PLAZA PÚBLICA Carlos Abascal Miguel Ángel Granados Chapa 3 Dic. 08 Convencido de ejercer sus actividades bajo la premisa de estar al servicio de Dios, Carlos Abascal imprimió el sello de sus creencias religiosas a sus actividades del servicio público. Como responsable de la política nacional, Abascal no se reprimió de asistir a actos rituales públicos, siendo que la Ley de Asociaciones Religiosas lo limitaba Porque sus designios son inescrutables, Dios no atendió los ruegos que por la salud de Carlos Abascal Carranza se elevaron en la Eucaristía celebrada con ese propósito apenas el sábado pasado, y en cambio decidió acogerlo ayer por la mañana. Con la muerte del ex secretario de Gobernación concluye un capítulo de la historia del conservadurismo mexicano, no la historia misma de la extrema derecha, que ha levantado cabeza y aparece boyante en no pocos territorios de la vida pública, de la que estuvo al margen por décadas. Quizá porque tardó en ingresar a la política pública, Abascal no pudo consolidar un liderazgo para el que parecía vocado, por herencia y convicción, pero en su hora postrera confirmó su vocación integrista, la actitud que resume en una sola conducta la religión y la política. El miércoles pasado, al recibir el doctorado honoris causa que le confirió la Universidad Anáhuac, de los Legionarios de Cristo, reiteró su compromiso con el servicio público y con Dios, una convicción que practicó durante su breve tránsito por el gobierno, como secretario del Trabajo y de Gobernación en el sexenio pasado. El ahora extinto político se formó al lado de su padre, Salvador Abascal Infante, uno de los fundadores de la Unión Nacional Sinarquista, un austero propagandista cristiano, mitad monje, mitad soldado, que después de trabajar para la editorial Jus (propiedad del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín) estableció su propia editorial, cuyo nombre resumía la índole de su credo católico, Tradición. En ambas empresas trabajó de muchacho Carlos Abascal, antes de ingresar en la Afianzadora Insurgentes, donde sirvió la mayor parte de su vida. Se graduó en la Escuela Libre Derecho, y escribió su tesis profesional en la línea del tradicionalismo antiliberal, que desde el siglo XIX veía en la democracia un engendro de la masonería. "La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión", dijo entonces. Afirmó también que "por la impotencia de la mayoría para distinguir con acierto entre lo que favorece y lo que daña al bien común, las bases fundamentales de una sociedad no deben ser fijadas mediante el voto universal, porque los votos no deben contarse, sino pesarse". Como director general de la mencionada empresa afianzadora, la representó ante la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), de cuyo consejo directivo fue presidente de 1995 a 1997. Allí lanzó su iniciativa de Nueva Cultura Laboral, que era una denominación modernizada de la vieja tesis que proclama la conciliación de las clases en oposición a la lucha de clases del marxismo. Su posición fue bien acogida por el gobierno priista y por dirigentes sindicales como Fidel Velázquez, a cuya inclinación patronal esa tesis servía de espléndida justificación. Vicente Fox designó a Abascal secretario del Trabajo, como clara señal de que si en los regímenes priistas la autoridad laboral se asumía como tutora de los derechos de los trabajadores, la orientación iba a ser la contraria en un gobierno, según la definición presidencial, "de empresarios para empresarios". Tanto en ese cargo como a su paso por Bucareli, Abascal hacía ostentación de su piedad. Al comenzar las juntas de trabajo con sus colaboradores, rezaba y hacía rezar una oración escrita por el Papa Clemente XI. Y hacía frecuentes invocaciones a la Virgen de Guadalupe. No tuvo empacho, siendo ya el responsable de la política nacional, en asistir a la beatificación de los mártires cristeros, hace tres años, siendo que la Ley de Asociaciones Religiosas, que Gobernación administra, limita el derecho de los funcionarios creyentes a asistir con ese carácter a actos rituales públicos. Aunque no fue público que desde su función diera pasos en tal sentido, Abascal sostenía que la libertad de conciencia definida por la Constitución corresponde a un ámbito menor que la libertad religiosa, cuyo establecimiento era deseable. Al clausurar en enero de 2006 el Foro Ético Mundial, organizado por agrupaciones civiles afines a Acción Nacional, se manifestó por "recuperar con absoluta libertad de credo la religión como el espacio que propicie la vinculación, la revinculación del ser humano con su destino trascendente, para que le dé sentido a los valores éticos que han de comprometer su existencia". Si bien no abjuró nunca de sus ideas contrarias a la democracia liberal ("el relativismo democrático se convierte en nihilismo", sostuvo), Abascal fue más pragmático que doctrinario en su ejercicio como servidor público. Le correspondió dar el apoyo del gobierno federal, obtenido mediante chantaje, a Ulises Ruiz, el gobernador de Oaxaca puesto en jaque por una vasta porción de sus gobernados. Y no fue ajeno a las posiciones del Consejo Coordinador Empresarial que con su propaganda influyó en la elección de 2006. Concluida su estancia en Bucareli, Manuel Espino lo reclutó para la dirección panista, como secretario general adjunto a cargo del Distrito Federal. No pudo aplicar toda su energía a esa responsabilidad porque lo agredió un cáncer en el estómago que lo postró en las semanas recientes. Todavía pudo leer su tesis al recibir el doctorado honorario de la Anáhuac, pero ya no asistir a la misa en que el sábado se oró por su salud. El presidente Calderón y su esposa se aprestaban a participar en esa ceremonia y al enterarse de que Abascal no acudiría al templo de La esperanza de María, lo visitaron en su casa. Fue una despedida. Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com |
kikka-roja.blogspot.com/
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