La salida de México de Amerigo Incalcaterra: El 28 de mayo publiqué en el periódico Reforma tres textos sobre la remoción de Amerigo Incalcaterra, Representante en México de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En ellos demostré las presiones de José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y del gobierno mexicano. Incluyo dichos textos y la carta de Soberanes a Louise Arbour en Ginebra (en un anexo).
Sergio Aguayo
Sergio Aguayo
TEXTO
Descalifica Soberanes a funcionario de ONU
Critica CNDH en carta trabajo del comisionado en derechos humanos que tuvo que dejar el País
Sergio Aguayo
José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), acusó a Amerigo Incalcaterra, representante en México de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de incumplir su mandato y pidió a la alta comisionada del organismo internacional evitar en el futuro ese tipo de actuaciones.
En una carta enviada el 24 de marzo a Louise Arbour, alta comisionada de la ONU de Derechos Humanos, Soberanes le pide tomar medidas ante lo que consideró una conducta inadecuada de Incalcaterra.
A los pocos días, el funcionario internacional fue removido y se le dieron menos de dos meses para dejar el País. La CNDH nunca vio con simpatía la presencia de la ACNUDH ni el estilo de Incalcaterra, quien, al poco tiempo de iniciar su misión en México (octubre de 2005), desplegó una intensa actividad a favor de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. La molestia hizo crisis cuando Incalcaterra calificó públicamente de valioso el informe de la organización no gubernamental Human Rights Watch “La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México: Una Evaluación Crítica”, dado a conocer el 13 de febrero, y sugirió a la CNDH tomar en cuenta sus recomendaciones.
Justamente ese documento enfrentó a la comisión mexicana con la ONG.
“A nuestro parecer, el señor Amerigo Incalcaterra cometió un grave error” al validar el informe, indica Soberanes en su texto.
Alientan salida de Incalcaterra
Rechaza oficina de Naciones Unidas informar sobre relevo de funcionario
Sergio Aguayo Quezada
El representante en México de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Amerigo Incalcaterra, fue despedido por defender a las víctimas y denunciar las incongruencias de un Estado con discurso florido y compromiso escuálido. Es también una confirmación de la tibieza de la ACNUDH, que optó por complacer a las autoridades mexicanas. Los funcionarios internacionales se rigen por normas tan rígidas como sus procedimientos burocráticos. Su prioridad es mantener las formas y los buenos modales. Incalcaterra llegó a México el 28 de octubre del 2005 y como es de hablar suave parecía ser otro de esos funcionarios que han encontrado en la complicidad con el gobierno su modus vivendi.
Muy pronto Incalcaterra demostró ser diferente porque desplegó una intensa actividad en la capital y los estados. Entre sus últimos logros estuvo la elaboración del Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal. Aplaudido en algunos círculos, hubo también quienes se irritaron con sus pronunciamientos.
Fiel a su estilo, Incalcaterra se despidió del país publicando una columna en el último número de Proceso (25 de mayo) en la cual pone el dedo en la llaga al señalar la distancia entre retórica y realidad. También advierte del riesgo de que los derechos humanos “se queden tan sólo plasmados en el discurso y en las normas jurídicas”. Un alto funcionario -que como el resto de los entrevistados en México y Ginebra prefirió el anonimato por lo sensible del caso- reconoció la esquizofrenia de la política oficial mexicana en el tema.
“El mandato de la CNDH es defender los derechos humanos y, sin embargo, su presidente pidió al ACNUDH que silenciara o despidiera a quien expresa una opinión legítima sobre un informe que le disgusta”, señaló.
Las fuerzas armadas también se molestaron con las declaraciones de Incalcaterra sobre el fuero militar o los riesgos para los derechos humanos del protagonismo castrense en el combate al crimen organizado. La Secretaría de la Defensa Nacional escribió una carta a Relaciones Exteriores a finales del 2007 y los abogados militares estuvieron a punto de descarrilar la firma del acuerdo entre la ACNUDH y el gobierno de México.
Un ángulo poco resaltado es que Incalcaterra empezó a ser visto con desagrado en su propia organización. En opinión de un diplomático que conoce en detalle el affaire Incalcaterra, la ACNUDH de Louise Arbour prefirió darle prioridad a su relación con el Estado mexicano. Eso explica la prestancia con la cual respondieron a las inconformidades oficiales que Alientan salida de Incalcaterra
El 14 de este mes, la Canciller Patricia Espinosa le respondió con un texto repleto de elogios al trabajo realizado por las autoridades mexicanas. No dice nada sobre el papel jugado por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Sergio Aguayo
El silencio de la SRE
Emmanuel Salazar
Para obtener la versión de la ACNUDH se solicitó una entrevista telefónica a la mexicana María Francisca
Ize-Charrin, la funcionaria responsable de las oficinas de la ACNUDH en el exterior. Respondió con un texto formal en el cual se entusiasma al justificar la “rotación” de Incalcaterra (“representa renovados retos y desafíos profesionales”, dice). Cambia de talante al aclarar que las Naciones Unidas no discuten “cuestiones relativas al personal, incluyendo rotaciones”. Notable la opacidad en el principal organismo promotor de los derechos humanos. Para Ize-Charrin todo está tan bien que la ACNUDH obtuvo la “renovación del mandato” y tiene una sólida “relación con el Gobierno de México”. Nada dijo sobre un aspecto fundamental: su oficina también está obligada a defender a las víctimas de los abusos.
Descalifica Soberanes a funcionario de ONU
Critica CNDH en carta trabajo del comisionado en derechos humanos que tuvo que dejar el País
Sergio Aguayo
José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), acusó a Amerigo Incalcaterra, representante en México de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de incumplir su mandato y pidió a la alta comisionada del organismo internacional evitar en el futuro ese tipo de actuaciones.
En una carta enviada el 24 de marzo a Louise Arbour, alta comisionada de la ONU de Derechos Humanos, Soberanes le pide tomar medidas ante lo que consideró una conducta inadecuada de Incalcaterra.
A los pocos días, el funcionario internacional fue removido y se le dieron menos de dos meses para dejar el País. La CNDH nunca vio con simpatía la presencia de la ACNUDH ni el estilo de Incalcaterra, quien, al poco tiempo de iniciar su misión en México (octubre de 2005), desplegó una intensa actividad a favor de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. La molestia hizo crisis cuando Incalcaterra calificó públicamente de valioso el informe de la organización no gubernamental Human Rights Watch “La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México: Una Evaluación Crítica”, dado a conocer el 13 de febrero, y sugirió a la CNDH tomar en cuenta sus recomendaciones.
Justamente ese documento enfrentó a la comisión mexicana con la ONG.
“A nuestro parecer, el señor Amerigo Incalcaterra cometió un grave error” al validar el informe, indica Soberanes en su texto.
Alientan salida de Incalcaterra
Rechaza oficina de Naciones Unidas informar sobre relevo de funcionario
Sergio Aguayo Quezada
El representante en México de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Amerigo Incalcaterra, fue despedido por defender a las víctimas y denunciar las incongruencias de un Estado con discurso florido y compromiso escuálido. Es también una confirmación de la tibieza de la ACNUDH, que optó por complacer a las autoridades mexicanas. Los funcionarios internacionales se rigen por normas tan rígidas como sus procedimientos burocráticos. Su prioridad es mantener las formas y los buenos modales. Incalcaterra llegó a México el 28 de octubre del 2005 y como es de hablar suave parecía ser otro de esos funcionarios que han encontrado en la complicidad con el gobierno su modus vivendi.
Muy pronto Incalcaterra demostró ser diferente porque desplegó una intensa actividad en la capital y los estados. Entre sus últimos logros estuvo la elaboración del Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito Federal. Aplaudido en algunos círculos, hubo también quienes se irritaron con sus pronunciamientos.
Fiel a su estilo, Incalcaterra se despidió del país publicando una columna en el último número de Proceso (25 de mayo) en la cual pone el dedo en la llaga al señalar la distancia entre retórica y realidad. También advierte del riesgo de que los derechos humanos “se queden tan sólo plasmados en el discurso y en las normas jurídicas”. Un alto funcionario -que como el resto de los entrevistados en México y Ginebra prefirió el anonimato por lo sensible del caso- reconoció la esquizofrenia de la política oficial mexicana en el tema.
“El mandato de la CNDH es defender los derechos humanos y, sin embargo, su presidente pidió al ACNUDH que silenciara o despidiera a quien expresa una opinión legítima sobre un informe que le disgusta”, señaló.
Las fuerzas armadas también se molestaron con las declaraciones de Incalcaterra sobre el fuero militar o los riesgos para los derechos humanos del protagonismo castrense en el combate al crimen organizado. La Secretaría de la Defensa Nacional escribió una carta a Relaciones Exteriores a finales del 2007 y los abogados militares estuvieron a punto de descarrilar la firma del acuerdo entre la ACNUDH y el gobierno de México.
Un ángulo poco resaltado es que Incalcaterra empezó a ser visto con desagrado en su propia organización. En opinión de un diplomático que conoce en detalle el affaire Incalcaterra, la ACNUDH de Louise Arbour prefirió darle prioridad a su relación con el Estado mexicano. Eso explica la prestancia con la cual respondieron a las inconformidades oficiales que Alientan salida de Incalcaterra
Así lo dijo
La actuación de la Policía en Atenco es un escándalo. Todos los procesos fueron irregulares y nadie ha sido castigado por esa manipulación del sistema de justicia”.
Rupert Knox
El 14 de este mes, la Canciller Patricia Espinosa le respondió con un texto repleto de elogios al trabajo realizado por las autoridades mexicanas. No dice nada sobre el papel jugado por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Sergio Aguayo
El silencio de la SRE
Emmanuel Salazar
‘Se a garraba de uñas y dientes’
DURAN GO. El presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, bromeó sobre la salida de Amerigo Incalcaterra de México. Recordó que la Iniciativa Mérida incluye un millón de dólares para organizaciones civiles, que repartirá la oficina que estaba a su cargo. “Eso explica el coraje de Incalcaterra cuando le dijeron que se fuera; ya no iba a disfrutar de ese millón de dólares y por eso se agarraba de uñas y dientes”, comentó. tuvieron su punto culminante en la carta de Soberanes.
Para obtener la versión de la ACNUDH se solicitó una entrevista telefónica a la mexicana María Francisca
Ize-Charrin, la funcionaria responsable de las oficinas de la ACNUDH en el exterior. Respondió con un texto formal en el cual se entusiasma al justificar la “rotación” de Incalcaterra (“representa renovados retos y desafíos profesionales”, dice). Cambia de talante al aclarar que las Naciones Unidas no discuten “cuestiones relativas al personal, incluyendo rotaciones”. Notable la opacidad en el principal organismo promotor de los derechos humanos. Para Ize-Charrin todo está tan bien que la ACNUDH obtuvo la “renovación del mandato” y tiene una sólida “relación con el Gobierno de México”. Nada dijo sobre un aspecto fundamental: su oficina también está obligada a defender a las víctimas de los abusos.
Kikka Roja
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentarios. HOLA! deja tu mensaje ...