Jueves, 23 Octubre, 2008
• La ruleta rusa del BdeM
• ¿Y las Afores, apá…?
Es tan difícil decir la verdad, mi estimado, como disimularla. Las secuelas del “catarrito” que azotó ayer a la BMV continúa demostrando que el desgobierno encabezado por Felipe Calderón está desorientado sobre el tamaño del misil que estalló en el barco de gran calado y su emocionada tripulación. El delicado desplome no sólo es uno de los peores en los últimos años sino que las señales de las caídas generalizadas en las bolsas del mundo indican que las olas del tsunami de la depresión mundial son un irreversible hecho.
Entre los escalofriantes informes financieros trimestrales de los consorcios, que resultaron dignos para Halloween, y lo sucedido en Argentina, que afectó a los mercados emergentes, my friend, deberían prender aquí los focos rojos sobre el simpático billete de los trabajadores invertido en las Afores para que mañana no salgan con la lindura de alguna historia de terror que termine por encender la monumental pólvora regada en la arena social-económica.
Y como película no apta para cardiacos, el Banco de México prosigue con su entretenida subasta verde que, con la fiesta de ayer, la cifra alcanza en estas últimas semanas, los 12 mil millones de dólares en un temerario ejercicio (¿de ruleta rusa?) para mantener a flote el peso frente a la divisa estadunidense. El volátil meollo, amable lector, es que Banxico no puede ahora salirse del explosivo epicentro de sus subastas —con todo y que éstas han sido exclusivas para los corporativos que las necesitan— porque esto sería el banderazo de salida o mejor aún, la exclusiva invitación cuya maravillosa leyenda rezaría… ¡¡¡sálvese quien pueda!!!
La ingenua pregunta del estupefacto respetable gira alrededor de ¿cuánto más se puede arriesgar en la atrevida mesa de la política cambiaria…? Porque cuando este río suena, mi estimado, es que la pinche presa ya se quebró, pues. Las declaraciones de la ABM en voz de Enrique Castillo asegurando que el sistema financiero mexicano está (¿aunque no lo parezca?) en una posición mucho más sólida para mitigar y enfrentar los retos de la recesión mundial deslizando, para tratar de calmar el evidente nerviosismo, que no hay un problema de liquidez de la banca extranjera, perdón, mexicana, cuando ésta ha sido uno de los selectos convidados al reventón de Guillermo Ortiz –obligado por el titular de Hacienda, Agustín Carstens para entrarle a la delicada intervención— luce como coro desgastado del discurso oficial que pretende (as always) negar lo innegable.
La peligrosísima crisis apenas comienza.
Y el gabinete federal de absolutos disfuncionales no tiene (ni tuvo so let´s cut the crap) la radiografía, el diagnóstico y el análisis (porque de neuronas, talento, oficio y experiencia, ni hablar) para enfrentar este desafiante monstruo que, de llegar a pegar en la línea de flotación… pero del ánimo popular aderezado con tintes de pánico por el billete verde, será sin lugar a dudas el detonador del conflicto latente de un malestar acumulado y de pronósticos muy, pero muy reservados.
Porque esta caída libre que se pretende simular con verdades a medias (que son mentiras completas), abre amenos espacios para un sinfín de errores humanos en este desgobierno de Felipe que se ha caracterizado en estos casi 23 meses, por sus traspiés y equivocaciones que por sus aciertos en demasiadas áreas.
Now here comes the fun part.
El atractivo caso de ciertas llamadas telefónicas recibidas por algunos personajes de la mentada cúpula empresarial por parte del secretario Carstens sugiriendo (sin querer queriendo) la mera posibilidad de introducir un control de precios, my friend, ha logrado como primera reacción enviar a la lámpara sideral a los meros responsables de la entronización de Calderón y su inservible Gymboree, que ya acusan recibo del desmadre económico.
Sí, leyó bien, mi estimadísimo… control de precios. Lo que significa menor producción, menores empleos, menor crecimiento, etcétera, etcétera… resultando en un dêja vú de los peores tiempos priistas de crisis económicas y cambiarias que choca con las estupideces declaradas por el secretario del Trabajo (sucio), Javier Lozano Alarcón, y por el secretario de Economía (en autopartes) Gerardo Ruiz Mateos.
Es por demás obvio de toda obviedad recalcarle que las pocas respuestas a la indecorosa propuesta de Hacienda ha sido... gélida. Y todo indica que la original congeladora empresarial está receptiva, abierta y desplegando un tapete de bienvenida que será dentro de muy poco tiempo leído como… un peligroso desafío a la impericia, inexperiencia y pendejez de los que detentan el poder… del no poder.
Entre los escalofriantes informes financieros trimestrales de los consorcios, que resultaron dignos para Halloween, y lo sucedido en Argentina, que afectó a los mercados emergentes, my friend, deberían prender aquí los focos rojos sobre el simpático billete de los trabajadores invertido en las Afores para que mañana no salgan con la lindura de alguna historia de terror que termine por encender la monumental pólvora regada en la arena social-económica.
Y como película no apta para cardiacos, el Banco de México prosigue con su entretenida subasta verde que, con la fiesta de ayer, la cifra alcanza en estas últimas semanas, los 12 mil millones de dólares en un temerario ejercicio (¿de ruleta rusa?) para mantener a flote el peso frente a la divisa estadunidense. El volátil meollo, amable lector, es que Banxico no puede ahora salirse del explosivo epicentro de sus subastas —con todo y que éstas han sido exclusivas para los corporativos que las necesitan— porque esto sería el banderazo de salida o mejor aún, la exclusiva invitación cuya maravillosa leyenda rezaría… ¡¡¡sálvese quien pueda!!!
La ingenua pregunta del estupefacto respetable gira alrededor de ¿cuánto más se puede arriesgar en la atrevida mesa de la política cambiaria…? Porque cuando este río suena, mi estimado, es que la pinche presa ya se quebró, pues. Las declaraciones de la ABM en voz de Enrique Castillo asegurando que el sistema financiero mexicano está (¿aunque no lo parezca?) en una posición mucho más sólida para mitigar y enfrentar los retos de la recesión mundial deslizando, para tratar de calmar el evidente nerviosismo, que no hay un problema de liquidez de la banca extranjera, perdón, mexicana, cuando ésta ha sido uno de los selectos convidados al reventón de Guillermo Ortiz –obligado por el titular de Hacienda, Agustín Carstens para entrarle a la delicada intervención— luce como coro desgastado del discurso oficial que pretende (as always) negar lo innegable.
La peligrosísima crisis apenas comienza.
Y el gabinete federal de absolutos disfuncionales no tiene (ni tuvo so let´s cut the crap) la radiografía, el diagnóstico y el análisis (porque de neuronas, talento, oficio y experiencia, ni hablar) para enfrentar este desafiante monstruo que, de llegar a pegar en la línea de flotación… pero del ánimo popular aderezado con tintes de pánico por el billete verde, será sin lugar a dudas el detonador del conflicto latente de un malestar acumulado y de pronósticos muy, pero muy reservados.
Porque esta caída libre que se pretende simular con verdades a medias (que son mentiras completas), abre amenos espacios para un sinfín de errores humanos en este desgobierno de Felipe que se ha caracterizado en estos casi 23 meses, por sus traspiés y equivocaciones que por sus aciertos en demasiadas áreas.
Now here comes the fun part.
El atractivo caso de ciertas llamadas telefónicas recibidas por algunos personajes de la mentada cúpula empresarial por parte del secretario Carstens sugiriendo (sin querer queriendo) la mera posibilidad de introducir un control de precios, my friend, ha logrado como primera reacción enviar a la lámpara sideral a los meros responsables de la entronización de Calderón y su inservible Gymboree, que ya acusan recibo del desmadre económico.
Sí, leyó bien, mi estimadísimo… control de precios. Lo que significa menor producción, menores empleos, menor crecimiento, etcétera, etcétera… resultando en un dêja vú de los peores tiempos priistas de crisis económicas y cambiarias que choca con las estupideces declaradas por el secretario del Trabajo (sucio), Javier Lozano Alarcón, y por el secretario de Economía (en autopartes) Gerardo Ruiz Mateos.
Es por demás obvio de toda obviedad recalcarle que las pocas respuestas a la indecorosa propuesta de Hacienda ha sido... gélida. Y todo indica que la original congeladora empresarial está receptiva, abierta y desplegando un tapete de bienvenida que será dentro de muy poco tiempo leído como… un peligroso desafío a la impericia, inexperiencia y pendejez de los que detentan el poder… del no poder.
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gomezalce@aol.com
Kikka Roja