Es extraño…
Lo que el amor hace…
-Inland Empire
Hace tiempo que las búsquedas y las aproximaciones para los cineastas han derivado poco a poco, o más bien en un relativo tiempo corto, en acercarse al video como el formato primario de filmación, para poder usar los recursos de producción en otros aspectos que aportan más a la historia que el mismo formato de película. En el camino y, tanto los que cuentan con los recursos como los que no, defienden al celuloide como algo inequiparable para hacer cine. A estas alturas y con las diversas crisis que atraviesan las cinematografías distintas a las de Primer Mundo, por decirlo así, filmar en celuloide se vuelve cada vez más incosteable. Sin embargo, a pesar de que ha habido casos de éxito que sobreviven a la travesía de usar este formato, el video ha demostrado ser, por mucho, el mejor formato para tener una gama más amplia de películas que las que normalmente hay… y eso implica también nuevas propuestas narrativas que apenas y podían ver la luz al no tener acceso monetario al mainstream del quehacer cinematográfico. En la actualidad, ya hay acceso a las cámaras de video de Alta Definición que se acercan a la calidad que tiene el celuloide y, sin embargo, hay quienes se saltan esta oportunidad para hacer sus películas en formatos de video por debajo del de Alta Definición. Hay quienes recurren al Mini Dv y el DVCam como base para hacer sus películas, que son formatos prácticamente caseros. Lo otro ya está resuelto: contar historias.
Quienes han logrado una capacidad de asimilar mejor el formato de video como medio de expresión, han sido los documentalistas, que necesitan de una gran cantidad de material para registrar sus historias y lograr una película con las exigencias propias del género. Con la ventaja de transferir la versión final de la obra de video a celuloide, previa recuantización de la imagen hacia el 35 mm, los costos se abaten de forma dramática y tienen proyección incluso a niveles internacionales, en Festivales o en la Cartelera regular. Los documentalistas nos pueden compartir sus experiencias de producción y han puesto sobre la mesa las amplias ventajas que este modo de hacer películas tiene sobre la forma tradicional. Para citar ejemplos, hay cualquier cantidad de historias al respecto, pero quien se me ocurre tal vez como una de las mejores es de aquel quien ha tenido la fortuna de poder construir un Universo Propio, ampliamente reconocido, y que tendría acceso para conseguir los recursos suficientes para hacer sus películas en 35 mm, pero hasta ahora se ha declarado en contra de regresar al celuloide mismo. Y ése es David Lynch. Si algunos de ustedes han escuchado mentar su nombre o llegado a ver sus películas, pueden reconocer el tipo de historias, sus escenas oniricas y absurdas que irrumpen la realidad de la ficción para trastocarla y darle un nuevo sentido al modo de contar una historia.
Hace más de un año, David descubrió que podía hacer uno de sus proyectos más ambiciosos en video. Investigando, viendo opciones, desechó el video de Alta Definición como formato para realizar Inland Empire, su más reciente obra. En su lugar, recurrió a una cámara DVCam, clasificada por Sony como la PD-150, como la mejor opción, debido a que ofrecía una mayor maniobrabilidad y un registro del color y la imagen como él buscaba: con la libertad de experimentar con iluminación, gama de colores y encuadres mayor que con el de las cámaras de 35 mm. Esto le permitió dedicarse a los aspectos más relevantes de su película, que fueron la dirección de actores, redistribuir sus recursos económicos más en la gente que colaboró en el proyecto que en los “fierros” necesarios para producirla. Y logró una obra totalmente fuera de lo común, con una propuesta narrativa más innovadora que la de la gran mayoría de las películas que ahora podemos ver. No puedo dejar de invitar a que vean, como puedan, Inland Empire por la historia que cuenta y el modo de presentarla. A algunos les parecerá desconcertante, difícil de seguir, pero aún así hay una invitación expresa de David Lynch hacia todos sus colegas cineastas a experimentar más con este formato que con el celuloide tradicional. De plano, él ya lanzó por la borda la cámara de cine para poder hacer su película, retomando lo que cineastas como Martin Scorsese (sin proponérselo por lo mismo) afirmaban: no importa si filmas con 35, 16 ú 8 mm, el objetivo primordial es hacer la película, sin reparar en el formato. Lynch y otros más han adoptado al despreciado video como el mejor modo para trabajar una película sin los atavíos y ataduras del celuloide. Para todos los cineastas, las posibilidades se amplían de forma grandiosa si logran adoptar esta tesis. A la vez, esa amplitud se abre a quienes no necesariamente son cineastas de hueso colorado, ofreciendo una puerta de expresión hasta aquellos que veían lejana la posibilidad de expresarse y comunicarse con un formato tan inasequible económicamente como el celuloide.
Hasta el momento, la exhibición masiva, sin tomar en cuenta la que ofrecen las cadenas televisivas en cualquier parte del mundo, exigen que el formato de presentación sea 35 mm para garantizar una proyección de calidad al público. Esta restricción pone una cadena a este nuevo modo de producción obligando a los cineastas a conseguir, hasta por debajo de las piedras, lo necesario para alcanzar a imprimir sus historias en 35 mm. Es el caso que tenemos ahora con el documental de Luis Mandoki, por poner un ejemplo, que busca los recursos necesarios para exhibir la película en el país sin recurrir a los medios de las Distribuidoras que condicionan el contenido por razones económicas. Llegará el momento de declarar la muerte casi definitiva al celuloide cuando se adopten formatos de exhibición en video de Alta Definición, equiparables a la calidad del 35 mm. Hasta ese momento, volverá a darse una rebaja dramática a los costos de producción, distribución y exhibición de películas. Quienes visitan este blog y otros, seguramente han podido ver algunos videos de las presentaciones de la Revista de “El Chamuco”, uno de ellos se grabó con una cámara parecida a la que Lynch utilizó para su película. Aunque fue un registro del evento que no buscaba más que la difusión, lo que quiero subrayar es que ya tenemos a la mano modos de grabación y hasta de distribución y exhibición de videos que no necesariamente buscan la presentación masiva en las cadenas de cines y hasta de televisión, ambas restringidas por intereses puramente económicos (un argumento primordial para limitar la calidad de sus contenidos, tan vacuos en su gran mayoría), que los que puede haber en estas nuevas cadenas de exhibición local y en la gran ventana mundial que es el Internet.
Lynch ha hecho la observación de que el futuro de la comunicación masiva se encuentra en el Internet. Su sitio davidlynch.com lo ha demostrado con creces en los últimos años, donde su sitio fue la ventana de cortometrajes previos a lo que ahora es Inland Empire (me refiero a los cortometrajes como Darkened Room, El cuarto oscurecido). El producto llega a tener una posibilidad bárbara de exhibición que ya envidian los emporios cinematográficos y televisivos. Estos se han acercado tímidamente al Internet como una ventana principal. Otros fuera de los corporativos de esa calaña prefieren la red mundial para proyectar sus obras. Es decir, estamos ante una democratización del medio cinematográfico y hasta el televisivo como nunca la ha habido. Prácticamente cualquiera que tenga una cámara de video propia o prestada, puede subir su material a una computadora, editarlo, quemarlo en dvd o publicarlo en YouTube o Google Video para exhibirlo. Claro, las calidades varían, pero así como se ha abierto esta ventana, también se democratizarán las herramientas básicas para contar historias y presentar un video con los mínimos requerimientos de calidad para hacer efectiva la expresión, difusión y comunicación entre los nuevos cinevideointernautas y el amplio auditorio que tienen a la mano.
¿Alguien se va a negar esta nueva herramienta para no divulgar lo que necesita proyectar al mundo?
Quienes han logrado una capacidad de asimilar mejor el formato de video como medio de expresión, han sido los documentalistas, que necesitan de una gran cantidad de material para registrar sus historias y lograr una película con las exigencias propias del género. Con la ventaja de transferir la versión final de la obra de video a celuloide, previa recuantización de la imagen hacia el 35 mm, los costos se abaten de forma dramática y tienen proyección incluso a niveles internacionales, en Festivales o en la Cartelera regular. Los documentalistas nos pueden compartir sus experiencias de producción y han puesto sobre la mesa las amplias ventajas que este modo de hacer películas tiene sobre la forma tradicional. Para citar ejemplos, hay cualquier cantidad de historias al respecto, pero quien se me ocurre tal vez como una de las mejores es de aquel quien ha tenido la fortuna de poder construir un Universo Propio, ampliamente reconocido, y que tendría acceso para conseguir los recursos suficientes para hacer sus películas en 35 mm, pero hasta ahora se ha declarado en contra de regresar al celuloide mismo. Y ése es David Lynch. Si algunos de ustedes han escuchado mentar su nombre o llegado a ver sus películas, pueden reconocer el tipo de historias, sus escenas oniricas y absurdas que irrumpen la realidad de la ficción para trastocarla y darle un nuevo sentido al modo de contar una historia.
Hace más de un año, David descubrió que podía hacer uno de sus proyectos más ambiciosos en video. Investigando, viendo opciones, desechó el video de Alta Definición como formato para realizar Inland Empire, su más reciente obra. En su lugar, recurrió a una cámara DVCam, clasificada por Sony como la PD-150, como la mejor opción, debido a que ofrecía una mayor maniobrabilidad y un registro del color y la imagen como él buscaba: con la libertad de experimentar con iluminación, gama de colores y encuadres mayor que con el de las cámaras de 35 mm. Esto le permitió dedicarse a los aspectos más relevantes de su película, que fueron la dirección de actores, redistribuir sus recursos económicos más en la gente que colaboró en el proyecto que en los “fierros” necesarios para producirla. Y logró una obra totalmente fuera de lo común, con una propuesta narrativa más innovadora que la de la gran mayoría de las películas que ahora podemos ver. No puedo dejar de invitar a que vean, como puedan, Inland Empire por la historia que cuenta y el modo de presentarla. A algunos les parecerá desconcertante, difícil de seguir, pero aún así hay una invitación expresa de David Lynch hacia todos sus colegas cineastas a experimentar más con este formato que con el celuloide tradicional. De plano, él ya lanzó por la borda la cámara de cine para poder hacer su película, retomando lo que cineastas como Martin Scorsese (sin proponérselo por lo mismo) afirmaban: no importa si filmas con 35, 16 ú 8 mm, el objetivo primordial es hacer la película, sin reparar en el formato. Lynch y otros más han adoptado al despreciado video como el mejor modo para trabajar una película sin los atavíos y ataduras del celuloide. Para todos los cineastas, las posibilidades se amplían de forma grandiosa si logran adoptar esta tesis. A la vez, esa amplitud se abre a quienes no necesariamente son cineastas de hueso colorado, ofreciendo una puerta de expresión hasta aquellos que veían lejana la posibilidad de expresarse y comunicarse con un formato tan inasequible económicamente como el celuloide.
Hasta el momento, la exhibición masiva, sin tomar en cuenta la que ofrecen las cadenas televisivas en cualquier parte del mundo, exigen que el formato de presentación sea 35 mm para garantizar una proyección de calidad al público. Esta restricción pone una cadena a este nuevo modo de producción obligando a los cineastas a conseguir, hasta por debajo de las piedras, lo necesario para alcanzar a imprimir sus historias en 35 mm. Es el caso que tenemos ahora con el documental de Luis Mandoki, por poner un ejemplo, que busca los recursos necesarios para exhibir la película en el país sin recurrir a los medios de las Distribuidoras que condicionan el contenido por razones económicas. Llegará el momento de declarar la muerte casi definitiva al celuloide cuando se adopten formatos de exhibición en video de Alta Definición, equiparables a la calidad del 35 mm. Hasta ese momento, volverá a darse una rebaja dramática a los costos de producción, distribución y exhibición de películas. Quienes visitan este blog y otros, seguramente han podido ver algunos videos de las presentaciones de la Revista de “El Chamuco”, uno de ellos se grabó con una cámara parecida a la que Lynch utilizó para su película. Aunque fue un registro del evento que no buscaba más que la difusión, lo que quiero subrayar es que ya tenemos a la mano modos de grabación y hasta de distribución y exhibición de videos que no necesariamente buscan la presentación masiva en las cadenas de cines y hasta de televisión, ambas restringidas por intereses puramente económicos (un argumento primordial para limitar la calidad de sus contenidos, tan vacuos en su gran mayoría), que los que puede haber en estas nuevas cadenas de exhibición local y en la gran ventana mundial que es el Internet.
Lynch ha hecho la observación de que el futuro de la comunicación masiva se encuentra en el Internet. Su sitio davidlynch.com lo ha demostrado con creces en los últimos años, donde su sitio fue la ventana de cortometrajes previos a lo que ahora es Inland Empire (me refiero a los cortometrajes como Darkened Room, El cuarto oscurecido). El producto llega a tener una posibilidad bárbara de exhibición que ya envidian los emporios cinematográficos y televisivos. Estos se han acercado tímidamente al Internet como una ventana principal. Otros fuera de los corporativos de esa calaña prefieren la red mundial para proyectar sus obras. Es decir, estamos ante una democratización del medio cinematográfico y hasta el televisivo como nunca la ha habido. Prácticamente cualquiera que tenga una cámara de video propia o prestada, puede subir su material a una computadora, editarlo, quemarlo en dvd o publicarlo en YouTube o Google Video para exhibirlo. Claro, las calidades varían, pero así como se ha abierto esta ventana, también se democratizarán las herramientas básicas para contar historias y presentar un video con los mínimos requerimientos de calidad para hacer efectiva la expresión, difusión y comunicación entre los nuevos cinevideointernautas y el amplio auditorio que tienen a la mano.
¿Alguien se va a negar esta nueva herramienta para no divulgar lo que necesita proyectar al mundo?
http://www.youtube.com/watch?v=J03JWdcbaPU
Kikka Roja
ansioso por ver esta pelicula, en argentina!
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