Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
La barra de los tontos
Para hablar de televisión en México es necesario repetirse hasta la saciedad y un poco más. Hagamos reiterativo recuento como disco rayado, pero es que después de tantos años de la misma basura uno esperaría que la cosa hubiera cambiado, que la oferta del duopolio mejorase, que dejara de palear tanta mierda a la humilde casa de ustedes cada que uno prende la tele: hay una barra de programación cuya característica principal y denominador común es una de las más puras expresiones de la estupidez que cocinan Televisa y TV Azteca. La barra comprende el horario de la mañana, desde inmediatamente después de los primeros noticiosos, para adueñarse de la tarde y noche; o sea que, interrumpida la barra por los noticieros matutinos, del mediodía y de la noche, el fenómeno más bien es de todo el día. La estupidez más pura durante todo el día. Lo menos malo de la programación de ambas televisoras se sitúa en sus canales satélite, que en Televisa es el Canal Cinco y, por mera copia vil de una competencia que ha demostrado claramente que es incapaz de reinventarse, en TV Azteca el Canal 7. Canal 4, el otro satélite de Televisa, es una copia fiel del 2, o sea, la misma mugre.
El contenido de la mañana es el mismo en todos los casos; mismo horario, mismo formato: una risueña y subnormal pandillita de ñoñas y ñoños comentando y celebrando un mismo cúmulo de estulticia que nada bueno aporta al ideario colectivo de los mexicanos o, para más exactitud, mexicanas, porque ambas productoras televisivas se jactan de que las revistas de la mañana están pensadas para “la mujer mexicana”. Afortunadamente, las mujeres de mi familia, que son tan mexicanas como las señoras que imaginan los mazacotes ejecutivos y productores de las multimencionadas empresas, no se aplastan ocho horas diarias a ver sus deleznables programas y cultivar esteatopigias, ni parecen necesitarlos para afianzarse ni en su feminidad, ni en su mexicanidad.
En Canal 13 de Azteca y Canal 2 de Televisa, más lo que se ve en Canal 4 de la misma familia, las revistas “para señoras” son de contenido ofensivo, toda vez que suponen a su audiencia poco menos –o harto más– que idiota. Una audiencia idiota que se babea con los pinchemil anuncios de tintes para las greñas y detergentes y limpiadores, para la que, al parecer, esos señores de las empresas fabricantes de limpiadores y sus alecuijes de la publicidad televisada conciben como única vocación de la mujer mexicana: abjurar de sus rasgos mestizos y limpiar la inmundicia ajena. Programas como Hoy, Se vale o Muévete (ése corre las mañanas de los sábados) en Televisa, o sus malas imitaciones –ya los “originales” son malísimos, y todavía los de la tiendita de enfrente han logrado hacer malas copias– en TV Azteca, como Venga la mañana o Venga la alegría o Venga la porquería en cuestión (hay otro que se llama De poca, sólo que les faltó la tercera palabra del título: calidad), son producciones hechas con una sola cosa en mente, según parece: la borra. El relleno. La paja con que forrar las mañanas –y buena parte del resto del día– con cualquier porquería que justifique el lanzamiento machacón y perverso de campañas publicitarias con que terminar de hacer de la mente de la mujer mexicana una bonita pachola de carne molida. De condimentarla se encargan por las tardes esos otros programas que son la ulterior expresión de la vulgaridad y la estulticia bien majadas en el crisol de la tele: Ellas con las estrellas, La oreja y Ventaneando, o cualquier porquería del tipo, donde la farándula de la más baja ralea siempre encuentra foro: amoríos violentos, chismes de arrabal y lastimosas escenas en que putas ancianas al borde de la jubilación, deformes y ajadas a base de cirugías fraudulentas, juegan a sacarse mutuamente los ojos por la única imbécil razón de seguir saliendo a cuadro. La más aberrante muestra de los excesos en que se incurre en todos estos programas está, quizá, en las acaloradas falsas discusiones entre conductoras y conductores acerca de lo que sucede en las telenovelas de la tarde, aquellas con las que las televisoras intentarán redondear su crimen intelectual y mantener embobadas y sentadas frente a la televisión a nuestras madres, hermanas, hijas y esposas, y a buena parte de sus hijos, padres, hermanos y maridos. Y mientras tanto, como siempre, brilla por su ausencia la autoridad que regule el caudal de este drenaje. No cuesta trabajo imaginar que, como muchas otras, Josefina Vázquez Mota es de las que se chutan entera esa barra para tontos…
Kikka Roja
El contenido de la mañana es el mismo en todos los casos; mismo horario, mismo formato: una risueña y subnormal pandillita de ñoñas y ñoños comentando y celebrando un mismo cúmulo de estulticia que nada bueno aporta al ideario colectivo de los mexicanos o, para más exactitud, mexicanas, porque ambas productoras televisivas se jactan de que las revistas de la mañana están pensadas para “la mujer mexicana”. Afortunadamente, las mujeres de mi familia, que son tan mexicanas como las señoras que imaginan los mazacotes ejecutivos y productores de las multimencionadas empresas, no se aplastan ocho horas diarias a ver sus deleznables programas y cultivar esteatopigias, ni parecen necesitarlos para afianzarse ni en su feminidad, ni en su mexicanidad.
En Canal 13 de Azteca y Canal 2 de Televisa, más lo que se ve en Canal 4 de la misma familia, las revistas “para señoras” son de contenido ofensivo, toda vez que suponen a su audiencia poco menos –o harto más– que idiota. Una audiencia idiota que se babea con los pinchemil anuncios de tintes para las greñas y detergentes y limpiadores, para la que, al parecer, esos señores de las empresas fabricantes de limpiadores y sus alecuijes de la publicidad televisada conciben como única vocación de la mujer mexicana: abjurar de sus rasgos mestizos y limpiar la inmundicia ajena. Programas como Hoy, Se vale o Muévete (ése corre las mañanas de los sábados) en Televisa, o sus malas imitaciones –ya los “originales” son malísimos, y todavía los de la tiendita de enfrente han logrado hacer malas copias– en TV Azteca, como Venga la mañana o Venga la alegría o Venga la porquería en cuestión (hay otro que se llama De poca, sólo que les faltó la tercera palabra del título: calidad), son producciones hechas con una sola cosa en mente, según parece: la borra. El relleno. La paja con que forrar las mañanas –y buena parte del resto del día– con cualquier porquería que justifique el lanzamiento machacón y perverso de campañas publicitarias con que terminar de hacer de la mente de la mujer mexicana una bonita pachola de carne molida. De condimentarla se encargan por las tardes esos otros programas que son la ulterior expresión de la vulgaridad y la estulticia bien majadas en el crisol de la tele: Ellas con las estrellas, La oreja y Ventaneando, o cualquier porquería del tipo, donde la farándula de la más baja ralea siempre encuentra foro: amoríos violentos, chismes de arrabal y lastimosas escenas en que putas ancianas al borde de la jubilación, deformes y ajadas a base de cirugías fraudulentas, juegan a sacarse mutuamente los ojos por la única imbécil razón de seguir saliendo a cuadro. La más aberrante muestra de los excesos en que se incurre en todos estos programas está, quizá, en las acaloradas falsas discusiones entre conductoras y conductores acerca de lo que sucede en las telenovelas de la tarde, aquellas con las que las televisoras intentarán redondear su crimen intelectual y mantener embobadas y sentadas frente a la televisión a nuestras madres, hermanas, hijas y esposas, y a buena parte de sus hijos, padres, hermanos y maridos. Y mientras tanto, como siempre, brilla por su ausencia la autoridad que regule el caudal de este drenaje. No cuesta trabajo imaginar que, como muchas otras, Josefina Vázquez Mota es de las que se chutan entera esa barra para tontos…
Esta bueno habia escuchado otro con grocerias q t yegaba mas y t asi pensarmas
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