Luis Javier Garrido
La violencia y la ilegalidad en la que se hunde cada vez más el país no la trajeron los cárteles del narcotráfico, como pretenden casi todos los días Fernando Gómez Mont desde Bucareli y Felipe Calderón desde Los Pinos, sino que es consecuencia de las gravísimas acciones y omisiones del gobierno panista surgido del fraude de 2006, el que ahora amenaza con proseguir con más de lo mismo rechazando el mensaje de repudio a sus políticas que los mexicanos le enviaran con las elecciones.
1. Los procesos electorales, a pesar de todas sus perversiones, permiten a veces a los pueblos mandar un mensaje claro a los gobernantes, y el del 5 de julio fue el de un no contundente a Calderón y a sus políticas, no obstante lo cual éste, valido del respaldo de la anacrónica extrema derecha mexicana, y evidenciando una necedad que es consecuencia de la ineptitud y del mareo del poder, pretende insistir en el mismo camino, como si no hubiera pasado nada, lo que muestra un profundo desprecio al pueblo mexicano.
2. El gobierno espurio calderonista ha hecho saber en las dos semanas que han seguido a los comicios que pretende seguir controlando al PAN como botín personal y enclave estratégico de las mafias que lo respaldan y mueven imponiéndole a uno de sus empleados como dirigente formal, en vistas al 2012, y que, por otro lado, va a seguir sometiendo las políticas gubernamentales a la pretensión de mantenerse en el poder en ese mismo 2012, fecha que es ya la obsesión de los moradores de Los Pinos, lo que indica que la situación económica y social de México va a seguir deteriorándose de manera drástica en los meses por venir si no hay una reacción vigorosa desde la sociedad.
3. El país se halla en una situación cada vez más crítica por el abandono de Calderón de sus obligaciones formales y por esa insistencia en dedicar todos los recursos del Estado, incluyendo el Ejército y la Marina, a operativos que no tienen más finalidad que la electoral, y una fecha: 2012.
4. La violencia en la que se está hundiendo a México, hay que repetirlo una vez más porque es la verdad histórica, no la trajeron los cárteles sino que es consecuencia premeditada de las acciones perversas e irresponsables del gobierno de facto instalado en 2006, que representa a una mafia de intereses que por ambición política pretende colombianizar a México. En Estados Unidos, que es el principal productor y consumidor de drogas en el mundo, el ejército no está en las calles sembrando el terror, no hay un escenario de violencia generalizada en ninguno de los estados, ni siquiera en los del sur, ni existe tampoco un solo capo de mediana o grande importancia que haya sido detenido en los últimos años.
5. El gobierno de facto de Calderón, a pesar de estar actuando como títere de los intereses oligárquicos, sabía perfectamente en 2006 que al lanzar al Ejército federal contra los narcos obligaba a los cárteles a cambiar su estructura y organización y reconvertirse de productores y comerciantes armados en verdaderos grupos paramilitares, de la misma manera como conoce ahora que al seguir utilizando al Ejército federal en esta mentirosa “guerra contra el narco”, una de sus principales consecuencias será abrir la vía para una mayor corrupción de la alta oficialidad y para que decenas de miles de soldados se pasen a las filas de los narcos.
6. La solución ante esta situación crítica se halla sin embargo aquí y no en el exterior. La impugnación que han hecho de las políticas de Calderón desde la CNDH hasta legisladores y analistas llevó a Human Rights Watch, alarmada por el nuevo marco legal semitotalitario y la violación sistemática de los derechos humanos en México, a solicitar a la administración de Obama que le exija al gobierno de Calderón respeto a los derechos de los mexicanos y empiece a retener los fondos del Plan Mérida (El Universal del 14 de julio), lo que difícilmente va a prosperar, pues es evidente la colusión de la ultraderecha estadunidense con Calderón, así como la debilidad de Obama y su política de dos caras.
7. El ejemplo más burdo de la utilización del Ejército y de las instituciones para objetivos de partido lo constituye Michoacán, entidad que se ha convertido en una obsesión para Calderón, quien al perder la gubernatura en 1995 y fracasar ahora electoralmente en 2009 (a pesar del michoacanazo de junio) pretende arrebatársela a la mala a los neocardenistas para entregársela a su hermana Luisa María Calderón, quien dirige la estrategia política y militar violenta, tendiente a crear las condiciones para destituir al gobernador Leonel Godoy y lograr que Michoacán quede bajo la férula panista.
8. La ofensiva desaforada del gobierno de facto calderonista en Michoacán culminó el martes 14 al acusarse a un medio hermano del gobernador Godoy de actuar como enlace con los narcos y proseguir los días siguientes hablando dirigentes panistas de ingobernabilidad en el estado. El frenesí de Felipe por apoderarse de Michoacán con el pretexto del narco no corresponde por otra parte con los señalamientos hechos por Servando González, del cártel de La Familia, ante la televisión michoacana el jueves 16.
9. El gobierno de facto, en tanto, habiendo perdido la brújula por completo, lejos de intentar trabajar por la edificación de un México mejor sigue en un proceso de envilecimiento de las instituciones y de ahondamiento del desastre social por la violencia que urge detener.
kikka-roja.blogspot.com/
1. Los procesos electorales, a pesar de todas sus perversiones, permiten a veces a los pueblos mandar un mensaje claro a los gobernantes, y el del 5 de julio fue el de un no contundente a Calderón y a sus políticas, no obstante lo cual éste, valido del respaldo de la anacrónica extrema derecha mexicana, y evidenciando una necedad que es consecuencia de la ineptitud y del mareo del poder, pretende insistir en el mismo camino, como si no hubiera pasado nada, lo que muestra un profundo desprecio al pueblo mexicano.
2. El gobierno espurio calderonista ha hecho saber en las dos semanas que han seguido a los comicios que pretende seguir controlando al PAN como botín personal y enclave estratégico de las mafias que lo respaldan y mueven imponiéndole a uno de sus empleados como dirigente formal, en vistas al 2012, y que, por otro lado, va a seguir sometiendo las políticas gubernamentales a la pretensión de mantenerse en el poder en ese mismo 2012, fecha que es ya la obsesión de los moradores de Los Pinos, lo que indica que la situación económica y social de México va a seguir deteriorándose de manera drástica en los meses por venir si no hay una reacción vigorosa desde la sociedad.
3. El país se halla en una situación cada vez más crítica por el abandono de Calderón de sus obligaciones formales y por esa insistencia en dedicar todos los recursos del Estado, incluyendo el Ejército y la Marina, a operativos que no tienen más finalidad que la electoral, y una fecha: 2012.
4. La violencia en la que se está hundiendo a México, hay que repetirlo una vez más porque es la verdad histórica, no la trajeron los cárteles sino que es consecuencia premeditada de las acciones perversas e irresponsables del gobierno de facto instalado en 2006, que representa a una mafia de intereses que por ambición política pretende colombianizar a México. En Estados Unidos, que es el principal productor y consumidor de drogas en el mundo, el ejército no está en las calles sembrando el terror, no hay un escenario de violencia generalizada en ninguno de los estados, ni siquiera en los del sur, ni existe tampoco un solo capo de mediana o grande importancia que haya sido detenido en los últimos años.
5. El gobierno de facto de Calderón, a pesar de estar actuando como títere de los intereses oligárquicos, sabía perfectamente en 2006 que al lanzar al Ejército federal contra los narcos obligaba a los cárteles a cambiar su estructura y organización y reconvertirse de productores y comerciantes armados en verdaderos grupos paramilitares, de la misma manera como conoce ahora que al seguir utilizando al Ejército federal en esta mentirosa “guerra contra el narco”, una de sus principales consecuencias será abrir la vía para una mayor corrupción de la alta oficialidad y para que decenas de miles de soldados se pasen a las filas de los narcos.
6. La solución ante esta situación crítica se halla sin embargo aquí y no en el exterior. La impugnación que han hecho de las políticas de Calderón desde la CNDH hasta legisladores y analistas llevó a Human Rights Watch, alarmada por el nuevo marco legal semitotalitario y la violación sistemática de los derechos humanos en México, a solicitar a la administración de Obama que le exija al gobierno de Calderón respeto a los derechos de los mexicanos y empiece a retener los fondos del Plan Mérida (El Universal del 14 de julio), lo que difícilmente va a prosperar, pues es evidente la colusión de la ultraderecha estadunidense con Calderón, así como la debilidad de Obama y su política de dos caras.
7. El ejemplo más burdo de la utilización del Ejército y de las instituciones para objetivos de partido lo constituye Michoacán, entidad que se ha convertido en una obsesión para Calderón, quien al perder la gubernatura en 1995 y fracasar ahora electoralmente en 2009 (a pesar del michoacanazo de junio) pretende arrebatársela a la mala a los neocardenistas para entregársela a su hermana Luisa María Calderón, quien dirige la estrategia política y militar violenta, tendiente a crear las condiciones para destituir al gobernador Leonel Godoy y lograr que Michoacán quede bajo la férula panista.
8. La ofensiva desaforada del gobierno de facto calderonista en Michoacán culminó el martes 14 al acusarse a un medio hermano del gobernador Godoy de actuar como enlace con los narcos y proseguir los días siguientes hablando dirigentes panistas de ingobernabilidad en el estado. El frenesí de Felipe por apoderarse de Michoacán con el pretexto del narco no corresponde por otra parte con los señalamientos hechos por Servando González, del cártel de La Familia, ante la televisión michoacana el jueves 16.
9. El gobierno de facto, en tanto, habiendo perdido la brújula por completo, lejos de intentar trabajar por la edificación de un México mejor sigue en un proceso de envilecimiento de las instituciones y de ahondamiento del desastre social por la violencia que urge detener.
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