- La cúpula del partido, alarmada por el largo proceso de elección que los debilita ante Obama
- Ningún precandidato se impone en el supermartes republicano
- Romney gana en Massachusetts, Virginia y Vermont; Santorum se lleva Tenesi, Oklahoma y Dakota del Norte
- En Ohio, entidad clave, cerrada contienda entre ambos punteros
Mitt Romney se dirige a simpatizantes en Boston. A la derecha, Rick Santorum hace lo propio en la ciudad de Steubenville, Ohio; ambos precandidatos a la presidencia por el Partido Republicano triunfaron ayer en sus respectivos feudos, lo que según analistas podría llevar la elección final de candidato hasta mayo o incluso hasta la Convención Nacional en agosto Foto Reuters
Nueva York, 6 de marzo. Los triunfos logrados por todos los precandidatos republicanos en el mayor concurso de elecciones primarias hasta la fecha implicó hoy una derrota para el Partido Republicano.
Ahora la principal preocupación entre dirigentes nacionales de ese partido es cómo evitar obsequiar el triunfo a los demócratas al prolongarse este proceso interno percibido negativamente por el electorado y que cada día debilita sus posibilidades en las elecciones generales. Hasta la ex primera dama, Barbara Bush, comentó esta semana que es la peor campaña que he visto en mi vida.
Las elecciones primarias realizadas hoy en 11 estados, el llamado supermartes, puso en juego el mayor número de delegados hasta la fecha. Para la cúpula republicana, la esperanza al inicio del día era que hoy marcaría el principio del fin de un proceso que sólo ha demostrado que ninguno de los precandidatos ha logrado consolidar las bases del partido y mucho menos inspirar al electorado.
El ganador del supermartes, que fue más una competencia por el número de delegados que por estados ganados –se trata de voto proporcional– fue Mitt Romney, el preferido por la cúpula. Pero lo que más deseaban él y la dirigencia republicana es que esta jornada marcara el fin de uno y, preferiblemente, los otros tres contendientes.
De hecho, más líderes y figuras influyentes del partido se sumaron a la causa de Romney justo antes del supermartes para intentar llevar la pugna interna a su conclusión, entre ellos el líder de la mayoría republicana de la Cámara, Eric Cantor; el influyente senador, Tom Coburn, y el ex procurador general de Geroge W. Bush, John Ashcroft. Esto es parte de un esfuerzo de la cúpula del partido para superar lo que se percibe como un proceso que, cada día, debilita las perspectivas del partido para ganar la elección general contra el presidente Barack Obama.
Pero al final del día, todo indica que esta contienda entre cuatro aspirantes está lejos de llegar a una conclusión.
Aunque Romney ganó la mayoría de delegados hoy (serán más de 200), lo que aumenta su ya notable ventaja en el total acumulado, el mapa de los 11 estados con su total de 437 delegados en juego (más que todas las primarias anteriores) permitió que sus contrincantes –Rick Santorum, Newt Gingrich y Ron Paul– también se anotaran triunfos.
La maquinaria política nacional muy superior, y con muchos más recursos de Romney, permitió que jugara sobre el tablero de una manera más ambiciosa que sus retadores, pero también implicaba que los otros podrían afirmar que sus escasos triunfos los lograron no obstante sus enormes desventajas y, por lo tanto, indican que Romney no cuenta con el apoyo necesario. Algunos, como Santorum, proclamaron orgullosamente que encabezan campañas insurgentes contra la cúpula de su partido.
Romney ganó en Massachusetts (donde fue gobernador), Virginia y Vermont. Se espera que triunfe en Idaho también, en parte por el apoyo de la comunidad mormona (Romney es mormón).
Rick Santorum ganó Tenesi, Oklahoma y Dakota del Norte. Gingrich ganó en su estado natal de Georgia. Y Paul logró acumular un voto sorprendente (más de 40 por ciento) –y con ello delegados– en Virginia y podría lograr un triunfo en Alaska. Wyoming se inclinaba hacia Romney al cierre de esta edición.
Pero fue Ohio la batalla más importante del día entre Romney y Santorum. En este estado, siempre clave en una elección nacional, la contienda está tan cerrada que no se espera un resultado claro hasta la madrugada del miércoles. Pero esto es negativo para Romney al confirmar que aún no puede lograr imponerse en la contienda y demostrar que aún no cuenta con un consenso entre las bases del partido.
Con el resultado cerrado de Ohio y sus otros triunfos esta noche, Santorum continúa sorprendiendo a los expertos, e irritando a la dirigencia de su partido.
Sin embargo, Romney permanece como el favorito para ganar la nominación, pero la pregunta es ¿a qué costo?
Para ganar la nominación del partido, un precandidato requiere mil 144 delegados. Romney, que va a la cabeza, inició el día con 203, seguido por Santorum con 92, Gingrich con 33 y Paul con 25. Al final del día, todo indicaba que todos continuaban en ese orden.
Algunos estrategas electorales indicaron que si Romney no ganaba de manera abrumadora hoy –lo cual fue el caso– la competencia para acumular delegados podría durar por lo menos hasta mayo y, algunos temen, podría llegar hasta la Convención Nacional en agosto.
Eso es una pesadilla para los dirigentes del partido. El desgaste de una de las contiendas más negativas alarma a la cúpula. Los republicanos han llegado a un punto en que están en gran medida cansados por la violencia entre ellos y ansiosos por llegar a un punto en que el nominado argumente contra el presidente Obama en lugar de amplificar diferencias menores entre correligionarios, comentó al New York Times Ed Gillespie, un ex presidente del Comité Nacional Republicano.
Las encuestas registran el nivel de desgaste y el costo político de la guerra entre los republicanos, ya que ninguno ha logrado mostrar que puede consolidar una base ahora polarizada, sobre todo el sector ultraconservador. Sólo 10 por ciento de los estadunidenses dice estar favorablemente impresionado por las primarias republicanas y casi 70 por ciento sólo podía calificarlas con términos negativos, según encuesta de MSNBC/Wall Street Journal.
Esto es justo lo que alarma a la cúpula nacional republicana, y, por el otro lado, tiene felices a los demócratas. Aunque Obama sólo goza de una tasa de aprobación de 50 por ciento y una mayoría aún opina que el país avanza en una vía equivocada, estos números mejoran a favor de los demócratas, sobre todo como resultado de algunos indicadores económicos positivos en semanas recientes.
A la vez, los niveles de percepción negativa de los republicanos en general, y de Romney en particular, serán obstáculo al enfrentar a Obama en la elección general.
Ante la preocupación cada vez más marcada entre los republicanos, se nota el buen humor dentro de la campaña para la relección de Obama.
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de marzo de 2012, p. 27kikka-roja.blogspot.com/
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