Administrando a Frankestein Martes, 23 Diciembre, 2008 Al ex vocero del ex presidente Fox, Rubén Aguilar, le urge un vocero. Alguien que nos diga “lo que realmente dijo Rubén Aguilar” sobre su sugerencia de “pactar con el narco”. ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mxSegún diversos despachos informativos, “el ex vocero presidencial, Rubén Aguilar, propuso que el gobierno federal instrumente un pacto con los cárteles de la droga, a través de acuerdos de operación que legalicen la venta de estupefacientes y terminen con la ola de violencia que vive el país. En una entrevista con el diario Frontera, en Tijuana, el ex funcionario foxista advirtió que la negociación con el narcotráfico debe darse de facto y no con acuerdos oficiales. “Se puede y es una decisión que deberá tomar el gobierno de la República. Me parece que no va a tener otra salida a mediano y a largo plazo ¿cuándo hay que hacerlo? ¿Dentro de 1 año, de 2 años o seis meses?, el gobierno tiene la decisión. La única manera de ganar la guerra es negociando, no derrotando al enemigo”, aseguró. Una andanada de reacciones en contra generó esta recomendación, no tanto por la propuesta central (legalizar las drogas), ni por el método sugerido (un pacto con los cárteles de la droga), sino por quién la emitió. Tratándose de voceros presidenciales, en funciones o fuera de ellas, siempre será más importante el mensajero que el mensaje. Y esto aconteció con el señor Rubén Aguilar, a quien la mayoría consideró no un avezado especialista en asuntos de seguridad nacional, sino el portavoz de un consejo del ex inquilino de Los Pinos o, peor aún, el relator inconsciente de alguna experiencia de negociación gubernamental “exitosa” instrumentada durante la pasada administración. La idea de administrar el crimen, no de acabarlo, es tan antigua como el crimen mismo. En el caso del narcotráfico, diversos especialistas han formulado la siguiente conclusión: el narcotráfico no se acabará, pero sí es posible controlarlo. Combatir el crimen, en las dimensiones críticas que actualmente tienen postrado al país, no sólo es una cuestión de voluntad política y fuerza policial, sino de leyes económicas, aspectos culturales, intereses sociales, andamiajes judiciales, estrategias no convencionales de guerra y políticas públicas complementarias (especialmente en materia de salud y educación), que en el caso de México están lejos de presentarse o promoverse, dado el enfoque predominantemente policial de la guerra declarada por el gobierno. En respuesta, el señor Felipe Calderón argumenta: “Me parece que un error fatal que tuvo México, no sé si negoció o no, pero esta idea de que se podía administrar el crimen es un error fatal que nos llevó al punto donde estamos. México está así porque a mí manera de ver se cometió este error o pudo haberse cometido este error (de negociar con el narcotráfico)”. En la época del partido prácticamente único, los gobiernos al parecer aplicaban un decálogo: 1) No muertos en la calle, 2) No drogas en las escuelas, 3) No venta en la vía pública, 4) No proliferación de bandas, 5) No infiltraciones a la burocracia política, 6) Entrega periódica de decomisos, 7) Purgas pactadas de capos (no meterse con las familias ni con los bienes), 8) No calentar plazas, 9) Compartir las ganancias, 10) Beneficios sociales en las comunidades. Después evolucionaron: dejaron de administrar el crimen y se metieron a organizarlo. Los grandes cárteles de la droga, Sinaloa, Juárez y el Golfo, fueron fundados por ex jefes y comandantes de la Dirección Federal de Seguridad, PGR y desertores de élite del Ejército, como los GAFES, repitiendo puntualmente el ciclo histórico del Frankestein que se vuelve contra su creador. Con el primer gobierno de la alternancia, en el 2000, surgió una modalidad de administración: el crimen protegido institucionalmente. La Siedo de los Beltrán Leyva, la AFI del Cártel de Sinaloa y Los Zetas franquicitando diversos gobiernos locales, con todo y procesos electorales. Ya no hubo manera de saber quién infiltro a quién, quién “administraba” a quien, si el gato a los ratones, o el joven Víctor Frankestein a su criatura. Hace bien el señor Felipe Calderón en rechazar el esquema de pactos, acuerdos o negociaciones con el crimen. En efecto, esos esquemas causaron la metástasis que tiene ahora bajo el cáncer del crimen y de la “mafiocracia” al país. Sin embargo, esa voluntad no basta. Hay que cambiar la estrategia policial por un enfoque integral. No se puede exterminar un panal de abejas asesinas –ubicado en la cocina de la casa– a base de escobazos o escopetazos. Mucho menos se puede librar una guerra a partir de las instituciones y de los responsables del esquema “administrativista o pactista” que hoy se denuncia y se rechaza. |
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