Promovida al final del sexenio de Vicente Fox como “un nuevo paradigma” en su tipo y considerada la obra cultural más importante de su gobierno, la Biblioteca de México José Vasconcelos no llegó siquiera a su primer año de funcionamiento: tuvo que cerrar “temporalmente” ante los problemas derivados de la prisa por inaugurarla en plena campaña electoral, las serias deficiencias en su construcción y un despilfarro de recursos por 2 mil 300 millones de pesos.
Catedral de la lectura”, según la definió Vicente Fox en el último tramo de su gestión como presidente, la Biblioteca de México José Vasconcelos se ha convertido en el símbolo de la ineficacia y las corruptelas, y en un escandaloso negocio sexenal que involucra a constructores, arquitectos y exresponsables del área educativa y cultural del anterior gobierno. Sari Bermúdez, quien fungió como directora del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) durante el gobierno foxista, la consideraba como “un nuevo paradigma” y fue la culpable de que el costo de este proyecto se elevara de mil millones a 2 mil 300 millones de pesos en dos años. Conocida como la megabiblioteca José Vasconcelos, esta obra no llegó ni siquiera a su primer año de funcionamiento. Su “cierre temporal”, ordenado por la titular de la Secretaría de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, y por Sergio Vela, sucesor de Sari Bermúdez en el Conaculta, viene acompañado del acuerdo legislativo de una “auditoría especial” a todos los contratos y recursos que manejaron las instituciones involucradas en su construcción, en especial el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE).
Y es que los recursos destinados a esta megaobra incluyen un sospechoso fideicomiso de 289 millones de pesos administrados por Nacional Financiera, cuyo contrato nunca fue exhibido; además los legisladores quieren saber por qué se amplió el presupuesto original de 2006, de 806.1 millones a mil 553.7 millones de pesos. Las pistas de las irregularidades y presuntos malos manejos conducen directamente a Sari Bermúdez, amiga personal de la expareja presidencial, así como al extitular de la SEP, Reyes Tamez Guerra, y a Fernando Larrazábal Bretón, director del CAPFCE durante el sexenio foxista, por mencionar a los principales. No es ésta la primera vez que Bermúdez se ve involucrada en casos de corrupción. Durante la administración foxista, la pareja de Bermúdez, Guido Belsasso, protagonizó un caso de tráfico de influencias en el Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), lo que lo obligó a dejar la dirección de esa dependencia. A raíz de este hecho, Belsasso fue inhabilitado por 10 años. Guido y Sari entablaron amistad con la pareja Fox-Sahagún desde antes de la campaña de 2000. El mayor atributo de la exconductora televisiva para dirigir los destinos del sector cultural del país fue escribir el libro hagiográfico de la exprimera dama, Martha Sahagún, la fuerza del espíritu, a quien describió como fiel seguidora de Santa Teresa de Jesús (Proceso 1260). Ahora Sari es la responsable de “ordenar el archivo” de Vicente Fox en el Centro de Estudios para la Democracia, que el exmandatario pretende construir en el rancho de San Francisco del Rincón, según reveló el reportero Daniel Lizárraga (Proceso 1582).
Sari se convirtió en entusiasta promotora de la megabiblioteca después de que el escritor Carlos Fuentes se lo sugirió a la entonces titular de Conaculta a mediados del sexenio foxista. Incluso formó un “patronato empresarial” para recaudar 200 millones de pesos para garantizar la “aplicación ágil, transparente y eficiente” de los recursos de la futura biblioteca. En ese patronato estaban Alejandro Burillo Azcárraga, Raúl Cárdenas Rioseco, Gonzalo Pérez Fernández, Federico Sada González, Francisco Cázares Elías y Liliana Margarita Melo de González Sada, entre otros. El 18 de marzo de 2003, Sari anunció que el dueño de Microsoft, Bill Gates, donaría 40 millones de dólares para el equipamiento informático de la obra. Hasta el momento se desconoce el destino y el uso de esos recursos. Otro de los implicados en los presuntos ilícitos relacionados con la biblioteca es Fernando Larrazábal, diputado local panista en Nuevo León. Él fue responsable de las licitaciones y contratos con la mayor parte de poco más de 40 empresas involucradas en la construcción y equipamiento de la obra. Al igual que Sari, Larrazábal presumía su amistad con Marta Sahagún. De acuerdo con Tatiana Clouthier, exdiputada panista, Larrazábal es amigo cercano del alcalde panista de Reynosa, Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, y de Manuel Bibriesca Sahagún. En su calidad de director del CAPFCE, Larrazábal fue el responsable del manejo de los más de 2 mil millones de pesos destinados a la megabiblioteca y de los 158 millones de pesos que el CAPFCE destinó en 2006 para la construcción del Centro Regional de las Artes y la rehabilitación del Teatro Obrero de Ciudad Zamora, Michoacán, lugar de origen de Marta Sahagún. La licitación fue ganada por Ingenieros Civiles Asociados (ICA).
Megadesastre
Un año antes de la inauguración de la megabiblioteca, Larrazábal declaró que “las lluvias son el principal enemigo de cualquier obra”, pero “llueva, truene o relampaguee, la obra se va a terminar en marzo” de 2006, dijo. Así mismo, declaró el 14 de abril de 2005 que la cimentación del edificio presentaba una “complicación”: el manto freático se encuentra sólo a cuatro o cinco metros de profundidad del nivel del terreno, y no a 20 metros, como era el ideal. Sin embargo, aclaró que se construiría una cisterna de 6 millones de litros de agua pluvial que permitiría regar los 22 mil metros de “jardín botánico” y evitar que la futura biblioteca se inundara. Justamente lo que Larrazábal mencionó en esa ocasión se presentó después de que la obra fuera inaugurada aún sin terminar. Las lluvias dañaron la estructura del edificio, el agua se filtró y el “jardín botánico” resultó insuficiente para contener las inundaciones.
Los peores pronósticos de arquitectos, legisladores e intelectuales críticos respecto de la llamada megabiblioteca se cumplieron el pasado 14 de marzo. Mediante un escueto comunicado, el Conaculta informó que a partir del martes 20 la biblioteca suspenderá “temporalmente” sus servicios para concluir las obras, a cargo del CAPFCE, “sin riesgos para los usuarios, el acervo y el equipo de biblioteca”. Ignacio Padilla, director del recinto, pronosticó que el cierre durará entre dos y tres meses, y reconoció en distintas entrevistas que el “nuevo paradigma” del sistema nacional de bibliotecas tiene filtraciones, goteras y todo tipo de riesgos. Otros especialistas calculan que el cierre puede prolongarse por más de 10 meses, o incluso un año. El origen de los errores estuvo en las prisas para inaugurarla. “El concreto no fragua por decreto”, sentenció el arquitecto Enrique Espinosa. “Cuarenta mil metros cuadrados de construcción en 14 meses es imposible. Esto sólo existe en México”, afirma Espinosa, entrevistado por Proceso durante un recorrido en las instalaciones de la obra, ubicada en los terrenos de la estación de trenes Buenavista, al norte de la Ciudad de México. Espinosa, dueño de la empresa Obras de Arte Invento Sueños, acompañó a integrantes del Colegio de Arquitectos, encabezados por su exvicepresidente Gabriel Gutiérrez, quienes constataron las deficiencias en el drenaje y en las tuberías de los baños, así como la fragilidad de los cristales y la filtración de la humedad. Todos coincidieron en que el apresuramiento para inaugurar la obra tenía poco que ver con criterios arquitectónicos o de ingeniería y más con razones políticas. Las fallas se las heredaron a la siguiente administración.
Libros, nubes y contratos
En la megabiblioteca lo que menos importan son los libros y la promoción de la lectura. El acervo inicial, de 500 mil volúmenes, está incompleto. Faltan 200 mil por clasificar. Más de 40% de los anaqueles están vacíos y los criterios de clasificación están a cargo de trabajadores con escasa experiencia en bibliotecología. Una buena parte de los 400 trabajadores son biólogos, psicólogos o archivistas. “Cuidado al pisar”, reza un letrero en el acceso a uno de los elevadores. Varios anaqueles están resguardados por cintas aislantes ante “riesgos de derrumbes”. Los verdaderos protagonistas de esta obra faraónica son las nubes y las lluvias. Tan sólo el año pasado, cerca de 30 mil volúmenes fueron afectados por las goteras y las filtraciones de la humedad. La clasificación bibliotecológica es, a todas luces, deficiente. En los anaqueles dedicados a la “Literatura Juvenil” se encuentran los seis títulos de las obras de Paulo Coelho (El peregrino, La quinta montaña, Brida, El zahir, A orillas del río Piedra me senté, El alquimista), pero ninguno de Charles Dickens y sólo tres de Dostoievski. En el área de “Química” se encuentran las obras completas de Manuel Gutiérrez Nájera. La clasificación de la literatura mexicana es por demás caótica. El libro Sexo secreto, de Francisco Reséndiz, está entre Los muros de agua, de José Revueltas, y La cena, de Alfonso Reyes. No existen primeras ediciones ni acervos especializados. La acumulación provoca que estén las “obras completas” de Sari Bermúdez, la exdirectora de Conaculta, e incompletas las de Sor Juan Inés de la Cruz.
La megabiblioteca refleja así el “gusto” por los libros que caracterizó a Vicente Fox. Recientemente, el escritor Carlos Monsiváis dijo que para el expresidente la mera existencia de un libro es una biblioteca: “Para él, dos libros serían dos bibliotecas y tres libros, tres bibliotecas, no porque un libro encierre toda la sabiduría, sino porque es un objeto, para él, extraño, innecesario y lapidador”. Monsiváis recordó que durante su campaña Fox les presumió a los artistas e intelectuales: “Ustedes se formaron leyendo libros, yo me formé mirando las nubes”. En este caso, agregó el escritor, “una nuboteca sería quizá lo más apropiado”. Al inaugurarse se presumió que la megabiblioteca contaría con 750 terminales de cómputo con acceso público y servicio gratuito, conectadas a internet. Cerca de la tercera parte de estas terminales no funcionan. Los 26 mil metros cuadrados del jardín botánico están prácticamente abandonados. Cuando se inauguró el recinto, el arquitecto Alberto Kalach, principal responsable del diseño, se justificó: “Hacer un jardín botánico toma entre 30 y 50 años. Nosotros quedamos con la señora (Sari) Bermúdez en instituir una comisión que le dé seguimiento unos cinco años más”. Sin embargo, se le pagaron 38 millones 976 mil pesos a la empresa Rohm Construcciones para la “terminación del invernadero, acceso y obra exterior” de la biblioteca. Para la labor de impermeabilización en los edificios A, B, C y las instalaciones hidrosanitarias, el CAPFCE le pagó 19 millones 466 mil pesos a la empresa Maheja Construcciones.
Las principales empresas constructoras que ganaron las licitaciones el 1 de diciembre de 2004 y junio de 2005 fueron:
–GUTSA Infraestructura, para la construcción del edificio A, con un contrato por 97 millones 829 mil pesos.
–ICA, responsable de la construcción del edificio B, con un contrato por 123 millones 664 mil pesos.
–Mexicana de Presfuerzo, para la construcción del edificio C, con un contrato de 99 millones 402 mil pesos.
–Proy-cons, para la construcción de la primera etapa del edificio D, con un contrato por 28 millones 77 mil pesos.
–Grupo Tritón, Consultores y Constructores, para la primera etapa del edificio E, por un total de 28 millones 929 mil pesos.
–Inmobiliaria y Constructora Galva, para la primera etapa del edificio F, por un total de 39 millones 730 mil pesos.
–Grupo Areco, para la construcción de taludes, accesos y obra exterior, por 18 millones 526 mil pesos.
–Inmuebles y Construcciones Goval recibió 111 millones 610 mil pesos para la construcción de la primera etapa de libreros en los edificios A, B y C.
Al fin, la auditoría
Ante el desastre de la megabibloteca, el jueves 15 la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, aceptó ante un grupo de senadores que la Auditoría Superior de la Federación realice una “auditoría especial” sobre la construcción y operación de la Biblioteca de México José Vasconcelos. Esto significará entrar a la revisión de todos los contratos firmados entre el CAPFCE y cerca de 45 empresas contratistas y subcontratistas, así como de las ampliaciones presupuestales que elevaron el costo, tan sólo en 2006, de 806 millones a mil 553 millones de pesos. La auditoría especial tendrá que investigar el destino de un fideicomiso de 289 millones de pesos, con un depósito de Nacional Financiera (200311H0001353), a título de la Biblioteca de México José Vasconcelos, y el ejercicio de 418 millones de pesos etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2004 en el Conaculta, cuyo ejercicio se desconoce. El manejo oscuro y poco transparente de los recursos de la megabiblioteca involucra un presunto donativo de 40 millones de dólares que el magnate Bill Gates realizó para el equipamiento informático. Ya en junio de 2004, la Fundación Bill y Melinda Gates declaró al periódico The Financial Times que ellos no hicieron ninguna donación para la biblioteca. El punto de acuerdo sobre la auditoría especial, promovido por el diputado Alfonso Suárez del Real, del PRD, subraya que desde la presentación del proyecto se habló de “la creación” de la Biblioteca Nacional, “institución que existe en nuestro país desde el año de 1857, el 14 de septiembre, fecha en que con el acervo de la biblioteca de la Universidad de México se formó el acervo cimiento de la Biblioteca Nacional”.
El documento detalla así los costos que se fueron sumando en la construcción de la obra:
–99 millones de pesos en 2003 para el inicio del proyecto.
–289 millones de pesos con la creación de un fideicomiso en Nacional Financiera en 2004. Este instrumento de inversión va en contra de lo estipulado en el artículo 1, fracción VI de la Ley de Obras Públicas, que le ordena a las dependencias abstenerse de “crear fideicomisos, otorgar mandatos o celebrar actos o cualquier tipo de contratos que evadan lo previsto en este ordenamiento”.
–418 millones de pesos etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2004 para el Conaculta.
–521 millones de pesos asignados al CAPFCE en 2005, “aun cuando esta partida se había eliminado por la Cámara de Diputados”.
–258 millones en una primera partida y 270 millones en una segunda, en 2006; la inicial para que a través del CAPFCE se finalizara la construcción y la segunda para el equipamiento.
–También en 2006, el presupuesto del CAPFCE se amplió en varias ocasiones, hasta duplicar el presupuesto original de 806.1 millones de pesos y llegar a mil 553.7 millones de pesos, “un comportamiento irregular a todas luces”, dice el documento.
La suma de esas cantidades supera ampliamente los 2 mil millones de pesos. El punto de acuerdo subraya que “si la diferencia entre los 126 millones de pesos del presupuesto actual (2007) contra los mil 553 millones del presupuesto del año pasado no representa al menos un gasto irresponsable, fuera de toda medida, entonces no ofrece materia para la fiscalización del destino de más de mil 300 millones en un solo año”. Consultado por Proceso, el diputado Suárez del Real aportó otro dato de contraste sobre el despilfarro de la megabiblioteca: a un proyecto similar de la Universidad de Guadalajara, con sólo 11 metros cuadrados de diferencia, se le negaron 700 millones de pesos, pero la obra faraónica promovida por Sari Bermúdez, Reyes Tamez y Vicente Fox rebasó los 2 mil millones de pesos.
La pista de Larrazábal
Una auditoría “parcial” realizada sobre las cuentas de la megabiblioteca correspondientes a 2004 arrojaba ya varias irregularidades que involucraban al exdirector de CAPFCE Fernando Larrazábal, exalcalde de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, actual diputado local y amigo de Marta Sahagún. Con recursos de la construcción, Larrazábal adquirió 11 vehículos Renault Clío modelo 2004 por 1 millón 238 mil pesos. Nadie sabe dónde fueron a parar esos vehículos ni si Larrazábal los devolvió antes de irse a la candidatura. Otro ejemplo de dispendio fueron los múltiples viajes de Sari Bermúdez. Sin justificar ni pedir autorización a su jefe inmediato, el titular de la SEP, Reyes Tamez, Bermúdez realizó en 2004 11 viajes al interior de la República y 13 al extranjero con un costo de 483 mil pesos en viáticos.
A raíz de esta auditoría, la Cámara de Diputados investigó otra línea de dispendio de Sari Bermúdez y el Conaculta: la construcción del Centro Regional de las Artes de Zamora, una de las obras que más presumió Sahagún durante sus viajes a su lugar de origen. La licitación pública número 111400 77-033-06 del CAPFCE revela que se le pagaron 158 millones 3 mil pesos a Ingenieros Civiles y Asociados (ICA) para la construcción de ese centro y para la rehabilitación del Teatro Obrero en Zamora, Michoacán. Las pistas de las irregularidades conducen directamente al exdirector del CAPFCE Fernando Larrazábal, quien dejó al frente del organismo, dependiente de la SEP, a quien fuera su subdirector administrativo, Osvaldo Cervantes, su secretario particular cuando era alcalde de San Nicolás de los Garza. El 11 de mayo de 2005, la entonces dirigente estatal del PAN en Nuevo León, Rebeca Clouthier, amonestó a Larrazábal por haber contratado a consejeros de Acción Nacional en la dirección del CAPFCE, en violación del Código de Ética de ese partido. Sin embargo, la denuncia de Clouthier fue frenada por el Comité Ejecutivo Nacional del PAN. En agosto de 2005, la directiva panista exoneró a Larrazábal. El 24 de marzo de 2006, durante su campaña electoral, Felipe Calderón presumió a Larrazábal como uno de los orgullos del panismo nicolaíta. El 11 de abril de 2005, un año antes de que Fox inaugurara el conjunto faraónico de Buenavista, Larrazábal se ufanó: “Todo está calculado para que no se presenten problemas. La responsabilidad total es del proyectista, es decir, del arquitecto Alberto Kalach, quien diseñó el sistema”. En la euforia inaugural del 16 de mayo de 2006, Vicente Fox calificó la Biblioteca de México como “una de las obras más avanzadas del siglo XXI”. El entonces titular de la SEP, Reyes Tamez, felicitó a Fox por ser “el alma de este proyecto”.
Catedral de la lectura”, según la definió Vicente Fox en el último tramo de su gestión como presidente, la Biblioteca de México José Vasconcelos se ha convertido en el símbolo de la ineficacia y las corruptelas, y en un escandaloso negocio sexenal que involucra a constructores, arquitectos y exresponsables del área educativa y cultural del anterior gobierno. Sari Bermúdez, quien fungió como directora del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) durante el gobierno foxista, la consideraba como “un nuevo paradigma” y fue la culpable de que el costo de este proyecto se elevara de mil millones a 2 mil 300 millones de pesos en dos años. Conocida como la megabiblioteca José Vasconcelos, esta obra no llegó ni siquiera a su primer año de funcionamiento. Su “cierre temporal”, ordenado por la titular de la Secretaría de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, y por Sergio Vela, sucesor de Sari Bermúdez en el Conaculta, viene acompañado del acuerdo legislativo de una “auditoría especial” a todos los contratos y recursos que manejaron las instituciones involucradas en su construcción, en especial el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE).
Y es que los recursos destinados a esta megaobra incluyen un sospechoso fideicomiso de 289 millones de pesos administrados por Nacional Financiera, cuyo contrato nunca fue exhibido; además los legisladores quieren saber por qué se amplió el presupuesto original de 2006, de 806.1 millones a mil 553.7 millones de pesos. Las pistas de las irregularidades y presuntos malos manejos conducen directamente a Sari Bermúdez, amiga personal de la expareja presidencial, así como al extitular de la SEP, Reyes Tamez Guerra, y a Fernando Larrazábal Bretón, director del CAPFCE durante el sexenio foxista, por mencionar a los principales. No es ésta la primera vez que Bermúdez se ve involucrada en casos de corrupción. Durante la administración foxista, la pareja de Bermúdez, Guido Belsasso, protagonizó un caso de tráfico de influencias en el Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), lo que lo obligó a dejar la dirección de esa dependencia. A raíz de este hecho, Belsasso fue inhabilitado por 10 años. Guido y Sari entablaron amistad con la pareja Fox-Sahagún desde antes de la campaña de 2000. El mayor atributo de la exconductora televisiva para dirigir los destinos del sector cultural del país fue escribir el libro hagiográfico de la exprimera dama, Martha Sahagún, la fuerza del espíritu, a quien describió como fiel seguidora de Santa Teresa de Jesús (Proceso 1260). Ahora Sari es la responsable de “ordenar el archivo” de Vicente Fox en el Centro de Estudios para la Democracia, que el exmandatario pretende construir en el rancho de San Francisco del Rincón, según reveló el reportero Daniel Lizárraga (Proceso 1582).
Sari se convirtió en entusiasta promotora de la megabiblioteca después de que el escritor Carlos Fuentes se lo sugirió a la entonces titular de Conaculta a mediados del sexenio foxista. Incluso formó un “patronato empresarial” para recaudar 200 millones de pesos para garantizar la “aplicación ágil, transparente y eficiente” de los recursos de la futura biblioteca. En ese patronato estaban Alejandro Burillo Azcárraga, Raúl Cárdenas Rioseco, Gonzalo Pérez Fernández, Federico Sada González, Francisco Cázares Elías y Liliana Margarita Melo de González Sada, entre otros. El 18 de marzo de 2003, Sari anunció que el dueño de Microsoft, Bill Gates, donaría 40 millones de dólares para el equipamiento informático de la obra. Hasta el momento se desconoce el destino y el uso de esos recursos. Otro de los implicados en los presuntos ilícitos relacionados con la biblioteca es Fernando Larrazábal, diputado local panista en Nuevo León. Él fue responsable de las licitaciones y contratos con la mayor parte de poco más de 40 empresas involucradas en la construcción y equipamiento de la obra. Al igual que Sari, Larrazábal presumía su amistad con Marta Sahagún. De acuerdo con Tatiana Clouthier, exdiputada panista, Larrazábal es amigo cercano del alcalde panista de Reynosa, Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, y de Manuel Bibriesca Sahagún. En su calidad de director del CAPFCE, Larrazábal fue el responsable del manejo de los más de 2 mil millones de pesos destinados a la megabiblioteca y de los 158 millones de pesos que el CAPFCE destinó en 2006 para la construcción del Centro Regional de las Artes y la rehabilitación del Teatro Obrero de Ciudad Zamora, Michoacán, lugar de origen de Marta Sahagún. La licitación fue ganada por Ingenieros Civiles Asociados (ICA).
Megadesastre
Un año antes de la inauguración de la megabiblioteca, Larrazábal declaró que “las lluvias son el principal enemigo de cualquier obra”, pero “llueva, truene o relampaguee, la obra se va a terminar en marzo” de 2006, dijo. Así mismo, declaró el 14 de abril de 2005 que la cimentación del edificio presentaba una “complicación”: el manto freático se encuentra sólo a cuatro o cinco metros de profundidad del nivel del terreno, y no a 20 metros, como era el ideal. Sin embargo, aclaró que se construiría una cisterna de 6 millones de litros de agua pluvial que permitiría regar los 22 mil metros de “jardín botánico” y evitar que la futura biblioteca se inundara. Justamente lo que Larrazábal mencionó en esa ocasión se presentó después de que la obra fuera inaugurada aún sin terminar. Las lluvias dañaron la estructura del edificio, el agua se filtró y el “jardín botánico” resultó insuficiente para contener las inundaciones.
Los peores pronósticos de arquitectos, legisladores e intelectuales críticos respecto de la llamada megabiblioteca se cumplieron el pasado 14 de marzo. Mediante un escueto comunicado, el Conaculta informó que a partir del martes 20 la biblioteca suspenderá “temporalmente” sus servicios para concluir las obras, a cargo del CAPFCE, “sin riesgos para los usuarios, el acervo y el equipo de biblioteca”. Ignacio Padilla, director del recinto, pronosticó que el cierre durará entre dos y tres meses, y reconoció en distintas entrevistas que el “nuevo paradigma” del sistema nacional de bibliotecas tiene filtraciones, goteras y todo tipo de riesgos. Otros especialistas calculan que el cierre puede prolongarse por más de 10 meses, o incluso un año. El origen de los errores estuvo en las prisas para inaugurarla. “El concreto no fragua por decreto”, sentenció el arquitecto Enrique Espinosa. “Cuarenta mil metros cuadrados de construcción en 14 meses es imposible. Esto sólo existe en México”, afirma Espinosa, entrevistado por Proceso durante un recorrido en las instalaciones de la obra, ubicada en los terrenos de la estación de trenes Buenavista, al norte de la Ciudad de México. Espinosa, dueño de la empresa Obras de Arte Invento Sueños, acompañó a integrantes del Colegio de Arquitectos, encabezados por su exvicepresidente Gabriel Gutiérrez, quienes constataron las deficiencias en el drenaje y en las tuberías de los baños, así como la fragilidad de los cristales y la filtración de la humedad. Todos coincidieron en que el apresuramiento para inaugurar la obra tenía poco que ver con criterios arquitectónicos o de ingeniería y más con razones políticas. Las fallas se las heredaron a la siguiente administración.
Libros, nubes y contratos
En la megabiblioteca lo que menos importan son los libros y la promoción de la lectura. El acervo inicial, de 500 mil volúmenes, está incompleto. Faltan 200 mil por clasificar. Más de 40% de los anaqueles están vacíos y los criterios de clasificación están a cargo de trabajadores con escasa experiencia en bibliotecología. Una buena parte de los 400 trabajadores son biólogos, psicólogos o archivistas. “Cuidado al pisar”, reza un letrero en el acceso a uno de los elevadores. Varios anaqueles están resguardados por cintas aislantes ante “riesgos de derrumbes”. Los verdaderos protagonistas de esta obra faraónica son las nubes y las lluvias. Tan sólo el año pasado, cerca de 30 mil volúmenes fueron afectados por las goteras y las filtraciones de la humedad. La clasificación bibliotecológica es, a todas luces, deficiente. En los anaqueles dedicados a la “Literatura Juvenil” se encuentran los seis títulos de las obras de Paulo Coelho (El peregrino, La quinta montaña, Brida, El zahir, A orillas del río Piedra me senté, El alquimista), pero ninguno de Charles Dickens y sólo tres de Dostoievski. En el área de “Química” se encuentran las obras completas de Manuel Gutiérrez Nájera. La clasificación de la literatura mexicana es por demás caótica. El libro Sexo secreto, de Francisco Reséndiz, está entre Los muros de agua, de José Revueltas, y La cena, de Alfonso Reyes. No existen primeras ediciones ni acervos especializados. La acumulación provoca que estén las “obras completas” de Sari Bermúdez, la exdirectora de Conaculta, e incompletas las de Sor Juan Inés de la Cruz.
La megabiblioteca refleja así el “gusto” por los libros que caracterizó a Vicente Fox. Recientemente, el escritor Carlos Monsiváis dijo que para el expresidente la mera existencia de un libro es una biblioteca: “Para él, dos libros serían dos bibliotecas y tres libros, tres bibliotecas, no porque un libro encierre toda la sabiduría, sino porque es un objeto, para él, extraño, innecesario y lapidador”. Monsiváis recordó que durante su campaña Fox les presumió a los artistas e intelectuales: “Ustedes se formaron leyendo libros, yo me formé mirando las nubes”. En este caso, agregó el escritor, “una nuboteca sería quizá lo más apropiado”. Al inaugurarse se presumió que la megabiblioteca contaría con 750 terminales de cómputo con acceso público y servicio gratuito, conectadas a internet. Cerca de la tercera parte de estas terminales no funcionan. Los 26 mil metros cuadrados del jardín botánico están prácticamente abandonados. Cuando se inauguró el recinto, el arquitecto Alberto Kalach, principal responsable del diseño, se justificó: “Hacer un jardín botánico toma entre 30 y 50 años. Nosotros quedamos con la señora (Sari) Bermúdez en instituir una comisión que le dé seguimiento unos cinco años más”. Sin embargo, se le pagaron 38 millones 976 mil pesos a la empresa Rohm Construcciones para la “terminación del invernadero, acceso y obra exterior” de la biblioteca. Para la labor de impermeabilización en los edificios A, B, C y las instalaciones hidrosanitarias, el CAPFCE le pagó 19 millones 466 mil pesos a la empresa Maheja Construcciones.
Las principales empresas constructoras que ganaron las licitaciones el 1 de diciembre de 2004 y junio de 2005 fueron:
–GUTSA Infraestructura, para la construcción del edificio A, con un contrato por 97 millones 829 mil pesos.
–ICA, responsable de la construcción del edificio B, con un contrato por 123 millones 664 mil pesos.
–Mexicana de Presfuerzo, para la construcción del edificio C, con un contrato de 99 millones 402 mil pesos.
–Proy-cons, para la construcción de la primera etapa del edificio D, con un contrato por 28 millones 77 mil pesos.
–Grupo Tritón, Consultores y Constructores, para la primera etapa del edificio E, por un total de 28 millones 929 mil pesos.
–Inmobiliaria y Constructora Galva, para la primera etapa del edificio F, por un total de 39 millones 730 mil pesos.
–Grupo Areco, para la construcción de taludes, accesos y obra exterior, por 18 millones 526 mil pesos.
–Inmuebles y Construcciones Goval recibió 111 millones 610 mil pesos para la construcción de la primera etapa de libreros en los edificios A, B y C.
Al fin, la auditoría
Ante el desastre de la megabibloteca, el jueves 15 la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, aceptó ante un grupo de senadores que la Auditoría Superior de la Federación realice una “auditoría especial” sobre la construcción y operación de la Biblioteca de México José Vasconcelos. Esto significará entrar a la revisión de todos los contratos firmados entre el CAPFCE y cerca de 45 empresas contratistas y subcontratistas, así como de las ampliaciones presupuestales que elevaron el costo, tan sólo en 2006, de 806 millones a mil 553 millones de pesos. La auditoría especial tendrá que investigar el destino de un fideicomiso de 289 millones de pesos, con un depósito de Nacional Financiera (200311H0001353), a título de la Biblioteca de México José Vasconcelos, y el ejercicio de 418 millones de pesos etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2004 en el Conaculta, cuyo ejercicio se desconoce. El manejo oscuro y poco transparente de los recursos de la megabiblioteca involucra un presunto donativo de 40 millones de dólares que el magnate Bill Gates realizó para el equipamiento informático. Ya en junio de 2004, la Fundación Bill y Melinda Gates declaró al periódico The Financial Times que ellos no hicieron ninguna donación para la biblioteca. El punto de acuerdo sobre la auditoría especial, promovido por el diputado Alfonso Suárez del Real, del PRD, subraya que desde la presentación del proyecto se habló de “la creación” de la Biblioteca Nacional, “institución que existe en nuestro país desde el año de 1857, el 14 de septiembre, fecha en que con el acervo de la biblioteca de la Universidad de México se formó el acervo cimiento de la Biblioteca Nacional”.
El documento detalla así los costos que se fueron sumando en la construcción de la obra:
–99 millones de pesos en 2003 para el inicio del proyecto.
–289 millones de pesos con la creación de un fideicomiso en Nacional Financiera en 2004. Este instrumento de inversión va en contra de lo estipulado en el artículo 1, fracción VI de la Ley de Obras Públicas, que le ordena a las dependencias abstenerse de “crear fideicomisos, otorgar mandatos o celebrar actos o cualquier tipo de contratos que evadan lo previsto en este ordenamiento”.
–418 millones de pesos etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2004 para el Conaculta.
–521 millones de pesos asignados al CAPFCE en 2005, “aun cuando esta partida se había eliminado por la Cámara de Diputados”.
–258 millones en una primera partida y 270 millones en una segunda, en 2006; la inicial para que a través del CAPFCE se finalizara la construcción y la segunda para el equipamiento.
–También en 2006, el presupuesto del CAPFCE se amplió en varias ocasiones, hasta duplicar el presupuesto original de 806.1 millones de pesos y llegar a mil 553.7 millones de pesos, “un comportamiento irregular a todas luces”, dice el documento.
La suma de esas cantidades supera ampliamente los 2 mil millones de pesos. El punto de acuerdo subraya que “si la diferencia entre los 126 millones de pesos del presupuesto actual (2007) contra los mil 553 millones del presupuesto del año pasado no representa al menos un gasto irresponsable, fuera de toda medida, entonces no ofrece materia para la fiscalización del destino de más de mil 300 millones en un solo año”. Consultado por Proceso, el diputado Suárez del Real aportó otro dato de contraste sobre el despilfarro de la megabiblioteca: a un proyecto similar de la Universidad de Guadalajara, con sólo 11 metros cuadrados de diferencia, se le negaron 700 millones de pesos, pero la obra faraónica promovida por Sari Bermúdez, Reyes Tamez y Vicente Fox rebasó los 2 mil millones de pesos.
La pista de Larrazábal
Una auditoría “parcial” realizada sobre las cuentas de la megabiblioteca correspondientes a 2004 arrojaba ya varias irregularidades que involucraban al exdirector de CAPFCE Fernando Larrazábal, exalcalde de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, actual diputado local y amigo de Marta Sahagún. Con recursos de la construcción, Larrazábal adquirió 11 vehículos Renault Clío modelo 2004 por 1 millón 238 mil pesos. Nadie sabe dónde fueron a parar esos vehículos ni si Larrazábal los devolvió antes de irse a la candidatura. Otro ejemplo de dispendio fueron los múltiples viajes de Sari Bermúdez. Sin justificar ni pedir autorización a su jefe inmediato, el titular de la SEP, Reyes Tamez, Bermúdez realizó en 2004 11 viajes al interior de la República y 13 al extranjero con un costo de 483 mil pesos en viáticos.
A raíz de esta auditoría, la Cámara de Diputados investigó otra línea de dispendio de Sari Bermúdez y el Conaculta: la construcción del Centro Regional de las Artes de Zamora, una de las obras que más presumió Sahagún durante sus viajes a su lugar de origen. La licitación pública número 111400 77-033-06 del CAPFCE revela que se le pagaron 158 millones 3 mil pesos a Ingenieros Civiles y Asociados (ICA) para la construcción de ese centro y para la rehabilitación del Teatro Obrero en Zamora, Michoacán. Las pistas de las irregularidades conducen directamente al exdirector del CAPFCE Fernando Larrazábal, quien dejó al frente del organismo, dependiente de la SEP, a quien fuera su subdirector administrativo, Osvaldo Cervantes, su secretario particular cuando era alcalde de San Nicolás de los Garza. El 11 de mayo de 2005, la entonces dirigente estatal del PAN en Nuevo León, Rebeca Clouthier, amonestó a Larrazábal por haber contratado a consejeros de Acción Nacional en la dirección del CAPFCE, en violación del Código de Ética de ese partido. Sin embargo, la denuncia de Clouthier fue frenada por el Comité Ejecutivo Nacional del PAN. En agosto de 2005, la directiva panista exoneró a Larrazábal. El 24 de marzo de 2006, durante su campaña electoral, Felipe Calderón presumió a Larrazábal como uno de los orgullos del panismo nicolaíta. El 11 de abril de 2005, un año antes de que Fox inaugurara el conjunto faraónico de Buenavista, Larrazábal se ufanó: “Todo está calculado para que no se presenten problemas. La responsabilidad total es del proyectista, es decir, del arquitecto Alberto Kalach, quien diseñó el sistema”. En la euforia inaugural del 16 de mayo de 2006, Vicente Fox calificó la Biblioteca de México como “una de las obras más avanzadas del siglo XXI”. El entonces titular de la SEP, Reyes Tamez, felicitó a Fox por ser “el alma de este proyecto”.
Proceso No. 01585, 18 de marzo 2007, pág 6.
Kikka Roja
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