El costo de la dependencia alimentaria
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante los primeros nueve meses del presente año el país erogó 15 mil 782 millones de dólares por concepto de importaciones de productos alimentarios, un monto que supera en 3 mil 443 millones de dólares lo gastado en el mismo periodo de 2007. En tanto, el organismo reportó que los ingresos al país por exportaciones de alimentos entre enero y septiembre ascienden a 12 mil 87 millones de dólares, lo que redunda en un déficit de 3 mil 694 millones de dólares en la balanza comercial en ese campo.
Las cifras mencionadas constituyen un indicador contundente del fracaso de las políticas agrícolas de corte neoliberal aún vigentes en nuestro país. Tales directrices han significado el abandono de los entornos rurales y el consecuente empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos; el desmantelamiento de los apoyos estatales a la pequeña producción y al consumo interno de alimentos; la concentración del presupuesto destinado al agro en un puñado de grandes exportadores, y la puesta en marcha de procesos de apertura comercial indiscriminada y de eliminación arancelaria para los productos del exterior en esos rubros, en particular a partir de la entrada en vigor, en enero de este año, del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Estas políticas han significado una pérdida sostenida de autosuficiencia alimentaria del país, y lo han hecho cada vez más dependiente de los productos foráneos y de los vaivenes de los precios internacionales, una dinámica que, como puede verse con los datos del Inegi, resulta por demás onerosa para la economía nacional.
Es significativo el hecho de que el grupo de alimentos más costosos para el país sea precisamente el de los cereales. Durante las primeras tres cuartas partes de 2008, el costo de la importación de granos como el maíz, el trigo y el arroz creció 58 por ciento en relación con el año anterior, mientras que sus precios internacionales –que habían mantenido una tendencia al alza en el primer semestre– disminuyeron en el tercer trimestre del año, según un informe del Banco de México. Esto último refleja un incremento exasperante en el volumen de las importaciones de productos que bien pudieran ser sembrados y cosechados en suelo mexicano y que en cambio son comprados en el exterior, con lo que se priva de oportunidades de empleo a millones de campesinos.
Desde otro ángulo, es de tenerse en cuenta el déficit que acusó la balanza alimentaria entre enero y septiembre: tal dato tiene como telón de fondo un saldo negativo en la balanza comercial –que fue de 11 mil millones de dólares en los primeros 10 meses del año, según el propio Inegi– y que podría prefigurar nuevos escenarios de escasez y encarecimiento de divisas, al conjugarse con la disminución en otras fuentes de ingresos de dólares, como el petróleo, las remesas, la inversión extranjera o el turismo. En ese sentido, la dependencia alimentaria constituye un factor de fragilidad adicional para nuestro país, por cuanto demanda la erogación de fuertes cantidades de dinero en un momento particularmente complicado en términos económicos.
La circunstancia presente demanda que las autoridades se fijen como uno de sus objetivos centrales la recuperación de la capacidad productiva del agro mexicano, la implementación de políticas que detonen el desarrollo rural y asistan a los pequeños productores, en el entendido de que son ellos quienes podrían resolver el déficit alimentario que enfrenta el país y frenar, en esa medida, la dependencia que se tiene en relación con los productos foráneos. En suma, es urgente un compromiso efectivo del gobierno federal con el principio de la soberanía alimentaria: el derecho de los pueblos a controlar y definir su política agrícola y a producir sus propios alimentos.
Las cifras mencionadas constituyen un indicador contundente del fracaso de las políticas agrícolas de corte neoliberal aún vigentes en nuestro país. Tales directrices han significado el abandono de los entornos rurales y el consecuente empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos; el desmantelamiento de los apoyos estatales a la pequeña producción y al consumo interno de alimentos; la concentración del presupuesto destinado al agro en un puñado de grandes exportadores, y la puesta en marcha de procesos de apertura comercial indiscriminada y de eliminación arancelaria para los productos del exterior en esos rubros, en particular a partir de la entrada en vigor, en enero de este año, del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Estas políticas han significado una pérdida sostenida de autosuficiencia alimentaria del país, y lo han hecho cada vez más dependiente de los productos foráneos y de los vaivenes de los precios internacionales, una dinámica que, como puede verse con los datos del Inegi, resulta por demás onerosa para la economía nacional.
Es significativo el hecho de que el grupo de alimentos más costosos para el país sea precisamente el de los cereales. Durante las primeras tres cuartas partes de 2008, el costo de la importación de granos como el maíz, el trigo y el arroz creció 58 por ciento en relación con el año anterior, mientras que sus precios internacionales –que habían mantenido una tendencia al alza en el primer semestre– disminuyeron en el tercer trimestre del año, según un informe del Banco de México. Esto último refleja un incremento exasperante en el volumen de las importaciones de productos que bien pudieran ser sembrados y cosechados en suelo mexicano y que en cambio son comprados en el exterior, con lo que se priva de oportunidades de empleo a millones de campesinos.
Desde otro ángulo, es de tenerse en cuenta el déficit que acusó la balanza alimentaria entre enero y septiembre: tal dato tiene como telón de fondo un saldo negativo en la balanza comercial –que fue de 11 mil millones de dólares en los primeros 10 meses del año, según el propio Inegi– y que podría prefigurar nuevos escenarios de escasez y encarecimiento de divisas, al conjugarse con la disminución en otras fuentes de ingresos de dólares, como el petróleo, las remesas, la inversión extranjera o el turismo. En ese sentido, la dependencia alimentaria constituye un factor de fragilidad adicional para nuestro país, por cuanto demanda la erogación de fuertes cantidades de dinero en un momento particularmente complicado en términos económicos.
La circunstancia presente demanda que las autoridades se fijen como uno de sus objetivos centrales la recuperación de la capacidad productiva del agro mexicano, la implementación de políticas que detonen el desarrollo rural y asistan a los pequeños productores, en el entendido de que son ellos quienes podrían resolver el déficit alimentario que enfrenta el país y frenar, en esa medida, la dependencia que se tiene en relación con los productos foráneos. En suma, es urgente un compromiso efectivo del gobierno federal con el principio de la soberanía alimentaria: el derecho de los pueblos a controlar y definir su política agrícola y a producir sus propios alimentos.
- De enero a septiembre aumentó 27.9%
- Importación de alimentos cuesta al país 15 mil mdd
- Supera a ingreso de nueva inversión extranjera
- Rebasa en 3 mil millones a lo erogado en 2007
- La mayor dependencia, en los cereales
- Destinan mil 861 millones a la compra de maíz
- La factura por el trigo se incrementó en 64%
La cifra supera el ingreso de divisas para nuevos proyectos de inversión extranjera
Aumentó en 3 mil 443 mdd el costo de importar alimentos
En contraste, los precios internacionales de los granos bajan, con excepción del arroz
Roberto González Amador
El costo para México de la dependencia alimentaria continuó en aumento este año, mientras en el mercado internacional el precio de algunos productos de consumo humano, en especial granos, comenzó a revertir las alzas registradas a partir de 2007, según información oficial.Entre enero y septiembre de este año la economía mexicana transfirió al exterior divisas por 15 mil 782 millones de dólares para pagar el costo de la importación de alimentos, de acuerdo con reportes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Se trata de una cantidad superior en 3 mil 443 millones de dólares a la erogada en el mismo periodo de 2007, lo que representó un incremento de 27.9 por ciento, añadió la información del Inegi.Mientras, el valor de las exportaciones mexicanas de alimentos fue de 12 mil 87.71 millones de dólares entre enero y septiembre, según el Inegi. De tal forma el déficit de la balanza alimentaria alcanzó 3 mil 694.32 millones de dólaresEn términos comparativos, la mayor cantidad de recursos transferida al exterior para atender el déficit alimentario del país superó al ingreso de divisas para financiar nuevos proyectos de inversión extranjera directa, que entre enero y septiembre pasados fue de 3 mil 186.4 millones de dólares, según el Banco de México.
Los cereales constituyen la base de la pirámide alimenticia y es de ese grupo de alimentos del que México es más dependiente, al menos en términos del costo pagado por importarlos.En los primeros nueve meses del año, la factura pagada al exterior por la importación de cereales alcanzó 3 mil 460.56 millones de dólares, cantidad que representó un incremento de 58.5 por ciento en comparación con el mismo periodo de 2007, añadió la información del Inegi.El monto pagado por la compra de cereales en el exterior representa 21.9 por ciento del costo de las importaciones totales de alimentos en el periodo, de acuerdo con la información oficial.En particular, México transfirió al exterior, en los tres primeros trimestres de este año, mil 861.58 millones de dólares para pagar la compra de maíz, producto con que se elabora la tortilla. Esta suma fue superior en 798.75 millones de dólares a la erogada en igual periodo de 2007, lo que representó un disparo en el costo de 75.1 por ciento.Por la importación de trigo, el país pagó entre enero y septiembre pasados 976.86 millones de dólares, 64.6 por ciento más que en el periodo comparable de 2007. La factura se incrementó en 383.25 millones de dólares.
En el caso de arroz, las importaciones en los tres primeros trimestres de 2008 alcanzaron 279.6 millones de dólares, 56.2 por ciento más que en 2007; las de sorgo fueron de 235.47 millones de dólares, una disminución de 23 por ciento en términos anuales, y del rubro “otros cereales” el costo fue de 107 millones de dólares, un incremento anualizado de 158 por ciento.El grupo de alimentos “semillas y frutos oleaginosos” es el segundo en importancia, después de los cereales, en cuanto al costo de importación. Entre enero y septiembre pasados, la factura pagada al exterior por traer estos productos a México fue de 2 mil 597.39 millones de dólares, cantidad mayor en 988.67 millones de dólares a la del mismo periodo de 2007, lo que significó un incremento anualizado de 61.5 por ciento.Destaca el costo representado por la importación de habas de soya, cuya factura pagada al exterior sumó mil 406.75 millones de dólares en los primeros nueve meses del año, cantidad que representó un incremento anual de 66 por ciento. La compra de semilla de girasol tuvo un costo de importación de 567.19 millones de dólares, 109 por ciento más que el año previo; y las compras de semillas de nabo o colza sumaron 110.63 millones de dólares, 27 por ciento más que el año previo, entre los productos de mayor peso en este grupo.
La importación de carnes y despojos comestibles tuvo un costo, en el periodo de referencia, de 2 mil 450.72 millones de dólares, un incremento de 20.7 por ciento en comparación con los 2 mil 29.61 millones erogados entre enero y septiembre de 2007. Por la compra en el exterior de carne de bovino se pagaron 910.7 millones de dólares, un aumento anual de 18 por ciento; mientras que por carne de cerdo se erogaron 496.19 millones de dólares, 36.7 por ciento más que en 2007. En este grupo destaca también la importación de carnes y despojos de aves de corral, por la que el país pagó una factura de 579 millones de dólares, 19 por ciento más que el año pasado.El siguiente grupo en importancia, en cuanto al costo pagado por las importaciones, es el de leches, lácteos, huevo y miel. En conjunto, por la compra en el exterior de estos alimentos se transfirieron divisas por mil 221.53 millones de dólares entre enero y septiembre pasados, 11.3 por ciento más que en el periodo comparable de 2007. La mayor porción se concentró en la factura pagada por leche concentrada, con 609.8 millones de dólares, 38 por ciento más que en el ejercicio previo.La importación de frutas tuvo un costo en los tres primeros trimestres del año de 637.18 millones de dólares, 13 por ciento más que en 2007, y por hortalizas se pagaron al exterior 281.9 millones de dólares, cantidad mayor en 10.7 por ciento, también en términos anuales.
El mayor costo pagado por México para cubrir la factura alimentaria, y en particular por la importación de granos, contrasta con el hecho de que el precio internacional de alimentos se ha ajustado a la baja después de dos años de incremento. En un informe publicado el 29 de octubre pasado, el Banco de México mencionó que durante el tercer trimestre de 2008 se revirtió la tendencia alcista que habían venido mostrando las cotizaciones de los granos en los mercados internacionales, con excepción del arroz.Entre julio y septiembre pasados, las cotizaciones del maíz, trigo y soya disminuyeron 23.6, 23.9 y 21.2 por ciento, respectivamente; en tanto que el arroz aumentó 6.5 por ciento, mencionó el banco central. La disminución en los precios de los granos fue causada por un fortalecimiento de las expectativas de producción, derivada de cosechas más abundantes, tanto en las que ya fueron levantadas como en las que se espera obtener en los siguientes meses, añadió.
kikka-roja.blogspot.com/
Aumentó en 3 mil 443 mdd el costo de importar alimentos
En contraste, los precios internacionales de los granos bajan, con excepción del arroz
Roberto González Amador
El costo para México de la dependencia alimentaria continuó en aumento este año, mientras en el mercado internacional el precio de algunos productos de consumo humano, en especial granos, comenzó a revertir las alzas registradas a partir de 2007, según información oficial.Entre enero y septiembre de este año la economía mexicana transfirió al exterior divisas por 15 mil 782 millones de dólares para pagar el costo de la importación de alimentos, de acuerdo con reportes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Se trata de una cantidad superior en 3 mil 443 millones de dólares a la erogada en el mismo periodo de 2007, lo que representó un incremento de 27.9 por ciento, añadió la información del Inegi.Mientras, el valor de las exportaciones mexicanas de alimentos fue de 12 mil 87.71 millones de dólares entre enero y septiembre, según el Inegi. De tal forma el déficit de la balanza alimentaria alcanzó 3 mil 694.32 millones de dólaresEn términos comparativos, la mayor cantidad de recursos transferida al exterior para atender el déficit alimentario del país superó al ingreso de divisas para financiar nuevos proyectos de inversión extranjera directa, que entre enero y septiembre pasados fue de 3 mil 186.4 millones de dólares, según el Banco de México.
Los cereales constituyen la base de la pirámide alimenticia y es de ese grupo de alimentos del que México es más dependiente, al menos en términos del costo pagado por importarlos.En los primeros nueve meses del año, la factura pagada al exterior por la importación de cereales alcanzó 3 mil 460.56 millones de dólares, cantidad que representó un incremento de 58.5 por ciento en comparación con el mismo periodo de 2007, añadió la información del Inegi.El monto pagado por la compra de cereales en el exterior representa 21.9 por ciento del costo de las importaciones totales de alimentos en el periodo, de acuerdo con la información oficial.En particular, México transfirió al exterior, en los tres primeros trimestres de este año, mil 861.58 millones de dólares para pagar la compra de maíz, producto con que se elabora la tortilla. Esta suma fue superior en 798.75 millones de dólares a la erogada en igual periodo de 2007, lo que representó un disparo en el costo de 75.1 por ciento.Por la importación de trigo, el país pagó entre enero y septiembre pasados 976.86 millones de dólares, 64.6 por ciento más que en el periodo comparable de 2007. La factura se incrementó en 383.25 millones de dólares.
En el caso de arroz, las importaciones en los tres primeros trimestres de 2008 alcanzaron 279.6 millones de dólares, 56.2 por ciento más que en 2007; las de sorgo fueron de 235.47 millones de dólares, una disminución de 23 por ciento en términos anuales, y del rubro “otros cereales” el costo fue de 107 millones de dólares, un incremento anualizado de 158 por ciento.El grupo de alimentos “semillas y frutos oleaginosos” es el segundo en importancia, después de los cereales, en cuanto al costo de importación. Entre enero y septiembre pasados, la factura pagada al exterior por traer estos productos a México fue de 2 mil 597.39 millones de dólares, cantidad mayor en 988.67 millones de dólares a la del mismo periodo de 2007, lo que significó un incremento anualizado de 61.5 por ciento.Destaca el costo representado por la importación de habas de soya, cuya factura pagada al exterior sumó mil 406.75 millones de dólares en los primeros nueve meses del año, cantidad que representó un incremento anual de 66 por ciento. La compra de semilla de girasol tuvo un costo de importación de 567.19 millones de dólares, 109 por ciento más que el año previo; y las compras de semillas de nabo o colza sumaron 110.63 millones de dólares, 27 por ciento más que el año previo, entre los productos de mayor peso en este grupo.
La importación de carnes y despojos comestibles tuvo un costo, en el periodo de referencia, de 2 mil 450.72 millones de dólares, un incremento de 20.7 por ciento en comparación con los 2 mil 29.61 millones erogados entre enero y septiembre de 2007. Por la compra en el exterior de carne de bovino se pagaron 910.7 millones de dólares, un aumento anual de 18 por ciento; mientras que por carne de cerdo se erogaron 496.19 millones de dólares, 36.7 por ciento más que en 2007. En este grupo destaca también la importación de carnes y despojos de aves de corral, por la que el país pagó una factura de 579 millones de dólares, 19 por ciento más que el año pasado.El siguiente grupo en importancia, en cuanto al costo pagado por las importaciones, es el de leches, lácteos, huevo y miel. En conjunto, por la compra en el exterior de estos alimentos se transfirieron divisas por mil 221.53 millones de dólares entre enero y septiembre pasados, 11.3 por ciento más que en el periodo comparable de 2007. La mayor porción se concentró en la factura pagada por leche concentrada, con 609.8 millones de dólares, 38 por ciento más que en el ejercicio previo.La importación de frutas tuvo un costo en los tres primeros trimestres del año de 637.18 millones de dólares, 13 por ciento más que en 2007, y por hortalizas se pagaron al exterior 281.9 millones de dólares, cantidad mayor en 10.7 por ciento, también en términos anuales.
El mayor costo pagado por México para cubrir la factura alimentaria, y en particular por la importación de granos, contrasta con el hecho de que el precio internacional de alimentos se ha ajustado a la baja después de dos años de incremento. En un informe publicado el 29 de octubre pasado, el Banco de México mencionó que durante el tercer trimestre de 2008 se revirtió la tendencia alcista que habían venido mostrando las cotizaciones de los granos en los mercados internacionales, con excepción del arroz.Entre julio y septiembre pasados, las cotizaciones del maíz, trigo y soya disminuyeron 23.6, 23.9 y 21.2 por ciento, respectivamente; en tanto que el arroz aumentó 6.5 por ciento, mencionó el banco central. La disminución en los precios de los granos fue causada por un fortalecimiento de las expectativas de producción, derivada de cosechas más abundantes, tanto en las que ya fueron levantadas como en las que se espera obtener en los siguientes meses, añadió.
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