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sábado, 26 de mayo de 2012

MENTIRAS: EL DECÁLOGO PEÑA NIETO DECAGOLO EPN : (LIEBANO SAENZ) El decálogo y las marchas de los estudiantes

13 VIAJES DE IDA Y VUELTA A MIAMI: PEÑA NIETO EL MUÑECO NACIO EN HOLADA,
 O L´ANDA CAGANDO QUÍ, O L´ANDA CAGANDO ALLÁ




El decálogo y las marchas de los estudiantes
Liébano Sáenz

2012-05-26 • AL FRENTE

A partir del gobierno dividido que ha prevalecido desde la primera mitad de la gestión de Ernesto Zedillo al perder el Presidente mayoría en el Congreso, el país se ha enfrascado en la búsqueda de un mejor arreglo institucional que haga funcionar la democracia y la división de poderes; que dé los resultados que la Nación demanda. Independientemente del debate sobre el cambio de régimen, la realidad es que México ha perdido capacidad para procesar las reformas que fueron el signo común de la década previa al gobierno dividido.



La nueva forma de hacer política debe ser planteada en dos planos: el institucional, ya abordado de manera suficiente, aunque no concluyente, y el de las actitudes, aquél que tiene que ver con los cambios en la conducta de los actores, particularmente de quienes ostentan mayor poder. Este segundo aspecto es fundamental ya que no hay cambio o arreglo institucional democrático que funcione adecuadamente si quienes tienen elevadas responsabilidades no acatan los principios, valores y conductas propias de la democracia.

Ante esta consideración, adquiere especial importancia el compromiso propuesto por el candidato a la Presidencia Enrique Peña para ajustar su gestión, en caso de ser favorecido por el voto, a un decálogo que da sustento y definición a la Presidencia democrática. Sin duda, éste es uno de los documentos más trascendentes no solo del actual periodo de campañas, sino de muchas décadas de la vida política nacional. Y el hecho de que esto ocurra en medio del debate y en plena lucha por el voto, especialmente con las movilizaciones de jóvenes en diversas partes del país, lo vuelve aún más valioso y le otorga mayor sentido y autenticidad.

Cierto es que el actual régimen padece agotamiento. Las movilizaciones de jóvenes son un síntoma de ello. Los acontecimientos recientes no son causa, sino efecto de un largo proceso de descomposición que ha distanciado enormemente a la sociedad de sus políticos; consecuencia también de la insatisfacción por lo que el gobierno hace y también por lo que ha dejado de hacer, acciones y omisiones que han debilitado al Estado frente al crimen, la corrupción y los factores de poder, por igual.

Lo implícito en el Manifiesto del candidato Peña Nieto no es solo el diagnóstico, sino la respuesta. Frente al deterioro del régimen actual, la salida no es la restauración autoritaria ni la Presidencia hegemónica o dominante; la ruta propicia es la construcción de un nuevo pacto político que concilie democracia con eficacia, poder presidencial con rendición de cuentas, escrutinio público, participación cívica y división de poderes.

Las expresiones públicas de inconformidad por parte de los jóvenes son buena ocasión para plantear nuevas premisas que consideren lo que sí está en manos de quien llegue a la Presidencia y lo que éste debe promover conjuntamente con el Congreso de la Unión y el Constituyente Permanente. El Manifiesto busca ganar el aval público para la reforma política más trascendental de las últimas décadas y recuperar una de las mejores tradiciones de la política mexicana: su capacidad para generar reformas históricas y situar nuevamente al país a la vanguardia política y social, como ocurrió con la Constitución de 1917.

El contenido del decálogo merece análisis y discusión pública para enriquecer y precisar su contenido. Mucho es lo que entraña, desde la lucha contra la corrupción, mejores medios de comunicación, la responsabilidad del Estado en el ejercicio de las libertades políticas, derechos humanos, libertad religiosa, combate a la discriminación, división de poderes, el federalismo, etc. Se trata de propuestas precisas que significan respuesta inicial y compromiso claro de quien lo suscribe.

Resulta apropiado y oportuno que este decálogo parta de un aspirante a la Presidencia de la República; sin embargo, es necesario que los dos partidos que lo postulan y el conjunto de los candidatos de esos dos institutos políticos lo hagan propio y lo suscriban como una propuesta compartida. Ello daría mayor significado y trascendencia al debate y a la disputa por el voto, además de clarificar la explicable y legítima inquietud de muchos electores que no saben si el triunfo del PRI habría de significar la restauración autoritaria o la eclosión de un régimen democrático que convierta la reforma en una vía para dar vigencia y eficacia a las instituciones y a las prácticas republicanas.

Esto es consecuente con la actitud de cuidado que invariablemente ha mantenido el candidato Enrique Peña Nieto hacia sus adversarios. Las expresiones de apoyo y las que no le favorecen son parte de los activos de la política y, por lo mismo, deben considerarse normales. Tolerar a quien disiente es premisa obligada del político en la democracia. La inconformidad no es un problema, sino un capital para el cambio y para el progreso. El diálogo y la propuesta son cauce para el México plural y diverso que conformamos. Efectivamente, es mucho lo que hay que cambiar y ello explica la clara y generalizada expresión por la alternancia; una alternancia que, sin embargo, no debe quedarse como simple relevo de administración, sino erigirse como la oportunidad de replantear el régimen y de reconciliar a la sociedad con las instituciones de la República.

Desde ahora, Peña Nieto actúa para que el 1 de julio, en caso de ganar, signifique un cambio profundo en la política. Por historia y por tradición, la Presidencia es la institución fundamental del país y debe ser punto de partida para la construcción de soluciones. El régimen presidencial debe ser reformado, no para hacerlo más débil, sino para darle eficacia en el marco de una gobernabilidad democrática. El régimen presidencial norteamericano padeció una crisis semejante en la depresión de finales de la década de los veinte. Muchas naciones con estructura parlamentaria sucumbieron ante el totalitarismo; EU, con Franklin D. Roosevelt, dio lugar a la Presidencia Moderna que concilió un gobierno fuerte, eficaz y democrático. Si bien el modelo a construir no es el mismo, sí lo son las premisas y las circunstancias que el país ahora enfrenta.

Es obvio que Peña Nieto aspira a ganar la elección, pero ahora, con el decálogo que suscribe, nos dice con claridad para qué y cómo. Más allá de las meras intenciones de triunfo, responde así cuál es el sentido de su propuesta y el perfil de Presidencia que propone. PURAS MENTIRAS DESESPERADAS, PEÑA ES UN DICTADOR REPRESOR, HOMOFÓBICO, GENOCIDA DESTRUCTOR DE LOS PUEBLOS EN MEXICO. PEÑA NIETO VA EN CAIDA LIBRE Y EN PICADA EN LA PREFERENCIA ELECTORAL, NI LA TELEVISIÓN TELEVISA Y TVAZTECA LO PUEDEN AYUDAR.

http://twitter.com/liebano
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kikka-roja.blogspot.com

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