- Ante más de 60 mil personas, la cantante ofreció 105 minutos de seducción popera
- Tras 15 años de ausencia, Madonna inundó el Foro Sol con su parafernalia musical
- Realizó un viaje por sus etapas artísticas acompañada, gracias al video, de Britney Spears
Ampliar la imagen La llamada reina del pop demostró a los más de 60 mil asistentes al Foro Sol lo erótico y seductor que puede ser manipular una guitarra en el escenario Foto: Francisco Olvera
El producto más elaborado/sofisticado de la cultura pop de los recientes 25 años, la quintaesencia del hedonismo, la asimilación/adaptación de la industria musical, Madonna, la reina del pop, regresó a su feudo de México después de 15 años para deleitar con 105 minutos de música a sus 60 mil siervos en el Foro Sol.
Un rebosante Foro Sol, como pocas veces se ha visto, recibió a su majestad con los cinco sentidos abiertos, mientras afuera del recinto una inusitada reventa ofrecía los boletos en la estratosférica/escandalosa cantidad de 20 mil pesos. Pero como ya sabemos no hay barreras/límites para los fanáticos, quienes llegaron con vestimentas glamorosas/elegantes que abarcaban varias generaciones, en tributo a su realeza, quien apareció en un escenario flanqueado con dos enormes emes rosas y seis pantallas cómplices que atestiguaron en detalle la subjetiva mirada de lo que aconteció en la hora y cuarenta y cinco minutos de pura y absoluta música pop, el Tour Sticky and sweet, que calentó el DJ Paul Oakenfold, quien fungió como maestro abridor.
A las 21:17 horas, las luces se apagaron y las pantallas de los celulares se prepararon para fotografiar a Madonna, quien apareció sentada en su trono, postura que abandonó de inmediato para seducir/interpelar/deconstruir/performear el escenario con Candy shop y con un sonoro “hola México”, comenzó la parafernalia musical con tintes electrónicos fusionada con rap, coros, bailes y un espectáculo de luces apabullante.
Para la tercera canción, Human nature, la estadunidense tomó la guitarra y coronada con un sombrero plateado demostró que no hay nada más sensual que una mujer en el escenario ejecutando ese instrumento, mientras, gracias a una pantalla, su pupila/heredera Britney Spears la acompañó en el tema.
Cuidando cada detalle en el escenario siguió con Vogue y después con Get into the groove, tema con el cual puso a caderear/bailar y simular saltar la cuerda. Luego un electrocardiograma de 140 sobre 80 y poniéndose unos zapatos de plataforma de 15 centímetros interpretó Heart beat, donde hizo gala de su condición física y su torneado cuerpo con un movimiento pélvico/lúbrico que puso venenoso al público masculino del Foro Sol.
Borderline, más golpeante que la versión fresa de lo que fuera su primer éxito comercial, en los albores de los años 80; aunque se extrañó el baile coqueto/alegre de la versión original, se disfrutó el funk de este arreglo.
Mostrando imágenes emblemáticas de ella, tatuadas en la episteme colectiva, y con ocho modelos sobre el escenario simulando varias de sus etapas artísticas, soltó la canción que resultó un auto escarnio/crítica She’s not me, donde besó a su símil que portaba el traje de novia con el que Madonna se hizo famosa en el tema Papá no me regañes, lo que ocasionó la euforia y concupiscencia del público; prolongando con el serpenteo sobre el piso y una peluca de rizos dorados para poner a los 60 mil asistentes a bailar con Music.
Posteriormente el seminal tema Rain segue, de Eurythmics, fue tocado acusticamente, sin letra, donde únicamente el espectáculo visual/dancístico que ofreció Madona se convirtió en puro deleite óptico que taladró el nervio hasta alojarse en la corteza cerebral. Hasta el cierre de esta edición todavía faltaban de interpretar Espanish Lesson, Milles, A way, La Isla Bonita, Dolly Dolly, You must love Me, Get stupid segue, 4 Minutes, Like a prayer, Ray Light, Hung up y Give to me.
Un rebosante Foro Sol, como pocas veces se ha visto, recibió a su majestad con los cinco sentidos abiertos, mientras afuera del recinto una inusitada reventa ofrecía los boletos en la estratosférica/escandalosa cantidad de 20 mil pesos. Pero como ya sabemos no hay barreras/límites para los fanáticos, quienes llegaron con vestimentas glamorosas/elegantes que abarcaban varias generaciones, en tributo a su realeza, quien apareció en un escenario flanqueado con dos enormes emes rosas y seis pantallas cómplices que atestiguaron en detalle la subjetiva mirada de lo que aconteció en la hora y cuarenta y cinco minutos de pura y absoluta música pop, el Tour Sticky and sweet, que calentó el DJ Paul Oakenfold, quien fungió como maestro abridor.
A las 21:17 horas, las luces se apagaron y las pantallas de los celulares se prepararon para fotografiar a Madonna, quien apareció sentada en su trono, postura que abandonó de inmediato para seducir/interpelar/deconstruir/performear el escenario con Candy shop y con un sonoro “hola México”, comenzó la parafernalia musical con tintes electrónicos fusionada con rap, coros, bailes y un espectáculo de luces apabullante.
Para la tercera canción, Human nature, la estadunidense tomó la guitarra y coronada con un sombrero plateado demostró que no hay nada más sensual que una mujer en el escenario ejecutando ese instrumento, mientras, gracias a una pantalla, su pupila/heredera Britney Spears la acompañó en el tema.
Cuidando cada detalle en el escenario siguió con Vogue y después con Get into the groove, tema con el cual puso a caderear/bailar y simular saltar la cuerda. Luego un electrocardiograma de 140 sobre 80 y poniéndose unos zapatos de plataforma de 15 centímetros interpretó Heart beat, donde hizo gala de su condición física y su torneado cuerpo con un movimiento pélvico/lúbrico que puso venenoso al público masculino del Foro Sol.
Borderline, más golpeante que la versión fresa de lo que fuera su primer éxito comercial, en los albores de los años 80; aunque se extrañó el baile coqueto/alegre de la versión original, se disfrutó el funk de este arreglo.
Mostrando imágenes emblemáticas de ella, tatuadas en la episteme colectiva, y con ocho modelos sobre el escenario simulando varias de sus etapas artísticas, soltó la canción que resultó un auto escarnio/crítica She’s not me, donde besó a su símil que portaba el traje de novia con el que Madonna se hizo famosa en el tema Papá no me regañes, lo que ocasionó la euforia y concupiscencia del público; prolongando con el serpenteo sobre el piso y una peluca de rizos dorados para poner a los 60 mil asistentes a bailar con Music.
Posteriormente el seminal tema Rain segue, de Eurythmics, fue tocado acusticamente, sin letra, donde únicamente el espectáculo visual/dancístico que ofreció Madona se convirtió en puro deleite óptico que taladró el nervio hasta alojarse en la corteza cerebral. Hasta el cierre de esta edición todavía faltaban de interpretar Espanish Lesson, Milles, A way, La Isla Bonita, Dolly Dolly, You must love Me, Get stupid segue, 4 Minutes, Like a prayer, Ray Light, Hung up y Give to me.
kikka-roja.blogspot.com/
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