Y hasta anunció que, como miembro del consejo nacional, su voto "será a favor de Oaxaca y en contra de la coalición porque, como nos enseñó Gómez Morín, no podemos consentir el bien mal hecho, porque es peor que el mal y aniquila la esperanza".
Espino alentó a su partido a apoyar en Durango la alianza con las mismas agrupaciones que formarían coalición en Oaxaca. Y hasta donde mis noticias alcanzan, no ha advertido a los panistas poblanos del riesgo de marchar junto con el Partido Nueva Alianza en apoyo de Rafael Moreno Valle. Por eso suena especioso su apoyo a que "el argumento fundamental para unir a los que piensan diferente, sea construir un futuro mejor y no sólo cerrar un largo episodio del pasado", como si ignorara que es condición indispensable para el porvenir promisorio superar los obstáculos del pasado hecho presente.
La coincidencia de pareceres de Espino y Ruiz sería, en realidad, prolongación de un acuerdo, no sé si explícito o establecido sólo en los hechos, que llevó al PAN en Oaxaca a distanciarse de Cué en los años siguientes al proceso de 2004. Es de recordar que en el fragoroso 2006, el gobierno de Vicente Fox salvó a Ruiz de ser derribado por el empuje popular. Y no se requiere gran memoria para tener presente la imbricación de los intereses de Fox con los de Espino.
Gabino Cué dio ya el paso que Acción Nacional le requirió para considerarlo su candidato. Anunció que como gobernador de Oaxaca en su caso, trabajará institucionalmente con el gobierno de la República, a cuya cabeza está el presidente Felipe Calderón. Con esa garantía política el PAN debe abandonar su renuencia a apoyarlo. De lo contrario, hará el juego a Ruiz.
Cajón de Sastre
El último procurador que permaneció en el cargo el sexenio entero en que gobernó el Presidente que lo nombró (1982-1988), fue Sergio García Ramírez. Es oportuno recordarlo en horas de debilitamiento de la procuración federal de justicia. Por eso fue sano que su voz se escuchara, invitado por la Suprema Corte de Justicia, en la celebración de los 15 años de su conversión en tribunal constitucional, que ahora "se yergue y consolida". Sentenció, sin embargo, que hay tareas por delante en la reforma judicial: legitimación de particulares en acciones de inconstitucionalidad, efectos de la sentencia de amparo contra normas generales, enlace entre los órdenes nacional e internacional, unidad de jurisprudencia en cuestiones de legalidad ordinaria, iniciativa de leyes y seguridad presupuestal.
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