- Clases medias
- El anzuelo del reformismo
- La bandera de Manlio
- Por el bien de los votos
La batalla electoral de 2012 estará centrada en las clases medias (o en lo que de ellas quede, después de los estragos de la crisis). En ese movedizo campo de batalla los estrategas partidistas pretenderán acomodar a sus candidatos estelares en paraísos prometidos que, en el caso del PAN, pretenderá aminorar la sanción que le corresponde como ejecutor de políticas económicas altamente dañinas para esos segmentos medios de la sociedad; en el del PRI, ofrecerá oficio político, mano dura en guante de seda y capacidad de control incruento de factores desbordados como el narcotráfico y, en lo que vaya a ser la izquierda, y suponiendo que sea el lopezobradorismo, podría acabar en una carrera contranatura para pretender correrse a un centro supuestamente más atractivo en términos electorales.
Esa batalla en curso por las clases medias mostrará la capacidad de los partidos para reciclarse y presentar propuestas novedosas o, cuando menos, llamativas (en el sentido de convocar, no de incendiar). El anclaje en el pasado pintará de nostalgia e incluso de necedad a quienes no sepan proponer a los ciudadanos fórmulas resolutivas. El calderonismo y su fraude electoral de origen son el telón de fondo, que debe recordarse y es explicativo, pero en términos de política real ese calderonismo ha quedado prematuramente en el pasado, condenado por la fuerza de los hechos, de los resultados, más allá de las preferencias electorales de unos u otros (incluso, de manera irónica, podría decirse que así como la lucha de la izquierda por los cambios democráticos fue aprovechada en 2000 por Vicente Fox, ahora el fracaso estruendoso de Calderón –confirmativo de que Felipe no tenía capacidad para ser llevado adonde lo sentaron, de que política y ejecutivamente fue un fraude– parece en camino de ser aprovechado por el PRI en 2012).
Dentro de las principales fuerzas partidistas se trabaja a plena conciencia en el diseño de esas nuevas técnicas de abordaje de las clases medias y, en general, en los replanteamientos que pudieran dar percepciones de cambios a los segmentos sociales interesados en lo político. En esa expectativa reformista descansa, por ejemplo, la principal apuesta del equipo de Manlio Fabio Beltrones, el senador que propone ocho erres como bandera de restauración de la esperanza en la viabilidad institucional. Ésa sería la única carga real con la que el beltronismo podría pelear la candidatura presidencial a un adelantadísimo gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, que ha depositado su proyecto en los carriles del pragmatismo y lo superficial. Pero, más allá de esos personajes en busca de la máxima candidatura, el PRI en general trabaja en la redefinición y las propuestas.
El PAN tiene poco espacio para el regateo. El saldo del felipismo es desastroso y en las propias filas del partido blanquiazul se ha ido pasando de la crítica subterránea, o en susurro, al planteamiento abierto e incluso el rechazo a lo que ha sido el calderonismo. El único productor de tesis e ideas concretas sobre lo que pasa en el panismo posterior a 2006 ha sido Manuel Espino, un político marcadamente práctico que ha tenido alianzas con la crema de la intelectualidad que es Vicente Fox (algo esboza de vez en cuando Creel). Y hasta allí. El PAN-gobierno lo que quiere es terminar el sexenio con el menor daño posible, sin esperanza real en la continuidad inmediata en el poder.
Foto
LA VIDA EN ROSA. Los senadores Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete caminan juntos al salir de una reunión en la casona de XicoténcatlFoto Senado
La izquierda electoral se revuelve sobre sí misma sin atinar a definir qué es y qué quiere ser. Forjada en buena parte a partir de aberraciones, hoy se asusta cuando se ve al espejo. Pero, lo peor: dividida y desgastada, pretende sacrificar ideología y posicionamientos políticos en busca de volverse electoralmente atractiva (fiu, fiu). Los Chuchos son el cliché diario, pero cada día son más los suspiros por el maquillaje en busca de invitaciones a fiestas supremas. Manuel Camacho, por ejemplo, ha instalado en el centro del diseño de 2012 las tesis de la convivencia y la distensión, es decir, de la dilución de las firmezas ideológicas y de los trazos más o menos izquierdistas. Light es la palabra clave para 2012. Por el bien de los votos, primero las tribus.
En ese contexto, López Obrador parece decidido a dar ese corrimiento táctico hacia el centro, buscando una reconciliación con la clase media con la que él no se peleó, sino que lo distanciaron y envenenaron. Es probable que en términos prácticos una apuesta centrista parezca atractiva, pero ello acabaría convirtiendo el de por sí pálido izquierdismo o progresismo de AMLO en una oferta electoral desleída, en un ejercicio comicial sin visos reales de transformación profunda, acaso un reformismo igual o parecido al que sus otros contendientes analizan y programan desde ahora rumbo al mismo 2012.
Astillas
Doctor en derecho por la Universidad Panamericana y catedrático actualmente en ella, el jurista José Luis Tostado Bastidas escribe desde Guadalajara respecto a la entrega de ayer, titulada División, odio, violencia: "Buena columna, pero demasiado autocomplaciente. El aliento a la violencia no sólo corresponde a la derecha. Me parece que se incuba, y con mayor facilidad, en la izquierda, y particularmente en los miembros del movimiento religioso identificado como lopezobradorismo". Se refiere luego a cierto tipo de periodismo militante enrolado en la promoción de AMLO y, sobre lo que allí se suele escribir, pregunta:“¿no cree usted que esas ‘ingeniosas’ referencias a los mediocres políticos mexicanos (Fecal, etcétera) generan violencia?”... Emilio Azcárraga Jean puso en su cuenta de Twitter un video www.twitvid.com/7BF58 sobre los errores cometidos por Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola al grabar una especie de noticiero de diversión para asistentes a una posada de Televisa. El cotorreo generó reacciones adversas entre un segmento de quienes rechazan el periodismo que se hace en esa empresa... Y, mientras Cordero y Carstens (puras ces) se acomodan, ¡Hasta mañana, en esta columna en espera de cargar sus peregrinos!
Esa batalla en curso por las clases medias mostrará la capacidad de los partidos para reciclarse y presentar propuestas novedosas o, cuando menos, llamativas (en el sentido de convocar, no de incendiar). El anclaje en el pasado pintará de nostalgia e incluso de necedad a quienes no sepan proponer a los ciudadanos fórmulas resolutivas. El calderonismo y su fraude electoral de origen son el telón de fondo, que debe recordarse y es explicativo, pero en términos de política real ese calderonismo ha quedado prematuramente en el pasado, condenado por la fuerza de los hechos, de los resultados, más allá de las preferencias electorales de unos u otros (incluso, de manera irónica, podría decirse que así como la lucha de la izquierda por los cambios democráticos fue aprovechada en 2000 por Vicente Fox, ahora el fracaso estruendoso de Calderón –confirmativo de que Felipe no tenía capacidad para ser llevado adonde lo sentaron, de que política y ejecutivamente fue un fraude– parece en camino de ser aprovechado por el PRI en 2012).
Dentro de las principales fuerzas partidistas se trabaja a plena conciencia en el diseño de esas nuevas técnicas de abordaje de las clases medias y, en general, en los replanteamientos que pudieran dar percepciones de cambios a los segmentos sociales interesados en lo político. En esa expectativa reformista descansa, por ejemplo, la principal apuesta del equipo de Manlio Fabio Beltrones, el senador que propone ocho erres como bandera de restauración de la esperanza en la viabilidad institucional. Ésa sería la única carga real con la que el beltronismo podría pelear la candidatura presidencial a un adelantadísimo gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, que ha depositado su proyecto en los carriles del pragmatismo y lo superficial. Pero, más allá de esos personajes en busca de la máxima candidatura, el PRI en general trabaja en la redefinición y las propuestas.
El PAN tiene poco espacio para el regateo. El saldo del felipismo es desastroso y en las propias filas del partido blanquiazul se ha ido pasando de la crítica subterránea, o en susurro, al planteamiento abierto e incluso el rechazo a lo que ha sido el calderonismo. El único productor de tesis e ideas concretas sobre lo que pasa en el panismo posterior a 2006 ha sido Manuel Espino, un político marcadamente práctico que ha tenido alianzas con la crema de la intelectualidad que es Vicente Fox (algo esboza de vez en cuando Creel). Y hasta allí. El PAN-gobierno lo que quiere es terminar el sexenio con el menor daño posible, sin esperanza real en la continuidad inmediata en el poder.
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LA VIDA EN ROSA. Los senadores Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete caminan juntos al salir de una reunión en la casona de XicoténcatlFoto Senado
La izquierda electoral se revuelve sobre sí misma sin atinar a definir qué es y qué quiere ser. Forjada en buena parte a partir de aberraciones, hoy se asusta cuando se ve al espejo. Pero, lo peor: dividida y desgastada, pretende sacrificar ideología y posicionamientos políticos en busca de volverse electoralmente atractiva (fiu, fiu). Los Chuchos son el cliché diario, pero cada día son más los suspiros por el maquillaje en busca de invitaciones a fiestas supremas. Manuel Camacho, por ejemplo, ha instalado en el centro del diseño de 2012 las tesis de la convivencia y la distensión, es decir, de la dilución de las firmezas ideológicas y de los trazos más o menos izquierdistas. Light es la palabra clave para 2012. Por el bien de los votos, primero las tribus.
En ese contexto, López Obrador parece decidido a dar ese corrimiento táctico hacia el centro, buscando una reconciliación con la clase media con la que él no se peleó, sino que lo distanciaron y envenenaron. Es probable que en términos prácticos una apuesta centrista parezca atractiva, pero ello acabaría convirtiendo el de por sí pálido izquierdismo o progresismo de AMLO en una oferta electoral desleída, en un ejercicio comicial sin visos reales de transformación profunda, acaso un reformismo igual o parecido al que sus otros contendientes analizan y programan desde ahora rumbo al mismo 2012.
Astillas
Doctor en derecho por la Universidad Panamericana y catedrático actualmente en ella, el jurista José Luis Tostado Bastidas escribe desde Guadalajara respecto a la entrega de ayer, titulada División, odio, violencia: "Buena columna, pero demasiado autocomplaciente. El aliento a la violencia no sólo corresponde a la derecha. Me parece que se incuba, y con mayor facilidad, en la izquierda, y particularmente en los miembros del movimiento religioso identificado como lopezobradorismo". Se refiere luego a cierto tipo de periodismo militante enrolado en la promoción de AMLO y, sobre lo que allí se suele escribir, pregunta:“¿no cree usted que esas ‘ingeniosas’ referencias a los mediocres políticos mexicanos (Fecal, etcétera) generan violencia?”... Emilio Azcárraga Jean puso en su cuenta de Twitter un video www.twitvid.com/7BF58 sobre los errores cometidos por Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola al grabar una especie de noticiero de diversión para asistentes a una posada de Televisa. El cotorreo generó reacciones adversas entre un segmento de quienes rechazan el periodismo que se hace en esa empresa... Y, mientras Cordero y Carstens (puras ces) se acomodan, ¡Hasta mañana, en esta columna en espera de cargar sus peregrinos!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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