Axel Didriksson
04-Ago-2009
Hay niños que no tienen oportunidad de seguir adelante con sus estudios, debido a la manipulada organización del sistema educativo.
Ubicar nuestro sistema educativo en los indicadores de comparación internacional, que vayan más allá de la retórica gastada de los políticos de la derecha en el poder, nos ayuda a reflexionar sobre la pobreza de los esfuerzos que se llevan a cabo (a costa de tantos y tantos ciudadanos), pero también para sopesar uno de los fracasos que más nos conmueven: el desperdicio de recursos, de talentos, de jóvenes que están al borde del desempleo o son parte de los millones de pobres que se encuentran dentro de los más agudos índices de marginación, por falta de una educación pertinente, y ello sin que nadie se inmute.
De acuerdo con una reciente publicación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2009), mientras que en la gran mayoría de los países miembros de este organismo, la mayor parte de sus estudiantes concluyen exitosamente su educación básica, México es uno de los que presentan los más altos niveles de expulsión o de desescolarización. Es decir, niños y niñas de temprana edad que no tienen la más mínima oportunidad para seguir adelante con sus estudios debido a la pésima y manipulada organización del sistema educativo. En matemáticas ocupamos un glorioso último lugar en logros educativos, así como en aptitudes para la ciencia y la lectura.
No sólo millones de niños y niñas se quedan sin educación básica, sino que tampoco pueden contar con las herramientas modernas del aprendizaje libre, por la vía de alcanzar un aprendizaje abierto mediante el instrumento moderno que está sustituyendo al libro: la computadora. Nada, en México, a millones de estudiantes les está negado el uso de los mecanismos modernos de la computación. Aún más, de acuerdo con la fuente citada, está entre los países que presentan tendencias de disminución de la relación de número de estudiantes por computadora.
El desperdicio de recursos (20 mil dólares al año, por el pago de estudiantes que desertan) nos convierte en una de las naciones que más gasta en educación, pero menos eficacia tiene en mantenerlos dentro del sistema. Por ello, cuando los indicadores internacionales dan cuenta de la evaluación del desempeño de los sistemas, desde los resultados del nivel secundario y de los superiores, México siempre se localiza por debajo de todos. Por ejemplo, nos encontramos en el último lugar, junto con Turquía, en la oferta educativa de estudiantes del nivel medio de educación (43% del grupo de edad), así como en la relación de personas con niveles de educación secundaria con capacidad para encontrar trabajo y, también, entre los últimos lugares de los países que pueden ofrecer una buena educación superior para los estudiantes que han podido sortear los vericuetos de las pruebas de años y años de estudio. Además, en los últimos lugares en lo relativo al apoyo que se da a los estudiantes para continuar con sus estudios. Al nivel de las posibilidades de que los adultos puedan contar con facilidades de estudio, México está por los suelos, pues son como un sector de desecho educativo. Estamos en el último lugar en cobertura y capacidad para retener talentos, hacer florecer capacidades científicas, culturales y artísticas. Magníficos resultados los de estos gobiernos.
Desde luego, la sociedad también se organiza por encima de la podredumbre de las políticas educativas. Afortunadamente, aún contamos con instituciones educativas y culturales que dignifican al país y se encargan de promover una educación distinta.
De acuerdo con una reciente publicación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2009), mientras que en la gran mayoría de los países miembros de este organismo, la mayor parte de sus estudiantes concluyen exitosamente su educación básica, México es uno de los que presentan los más altos niveles de expulsión o de desescolarización. Es decir, niños y niñas de temprana edad que no tienen la más mínima oportunidad para seguir adelante con sus estudios debido a la pésima y manipulada organización del sistema educativo. En matemáticas ocupamos un glorioso último lugar en logros educativos, así como en aptitudes para la ciencia y la lectura.
No sólo millones de niños y niñas se quedan sin educación básica, sino que tampoco pueden contar con las herramientas modernas del aprendizaje libre, por la vía de alcanzar un aprendizaje abierto mediante el instrumento moderno que está sustituyendo al libro: la computadora. Nada, en México, a millones de estudiantes les está negado el uso de los mecanismos modernos de la computación. Aún más, de acuerdo con la fuente citada, está entre los países que presentan tendencias de disminución de la relación de número de estudiantes por computadora.
El desperdicio de recursos (20 mil dólares al año, por el pago de estudiantes que desertan) nos convierte en una de las naciones que más gasta en educación, pero menos eficacia tiene en mantenerlos dentro del sistema. Por ello, cuando los indicadores internacionales dan cuenta de la evaluación del desempeño de los sistemas, desde los resultados del nivel secundario y de los superiores, México siempre se localiza por debajo de todos. Por ejemplo, nos encontramos en el último lugar, junto con Turquía, en la oferta educativa de estudiantes del nivel medio de educación (43% del grupo de edad), así como en la relación de personas con niveles de educación secundaria con capacidad para encontrar trabajo y, también, entre los últimos lugares de los países que pueden ofrecer una buena educación superior para los estudiantes que han podido sortear los vericuetos de las pruebas de años y años de estudio. Además, en los últimos lugares en lo relativo al apoyo que se da a los estudiantes para continuar con sus estudios. Al nivel de las posibilidades de que los adultos puedan contar con facilidades de estudio, México está por los suelos, pues son como un sector de desecho educativo. Estamos en el último lugar en cobertura y capacidad para retener talentos, hacer florecer capacidades científicas, culturales y artísticas. Magníficos resultados los de estos gobiernos.
Desde luego, la sociedad también se organiza por encima de la podredumbre de las políticas educativas. Afortunadamente, aún contamos con instituciones educativas y culturales que dignifican al país y se encargan de promover una educación distinta.
didrik@servidor.unam.mx
kikka-roja.blogspot.com/
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