15 de diciembre de 2011
kikka-roja.blogspot.com/
En la política, como en la historia, no hay determinismo que valga. El futuro se labra en un entramado de inteligencias y estulticias, de buenas y malas artes, de fortunios e infortunios. A lo largo de veintitantas centurias Occidente ha caído una y otra vez en el error de desentrañar un supuesto plan histórico que predice el rumbo de la humanidad. Y en un plano más inmediatista, muchos politólogos sueñan con una bola de cristal empírica capaz de anticipar acontecimientos, como aquélla en la que en la se han extraviado otros tantos historiadores, filósofos y sociólogos. Y es que en retrospectiva todo parece predeterminado, pero en prospectiva nada lo está.
En el siglo pasado, los mexicanos nos acostumbramos a la certeza de los resultados electorales. Por eso la tentación de confiar en profecías políticas, que permea al mundo entero, suele ser mayor en México. Hoy sobran quienes asumen como ineluctable el triunfo de Enrique Peña Nieto en 2012. No se trata de una idea descabellada: las encuestas han mostrado consistentemente su amplia ventaja en la intención de voto. Lo interesante es observar que es bastante más alto el porcentaje de encuestados da la misma respuesta cuando se les pregunta quién creen que ganaría —ya no quién quieren que gane— si la elección fuera mañana. Aunque la elección no es mañana sino dentro de más de seis meses, muchos de los que no van a votar por él están convencidos de la inexorabilidad de su victoria.
Los sondeos son un instrumento para hacer predicciones, y con base en ellos resulta en este momento más probable que el PRI y sus aliados ganen a que lo haga el PAN o la alianza del PRD. Pero probabilidad no es certeza. Por eso, porque en el camino ocurren cosas, se construyen escenarios. En el caso de nuestros próximos comicios presidenciales, yo sostengo que la moneda está en el aire y que la actual fotografía demoscópica puede varias según las circunstancias. Veamos.
Escenario 1. El electorado cobra al PAN y a su representante la factura de la violencia desbocada y del crecimiento de la pobreza en este sexenio; Andrés Manuel López Obrador sucumbe a una campaña que evoca su beligerancia post-2006 y resta credibilidad a su discurso conciliador; EPN hace gala de teflón, no comete errores más graves, administra bien su ventaja y con una buena estrategia mercadotécnica televisiva y el apoyo de sus gobernadores se convierte en Presidente.
Escenario 2. AMLO no logra revertir sus negativos; EPN disipa la imagen de eficacia del PRI con sus dislates y recibe el impacto de una ofensiva legal y mediática contra narcogobernadores priístas; los panistas escogen a su mejor opción —Josefina Vázquez Mota— y la proyectan como una mujer firme que rechaza el continuismo, el gobierno federal maneja el gasto público de modo que la gente perciba cierta mejoría y JVM llega a la Presidencia.
Escenario 3. EPN decepciona en los debates y se desinfla; la (el) contendiente del PAN se rezaga por un creciente deterioro del país —crece la inseguridad, se derrumba el euro y la crisis resultante golpea nuestra economía—; AMLO capitaliza el síndrome del “se los dije”, consigue recuperar a los electores que ahuyentó con su radicalización y con una ventaja irreversible es electo presidente.
Existe un cuarto escenario que es la cancelación o la anulación de las elecciones. Las declaraciones de Felipe Calderón en torno a los comicios en Michoacán han alimentado especulaciones sobre esa posibilidad, que no se debe descartar. Podría darse si el crimen organizado decide incendiar el país de cara a la jornada electoral, o si su injerencia en la contienda es ostensiblemente decisiva. Lo supongo improbable, sin embargo, porque eso no le conviene a nadie, ni siquiera a los capos. Pienso que el costo de esa manera burda de imponer o vetar a un candidato sería mayor que el beneficio para quien lo intentara. No dudo que el narco juegue sus cartas en las elecciones, pero me parece que no reventará el proceso porque todos los cárteles perderían con semejante resquebrajamiento de las instituciones, que abriría la puerta a la intervención del vecino.
¿Usted qué opina? ¿Habrá una parejera o será una carrera de tres? ¿Qué probabilidad le asigna a cada escenario? Incluya el cuarto o cualquier otro, si lo juzga pertinente. Yo los enumeré en el orden que dan las encuestas de hoy, pero tengo la impresión de que las distancias entre los candidatos se acortarán gradualmente. He aquí mi único pronóstico: habrá un final cerrado. Si el futuro es inventable, y si en buena tesis la democracia da certidumbre en los procedimientos e incertidumbre en los resultados, sería venturoso que a nuestra inconclusa transición democrática le llegara la hora de trocar a todos los partidos en opciones reales de poder.
P.D. Estamos atrapados entre la impunidad y la represión. Guerrero nos restriega en la cara la pregunta: ¿por qué carajos no puede actuar la fuerza pública en forma justa, medida, y detener a quienes violan la ley sin torturarlos o asesinarlos?
@abasave
Director de Posgrado de la Universidad Iberoamericana
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