Política social sin sustento
El titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, presentó ayer su programa de política social llamado Vivir Mejor, inspirado, a decir de las propias autoridades federales, en el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) elaborado y puesto en marcha por la administración de Carlos Salinas de Gortari. Durante el acto de presentación, el político michoacano afirmó que Vivir Mejor busca erradicar la pobreza extrema mediante el ataque de “las verdaderas causas, no sólo sus efectos”.
En un país como el nuestro, que acusa severos y exasperantes rezagos sociales, siempre será necesaria la formulación y articulación de estrategias orientadas a combatirlos, pero ninguna política social irá más allá de un mero paliativo si se deja intocado el modelo económico que genera miseria, desigualdad y marginación.
Desde el salinato, los sucesivos gobiernos federales han procurado remendar con una mano los destrozos que causan con la otra. Pero el reparto de despensas, cobijas y bultos de cemento, la promoción de microempresas y la creación de obras de infraestructura no bastan para contrarrestar los efectos devastadores de la contención salarial, el “adelgazamiento del Estado” –que hoy se presenta como una propuesta para “fortalecer” a Pemex y que pretende, en realidad, la privatización de la industria petrolera–, las medidas antinflacionarias de consecuencias recesivas, la apertura indiscriminada y hasta entreguista de los mercados nacionales, la liberación de precios, el desmantelamiento de instituciones estatales orientadas a la redistribución de la riqueza, las concesiones sin límite a los capitales financieros locales y foráneos con el supuesto propósito de “alentar la inversión extranjera”, la voraz privatización –ilegal o legalizada– de los bienes públicos, el manejo clasista de una política fiscal que se ensaña contra los que menos tienen, el saqueo tolerado y hasta propiciado de los recursos naturales.
Tales prácticas, que reciben en conjunto el nombre de neoliberalismo, multiplican el número de pobres, cancelan la movilidad social, propician la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y generan, por añadidura, una irritación social que resulta más peligrosa mientras más se empeña el grupo gobernante en ignorarla.
En tal circunstancia, los mecanismos de política social, de 1988 a la fecha, constituyen meros actos de simulación, en el mejor de los casos, cuando no instrumentos de control electoral de los gobiernos en turno. Así ocurrió con el Pronasol, utilizado con fines propagandísticos, electorales y de control corporativo, en tanto que, durante el foxismo, se utilizó a la Secretaría de Desarrollo Social y sus programas como plataforma político-electoral del partido en el poder, como lo evidenció el uso indebido del padrón de esa dependencia por parte de Acción Nacional con fines de proselitismo para la campaña presidencial del propio Calderón en 2006.
Hoy día, por lo demás, la aplicación de una política de desarrollo social resulta necesariamente incierta, si se considera que desde inicios del foxismo el gobierno adulteró los registros y redefinió los criterios de medición de la pobreza, como lo han demostrado investigadores y académicos, a fin de presentar resultados exitosos y hasta espectaculares en el combate a los rezagos sociales.
Para empezar con buen pie el combate a la pobreza bastaría con que el gobierno se propusiera observar los principios constitucionales que consagran el derecho de los mexicanos a un salario mínimo suficiente para satisfacer sus necesidades (artículo 123); a la salud y la vivienda digna (artículo 4), y a la educación (artículo 3). Para ello, sería necesario imprimir un viraje a la política económica a fin de orientarla al bienestar de los mexicanos y al respeto de los derechos de la población, y no al beneficio de los capitales financieros y a la satisfacción de los apetitos de acumulación del grupo en el poder. En tanto eso no suceda, parece improbable que las acciones oficiales de política social vayan más allá de la demagogia y el populismo.
En un país como el nuestro, que acusa severos y exasperantes rezagos sociales, siempre será necesaria la formulación y articulación de estrategias orientadas a combatirlos, pero ninguna política social irá más allá de un mero paliativo si se deja intocado el modelo económico que genera miseria, desigualdad y marginación.
Desde el salinato, los sucesivos gobiernos federales han procurado remendar con una mano los destrozos que causan con la otra. Pero el reparto de despensas, cobijas y bultos de cemento, la promoción de microempresas y la creación de obras de infraestructura no bastan para contrarrestar los efectos devastadores de la contención salarial, el “adelgazamiento del Estado” –que hoy se presenta como una propuesta para “fortalecer” a Pemex y que pretende, en realidad, la privatización de la industria petrolera–, las medidas antinflacionarias de consecuencias recesivas, la apertura indiscriminada y hasta entreguista de los mercados nacionales, la liberación de precios, el desmantelamiento de instituciones estatales orientadas a la redistribución de la riqueza, las concesiones sin límite a los capitales financieros locales y foráneos con el supuesto propósito de “alentar la inversión extranjera”, la voraz privatización –ilegal o legalizada– de los bienes públicos, el manejo clasista de una política fiscal que se ensaña contra los que menos tienen, el saqueo tolerado y hasta propiciado de los recursos naturales.
Tales prácticas, que reciben en conjunto el nombre de neoliberalismo, multiplican el número de pobres, cancelan la movilidad social, propician la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y generan, por añadidura, una irritación social que resulta más peligrosa mientras más se empeña el grupo gobernante en ignorarla.
En tal circunstancia, los mecanismos de política social, de 1988 a la fecha, constituyen meros actos de simulación, en el mejor de los casos, cuando no instrumentos de control electoral de los gobiernos en turno. Así ocurrió con el Pronasol, utilizado con fines propagandísticos, electorales y de control corporativo, en tanto que, durante el foxismo, se utilizó a la Secretaría de Desarrollo Social y sus programas como plataforma político-electoral del partido en el poder, como lo evidenció el uso indebido del padrón de esa dependencia por parte de Acción Nacional con fines de proselitismo para la campaña presidencial del propio Calderón en 2006.
Hoy día, por lo demás, la aplicación de una política de desarrollo social resulta necesariamente incierta, si se considera que desde inicios del foxismo el gobierno adulteró los registros y redefinió los criterios de medición de la pobreza, como lo han demostrado investigadores y académicos, a fin de presentar resultados exitosos y hasta espectaculares en el combate a los rezagos sociales.
Para empezar con buen pie el combate a la pobreza bastaría con que el gobierno se propusiera observar los principios constitucionales que consagran el derecho de los mexicanos a un salario mínimo suficiente para satisfacer sus necesidades (artículo 123); a la salud y la vivienda digna (artículo 4), y a la educación (artículo 3). Para ello, sería necesario imprimir un viraje a la política económica a fin de orientarla al bienestar de los mexicanos y al respeto de los derechos de la población, y no al beneficio de los capitales financieros y a la satisfacción de los apetitos de acumulación del grupo en el poder. En tanto eso no suceda, parece improbable que las acciones oficiales de política social vayan más allá de la demagogia y el populismo.
A CONTINUACIÓN LA PANDILLA DE RUFIANES TRAGA ERARIOS: LOS AUTORES DEL FRAUDE ELECTORAL CON DINERO DE LA SEDESO
- Arranca el programa Vivir Mejor, que busca atacar “causas”, no “efectos” de la pobreza
- Con una crítica al “populismo”, Calderón presenta nueva estrategia de política social
- Reconoce que el mercado, por sí mismo, “es incapaz de generar condiciones de vida digna”
En el anuncio de la estrategia Vivir Mejor –integración de los programas sociales del gobierno federal que ya están en marcha–, el presidente Felipe Calderón Hinojosa aseveró que estas acciones van más allá de las políticas populistas y asistencialistas, en alusión al Gobierno del Distrito Federal, en un acto en el que en primera fila estuvo la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo.
El gobierno federal no ve en cada mexicano que vive en la pobreza a alguien que busca dádivas o caridad, señaló el jefe del Ejecutivo casi a la misma hora en que el mandatario capitalino, Marcelo Ebrard, dio a conocer la entrega de despensas a familias de escasos recursos. Calderón, sin mencionar al destinatario, se refirió al populismo en dos ocasiones durante el discurso en el que dio a conocer el plan de política social.
La presentación de esta estrategia convocó en el Museo Nacional de Antropología a alrededor de 15 gobernadores, entre los que estaban el de Chiapas, Juan Sabines (del PRD); el del estado de México, Enrique Peña Nieto, y el de Puebla, Mario Marín (ambos del PRI).
Entre los dirigentes sindicales destacó Elba Esther Gordillo, con quien el jefe del Ejecutivo dialogó unos instantes antes del acto protocolario. También estuvo ahí el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, así como gran parte del gabinete.
En su discurso, el Presidente precisó que en una sola estrategia se integró la política publica de la administración en materia social. “Vivir Mejor no es sólo tarea fundamental del gobierno, es un deber.” Llamó a empresarios, partidos políticos, gobernadores, alcaldes y sindicatos a trabajar juntos “para enfrentar el reto de erradicar la extrema pobreza en un mediano plazo y poner fin al hambre y a la desesperanza de millones de mexicanos”.
En la ceremonia también estuvieron presentes los titulares del gabinete social: los secretarios de Educación, Josefina Vázquez Mota; de Medio Ambiente, Juan Elvira Quesada; de Salud, José Angel Córdova, y de Agricultura, Alberto Cárdenas.
El Presidente se refirió a que ante la crisis alimentaria mundial esta semana se pondrá en marcha un programa alimentario para zonas marginadas que atenderá a poblaciones que nunca han recibido apoyo.
Aseveró que “Vivir Mejor es una política humanista porque reconoce la integridad de la persona, porque parte del reconocimiento de la persona humana como el sujeto, el principio, el fin de toda acción de gobierno”. Agregó que la estrategia tiene como base la premisa de que “el mercado, por sí mismo, es incapaz de generar condiciones de vida digna para la gente, y por eso se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado”.
Insistió en que se trata de una política social que va mucho más allá del mero asistencialismo, a diferencia de “políticas públicas populistas o paternalistas que centran su acción en paliar y en ocasiones terminan por exacerbar los efectos de la pobreza. Vivir Mejor busca atacar sus verdaderas causas, no sólo sus efectos”.
Detalló que una línea de acción del programa es la alimentaria y nutricional, lo cual “será particularmente relevante en un entorno internacional sin precedentes de escasez y aumento de precios de alimentos, al que la sociedad y los gobiernos en su conjunto debemos hacer frente”.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, dijo que con esta estrategia se integra la política social con la económica para incrementar el bienestar de la población. Precisó que no se parte de cero, porque “Vivir mejor se construye a partir del reconocimiento de que en los últimos años ha habido logros importantes” y alrededor de 20 millones de personas salieron de la pobreza. Sin embargo, añadió, “resulta evidente que tenemos que avanzar más rápido en la consecución de las metas”.
Aseguró que el programa es una visión integral de combate a la pobreza que va más allá de la transferencia monetaria y busca para los mexicanos una igualdad de oportunidades “que les permita salir adelante con su propio esfuerzo”.
En su intervención, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, sostuvo que las finanzas públicas deben generar los recursos que permitirán realizar la política social con las menores distorsiones posibles.
Explicó que en atención a las condiciones actuales de la economía internacional se puso en marcha una estrategia fiscal “contracíclica” que habrá de atenuar y mitigar los efectos de las turbulencias en los mercados internacionales y de la desaceleración de la actividad económica en Estados Unidos.
El gobierno federal no ve en cada mexicano que vive en la pobreza a alguien que busca dádivas o caridad, señaló el jefe del Ejecutivo casi a la misma hora en que el mandatario capitalino, Marcelo Ebrard, dio a conocer la entrega de despensas a familias de escasos recursos. Calderón, sin mencionar al destinatario, se refirió al populismo en dos ocasiones durante el discurso en el que dio a conocer el plan de política social.
La presentación de esta estrategia convocó en el Museo Nacional de Antropología a alrededor de 15 gobernadores, entre los que estaban el de Chiapas, Juan Sabines (del PRD); el del estado de México, Enrique Peña Nieto, y el de Puebla, Mario Marín (ambos del PRI).
Entre los dirigentes sindicales destacó Elba Esther Gordillo, con quien el jefe del Ejecutivo dialogó unos instantes antes del acto protocolario. También estuvo ahí el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, así como gran parte del gabinete.
En su discurso, el Presidente precisó que en una sola estrategia se integró la política publica de la administración en materia social. “Vivir Mejor no es sólo tarea fundamental del gobierno, es un deber.” Llamó a empresarios, partidos políticos, gobernadores, alcaldes y sindicatos a trabajar juntos “para enfrentar el reto de erradicar la extrema pobreza en un mediano plazo y poner fin al hambre y a la desesperanza de millones de mexicanos”.
En la ceremonia también estuvieron presentes los titulares del gabinete social: los secretarios de Educación, Josefina Vázquez Mota; de Medio Ambiente, Juan Elvira Quesada; de Salud, José Angel Córdova, y de Agricultura, Alberto Cárdenas.
El Presidente se refirió a que ante la crisis alimentaria mundial esta semana se pondrá en marcha un programa alimentario para zonas marginadas que atenderá a poblaciones que nunca han recibido apoyo.
Aseveró que “Vivir Mejor es una política humanista porque reconoce la integridad de la persona, porque parte del reconocimiento de la persona humana como el sujeto, el principio, el fin de toda acción de gobierno”. Agregó que la estrategia tiene como base la premisa de que “el mercado, por sí mismo, es incapaz de generar condiciones de vida digna para la gente, y por eso se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado”.
Insistió en que se trata de una política social que va mucho más allá del mero asistencialismo, a diferencia de “políticas públicas populistas o paternalistas que centran su acción en paliar y en ocasiones terminan por exacerbar los efectos de la pobreza. Vivir Mejor busca atacar sus verdaderas causas, no sólo sus efectos”.
Detalló que una línea de acción del programa es la alimentaria y nutricional, lo cual “será particularmente relevante en un entorno internacional sin precedentes de escasez y aumento de precios de alimentos, al que la sociedad y los gobiernos en su conjunto debemos hacer frente”.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, dijo que con esta estrategia se integra la política social con la económica para incrementar el bienestar de la población. Precisó que no se parte de cero, porque “Vivir mejor se construye a partir del reconocimiento de que en los últimos años ha habido logros importantes” y alrededor de 20 millones de personas salieron de la pobreza. Sin embargo, añadió, “resulta evidente que tenemos que avanzar más rápido en la consecución de las metas”.
Aseguró que el programa es una visión integral de combate a la pobreza que va más allá de la transferencia monetaria y busca para los mexicanos una igualdad de oportunidades “que les permita salir adelante con su propio esfuerzo”.
En su intervención, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, sostuvo que las finanzas públicas deben generar los recursos que permitirán realizar la política social con las menores distorsiones posibles.
Explicó que en atención a las condiciones actuales de la economía internacional se puso en marcha una estrategia fiscal “contracíclica” que habrá de atenuar y mitigar los efectos de las turbulencias en los mercados internacionales y de la desaceleración de la actividad económica en Estados Unidos.
Kikka Roja