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domingo, 10 de diciembre de 2006

Elena Poniatowska I

Soy la libertad en el sexo: Isela Vega
Isela Vega en su etapa de mayor brillo
Foto: Archivo

En 1973, hace 33 años, entrevisté a Isela Vega y nunca pensé que volvería a encontrármela en la política. Verla de militante resultó una sorpresa y un gusto. Isela ha cobrado una nueva dimensión y es hoy por hoy un extraordinario ser humano. Del "qué buenota estás mamacita, yo quiero contigo" pasó a guerrera. Ya había comenzado su lucha política en Los Angeles cuando decidió unirse a Cuauhtémoc Cárdenas y se volvió perredista. En Estados Unidos distribuyó videos de Cuauhtémoc y los chicanos la quisieron mucho por su forma de ser cálida, abierta, sin prejuicios y por su compromiso. En marzo de 2005, cuando el desafuero, ella misma filmó el mejor documental exhibido en la televisión por Javier Solórzano sobre el conflicto de la calle de Carlos Graef Fernández que lleva al Hospital ABC (pretexto para el desafuero) y entrevistó a los vecinos a quienes les parecía cosa de locos acusar al jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador y así lo declararon. Isela es una fiera. El 30 de julio se sentó a ayunar con otros perredistas frente a la sede del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) con su playera, su pantalón de algodón y su pelo suelto. Los camarógrafos y fotógrafos la rodearon y ella sonrió, acompañada por una docena de perredistas. En la tarde les gritó a los siete magistrados electorales a través de la puerta: "Un cambio pedí/ pero ya me arrepentí/ cómo andará la cosa/ que ya hasta extraño al PRI" y a las 12 de la noche les dijo a sus acompañantes. "Es indispensable que se cuenten los votos y no nos vayamos con la finta" y siguió gritando. Al inicio del ayuno ¿de la Luna o del Sol azteca?, asida a los barrotes que resguardan al TEPJF, Isela Vega gritó las líneas harto conocidas: "Voto por voto, casilla por casilla", y siguió gritando como la doña Lupe de La Ley de Herodes, asida a los barrotes de la puerta del tribunal durante la noche: "Voto por voto, casilla por casilla". A sus compañeros les dijo a propósito del plantón: "Apoyar este movimiento es bastante importante. ¡Y miren que he vivido bastantes años!"
Como no tiene pelos en la lengua, se presentó también en Bellas Artes como miembro destacado de la Comisión de Cultura durante los días del plantón, fue a la Cámara de Diputados a decirles sus verdades, y cuando una señora la increpó en el hemiciclo a Juárez, llamándole terrorista ella les respondió: "No hay cosa peor en esta vida que una pinche vieja pobre defendiendo a los ricos". Como un homenaje a Isela y por la admiración que le tengo, reproduzco aquí la entrevista del 11 de noviembre de 1973. Fiel a sí misma, la Isela de hace 33 años se parece a la de hoy, la misma entereza, las mismas agallas, la misma capacidad de enfrentarse a las multitudes como lo hacía en el Fru-Frú cuando cantaba, bailaba y se desnudaba frente a un público enloquecido.

¿Y ustedes por qué andan vestidos?
­Todos me preguntan ­dice Isela Vega­ que por qué ando en cueros y yo les pregunto que por qué andan vestidos.
­¿Quiénes son todos?
­La gente, Elena, la gente.
­Y de veras Isela, ¿por qué anda usted desnuda?
­Porque así me parieron, por eso ando en cueros.
­¿Es cierto que usted puede salir con tranquilidad a la calle aun siendo estrella de cine, porque nadie la reconoce vestida? (Se ríe)

­¡Ay qué pregunta tan mamona!
Por lo pronto Isela Vega está vestida con un pantalón de mezclilla y un suéter de resorte blanco. Me sorprende verla así porque los fotógrafos aseguran que los recibe con la bata en la mano y las vergüenzas al aire. El pelo rojizo le cuelga alrededor de la cara de facciones rotundas y no tiene una gota de maquillaje. Es guapísima y emana sensualidad. Sus ojos color miel tienen una extraña aureola azul que los torna únicos. En la sala donde platicamos, una señora cose a máquina. Isela Vega se ha sentado en el suelo. Para recargarse escoge uno de los muchos cojines de todos tamaños y colores dispersos sobre la alfombra. En los muros hay carteles del Che Guevara, uno de Paul McCartney, el carita de los Beatles, y algunos vestidos cuelgan de un clavo en la pared. De pronto la Singer deja de sonar. "¿Cómo le hago, Isela?" Isela camina hacia la señora y su máquina, da indicaciones, regresa y me explica:
­Yo coso, sabes Elena, siempre me ha gustado coser y toda esta ropa que ves aquí ya está vendida. De repente me encuentro en la calle a alguien que me grita: "¡Iseeeelaaa, mi vestido! ¿Qué pasa con mi vestido?" Todo el mundo me pide un modelo. Aprendí a diseñar vestidos en Estados Unidos durante tres años y vine a México a trabajar en la costura, pero como aquí no se hace nada sino copiar patrones de Estados Unidos, muy pronto dejé de interesarme.

­¿Por eso ya no quiere saber nada de la ropa? ¡Ya se me hacía un sin sentido que usted se dedicara a coser!
­Mira m'ija, no te me pases de lista, te voy a explicar. Yo soy de Sonora, vine hace 11 años "a conocer" y me quedé. En vez de diseñar patrones, me dieron vestidos a modelar.
­¿Los patrones te quitaron la ropa?
­¡Déjame hablar, muchacha! Más tarde fui a la televisión a modelar cosméticos...
­¿A poco los cosméticos se modelan?
­A hacer demostraciones, a que te embarren la cara con todas esas chingaderas, el caso es que terminé cantando en los bares, en los cabarets.
­¿Cantas bien?
­Canto mal, pero fuerte.
­¿Como Lola Beltrán?
­No, yo canto más fuerte.
­Pero ¿qué cantabas?
­Todo lo que estaba de moda: blues, boleros, baladas, lo que fuera. Soy muy buena para el bolero. Después cuando necesitaban cantantes para las películas me llamaron. Tomé clases de actuación con Seki Sano y me fueron dando papeles más importantes hasta que ahora Francisco del Villar, Emilio Gómez Muriel, Sam Peckinpah y otros me dan estelares.

­Entonces ¿nunca quisiste ser actriz?
­No. Quise ser diseñadora de ropa.
­¿Y ahora?
­Ahora ya soy actriz.
­¿Buena?
­Buenísima.
­No he visto tus películas.

­¿No me has visto en el cine? He filmado Las pirañas aman en cuaresma, El festín de la loba, La primavera de los escorpiones, en las que tengo no menos de dos o tres amantes y aparezco desnuda en varias escenas. ¡Son muy malas! La primera película internacional que filmé fue con Richard Harris en Durango y Morelos y se llamó Killbrand, claro. He filmado en España y en Argentina pero no son cintas de distribución mundial.

Yo no tengo moral: mi moral es no hacerle daño a nadie
Del cuello de Isela Vega cuelga una cadena con muchos dijes, entre ellos un corazoncito azul marino.
­Tengo muchos temas de los cuales quisiera yo hablar, Elena.
­A ver ¿cuáles?
­Por ejemplo, de moral.
­¿De moral?
­Si, yo soy artista, no tengo moral, no tengo límite.
­¿Qué quieres decir con eso? ¿Por qué no tienes moral?
(El teléfono suena, Isela se levanta y ella misma lo contesta).
­Porque la moral me parece una limitación.
­¿En qué te ha limitado a ti que haces lo que te da la gana?
­Si la tuviera me limitaría en todos mis actos, sobre todo en el trabajo.

­Sí, ya te veo muy moral, muy moral y con todo de fuera ­mientras dice todo esto, Isela Vega no deja de besar a su hija Shaula. Las dos han sacado una caja llena de retratos y entre ellos la niña escoge uno:

­Mira, papi.
Me enseña al actor Jorge Luke, que está en Guanajuato filmando El Santo Oficio. Isela pregunta a su hija: "¿Sabes lo que es la Inquisición, Shaula? Mi hijo mayor tiene nueve años, Arturo, (hijo de Alberto Vázquez) míralo aquí, está también desnudo, tenía dos años entonces. Mira, esta foto es mía de cuando hice mi primera comunión. Yo quería un vestido de mucho vuelo, amponzote, a ése le faltó tela y me sentí muy defraudada. Lo que más recuerdo de mi primera comunión es mi vestido estrecho. Lo que pasa es que siempre quiero verme más bonita.

­¿Más bonita que ninguna?
­Sí. Mi existencia toda ha sido un reto. De niña nadie me callaba, me daban de nalgadas y yo seguía discutiendo de religión. A los ocho años decidí que ya no quería ir a misa. Mi mamá era muy mocha, pero mis tías eran aun más mochas y me rociaron con agua bendita.

­Te ven ahora y te exorcizan. Vade retro Satanás.
­Nombre m hijita, el día que decidí ya no ir a misa fue un escándalo, nadie lo podía creer, yo discutía acerca de la existencia de Dios y me callaban a bofetadas.
­¿Y ahora haces lo que quieres?
­Sí, gracias a Dios y a María santísima.
­¿Tienes alguna onda espiritual?

(Uso la palabra onda porque veo que Isela la utiliza. Dice: "chavo", "maestro", "patín", "rollo". Prende un cigarro).
­Sí, muchas ondas espirituales. He estado leyendo de filosofía, al maestro Ouspensky, al maestro Gurdjieff, Jalil Gibrán y hasta la Biblia, maestra. Y esto me ha ayudado en la formación de mi espíritu. Así como las buenas familias recurren al Manual de Carreño para saber cómo conducirse en sociedad, yo uso para mi esencia ondas de otro nivel. De la forma no quiero saber nada, no creo en ella.

­Pero tú eres un símbolo sexual.
­No, soy la libertad en el sexo.
­¿Que es eso?
­¿No sabes lo que es el sexo?
­No.
­¿Nooooooo?
­No sé lo que quieres decir por libertad en el sexo.
­Es una actitud ante el sexo. Por ejemplo, en las películas que he filmado, y que son bastante malas pero no por mi culpa, yo como personaje cambio los diálogos, arreglo mi papel para no falsearme a mí misma, le saco la vuelta a la cursilería, a la gazmoñería, a la hipocresía hasta donde puedo y trato de que mis parlamentos digan algo porque me importa que la gente me crea.

­¿Y cómo te ha respondido el público?
­Mis películas son las más taquilleras. Allí tienes la respuesta del público, mija.
SI NO SE RIEN, ¡NOMÁS NO SE ENOJEN! Y VIENE LA SEGUNDA PARTE...
Que le vamos hacer, es la cultura Mexicana, La teoría del pendulo: por el desquite a tanta horripilante película de Pedro Infante.
Elena Poniatowska/ II y última

Isela Vega: de encueratriz a lopezobradorista
La entrevista con Isela Vega la hice en dos tandas del mes de noviembre de 1973. Al día siguiente me recibió sentada en el suelo en posición de loto, su pelo rojizo sobre los hombros y me encantó que caminara descalza por su casa que tiene buenas vibras, sus muros cubiertos de reproducciones de Modigliani. Nacida en Hermosillo, Sonora en 1940, Isela, a la que llaman Chichela, comenzó su carrera como modelo y cantante en la década de los 60, para entrar al cine con la película La rabia. Su primer papel importante fue en Las pecadoras (1967). En los 70 llegó a ser el símbolo sexual del cine mexicano y Carlos Monsiváis, en Amor perdido, dedica un capítulo a sus ires y venires sobre el escenario y sobre todo a sus extraordinarias respuestas a quienes le gritaban desde las butacas. Para él, que es protestante, nunca fue un escándalo que ella repitiera una y mil veces "Me lleva la chingada" o "Dile a tu papá que chingue a su madre" y eso que yo nunca le he oído una grosería a Monsiváis. Chichela Vega siempre supo enfrentarse a la raza bien caliente. En su filmografía destacan Las pirañas aman en cuaresma (1969), Las golfas (1969), Las reglas del juego (1970), Fin de fiesta (1971), El monasterio de los buitres (1972), La Celestina (1973), La india (1974), El llanto de la tortuga (1974), Las apariencias engañan (1977), La viuda negra (1977, Ariel por la mejor actuación en 1984), Las cariñosas (1978). Nana (1979), Las siete cucas (1981) y El amor es un juego extraño (1984). Cantante de boleros y rolas tropicales en el Terraza Casino o el bar Impala del hotel Regis, Mauricio Garcés la tuvo de compañera sexy en Don Juan 67. En Estados Unidos, Isela produjo cintas con títulos muy a todo dar: Una gallina muy ponedora (1981), Los amantes del señor de la noche (1983) y Dos chichimecas en Hollywood (1989), las tres con guiones suyos. Su obra de teatro La sexicienta rompió el récord de entradas en 1983. Tuve el privilegio de volver a verla en El Hábito 30 años después de la entrevista convertida en la Diana Cazadora al lado de Liliana Felipe que representaba al Angel de la Independencia y ahora a lo largo de los 47 días del plantón cuando repetía con la multitud: "Es un honor estar con Obrador".

Tráiganme la cabeza de Alfredo García, mi mejor película
­¿Y cuál es la película con la que más te identificas, Isela?
­Esta que hago ahora con Sam Peckinpah: Tráiganme la cabeza de Alfredo García, un western violento filmado en el ambiente actual. Es la cinta en la que me he sentido más creativa. Sam Peckinpah es un director extraordinario que sabe de cine todo lo que hay que saber. Se ríe como loco o se pone a llorar. Él es todos los personajes. Nunca en mi vida me había sentido tan bien, ni siquiera con Alejandro Jodorowsky.

­¿Le has cogido cariño?
­Le he cogido de todo.
­Y ¿qué opinas de los hombres?
­Yo he tenido maridos y amantes y aves de paso y he sido feliz con todos ellos. Tengo muchos amigos y muy pocas amigas porque todas son unas frígidas. Y cuando no sabes hacer el amor, te vuelves pendeja.

Siempre la persona más importante es la que está frente a mí
­¿A poco no te has encontrado una sola mujer valiosa?
­Sí, a Antonia Mora la del libro Del oficio, que es un libreto para cine construido de tal forma que podría filmarse al día siguiente de su lectura. También la actriz Ofelia Medina, que es un amor de persona, una chava inteligente, muy acá; a Alda Leiter y a Bertha Cuevas. A ellas las considero mis amigas y me gusta oírlas. Claro, tengo muchas amistades epidérmicas, pero mi idea básica es que nadie es más importante que la persona que tengo enfrente. Nunca he tenido dificultad alguna para comunicarme con los demás.

­Dicen que en el teatro, tú les contestas a todos...
­Sí, soy muy respondona. Los callo de un solo grito.
­¿Si te dicen groserías, respondes groserías?
­M'ija, la duda ofende. Para eso tengo boca.
Vivo en paz conmigo misma
­Me estaba yo asoleando en la azotea, por eso me vez en bata.
­¿Siempre dices la verdad?
­Siempre, desde niña. Cuando dije que yo podía discutir la existencia de Dios, toda mi familia levantó los brazos al cielo despavorida.
­¿Te consideras equilibrada?
­Sí, vivo en paz conmigo misma.
­Pero ¿por qué escandalizas?
­Es un rasgo de mi carácter, escandalizo sólo por ser yo: Isela Vega. Escandalizo sin proponérmelo desde que soy niña, mi sola presencia escandaliza; la historia de mi vida parece resumirse en un verbo: escandalizar.
­¿Te molesta escandalizar?
­A veces me cansa.
­¿Por qué te metes en escándalos, entonces? ¿Por qué hiciste Zaratustra?
­Porque me lo pidió Zaratustra, perdón, Alejandro Jodorowsky.
­¿Y al verte a ti y a Carlos Ancira desnudos todo el mundo se escandalizó?
­Se escandalizaron los que quisieron. De Zaratustra se salieron ante mis ojos una señora y sus dos hijas y los dos novios de sus hijas apenas nos empezamos a quitar la ropa Carlos Ancira y yo. Tuvimos lleno completo todas las noches... A mí me gusta Nietzsche, a mí Nietzsche me queda al centavo como me queda al centavo Alejandro Jodorowsky. Una obra inspirada en la filosofía de Nietzsche era más que suficiente para llevarla al teatro y la puesta en escena de Jodorowsky me pareció perfecta. ¿Cómo podía yo hacerlo más que estando desnuda? Para mí la vestimenta es la forma, y ésta no me dice nada, más bien estorba. ¿Cómo enfrentarse a Zaratustra vestida? No lo concibo.

­¿No crees que la gente iba al teatro sólo para verte desnuda?
En mi actuación en Zaratustra se fue un año de mi vida. ­Este es problema de la gente, no mío. Para mí era una labor artística y espiritual. Mi sueldo era bajo, 250 pesos diarios, así es que no puede hablarse de un espectáculo comercial y en esto, en Zaratustra se fue un año de mi vida.

­Eres una mujer muy fuerte ¿verdad Isela?
­Sí, soy muy fuerte y no me ha destruido el éxito porque en este país odian al éxito. Lo que más les complace a los mexicanos es poder decir: "¡Ah, pobrecita!" y yo no soy ninguna pobrecita. Si te sucede alguna desgracia, entonces los mexicanos se derriten, si te va mal quieren prestarte su hombro para llorar pero si te va bien, te odian, odian el éxito. En este país el mejor disfraz es el de limosnero. A los hombres les encanta "pobrear" a las mujeres.

­Entonces ¿hay que llorar para que te hagan caso?
­Por lo menos hay que parecer frágil, mansa, mensa y aturdida. Entonces los señores se desviven por ti. Pero una mujer que piensa, discute, razona, una mujer victoriosa, eso sí jamás lo aceptan. Los mexicanos son muy provincianos, retrógradas, casi tarados. Su imagen de la mujer es la del dicho, "como la escopeta: cargada y en un rincón". ¿Sabes lo que eso significa en pleno siglo XX? Yo creo mucho en el gran viaje que es la vida, por eso no puedo perderla con un pendejo.

­¿Para ti qué es la vida?
­Es un carrusel. Voy montada en uno de los caballitos y al ir dando vueltas me encuentro con gente que tengo que dejar en el camino ­aunque no lo desee­ pero la dejo porque tengo que seguir el viaje. No me puedo quedar más que lo que se detiene el carrusel, no puedo alterar mi ruta. Lo que te quiero decir es que he aprendido con mucho trabajo a vivir el presente, he logrado que no se me vaya el momento; lo más importante ahora mismo es que estemos hablando tú y yo, la una frente a la otra, y trato de vivirlo en su totalidad.
­¿No piensas en otra cosa? Yo no tengo ese poder de concentración, Isela. Pienso en ti, pero también en qué lata que se me descompuso la licuadora. ­Entonces no estás viviendo el presente y este es un error gravísimo que pagarás con muchas angustias. De adolescente fui inconsciente, vivía el futuro, pero nunca el momento, nunca. (Sonríe una sonrisa muy tierna). Mira, un montón de momentos felices hacen una felicidad. Por no vivir el momento ni pensar que la persona que tienes enfrente es la más importante, todo se vuelve relativo.

­¿No consideras que te has dañado a ti misma?
­No. Creo que para no hacerle daño a nadie necesitas empezar por no hacerte daño a ti misma. Eso sabes hacerlo por instinto. Los jóvenes, los niños tienen muchas más defensas de lo que uno cree. Todos somos changuitos sin pelo y lo primero es conocerse a sí mismo aunque cueste mucho trabajo. Lo principal es ser sincero consigo mismo y capaz de decirle "no" a muchas cosas.

­¿A qué cosas?
­A la hipocresía, a la malevolencia, a las formas. A mí me han tachado de inmoral porque me desnudo. Yo quisiera preguntarle a cada uno de los que van al teatro qué entienden por moral.

­Para ti ¿qué es inmoral?
­La corrupción política, el engaño, el fraude, el robo de urnas, desvestir una mujer en la imaginación, eso es lo que hacen los políticos, los empresarios, los banqueros, los tlatoanis y los burócratas que aspiran a jefazos. ¿No te parece a ti corrupta la justicia en nuestro país? ¡No hay peor tugurio que la procuraduría de la nación ni peores delincuentes que los jueces y sus achichincles! Para despedirnos, Isela Vega le ofrece a Felipe, mi hijo de cinco años, un verdadero festín de la loba: cacahuates, gelatina y un refresco. Del baúl cerrado con llave del que en la primera entrevista sacó fotografías familiares con Shaula bajo la mirada admirativa de Felipe, extrae un pianito dorado sin patas que se toca en clave de sol. Shaula, su niña, hoy ausente ("...se la llevó su papá"), reclamará sin duda cuando regrese:

­¿Y mi pianito? ¿Por qué les regalaste mi pianito a esos preguntones?


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