Espías en conflicto
Guillermo Valdés, politólogo sin experiencia en el ámbito de la inteligencia, será ahora el vigilante civil mayor del Estado mexicano ¿Cuál era la fórmula perfecta para la parte civil de la seguridad del Estado mexicano? Si se necesitaba experiencia, confiabilidad y certidumbre, el dream team tropical lo integrarían Jorge Tello Peón en la Secretaría de Seguridad Pública, Eduardo Medina Mora en la Procuraduría General de la República y Genaro García Luna en el Cisen. Pero todo ese diseño institucional se derrumbó antes de concretarse cuando Tello Peón, ex director del Cisen, después de haber buscado insistentemente que el presidente electo, en ese entonces, lo designara titular de Seguridad Pública y presentara proyectos, reculó en la víspera del anuncio. Una rebelión familiar en casa provocó no sólo que rechazara el cargo que ya le había entregado Felipe Calderón, sino que se desmoronara todo lo que tenía pensado. El paso hacia atrás de Tello Peón provocó un reajuste apresurado.
Calderón y su equipo movieron piezas en uno de los tableros más delicados para la seguridad del Estado mexicano. Al final, el resultado fue totalmente inesperado. El Presidente optó por nombrar a Guillermo Valdés como director del Cisen, el servicio de inteligencia creado en 1989 en sustitución de la Dirección Federal de Seguridad. Su viejo amigo, confidente y coordinador de las encuestas más azuladas en el último proceso electoral, era también el responsable de las encuestas que en coordinación con Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA) realizaba el Grupo de Economistas y Asociados -cuyos directores se encuentran ahora a la cabeza de Pemex-, y miembro importante del cuarto de guerra calderonista durante la campaña presidencial de donde salieron muchas de las ideas de la propaganda negativa, agresiva y efectiva en contra de Andrés Manuel López Obrador.
Valdés, quien en los últimos siete años había escrito un artículo periodístico semanal para rotativos de México y Guadalajara. La confianza personal de Calderón y su capacidad de análisis, que es la tarea fundamental del Cisen, deben haber sido las razones por las cuales se inclinó por él. Su trabajo es analítico, no operativo, por lo que del equipo de Calderón se impulsó como secretario general del Cisen a Edgardo Pérez Campbell, quien había sido el controlador de policías en Tlalnepantla cuando Rubén Mendoza -frustrado candidato a gobernador en el estado de México- era presidente municipal, y pasó a ser director general de Seguridad Pública del mismo municipio con el sucesor de Mendoza, Ulises Ramírez.
Valdés relevó a Jaime Domingo López, quien tampoco tenía experiencia en el área. Campbell, que tampoco conoce el campo, remplazará a Alejandro Rubido, un viejo conocedor de la inteligencia, y que trabajó con varios de sus directores. A Rubido le pidieron la renuncia desde antes que Calderón asumiera la Presidencia, y Valdés está solicitando las suyas a varios funcionarios que cumplían tareas estratégicas dentro del Cisen, como en el área de encuestas, que funcionaba bastante bien. En este rejuego, el Cisen está perdiendo más analistas de los que había ya prescindido cuando Medina Mora fue nombrado al frente del organismo al iniciar el gobierno de Vicente Fox.
La calidad de la inteligencia civil decayó durante el foxismo, en buena parte porque fueron eliminadas plazas importantes dentro del Cisen, con lo cual perdieron un volumen significativo de inteligencia humana. Aún así, habían permanecido cuadros con experiencia que en esta nueva fase del Cisen están siendo relegados o remplazados. El beneficiado directo, paradójicamente, es García Luna. Desde que fue nombrado secretario de Seguridad Pública, se llevó como jefe de la Policía Federal Preventiva y de la AFI, en lo que es el embrión del mando único de una policía nacional, a Ardelio Vargas, quien fue director de Investigaciones del Cisen. Rubido, que tiene una vieja relación mexiquense, será nombrado subsecretario en la misma dependencia. Otros cuadros importantes que tenía el organismo, se fueron a trabajar con Wilfrido Robledo, el máximo responsable de la seguridad dentro del gobierno del estado de México.
Estos movimientos por fuera del Cisen subrayan no sólo la incertidumbre sobre lo que sucederá dentro la agencia, sino la percepción implícita de los expertos en inteligencia acerca del derrotero que puede seguir la agencia civil. De hecho, de manera informal están creando un órgano de inteligencia informal fuera del Cisen frente a la duda sobre si quienes están llegando a dirigirla tendrán la capacidad para conducirla. No son buenas noticias para la seguridad del Estado mexicano, que ha ido viendo cómo se merma su capacidad en los últimos años. La sangría comenzó cuando Fox ganó la Presidencia e inició la duplicidad de documentos secretos, muchos de los cuales fueron enterrados por agentes en diversos lugares de Chiapas, aparentemente como protección política, y otros comenzaron a circular en diferentes sectores, apareciendo algunos comprometedores en los medios de comunicación. Expedientes completos fueron ofrecidos en venta, como uno de Fernando Gutiérrez Barrios que adquirió un empresario en 200 mil pesos.
La filtración de informes del Cisen se ha detenido, pero queda la duda si informes confidenciales que han circulado sobre propiedades de políticos o de su presunta vinculación con el narcotráfico, así como grabaciones telefónicas de políticos y empresarios, tuvieron como origen el Cisen y, como en un pasado que se creía rebasado, fueron utilizados con fines partidistas. La llegada de Valdés y Campbell no aporta en este contexto una mayor confianza sobre la confiabilidad de la agencia. Por el contrario, de acuerdo con personas en ese ámbito, se están generando temores. La dupla no permite dormir tranquilamente. Valdés, un hombre preparado e inteligente, no es un profesional de la inteligencia, entendida ésta como procesamiento y análisis de información, pero sí un politólogo con pasión y mentalidad táctica, lo cual fue aprovechado en el cuarto de guerra de Calderón. El relevo de Rubido por Campbell parece tener como destinatario al estado de México y un viejo diferendo que tiene la gente de Mendoza con el actual gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto.
Es decir, por un lado llegó al Cisen un golpeador de la izquierda, y por el otro alguien con sed de venganza contra el PRI. Para un área donde se necesita desapasionamiento y eliminación de rencores, el binomio calderonista genera tensión. ¿Usará el presidente Calderón al Cisen con fines aviesos? Él ha insistido en diferentes contextos que los tiempos de la campaña se han dejado atrás y que hoy son nuevas y diferentes las reglas del juego. Pero ahí están sus hombres, quienes tendrán que demostrar con trabajo profesional a lo largo de este sexenio que es la seguridad del Estado, y no el poder, lo que es el objetivo único de su responsabilidad.
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