- ¿Por qué no pagan electricidad los que no pagan?
- ¿Con cuánto se los subsidia?
- Los que esperan para aprovecharse
- ERA MAS VALIOSA PARA LOS PANISTAS : HACER TRAICIÓN A LA PATRIA
Por cortesía de Los Pinos y la generosa cuan desinteresada difusión de los medios electrónicos, los mexicanos han sido bombardeados con toneladas de estadísticas, videos, denuncias, crónicas, saqueos y demás detalles –todo con base en información oficial– sobre los excesos, privilegios, pérdidas millonarias, robos y conexos –entre tantas otras cosas– cometidos por el Sindicato Mexicano de Electricistas, y las causas que, por lo mismo, obligaron al inquilino de Los Pinos a decretar la extinción de la empresa Luz y Fuerza del Centro.
Ha sido tal la difusión, que hasta se conoce cómo los integrantes del SME lavaban sus calzones. Pero, eso sí, ni un solo pincelazo han soltado (Los Pinos y sus jilgueros electrónicos) sobre la otra cara de la moneda. Por ejemplo, que la Comisión Federal de Electricidad vendía el fluido eléctrico con grueso sobreprecio a Luz y Fuerza del Centro; que ésta, por decisión de la directiva y con el beneplácito de la Secretaría de Energía, revendía dicho fluido a un precio mucho menor y que a la gran empresa privada instalada en la zona de atención de LFC se le aplicaba una jugosa reducción de 70 por ciento en el precio y se le vendía (cuando lo pagaba) a 46 centavos el kilovatio-hora, mientras al consumidor doméstico le cargaban 1.50 pesos por la misma medida. El propio sindicato precisó de qué se trata: 70 por ciento del consumo de electricidad (en su zona de cobertura) corresponde a 46 mil grandes industriales, que pagan en promedio a 46 centavos el kilovatio-hora, mientras los usuarios domésticos lo pagan a 1.50 pesos, y todavía a fin del año ese recibo de luz de los industriales es deducible de impuestos.
¿Cuánto suma un subsidio de tal naturaleza a la empresa privada? Si lo anterior no alcanzó para llevar directamente a la crisis financiera a la empresa hoy extinta por decreto, entonces lo que sigue puede que sí: por decisión de la misma directiva y el beneplácito de la Sener, Luz y Fuerza del Centro manejaba cuentas especiales para los grandes consorcios y dependencias públicas, comenzando por Los Pinos, las cuales no eran otra cosa que regalar el fluido eléctrico a empresas y dependencias selectas, o lo que es lo mismo, no cobrarles el servicio.
El SME denunció lo siguiente: “estamos revisando uno por uno los servicios de cuentas especiales, y ¿qué creen lo que encontramos? La Torre Mayor de Reforma, directa (no paga por el fluido eléctrico; ni recibo se le envía); varios hoteles de la Zona Rosa y de Polanco, directos (lo mismo); el periódico Reforma, directo (igual); (lo que queda del diario) unomásuno, directo (en idéntica condición). La propia Presidencia de la República no paga luz; todas las dependencias federales no pagan la luz, tienen tomas clandestinas. Las repetidoras de Telmex tienen mediciones de ellos, tomas clandestinas, equipos de medición manipulados por ellos mismos, por los administradores de Luz y Fuerza, no por los trabajadores”. No vaya a ser la casualidad de que el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio también estén directos (La Jornada, Rosa Elvira Vargas y Enrique Méndez).
¿Cuánto cuesta mantener en directo a esas empresas y a los cientos de edificios y casonas del sector público federal? Ayer lo mencionamos en este espacio: el ex subsecretario de Electricidad, Nicéforo Guerrero (precisó que) si Luz y Fuerza del Centro cobrara lo que consumen las grandes empresas y comercios se resolvería su problema financiero, pues en cuentas especiales y concesiones a grandes empresarios se fugan anualmente casi 40 mil millones de pesos, el doble de lo que va a costar liquidar a los trabajadores activos.
¿Con cuánto subsidiaba el gobierno federal a LFC anualmente, en promedio? Casualmente con 40 mil millones de pesos. El aberrante asunto de las cuentas especiales ha sido recurrentemente denunciado por el SME, no de ahora, sino de muchos años atrás. Ninguna autoridad gubernamental atendió esta acusación. Ni siquiera Felipe Calderón cuando ocupó la oficina principal de la Secretaría de Energía con Fox. No sólo eso, sino que en sus casi tres años de estancia en Los Pinos –conociendo en detalle la situación– Calderón tampoco metió la mano para corregir la citada aberración. Por el contrario, con la extinción de LFC ratifica el subsidio a la gran empresa privada y le cede los trastes a la Comisión Federal de Electricidad que tendrá que apechugar y mantener el privilegio de las cuentas especiales. ¿La CFE está preparada para asumir ese voluminoso subsidio que, a todas luces, llevó a la quiebra a la hoy extinta Luz y Fuerza del Centro?
De lo anterior ni un segundo ha destinado el inquilino de Los Pinos (mucho menos los medios electrónicos) para explicar a los mexicanos el porqué de la quiebra de Luz y Fuerza del Centro, a causa del voluminoso y creciente subsidio a la otrora empresa paraestatal: comprar muy caro y vender muy barato; asumir el costo de regalar el fluido eléctrico a las grandes empresas y, de paso, lavarles los calzones a los trabajadores. Y el tema se acopla muy bien con el discurso calderonista: en lugar de 40 mil millones de pesos en subsidios para los señores de la gran empresa, la misma cantidad al combate de la pobreza (la mitad de lo que estiman captar por el 2 por ciento de IVA disfrazado). Pero ese vals no le gusta.
Si lo anterior no se transmite por la fábrica de sueños del amigo Azcárraga, la pantalla de los abonos chiquitos de Salinas Pliego, ni por el cuadrante del oligopolio de la radio, menos cupo tendrá otra de las denuncias: el jugoso negocio de la fibra óptica y, por ende, el triple play, con infraestructura financiada por las arcas públicas. Un multimillonario negocio en el que estarían involucrados dos ex secretarios de Energía de la abundancia foxista (Ernesto Martens y Fernando Canales Clariond) y la empresa WL Comunicaciones, la misma que obtuvo concesión (24 de marzo de 2000) de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con registro en la Comisión Federal de Telecomunicaciones.
Al inquilino de Los Pinos tampoco le gusta esta zarzuela, por mucho que la citada concesión permita a la empresa la provisión y arrendamiento de capacidad de la red para la emisión, transmisión o recepción de signos, señales, escritos, imágenes, voz, sonidos o información de cualquier naturaleza; la comercialización a los concesionarios de redes públicas de telecomunicaciones y permisionarios de servicios de telecomunicaciones, de la capacidad adquirida de otros concesionarios de redes públicas de telecomunicaciones; la prestación del servicio de telefonía de larga distancia nacional e internacional; la prestación del servicio de transmisión de datos, y la prestación directa de servicios de valor agregado a sus usuarios. Todo ello durante 30 años.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿”decisión correcta” (Calderón dixit) o garantía de que el negocio privado va?
Ha sido tal la difusión, que hasta se conoce cómo los integrantes del SME lavaban sus calzones. Pero, eso sí, ni un solo pincelazo han soltado (Los Pinos y sus jilgueros electrónicos) sobre la otra cara de la moneda. Por ejemplo, que la Comisión Federal de Electricidad vendía el fluido eléctrico con grueso sobreprecio a Luz y Fuerza del Centro; que ésta, por decisión de la directiva y con el beneplácito de la Secretaría de Energía, revendía dicho fluido a un precio mucho menor y que a la gran empresa privada instalada en la zona de atención de LFC se le aplicaba una jugosa reducción de 70 por ciento en el precio y se le vendía (cuando lo pagaba) a 46 centavos el kilovatio-hora, mientras al consumidor doméstico le cargaban 1.50 pesos por la misma medida. El propio sindicato precisó de qué se trata: 70 por ciento del consumo de electricidad (en su zona de cobertura) corresponde a 46 mil grandes industriales, que pagan en promedio a 46 centavos el kilovatio-hora, mientras los usuarios domésticos lo pagan a 1.50 pesos, y todavía a fin del año ese recibo de luz de los industriales es deducible de impuestos.
¿Cuánto suma un subsidio de tal naturaleza a la empresa privada? Si lo anterior no alcanzó para llevar directamente a la crisis financiera a la empresa hoy extinta por decreto, entonces lo que sigue puede que sí: por decisión de la misma directiva y el beneplácito de la Sener, Luz y Fuerza del Centro manejaba cuentas especiales para los grandes consorcios y dependencias públicas, comenzando por Los Pinos, las cuales no eran otra cosa que regalar el fluido eléctrico a empresas y dependencias selectas, o lo que es lo mismo, no cobrarles el servicio.
El SME denunció lo siguiente: “estamos revisando uno por uno los servicios de cuentas especiales, y ¿qué creen lo que encontramos? La Torre Mayor de Reforma, directa (no paga por el fluido eléctrico; ni recibo se le envía); varios hoteles de la Zona Rosa y de Polanco, directos (lo mismo); el periódico Reforma, directo (igual); (lo que queda del diario) unomásuno, directo (en idéntica condición). La propia Presidencia de la República no paga luz; todas las dependencias federales no pagan la luz, tienen tomas clandestinas. Las repetidoras de Telmex tienen mediciones de ellos, tomas clandestinas, equipos de medición manipulados por ellos mismos, por los administradores de Luz y Fuerza, no por los trabajadores”. No vaya a ser la casualidad de que el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio también estén directos (La Jornada, Rosa Elvira Vargas y Enrique Méndez).
¿Cuánto cuesta mantener en directo a esas empresas y a los cientos de edificios y casonas del sector público federal? Ayer lo mencionamos en este espacio: el ex subsecretario de Electricidad, Nicéforo Guerrero (precisó que) si Luz y Fuerza del Centro cobrara lo que consumen las grandes empresas y comercios se resolvería su problema financiero, pues en cuentas especiales y concesiones a grandes empresarios se fugan anualmente casi 40 mil millones de pesos, el doble de lo que va a costar liquidar a los trabajadores activos.
¿Con cuánto subsidiaba el gobierno federal a LFC anualmente, en promedio? Casualmente con 40 mil millones de pesos. El aberrante asunto de las cuentas especiales ha sido recurrentemente denunciado por el SME, no de ahora, sino de muchos años atrás. Ninguna autoridad gubernamental atendió esta acusación. Ni siquiera Felipe Calderón cuando ocupó la oficina principal de la Secretaría de Energía con Fox. No sólo eso, sino que en sus casi tres años de estancia en Los Pinos –conociendo en detalle la situación– Calderón tampoco metió la mano para corregir la citada aberración. Por el contrario, con la extinción de LFC ratifica el subsidio a la gran empresa privada y le cede los trastes a la Comisión Federal de Electricidad que tendrá que apechugar y mantener el privilegio de las cuentas especiales. ¿La CFE está preparada para asumir ese voluminoso subsidio que, a todas luces, llevó a la quiebra a la hoy extinta Luz y Fuerza del Centro?
De lo anterior ni un segundo ha destinado el inquilino de Los Pinos (mucho menos los medios electrónicos) para explicar a los mexicanos el porqué de la quiebra de Luz y Fuerza del Centro, a causa del voluminoso y creciente subsidio a la otrora empresa paraestatal: comprar muy caro y vender muy barato; asumir el costo de regalar el fluido eléctrico a las grandes empresas y, de paso, lavarles los calzones a los trabajadores. Y el tema se acopla muy bien con el discurso calderonista: en lugar de 40 mil millones de pesos en subsidios para los señores de la gran empresa, la misma cantidad al combate de la pobreza (la mitad de lo que estiman captar por el 2 por ciento de IVA disfrazado). Pero ese vals no le gusta.
Si lo anterior no se transmite por la fábrica de sueños del amigo Azcárraga, la pantalla de los abonos chiquitos de Salinas Pliego, ni por el cuadrante del oligopolio de la radio, menos cupo tendrá otra de las denuncias: el jugoso negocio de la fibra óptica y, por ende, el triple play, con infraestructura financiada por las arcas públicas. Un multimillonario negocio en el que estarían involucrados dos ex secretarios de Energía de la abundancia foxista (Ernesto Martens y Fernando Canales Clariond) y la empresa WL Comunicaciones, la misma que obtuvo concesión (24 de marzo de 2000) de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con registro en la Comisión Federal de Telecomunicaciones.
Al inquilino de Los Pinos tampoco le gusta esta zarzuela, por mucho que la citada concesión permita a la empresa la provisión y arrendamiento de capacidad de la red para la emisión, transmisión o recepción de signos, señales, escritos, imágenes, voz, sonidos o información de cualquier naturaleza; la comercialización a los concesionarios de redes públicas de telecomunicaciones y permisionarios de servicios de telecomunicaciones, de la capacidad adquirida de otros concesionarios de redes públicas de telecomunicaciones; la prestación del servicio de telefonía de larga distancia nacional e internacional; la prestación del servicio de transmisión de datos, y la prestación directa de servicios de valor agregado a sus usuarios. Todo ello durante 30 años.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿”decisión correcta” (Calderón dixit) o garantía de que el negocio privado va?
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