Política cero
Jairo Calixto Albarrán
2009-10-16•Al Frente
Con estas palabras Maradona se refirió a sus críticos entre los medios de comunicación, quienes desde su punto de vista lo venían atormentado conforme la selección argentina de futbol fue acumulando pésimos resultados. Era como para no ser menos que La Volpe y El Vasco Aguirre.
Por supuesto, inmediatamente aparecieron las buenas conciencias que pegaron el grito en el cielo, como si las palabras del Pelusa —siempre pidiendo perdón para las damitas presentes— no palidecieran ante lo que se puede ver en la televisión mexicana en estos días en Guerra de chistes o El show de Platanito, que, sin duda, podrían hacer sonrojar a los chalanes de una vulcanizadora.
Sigan mamando fue lo que ha de haber dicho el Balloonboy, el niño que supuestamente iba solo en un dirigible atrayendo la atención de millones de telespectadores y que al final se supo que se había escondido en el garage de su casa, sin saber que había desatando así la histeria colectiva. No sé por qué me dio la impresión de que este show melodramático, con voladota noticiosa incluida, fue preparado por el gobierno calderónico para conformar una cortina de humo alrededor de la megamarcha del SME.
Como no funcionó lo de las pompas plastificadas de Alejandra Guzmán ni las resolución de la Tremenda Corte en el sentido de declarar a Ulises Ruin responsable de la represión en 2006 en Oaxaca (y es lógico, todo el mundo sabe que al final Jelipillo no va a tocar a Ulises ni con el pétalo de una toma de nota), pensaban que con el Balloonboy se distraería la atención del movimiento de los electricistas.
Pero casi nada funcionó (bueno, sí dolió la manera tan díscola con la que la góber de Yucatán repartió camionetas entre diputados verdes y priistas, en vez de rifarlas como la Gordillo), la marcha mostró mucho más musculatura de la que imaginaban el gobierno y los sospechosistas (¿será por eso que la iniciativa privada ofreció reclutar a los que hayan sido corridos para amortiguar el clamor popular, y luego de ver los apagones en CFEliz?) tendrán que replantear tesis y escenarios. Si pensaron que la cosa iba a ser tan fácil, están equivocados. Quizá se le apueste al desgaste, como es previsible, pero por vía de mientras, con la ocupación nada temporal de la compañía de luz y su liquidación, han conseguido lo imposible: unir a la izquierda mexicana, por lo regular condenada al sectarismo.
Pero hubo un golpe rudo, rudo, rudísimo al movimiento: Napito Gómez Urrutia, charro entre charros, desde Vancouver se declaró solidario con el SME.
Sigan mamando, sugiere el Diego.
Por supuesto, inmediatamente aparecieron las buenas conciencias que pegaron el grito en el cielo, como si las palabras del Pelusa —siempre pidiendo perdón para las damitas presentes— no palidecieran ante lo que se puede ver en la televisión mexicana en estos días en Guerra de chistes o El show de Platanito, que, sin duda, podrían hacer sonrojar a los chalanes de una vulcanizadora.
Sigan mamando fue lo que ha de haber dicho el Balloonboy, el niño que supuestamente iba solo en un dirigible atrayendo la atención de millones de telespectadores y que al final se supo que se había escondido en el garage de su casa, sin saber que había desatando así la histeria colectiva. No sé por qué me dio la impresión de que este show melodramático, con voladota noticiosa incluida, fue preparado por el gobierno calderónico para conformar una cortina de humo alrededor de la megamarcha del SME.
Como no funcionó lo de las pompas plastificadas de Alejandra Guzmán ni las resolución de la Tremenda Corte en el sentido de declarar a Ulises Ruin responsable de la represión en 2006 en Oaxaca (y es lógico, todo el mundo sabe que al final Jelipillo no va a tocar a Ulises ni con el pétalo de una toma de nota), pensaban que con el Balloonboy se distraería la atención del movimiento de los electricistas.
Pero casi nada funcionó (bueno, sí dolió la manera tan díscola con la que la góber de Yucatán repartió camionetas entre diputados verdes y priistas, en vez de rifarlas como la Gordillo), la marcha mostró mucho más musculatura de la que imaginaban el gobierno y los sospechosistas (¿será por eso que la iniciativa privada ofreció reclutar a los que hayan sido corridos para amortiguar el clamor popular, y luego de ver los apagones en CFEliz?) tendrán que replantear tesis y escenarios. Si pensaron que la cosa iba a ser tan fácil, están equivocados. Quizá se le apueste al desgaste, como es previsible, pero por vía de mientras, con la ocupación nada temporal de la compañía de luz y su liquidación, han conseguido lo imposible: unir a la izquierda mexicana, por lo regular condenada al sectarismo.
Pero hubo un golpe rudo, rudo, rudísimo al movimiento: Napito Gómez Urrutia, charro entre charros, desde Vancouver se declaró solidario con el SME.
Sigan mamando, sugiere el Diego.
www.twitter.com/jairocalixto
jairo.calixto@milenio.com
kikka-roja.blogspot.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentarios. HOLA! deja tu mensaje ...